Que los políticos nos tienen acostumbrados a todo tipo de vaivenes, en cualquier modalidad que uno busque, es un hecho que de forma reiterativa nos los demuestran. Y algunos dan verdaderos saltos mortales.
Esquerra Republicana de Catalunya, el partido de las embajadas de la señorita Pepis, pero carísimas, sólo como juguetes para que Carod-Rovira se entretuvira, recordémoslo; con el disfrute del poder en el Trigobierno, más que en Tripartito, porque cada uno iba a la suya se sentían ya viento en popa. Pero tras la derrota electoral en las que perdieron el gobierno, y las prebendas, que comportaban, en las elecciones de Barcelona han querido dar otro salto mortal, en ese afán del independentismo, que hoy por hoy no cala más allá de las mascaradas de unos referéndums, más folclóricos y de propaganda que otra cosa. Para volver a tomar el pulso del rumbo que se trazó la formación independentista, no se le ocurrió otra cosa que pactar con Laporta, personaje de extrema derecha, y cuya aspiración principal, es convertirse en el Berlusconi catalán con un discurso populista e independentista que el primero que no se lo cree, es él.
Sin embargo, ERC, que tiene entre sus filas a personas con las que se podrá o no estar de acuerdo o lo que representa, como Joan Ridao, por ejemplo, pero nadie puede discutir su seriedad y buen trato, sin estridencias, se han prestado a semejante pacto. Con lo que mucho voto de ERC que se consideraba de derechas nacionalista, que antes apoyaba a la formación indpendentista, ha recogido velas y ha preferido votarle a la derecha clasica catalana, dura y pura, CiU; y la mayoría han preferido no votar o hacerlo por otras opciones independentistas, donde abrevan más generales que tropa, por lo menos para el proyecto que dicen tener, del que mientras tanto, igual que el resto de los políticos, van viviendo, que al fin y al cabo es lo que interesa, como desgraciadamente nos tienen acostumbrados.
El error mayúsculo de Portabella y por ende de la ejecutiva de de ERC al aliarse con este personaje, se debe al espejismo de los cuatro diputados que logró en la elecciones catalanas con una formación inventado por él, de la que de inmediato desertó.
Muchos votantes a los que rechina semejante alianza, decidieron no votarle a ERC en Barcelona, y también en otros lugares, por semejante, como mínimo pintoresca alianza. El resultado, sin que no sólo sea esta la causa, sin duda tuvo su motivo. Y los espejismos a los políticos no le dejan ver que el desierto es muy amplio y en el afán de arañar votos, hacen lo que sea. Y así nos va.
U.Plaza
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