viernes, 25 de marzo de 2011

RAJOY, A LO SUYO: ARAÑANDO VOTOS



Los jefes de las tribus políticas están tan acostumbrados a la incoherencia que ni siquiera se paran a analizar si lo que dicen, tiene sentido o no; dicen una cosa y la contraria al mismo tiempo y en la misma frase. Suponemos que deben pensar que los ciudadanos somos imbéciles, o poco menos; y vista que siguen ahí disfrutando de sus prebendas quizá estén en lo cierto ante la baja capacidad crítica a la que nos han llevado a los ciudadanos hasta dejar de serlo y pasar a considerarnos súbditos.

Resulta que ante situación económica, dicen que extrema, de Portugal, todo el mundo ha salido en procesión y al unísono  para asegurar que –a pesar de que hace nada decían que el país vecino era el último dique de contención–, que la economía de española no se parece en nada a la portuguesa. Se supone que es lo que conviene decir. 

Y como no podía ser de otra manera, el jefe de la derecha española por delegación, y con el permiso del valenciano Capms que lo lleva cogido del labio, también ha dicho la suya, asegurando que España está mucho mejor que Portugal, que aquí las cosas en nada se parecen a  lo que está sucediendo 
a nuestros vecinos. 

Hasta ahí, perfecto. Es lo que se le puede pedir a un político, que trate de serenar las cosas en lugar de sacar tajada. Pero como parece que lo lleven en los genes, no deja de aprovechar cualquier ocasión para hacer campaña electoral, caiga quien caiga,  y si es posible arañar un puñado de votos. Inmediatamente después de asegurar las bondades de la situación de España, se ve obligado por la propia dinámica de la gimnasia de su cerebro a decir, sin que dé cuenta de lo contradictorio, que el gobierno lo hace mal. Una cosa o la otra. El mismo gobierno que hace que las cosas no sean tan graves, no pude ser un desastre como afirma Rajoy. Por lo menos para los intereses de la derecha que defiende RaJoy. Porque en lugar de agradecerle al gobierno de Zapatero, ya en las antípodas de algo que tenga que ver con su nombre de socialista, su política, en definitiva la política que a él le gustaría hacer, si acaso  aún mucho más salvaje si cabe, y que sin duda la llevará a cabo si llega al gobierno, sigue con su piñón fijo en barrer en cualquier circunstancia, por miserable que parezca, en campaña electoral, sin importarle el tan cacareado patriotismo de la derecha. Lo malo de estos pugilatos de cara a la galería es que los pagamos todos, y a qué precio.

U. Plaza

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