sábado, 4 de diciembre de 2010

INQUIETANTE ACTITUD DEL GOBIERNO


La detención y expulsión del Congreso de los Diputados de un grupo de ciudadanos, ordenado por José Bono, que protestaban por la actitud del gobierno español con respecto a la masacre de la dictadura marroquí, se puede entender dentro de la ya reiterada hipocresía del gobierno y su partido; silencioso ante los hechos criminales de la banda de Marruecos. Se puede entender la expulsión y considerar que quizá no sea el lugar más adecuado, aunque de ninguna manera compartir por ciudadanos democráticos, ya que los diputados no deben ser intocables, y que los ciudadanos  les pagamos el sueldo, ¡y de qué manera! Ya que sus señorías  en eso no se cortan deciden ellos mismos sus emolumentos y sus privilegios, incluidos que sólo trabajen menos de dos legislaturas –unos siete años– para tener una jubilación al cien por cien, al tiempo que nos impones muchos más años de cotización a los, en teoría sus patronos, los ciudadanos, sin que se ruboricen por semejante injusticia comparativa. Por los tanto han de aguantarse que los critiquen de mil formas  cuando se producen aberraciones como lo que sucede en el Sahara. Les va en el sueldo tener que aguantar que los ciudadanos se indignen. Así que, ¡menos soberbia, señor Bono!

Pero lo que no se comprende  es que a los detenidos, entre los que estaba el actor Guillermo Toledo–y que Bono con su vena autoritaria ha tratado de gamberros–, los mantuvieran en una comisaría durante seis o siete horas. El responsable es el ministro del Interior, el mismo que nos hizo pasar la vergüenza de verlo abrazando de forma efusiva, al responsable de la masacre y jefe de la gestapo marroquí. Esta actitud del gobierno que contra toda lógica se sigue llamando socialista, es inquietante. Porque hay que preguntarse si su sumisión, o su aceptación de todas las barbaridades de la  dictadura marroquí  incluye la represión de los propios ciudadanos españoles, para contentar al sátrapa corrupto, que además por la caprichosa irracionalidad que caracteriza a los dictadores, nunca estarán contentos, y si, como a las fieras, habrá que seguir alimentando constantemente para que no se enfade, con las consecuencias que eso puede tener, como estamos viendo, sin que el gobierno adopte una actitud firme. 

Esperemos que no. Pero da miedo  que  se den pasos en esa dirección en un país con libertades políticas como España, pero y con un pasado tan parecido como el presente marroquí. 

U. Plaza




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