domingo, 26 de julio de 2020

HA MUESTO PACO FRUTOS

Ha muerto Paco Frutos a los 80 años. Un luchador, primero contra el fascismo, y siempre junto a la clase obrera. Paco fue uno de los pocos dirigentes que rectificó muy pronto y supo quiénes eran sus enemigos de clase.  Estuvo hasta el último momento al pie del cañón, hasta que el cáncer  se lo ha llevado por delante. Mientras, muchos de los dirigentes agacharon la cerviz ante la derecha naZionalista, golpista, Paco supo quiénes eran los enemigos de la democracia, sobre todo de los trabajadores.


Tiempo habrá pare recordar al luchador obrero. Los obreros que lo conocieron, los camaradas que supieron de él  en sus últimos años sabemos de tu lucha, aunque hoy haya quien te niegue, o que hipócritamente  alabe tu historia de lucha, al tiempo que hacen lo contrario. 

Siempre recordaré tu austeridad y tu cercanía con todo el mundo.  


Ubaldo


EL CATEDRÁTICO DE ARAVACA


Pablo Casado, conocido como "el catedrático de Aravaca", porque obtuvo un master, según se dijo, un sábado por la mañana en un charla, que vendió a quien se lo quiso comprar como de haberlo hecho en Harvard, ha perdido la posible coherencia que tuviera, si es que tuvo alguna. 

El jefe del partido más corrupto de Europa, según sentencia judicial, junto a la mediocre e infumable presidenta de Madrid, alentaron a los señoritos del Barrio de Salamanca, a que salieran a la calle contra el confinamiento, con sus deportivos y caros coches y chóferes; con sus criadas y chachas, para que gritaran ¡libertad!, porque el gobierno había decretado el Estado de Alarma para combatir la pandemia; acusándolo de dictadura y otras lindezas. 

Pues bien, ante el cariz que toma la pandemia tras el levantamiento del Estado de Alarma, por la presiones de la gran patronal y los tres partidos de la derecha, la ultraderecha y los que se pasan de cuadro reaccionario y son puramente franquistas –los señoritos de la neofalangista CUP incluidos–, el que tiene un discurso en el parlamento agresivo, el que pide a sus homólogos de Europa que castiguen a España, a ver si así consiguen hacer caer el gobierno, ahora exige, con la mala baba que le caracteriza, sin duda herencia de su jefe el belicista Aznar y monaguillo de criminal Bush, que el gobierno tome las riendas del problema. ¿Pide Casado otro Estado de Alarma, que a renglón seguido criticará, a ver si así consigue acabar con el gobierno y tras eso otro septenio negro y de expansión de la corrupción?

La caradura del catedrático no tiene límites ni memoria. Para este filibustero de la derecha, todo vale. Sea maniobrar para que la derecha europea castigue a España, sea exigir que se haga lo que él y sus señoritos parásitos del barrio de Salamanca exigieron acabar al grito de "libertad, gobierno socialcomunista, chavista" y tantas otras  vomitadas más.  

Lo de siempre, en España nunca, pero nuca, ha habido una derecha democrática, europea, que condene a la ultraderecha en lugar de aliarse con ella. Sólo lo parece cuando mandan –no gobiernan– ellos, con las consecuencia para las clases populares que todos conocemos.

Ubaldo

domingo, 19 de julio de 2020

MUERE EL GRAN JUAN MARSÉ


En el cementerio de París
TV3, la tv pública catalana, pagada por todos, pero al servicio de una parte de los "notables" catalanes. TV por la que permanentemente se pasea el espíritu de Goebbels, le niega a uno de los más grandes escritores catalanes, Juan Marsé, fallecido hoy, la condición de "escritor catalán". La miseria moral, fascistoide, de la derecha corrupta catalana, franquista en su día, canalla como siempre. Le negaron La Cruz de San Jordi, al parecer reservada para adictos del régimen, del pesebre.
Marsé, en sus novelas denunciaba aquella Burguesía corrupta, colaboracionista con la Dictadura. Y denunciaba la hipocresía de una gente que montaba saraos, privados o públicos, en una Barcelona hambrienta. De hecho, muchos de aquellos escritores, que años después se lamentaban de que "el catalán estaba recluido", tras traicionar a la República, tras pasarse a la banda de los golpistas, entraron en Barcelona arropados por el Ejército de Franco. Un Franco al que ayudaron ellos a traer. Eso es un pecadillo que siempre tratan de soslayar. Luego se lamentaban en petit comité. Que tampoco es que se arriesgaran a que la dictadura los considera desafectos. Su anticomunismo los protegía cuando eran los comunistas los únicos que se arriesgaban a luchar contra Franco, llenaban las cárceles en aquellos años del terror catolicofranquista, y el paredón era una posibilidad cierta. Protestaban, pero por lo bajini, en sus aquelarres en sus chalets, protegidos por el millonario bien visto por la dictadura, Felix Milllet, padre del saqueador del Palau. que como se ve, de raza le viene al galgo.
Y Marsé estuvo en contra de la barbarie divisoria del negoci del procés, que tanto daño ha hecho a los catalanes, principalmente a las clases populares. Aventura emprendida por la derecha catalana para tapar las corrupciones de los dirigentes de la Generalitat, de todos los que participaban en el tinglado montado por el banquero Pujol y sus corifeos. No se lo perdonarían. Mientras, subvencionaban a algunos personajillos que nadie leía, y cuyos libros pasaban muchas veces de la imprenta a la trituradora, directamente.
Hubiera bastado que Marsé aceptara el pesebre, para que, al margen de su valía como escritor, lo elevaran al Olimpo del nacionalismo. Entonces, escribir en castellano hubiera sido un valor añadido. Un enemigo se habría pasado a sus trincheras. En explotar situaciones similares, son maestros. Hay un ramillete de serviles charnegos acomplejados que lo han hecho. Y, principios morales a parte, no les ha ido mal. Marsé no lo hizo, y eso tenía su precio. Y hasta muerto lo consideran su enemigo estos miserables fascistoides y expertos del saqueo y recortes sociales, sanitarios principalmente, que naturalmente sólo afectan a las clases populares.
Ubaldo



sábado, 18 de julio de 2020

EL REY NO ESTABA SOLO



Vienen apareciendo en la prensa  noticias sobre los devaneos del que fuera jefe del Estado: Grandes fortunas evadidas, presuntamente. Todo con más o menos detalles, era conocido. Todos sabíamos lo de  "El campechano". Y todos sabíamos cada día los entresijos del Jefe del Estado, aunque fuera por Radio Macuto. 

La prensa callaba, protegía con un pacto tácito de silencio los asuntos que afectaran al rey y la monarquía. Contó con la propaganda y el beneplácito de toda la prensa lacayuna durante décadas. "El arco parlamentario" soslayó el tema.   Aunque revistas extranjeras, de las que llaman "del corazón", aunque yo las llamo con otro nombre menos romántico, lo publicaban. A los españoles nos llegaban los ecos, sin más.

Los pecadillos del monarca, no  podían salir a la palestra. Sólo los elogios orquestados. (Aun recuerdo aquella servil entrevista de Jesús Hermida, que sonrojaba a cualquiera). Si alguna cosa salía lo hacía con sordina. Lo referente a sus desenfrenados amoríos.   Cosa que a la mayoría de la gente le daba igual, si no fuera que esas diversiones borbónicas las pagábamos entre todos. 

Si tenemos en cuenta de que uno de los argumentos de los defensores de la monarquía es "la defensa de la familia tradicional y cristiana como pilar fundamental del la sociedad", etc,. no parece  que el ex jefe del Estado, ni en esto haya sido, ni por asomo, un ejemplo. 

Los pocos flecos que se le escapaban al monarca de los hilachos  aparecidos en algún medio,  de los muchos ovillos manejados por el jefe de Estado, generalmente extranjeros, era compensado con la permanente matraca de los propagandistas de lavado de imagen, de su trayectoria democrática,  tras la muerte del dictador etc, etc,.

Siempre el monarca estuvo protegido.  Tanto fue así, al parecer, al temor que debieron tener los legisladores que armaron la Constitución, que  blindaron al rey. No como habría sido natural, en el ejercicio del cargo. No. Lo blindaron en TODO. 

Teóricamente el rey, como si de un rey absolutista se tratara, podía hacer lo que quisiera; que no tendría problemas ante la Ley. Lo que al sentido común, en una democracia, se le antoja a cualquier persona, un disparate. 

Pensamos que le hicieron a Juan Carlos, al país y a la democracia aún sin echar a rodar, un flaco favor. De haber tenido sujeción jurídica, seguramente el rey habría sabido que había cosas que no se podían hacer, como cualquier ciudadano sujeto a la ley sabe. Así que para él, asimilada que era intocable, cualquier cosa, fuera la que fuera, la podía hacer. Y parece que se le fue la mano. ¡Y de qué manera!

Pero como dice el dicho, "se puede engañar a unos pocos todo el tiempo, a muchos algún tiempo; pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". 

Y las cosas, por su propia dinámica de la Historia, cambian. El antiguo Jefe de Estado, asumió que no podía haber control legal sobre él y que nadie le podía pedir cuentas. 

Y empezaron a aparecer para el gran público noticias "inquietantes" (Pedro Sánchez). Porque no se trataba de cualquier cosa, sino de cifras millonarias. Ya hace tiempo el New York Times publicó que el rey tenía cuentas en el extranjero cantidades exorbitantes, que no podía haber acumulado con lo que le pagaba el Estado, como primer funcionario. 

Y en una situación rocambolesca, safaris mediante, en plena crisis de la Gran Estafa Financiera, el rey quedó desnudo. Y ya no hubo más remedio que decírselo a los españoles por parte de la prensa. Se abrió el Ánfora de Pandora. Sobre todo  porque un juez suizo lo tiene enfilando y quiere saberlo todo. Es lo que hace que las cosas se le compliquen a Juan Carlos. De no ser así, tengo mis dudas de que avanzara la causa. Tampoco lo tengo claro que lo hagan a pesar del suizo.

Pero Vale. Todo esto, repito, con más o menos bombo o detalle, lo sabíamos todos los españoles, porque sus aventuras no vienen de ayer. 

Pero la pregunta que se suscita es:

¿Mientras Juan Carlos se enriquecía,  (presuntamente), qué hacía para evitarlo y poner  coto a sus desvaríos financieros, los primeros ministro? Un tal González estuvo casi catorce años de mandato. Casi cuatro legislaturas. Y en tanto tiempo Gonzáles, ¿no se enteró de nada,  el hombre inventado por la derecha para que el franquismo mantuviera sus privilegios? ¡Miraba para otro lado? ¿Por qué?  

Estos días González ha vuelto a salir por segunda vez a los medios para exculpar a Juan Carlos; la primera fue cuando se supo judicialmente que Pujol era un estafador. Porque como en el caso que nos ocupa hoy, también lo de Pujol era vox populi.  También fue tabú en los medios del pesebre. 

No sabemos si está exculpación de ambos mandatarios se debe a su fe de defender a poderosos, o por no enterase, o exculpase a sí mismo. 

¿Y Aznar, qué hacía Aznar? Estuvo ocho años de presidente del gobierno. Tuvo tiempo ´Enmerdar–nos en una guerra de expolio, de la que no ha perdido perdón, lo que sí han hecho sus colegas de la vergüenza  de Las Azores.
    


¿Tampoco se enteró de lo que era vox populi, para corregir el desmelene del Jefe del estado?  ¿Tan ocupado estaba en aprender inglés con horroroso acento texano haciendo de muleta al belicista emperador yanqui?

¿Y Zapatero? El que con su entrega a los grandes intereses de los mercaderes de Europa, cambió la Constitución con nocturnidad y alevosía, con la ayuda de la derecha salvaje y corrupta, para liquidar el Art. 135. El que le puso la alfombra para que que un tal Rajoy hiciera el mayor ataque social  contra las clases populares, ayudando a los poderosos, convirtiendo en esclavos a millones de trabajadores, y enriqueciendo aún más a los multimillonarios? 

¿Qué hizo Rajoy para alertar al Jefe del Estado de que lo que estaba haciendo podría ir contra los intereses de España, e incluso de la propia Institución monárquica? 

Como sus predecesores como presidentes, ¿no se dio cuenta de nada?  ¿Tanto obnubila desde el Olimpo del cargo de presidente, que se vuelven ciegos, y no ven ni oyen lo que todos los  mortales veían?  Cuando el New York Times publicó lo que algunos profesionales de dar jabón al poder, tildaron de "calumnia". ¿No se le despertó el interés para averiguar, si efectivamente era cierto o una calumnia lo publicado; para acto seguido exigir rectificación al periódico Norteamericano y, si más no, dejar limpio el comportamiento de Jefe del Estado.

 Parece que ni se preocupó. ¿Estaría Rajoy en su atareada faena de dar ánimo a su tesorero de la Gürter, animándole?  "Luis aguanta?  Que ya  es un clásico. 

¿O tal vez Rajoy estaba repasando las obras completas de EL MARCA,  atento a las vueltas ciclistas,  a las que tan aficionado es? 

El resultado es que ninguno de los presidentes se enteraron de nada de lo que durante décadas sucedía, presuntamente.

Es de suponer que en un posible juicio algo tendrían que decirle al Tribunal, ¿No?

Ubaldo  





jueves, 16 de julio de 2020

EL HOMENAJE DE ESTADO A LAS VÍCTIMAS DEL CORONAVIRUS


Todos los homenajes de Estado, por su propia naturaleza están cargados de solemnidad. El de hoy no podía ser de otra manera. Y así debe ser, supongo. 

Pero bajo esa capa de personajes aparentemente compungidos, en ese mismo acto había actores políticos que eran los responsables directos de haber llevado a la sociedad a una situación límite en la que se encontró. Sus nombres son conocidos de todos.

Algunos de esos actores o sus compañeros políticos se afanaron de forma mercantil y irresponsable a recortar lo que de verdad hace que una sociedad sea democrática: se dedicaron a los negocios privados, de ellos o sus amigos en lugar de mimar lo público en aquello que es fundamental.

Recortaron en Ciencia  –Rajoy  en su Septenio Negro de contrarreformas laborales y leyes Mordaza, recortó el fundamental sostén de una sociedad un 30% de Ciencia e Investigación ya de por sí flacas. Paralelamente subía considerablemente las ayudad a la enseñanza concertada, mayoritariamente religiosa, rebajando los presupuestos a la Pública. Considerada ésta por algunos responsables políticos, más como una carga, que la base de nuestro desarrollo. 
Una sociedad moderna, si en algo no puede hacer recortes ante una crisis o una Gran Estafa como la pasada, es en Ciencia, Sanidad y Cultura. Pero muchos actores prefirieron primar el negocio privado o de amigos, privatizando los sectores fundamentales de una sociedad democrática y moderna. A eso lo llaman "liberalismo", la gente lo llama gangsterismo.


Pensemos en el gobierno del Septenio Negro de Rajoy. Pero también en el de Esperanza Aguirre o sus sucesores, cuyo meta era liquidar la Sanidad Pública en La Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento,  privatizando servicios cuando no hospitales enteros; degradando la Sanidad Pública y la vida de los propios sanitarios, rebajando sueldos, a la vez que  los gerifaltes políticos y sus amigos de la Comunidad madrileña, con empresarios corruptos presentes, hacían su agosto, como ha demostrado la Justicia.  Además de que los responsables políticos de esa comunidad la convirtieron en un nido de corrupción absoluta, creyéndose  impunes. Y de hecho, en muchos casos se fueron de rositas.

Pensemos en el Gobierno catalán del aventurero Artur Mas, que fue el primero que asestó un hachazo a los servicios públicos, colocando al frente del expolio sanitario público al siniestro Boi Ruiz, componente de la sanidad privada, que llegó a decir, sin el menor rubor,  que "la sanidad era cosa de cada uno", no un problema público. Para este personaje de triste memoria, era un negocio suculento. ¡Nunca sabremos cuántos catalanes murieron por sus decisiones!

La misión de este sujeto, letal para la vida de millones de ciudadanos que, como sus jefes, no han respondido ante la Justicia por semejantes atrocidades, era ir liquidando, de forma descarada a veces, sutil otras, un sistema Público, que aunque necesitado de más apoyo, era de alta calidad, sobre todo por la entrega de sus trabajadores: médicos, enfermeras, personal auxiliar, y todo el complejo sistema que requiere una red sanitaria moderna. Fueron expulsados de la Sanidad Pública, primando la privada, con el dinero de todos. –Todo esto pasaba, mientras otros notables "de los 400 que siempre somos los mismos– (Millet) saqueaba el Palau de la Música–.

También hay que recordar, que una vez "apartado" Mas de la Presidencia de la Generalitat, su lugar, lo ocupó un mediocre y aventurero llamado Puigdemont, con Junqueras como vicepresidente. 

Los recortes continuaron. La oposición trató de que el destructor de la Sanidad Pública fuera repudiado por el Parlamet. Pues bien, el partido del beato Junqueras– a estas alturas no sabemos si ya ha sido canonizado– que era, repitámoslo, vicepresidente del gobierno catalán, que tiene el cinismo de llamarse "Esquerra", lo impidió. Y el destructor de la Sanidad Pública continuó, con más prisa, si cabía, en su tarea de demolición.

No basta con ir a un homenaje de Estado, aunque eso sea necesario. Hay que revertir todo el daño que le han hecho a los españoles las decisiones letales de mercaderes, muchos presentes en el homenaje, en lugar de ser lo que se  esperaba de ellos: que protegieran a los ciudadanos.  

Es necesario que los sanitarios sean recompensados en su justo término, y no asistamos a la vergüenza de ver cómo, aún después de su entrega absoluta a salvar vidas, a su profesión, con miles de infectados y muchos muertos entre ellos, tengan que salir a la calle a reivindicar unas mejoras perdidas, olvidadas durante años. Muchos, repito, de esos responsables, también estaban, sin que se les cayera la cara de Vergüenza, en el homenaje de Estado.

Las reivindicaciones de los sanitarios, como las de otras ramas ignoradas, no son de esos colectivos. Son las de todos. O somos los ciudadanos con nuestro apoyo los que obliguemos a los poderes públicos a mejorar de forma definitiva los servicios públicos fundamentales, o dentro de un tiempo,   no mucho, los mercaderes del negocio privado, con dinero público, volverán a las andadas. 

Es más necesario que nunca que los ciudadanos, piensen lo que piensen políticamente, se comprometan en la defensa de lo público. Porque no se olvide, todas las palabras de aparente buena voluntad en el homenaje y otros foros, quedarán sepultadas en el olvido del interés privado. También el ciudadano debe saber que su voto es decisivo. No es lo mismo que su voto vaya a los que ya llevan en su ADN las privatizaciones, que los que desean que los servicios públicos sigan siendo de todos.

Ubaldo













martes, 14 de julio de 2020

PODEMOS, PUDIMOS, RENUNCIAMOS



Cualquier empresa en la vida, sea lo que sea, requiere en primer lugar saber lo que se quiere; con qué mimbres se cuenta, con qué aliados debe llevarlo a cabo, si procede, y qué quiere hacer a corto, medio o largo plazo. Mucho más si de lo que se trata es de un partido político. 

Podemos levantó muchas expectativas tras la orfandad  en la que millones de personas de las clases trabajadoras estaban por las nefastas políticas de Zapatero, que le puso la alfombra para el acceso al gobierno al jefe del partido más corrupto de Europa, con un  personaje nefasto a servicio del gansterismo financiero; al tiempo que convertía de un plumazo a millones de trabajadores en meros esclavos sin los derechos conquistados durante decenios; y para completarlo hizo una ley mordaza  a la que no le hubiera hecho ascos el dictador.

Pude asistir a algunos actos de Podemos en Barcelona y en algún otro lugar de Cataluña en aquellos primeros meses de su nacimiento. El aforo se ponía a reventar, con más gente fuera que dentro del local. Aquello era apoteósico.  Parecía increíble. Por primera vez en muchos años había perspectivas para hacer frente a los desmanes de la derecha más agresiva, tras la muerte del dictador, en recortes sociales, y más corrupta que nunca. 

La derecha catalana, con Artur Mas al frente,  hermanada a la hora de saquear los derechos sociales junto al PP, saqueó la Sanidad Pública.  Y un partido socialista inventado en Suresnes con el apoyo de la derecha, había anulado con un falso socialista como González, la garra de lucha de los ciudadanos, en los últimos años de Franco y en la llamada transición/transación.

Aquello prometía. Aquel Podemos parecía que iba en la buena vía de los deseos de millones de personas de las clases populares, que habían participado en el 15–M; que veían a Podemos como la culminación de aquellas asambleas en las calles, tras los criminales recortes.

Pero Podemos falló en el principal de los pilares de todo partido: LA ORGANIZACIÓN y el trabajo para su implantación territorial. Se olvidaron, no sé si de forma expresa y malévola por algunos de sus dirigentes, creyendo que con los medios informáticos era suficiente. 

Y sí, las redes sociales, Internet, había que aprovecharlas para que miles de personas que simpatizaran con Podemos pudiera tener acceso a las propuestas del partido. Pero las redes no son suficiente; de hecho es inoperante como hemos podido comprobar, sin una organización sólida. Un partido político necesita presencia de sus componentes, de sus adheridos o como quisieran llamarlos; su compromiso con el proyecto y difusión del mismo en los barrios, o allí donde estén, son insustituibles. Para que el proyecto  avance con la discusión de todos los que participaran, enriqueciendo el debate con su aportación, y sobre todo, democratizándolo en las decisiones, alejando así a los dirigentes de la tentación de decisiones cesaristas ajenas a los intereses de las clases populares.

Creímos que los Círculos iba a ser el espacio para esa participación, que hubiera dado cuerpo a la organización. No fue así; en vez de potenciar los Círculos fueron languideciendo en aquellos lugares donde se habían iniciado. Incluso consolidado fuertemente en algunas zonas populosas; en la mayoría de lugares, sin embargo, ni siquiera nacieron o fueron efímeros por falta de apoyo de las direcciones del partido en las diversas "taifas"; intuyo que por el deseo de algunos de los ya supuestos aliados nacionalistas  locales de Podemos, a los que no interesaría que Podemos creciera como partido de izquierdas. Tendrían en su mente más los delirios reaccionarios del nacionalismo,  que de una izquierda útil a las clases populares. Un partido sin una organización implantada  en todo el territorio, clara y robusta no es nada. Incomprensiblemente se renunció a ello.

Ante la falta de organización, de participación de los militantes de forma directa y no virtual, Podemos cayó en la trampa de diluirse en otras organizaciones, muchas de ellas meros fantasmas, trepas y aventureros, en lugar de mantener las señas de identidad que habían logrado despertar ilusiones. Podemos debía ser Podemos en todas partes. No cambiar de nombre en cada lugar, porque así lo consideraban los aliados nacionalistas "taifales" para que, en lugar de ser lo que se suponía que era para todos, una organización igual en todas partes, fuera más una instrumento de la secta nacionalista de cada lugar, que lograron que fueran otras marcas, otros símbolos, los que predominaran, alejando así de Podemos a muchos ciudadanos que no comulgaban con el nacionalismo. Hasta Pablo Iglesias llegó a afirmar que cuando iba a algún lugar a dar una charla, tenía que preguntar: "¿cómo no llamamos aquí?". ¡De pena! Pero no se corrigió.

Además, Podemos cometió el error de aliarse con los nacionalistas, hasta el punto de comprar  los discurso reaccionarios, del nacionalismo y del independentismo. Cualquier persona de izquierda sabe que el nacionalismo, es enemigo natural de las clases populares, de la izquierda: son la burguesía. Porque, como siempre es una cuestión de clases. A tal punto se llegó, que se ponían a la decisión de los jueces para que una presunta corrupta de la derecha nacionalista, fuera llevada a los tribunales para investigarla. 

   Porque el nacionalismo por su condición de clase de la derecha, nunca estará al lado de los trabajadores, aunque en ocasiones así lo proclamen. Es falso.  Y es un error que Podemos considere de izquierdas a partidos de la burguesía, algunos con verdaderos tintes fascistoides por su trayectoria y su praxis cotidiana. Considerar de izquierdas a los señoritos de la CUP, revolucionarios a caballo entre la casa de papá del L´Empordà, el apoyo a un gobierno de la derecha  (el de los recortes y la corrupción, del Palau, etc.) que intenta tapar sus corrupciones con una huida hacia adelante;  la quema de contenedores y cortes de la vía pública; con cruces amarillas que emulan las  gamadas de triste memoria, es de una miopía absoluta. 

Es un error de bulto y desconocimiento, que Podemos considere a ERC una formación de  izquierdas, por más que el Pijoaparte de Rufián así lo crea en su ignorancia de manual, que no se entera de que él nunca será ario, siempre será considerado un "botifler" por "los buenos catalanes." Por más que se empeñe, como otros, en ser un charnego agradecido, acomplejado, como tantos que conocimos en nuestra militancia, cuando la dictadura estaba en su final.

Podemos pudo haber creado una organización potente; pero se alió con los que en definitiva aspiran más a acabar con la unidad que ayudar a ella. Lo llevan en los genes. Así es la derecha, así es el nacionalismo.

En Cataluña, donde proliferaron los Círculos, prefirieron ignorar todo eso. Los politólogos y nuevos "maestros" de la política olvidaron algo que ningún partido, ninguna persona de izquierdas, debe olvidar –la derecha lo sabe bien y no lo olvida nunca y ejerce, y de qué manera– que es la condición de clase, la lucha de clases.  Aliarse con el nacionalismo, por más que tengan discursos "populares y revolucionarios", al final la cabra tira al monte de su clase y la meta es acabar con la posible hegemonía que  Podemos pudo ejercer en un principio. 

En Cataluña en lugar de consolidar su proyecto se diluyó en un batiburrillo de gente de buena fe, oportunistas, independentistas, que liquidaron las ilusiones de muchos catalanes, víctimas de la derecha nacionalista catalana junto a la derecha nacionalista española, que a la hora de ir contra los trabajadores, se ponen de acuerdo en un instante.  A tal extremo se llegó, que los principales dirigentes y candidatos a las elecciones de Podemos, en Barcelona, eran independentistas. 

Lo que faltaba –y sigue faltando– en Cataluña y en toda España, es un proyecto claro, inequívocamente de izquierdas, sin contaminaciones nacionalistas. 

La debacle de las Elecciones gallegas y vascas son la consecuencia de esa falta de proyecto. Si Podemos quedaba diluido entre los nacionalistas,  era visto como un partido nacionalista, que apoyaba lo mismo que éstos, en contradicción de los intereses de todos. Y ante esta disyuntiva, la gente vota al original antes que al sucedáneo. Es lo que ha pasado en el País vasco y con más desastre en Galicia. Aquella unión con las llamadas "Mareas", que pronto sacaron a relucir su condición patriotera, Al final la marea se ha llevado por delante lo que pudo haber sido, y se dilapidó por extrañas compañías.

Una derrota electoral no es ninguna tragedia si el proyecto se tiene claro; si los contrincantes se tienen claros. Podemos renunció a ser lo que millones de trabajadores deseaban que fuera. En Galicia y País Vasco, han recogido los frutos de un gravísimo error político de bulto.


Podemos nació con una base fácilmente ensanchable; pero la miopía y las prisas le llevaron a hacer alianzas letales. Se deseó "tomar el cielo" antes de que se fabricara la escalera, y lo más importante, antes de que hubieran los los mimbres que debían sujetarla, los trabajadores,  los ciudadanos, para que no descarrilara el proyecto. El cielo tendrá que esperar. Y lo peor es que las condiciones, debido a esas políticas erráticas, se han empeorado.


Resolver los conflictos internos internamente, sin dar cuartas al pregonero, sin alharacas y sin dar cancha a los mercenarios de cierta prensa, conocida por todos. Podemos ha caído en la mima enfermedad en la que suele caer la izquierda: la división. Vimos con qué resultados en Madrid. Por culpa de la misma, una derecha impresentable y corrupta gobierna en el Ayuntamiento y en la Comunidad. ¡Redondo!

En este mismo lugar, hace tiempo, yo  pedía tras ver la deriva hacia el nacionalismo de algunos de los que se habían apoderado de Podemos en Cataluña que Podemos se alejara del nacionalismo como de la peste. La desgracia de que en Cataluña, y en toda España no haya un partido de izquierdas digno de tal nombre y proyecto, ha sido su acercamiento cuando no total asimilación al nacionalismo. El PSUC fue prostituido por la derecha nacionalista  que ocupó la dirección del partido, hasta que acabó con él. Después montaron uno que ni en el nombre ni en sus políticas, son de izquierda. Han sobrevivido a la sombra de las migajas que un corrupto Pujol les otorgaba.  Esa experiencia amarga para los militantes del PSUC y sus simpatizantes, debió alertar a los dirigentes de Podemos si es que realmente querían un proyecto de izquierdas. Parece que nadie aprende en cabeza ajena. 

Decía entonces que no creía que rectificaran, visto los derroteros de Podemos encamados con la burguesía nacionalista, como así fue. Ahora, como entonces no parece que estén por la labor de rectificar su avance hacia el abismo. Pero a pesar del varapalo están a tiempo de corregir el rumbo y crear una organización creíble de la izquierda. Pero, como entonces, no creo que rectifiquen. 

Ubaldo


viernes, 18 de octubre de 2019

SÁNCHEZ Y LA ALARGADA SOMBRA DE SURESNES



Transcurrido el tiempo desde que apareció Pedro Sánchez en escena, hoy se muestra previsible como sus antecesores en la dirección del PSOE y más como presidente del gobierno. El error fue creerse que el partido nacido en Suresnes en el congreso fundación, que otra cosa no fue aquello –del que Alfredo Grimaldo asegura que había más policías de Carrero Blanco que militante socialistas–, todo vuelve a su sitio, al planificado en la localidad francesa y continuado con distintos dirigentes, pero todos sabiendo quién ostenta el poder.

Ahora, tras el fiasco de la investidura de Sánchez,  por la negativa de éste a formar un gobierno molesto para las élites, queda claro que las preocupaciones que llevaron a los desinformados barones de la derecha del PSOE, aposentados en sus feudos, y defenestrar a su secretario general, para evitar que pusiera en peligro sus estatus; por temor a que Sánchez pudiera romper los moldes establecidos en aquella creación tan bien elaborada en la ciudad cercana a París; y el imprevisible para ellos, que hiciera políticas socialistas que incomodaran a sus amos poderosos, carecían del todo de base. 

Como carecían de toda base los que se ilusionaron desde dentro del partido con un discurso que parecía nuevo y hasta rompedor con el pasado servil, cuando los militantes vieron que el hombre de la derecha, fabricado por los poderosos, González, hacía campaña en su contra, como el resto de los barones, apuntalando aún más la confianza de las bases en el "díscolo" nuevo secretario general que parecía haberse enfrentado como un solo hombre a todos los huracanes posibles que se podían esperar, por su atrevimiento (de un partido inventado que nunca debió llevar la S ni la O).

Los poderosos no dan puntadas sin hilo ni improvisan sus estrategias. Planifican el futuro con tiempo, mucho antes de que los mortales nos percatemos. Así fue como, cuando el dictador empezó a mostrar síntomas de decadencia; porque de no remediarlo –debieron pensar– podrían poner en peligro, llegado el momento, los grandes intereses fraguados con métodos sucios  durante la larga dictadura; intereses de aquí y de allende los mares. Además, se corría el peligro de que los españoles reivindicaran una democracia no deseada por el poder, con todos los atributos; preferían que llegara la democracia que pergeñaban con un "periodo largo de adaptación", como propuso el ministro fascista Fraga, no con la inmediata democratización de todos los estamentos del Estado, como de una forma disimulada ha sido; plena democratización que nos hubiera ahorrado la vergüenza de que un dictador siguiera con honores de estado, enterrado en un mausoleo creado por él, y que el franquismo siguiera incrustado en las instituciones años después de su muerte y con los favores a su familia, enriquecida por el dictador; o que policías torturadores fueran homenajeados y asistiera con toda normalidad a actos de la policía; al tiempo que miles de asesinados por la dictadura seguían en las cunetas. E incluso la posibilidad de que los ciudadanos reivindicaran el regreso de la República, asesinada por los mismos poderes que deciden hoy y han decidido siempre. En 22 años gobernando por los actores de Suresnes no tuvieron a bien desmontar la farsa y desfranquistizar España, sacar al dictador. Ahora se hace, que nadie lo dude, con el beneplácito de los poderes, porque sus intereses también lo recomienda. Todo lo demás, los recurso y más recursos son la parafernalia necesaria, una puesta en escena, que de otra forma hubiera pasado sin mayor discusión, por lo obvio de que un dictador salga del Valle de los Esclavos.

Como los poderes no improvisan se pusieron manos a la obra para que el cambio de régimen fuera todo lo lampedusiano posible, autoamnistía incluida, para que se mantuvieran los privilegios del franquismo, los privilegios de la Iglesia, además de que los responsables a todos los niveles de tanta tropelía salieran, no airosos, sino privilegiados. Además con el aditivo del nacionalismo, el cáncer para la democracia, con la que todos los partidos contemporizaron. Y lo más impropio y sangrante, que los partidos supuestamente de izquierdas fueron los que más se sentían cómodos con la lacra de la derecha nacionalista.

Y, aunque no era urgente porque el dictador aún tenía cuerda y apoyos, sobre todo de los yanquis que mantuvieron la dictadura, éstos y todo lo que representa ese poder invisible, pero absolutamente perceptible por sus consecuencias nefastas para las clases populares, sabían lo que tenían que hacer. 

Lo de Suresnes de inventarse un partido nuevo, pero apropiándose de la pasada  historia de un partido con raíces de muchos años, aunque ausente casi en la totalidad en el tiempo que duró la dictadura. Historia de la que carecían los protagonistas del nuevo invento; no fue una ocurrencia de unos cuantos señoritos como los González, los Solanas y tantos otros servidores del poder. 

Fue una obra de ingeniería muy bien elaborada, y como todas las obras de calado, con recursos, muchos recursos de todo tipo. Ellos, los que aparecieron de forma súbita llamándose socialistas, que nadie conocía hasta entonces como luchadores contra la dictadura, salvo muy honrosísimas excepciones, sólo fueron los actores de aquella puesta en escena. El libreto lo escribieron otros durante mucho tiempo. No lo improvisaron. Eligieron muy bien a los que habrían de ser los protagonistas de la escenificación.

Así hemos tenido unos señores que impúdicamente se hacían llamar socialistas, y que mucha gente, con el analfabetismo político de tantos años de dictadura, de terror, y silencio obligado, compró el discurso sin problemas. Algunos de aquellos personajes, con la misión cumplida, ya jubilados, se codean hoy con los grandes millonarios, que les proporcionaron asientos muy bien remunerados en Consejos de administración de grandes corporaciones –¿por qué será, por hacer políticas socialistas?–, a lo que la gente llama, "puertas giratorias", y que hoy siguen asegurándolas para sus futuros empleados, siempre y cuando el guión de lo importante de lo que se decide en los Consejos de Ministros, lo escriban ellos con trazos gruesos, y del mil formas desde la sombra, sin dar cuenta a los electores, porque no se presentan a las elecciones.

El que parecía un verso suelto en un PSOE burocratizado y de derechas, Pedro Sanchez, produjo algo que en las bases del PSOE ex-novo de Suresnes nunca se había producido: creó la ilusión de que de verdad, ahora sí, podían decir que su dirección era socialista, si Pedro se hacía con las riendas del partido. Y se movilizaron para llevar a buen puerto al que prometía "otro" partido diferente, de izquierdas, con todo el andamiaje de enfrentamiento con la derecha, que ilusionaba a las bases, pero también a la generalidad de las clases populares. 

Los barones, siempre atentos a lo que piensan los poderosos empezaron a ponerse nerviosos ante la llegada de un fenómeno que hasta entonces se antojaba imposible. Y parecía que por una vez los grandes planificadores no habían estado al tanto de lo que pasaba. Craso error. Su desinformación les jugó una mala pasada e hicieron el ridículo al no saber que todo estaba controlado. ¡Como siempre! 

Habían aparecido en escena otros actores tras el 15-M a su izquierda que había que neutralizar. Y eso no se podía hacer con un discurso llano y sin nervio, y sólo desde las cloacas del Estado, tras el desastre al que nos habían llevado sus políticas, idénticas a las de la derecha, en las cuestiones importantes. Era necesario un espejismo para que cuajara en las clases populares; al menos durante las "maniobras de ajuste", que fuera creíble. 

Como ya se hiciera antaño, desde Suresnes,  tenía que ser un PSOE, "renovado". Esto es tan viejo como la propia política: la aparición de algo que promete ser nuevo, sin la incertidumbre de que realmente los sea, para truncar el cambio necesario. Es decir, controlar los cambios con maquillaje nuevo, con políticas añejas.

"En el fragor del combate", como diría el clásico, Sánchez hizo declaraciones denunciando a los que le habían puesto trabas, fueran medios de comunicación, fueran los poderes económicos, que aparecieron como una sombra etérea, sin demasiado bombo, pero que cada uno interpretó a su manera, y los militantes, como valiente, vieron a su candidato dispuesto a enfrentarse a quien fuera si contaba con el apoyo de las bases. 

Venció, contra pronósticos –así lo pareció– en las primarias, se alzó como secretario general el descabalgado Sánchez, lo ayudó a convencer a muchos que debían emitir su voto en las primarías la "valentía" de sus declaraciones. No hay como aparecer como víctima de algo, para que la gente se incline por él, aunque sea falso.

Al ganarse las criticas de las vacas sagradas de todo pelaje, –así lo pareció entonces– como un solo hombre trataron de descalificarlo. Lo que ayudó aún más al candidato a que la victoria fuera mucho más rotunda, ante el desprestigio de los González, Guerras, o Bonos y demás personajes instalados en sus feudos. ¿Casualidad?  

Hubo barones de algunas autonomías que aseguraban que si Sánchez ganaba las primarias el partido sería otra cosa y que se iban del PSOE. Pero era pura farfolla. Porque ni se fueron ni Sánchez hizo lo propio: abrirles la puerta de salida de un partido que prometía ser otra cosa. Porque lo que hizo fue pactar con ellos que todo seguiría, más o menos igual, como así fue. Primer aviso de que aquello olía a pescado podrido.

Una vez Sánchez situado en el puente de mando, el primer paso se había logrado. Ahora había que rebobinar con cuidado, sin levantar la liebre, pero con claras señales a los que iban dirigidas; de cara a la galería empezó a haber un doble discurso, uno para la prensa amiga  y los dueños de esa prensa, y otro para los militantes que le habían dado el triunfo; pronto se vio que en realidad Sánchez no iba a hacer demasiados cambios que rompieran lo de siempre. Pero necesitaba otra puesta en escena: llegar al gobierno. Esto se lo facilitaron Unidas Podemos, en realidad los interesados en expulsar a Rajoy, cercado de corrupción. Recabaron la ayuda de la derecha nacionalista catalana. Se mezclaban intereses de partidos reaccionarios como los nacionalistas catalanes de la antigua CDC y ERC, el muy reaccionario carlista PNV, con los supuestos de la izquierda, de Unidas Podemos, ya encamados con el nacionalismo, sin la menor vergüenza.

Pero tampoco esto es una casualidad. Rajoy era un personaje amortizado para los poderosos hacía ya tiempo. El desastre de su gestión con los talibanes de la derecha catalana, así lo aconsejó. Pasar años con el desafío al Estado como presidente durmiente, sin  tomar las medidas necesarias hasta que ya era tarde para evitar el desastre, debieron aconsejar a los que mandan de verdad, lo urgente del recambio. Y eso sólo era válido si lo llevaba a cabo un señuelo de PSOE "renovado". Basta ver la actitud del presidente en el desarrollo de la moción de censura, que prácticamente estuvo ausente porque se sabía sentenciado.

Así que tras ponerle en bandeja el PSOE de Zapatero, el gobierno al estático Rajoy, para llevar a cabo el mayor estropicio contra las clases populares, y tras sus múltiples casos de corrupción, la sustitución era necesaria; la moción de censura, pergeñada por los que parecían sus socios –otra puesta en escena– y sentado Sánchez en el Consejo de ministros, tras las elecciones, que debían ser la puntilla para Unidas Podemos; porque Sánchez y los fraguadores aspiraban a una amplia mayoría para gobernar solo, que no llegó, volvieron a resituar la estrategia: prometer un gobierno progresista con UP, pero sin que se dieran facilidades. 

Hasta con una acción antidemocrática y carroñera, de vetar la entrada en el gobierno al que era posible socio, que naturalmente nunca contempló. Porque UP se  desangró en aquella apuesta de hacer presidente a Sánchez, pero a éste seguían sin salirle los números. Si quería un gobierno progresista como anunciaba a bombo y platillo, debía contar con la formación de Iglesias y Garzón. O, inclinarse por un gobierno con la derecha, por el que tanto empeño puso en él, aunque esos posible socios del PP y Ciudadanos de un Rivera fuera de juego, se negaron. Además, las bases que lo auparon al gobierno, no lo entendería y había que seguir con la cantinela del "gobierno progresista". 

Así estuvo Sánchez mareando la perdiz, hasta que consideró que ya habían dado suficiente cuerda, con la repetición de las elecciones, en agenda, una vez hecho el recuento, dede la noche en que no alcanzó lo deseado el golpe definitivo. La cuestión era desprestigiar a los hipotéticos socios culpándolos del fracaso de las negociaciones.

Nunca hubo negociaciones ni nada parecido para formar un gobierno de izquierdas. Así que la temida por la izquierda  metamorfosis del flamante presidente y secretario general, se mostró con descaro. 

 Y aunque mantuvo el discurso de "gobierno de izquierdas y progresista", Sánchez ya estaba en otra cosa. Ya estaba emulando al trilero de Suresnes. En ningún momento Sánchez quiso de verdad ese gobierno de "izquierdas y progresista" que decía desear, porque no sólo no hizo nada para conseguirlo, sino que hizo todo lo contrario.  Cada vez se le ponía cara de sus predecesores, Gonzáles y Zapatero, que también se autodenominaron socialistas, a pesar de que este último hizo el último minuto de su mandato ese gesto tan socialista como indultar a un delincuente banquero, amén de apoyar esa barbaridad del Art. 135, que primaba los intereses de los estafadores financieros en detrimento de los servicios sociales, acto que, dicho sea de paso  Sánchez también votó a favor siendo un desconocido diputado raso, y que Artur Mas se adelantó al saqueo de la sanidad, privatizando servicios, para que las mafias de la sanidad privada, que el siniestro Boi Ruiz representaba en el gobierno de la Generalitat. Lo que haría Rojoy, el independentista de la República del 3% y Mas, ya lo había ejecutado el patriota A. Mas.

Así que, una vez al mando, Sánchez volvió al redil. Debió comprender cuál era su papel, y se adaptó a la perfección, como sus predecesores. Sabría entonces, si es que no lo supo siempre, quiénes eran de verdad los que mandaban. Y se estaba con ellos o había que enfrentarse a ellos recabando la ayuda de otras fuerzas y apelando a los ciudadanos, víctimas seculares de las mismas. Pero eso no estaba en el guión de Suresnes reescrito una y otra vez en los 22 años de gobiernos de González y Zapatero.

Así que la sombra larga que aquel invento de Suresnes volvía a la realidad. Sánchez, que en campaña aseguraban que cambiaría la ley esclavista llamada reforma laborar, acompañada para su eficacia con la represiva Ley Mordaza, dejó de ser prioritario. Eso podía esperar ya que a los que mandan, a sus inspiradores no les podía correr prisa. 

Tras las elecciones y esos simulacros de negociación que nunca fueron para concretar el gobierno de izquierdas, recuperó lo que de verdad habían planificado: nuevas elecciones para ver si las cosas salían mejor; si Unidas Podemos se hundía, y quedaba expedito un gobierno con la derecha o con su apoyo exterior, que tanto suplicó en la "escena" de investidura. Para eso cabía una fuerte campaña culpabilizando a los morados de todos los males, campaña que se prevé terrorífica, para la que no faltarán medios, algunos con el ropaje de progres, mucho más letales que los que se presentan como enemigos, a los que se ven venir.

Los planificadores, los que de verdad deciden saben que a ellos seguro que les saldrá bien, si por un lado UP retrocede, y Sánchez sube en las elecciones. Y, si por el contrario es la derecha tripartita, ahora con el aditivo franquista puro presente, también podrán celebrarlo. 

Porque para los que planifican, los que no dan puntadas sin hilo, su mejor cosido es precisamente este: un gobierno de Casado-Aznar II, con el desnortado Rivera, el que quiere liderar la derecha, ayudando al PP a su consolidación, y los nostálgicos de Vox, sería extraordinario para seguir despojando a las clases populares de los derechos conquistados en más de un siglo de luchas, dictadura fascista mediante. 

Pero la planificación llega mucho más lejos. Entra en escena el fenómeno Errejón, que no es nuevo. La operación Más Madrid fue el primer tiempo, paso para que UP se desangrara, y de rebote la derecha reconquistara el Ayuntamiento, y la Comunidad se mantuviera en sus manos. Eso lo hizo Errejón, tan  loado por los medios, cuando éste era candidato a la Comunidad de Madrid de UP, sin previo aviso. Fue el primer asalto. 

El segundo se acaba de producir. También en su día hubo analistas que situaban al hoy loado Errejón en el PSOE. De hecho ya anuncia que dará sus votos para un gobierno del PSOE "gratis". Eso ya sabemos lo que significa. 

La operación "acabar con UP", como todo, no es una improvisación. Hace mucho tiempo que está en marcha, sólo era necesario que se dieran las condiciones  óptimas. Y las creó Sánchez con el boicot a un gobierno progresista. Y no sirve decir que el obstáculo es Iglesias o cualquier otro dirigente que no caiga bien al Poder. El objetivo, simple y llanamente es anular una izquierda que no sea dócil.  Ese papel es el del PSOE desde Suresnes –entonces con el PCE como objetivo–,  y para rematarlo aparece Errejón con todos los aditivos, que al fin y a la postre puede ser un satélite de Sánchez.

Así que sólo cabe que la gente entienda el mensaje: Sánchez y sus estrategas, son los muñidores de la repetición de elecciones. En un país con amplia trayectoria democrática, Francia, por ejemplo, la reacción de los ciudadanos sería demoledora para Sánchez –recordemos que Hollande, del PSF, pasó de mayoría absoluta a la insignificancia–. En España eso está por ver. 


Pero, no es que en Podemos las cosas sean idílicas, que nadie pretende. Pero que un partido que nació como impulsor de las clases oprimidas, sean hoy los valedores del fascistoide procés emprendido por la derecha corrupta catalana, induce a que todo hijo de vecino piense que, o bien la creación de Podemos es otra trampa de los poderosos, para amoldar sus intereses a los tiempos, o bien que tanto politólogo presumiblemente  de izquierdas,  se saltaron algunas clases de marxismo, aquellas precisamente que hablan de la lucha de clases. Porque no se puede entender, que sea precisamente, quien no hizo lo que debía, esto es crear organización para armar el naciente partido, sino que se alíe corrosivamente con el nacionalismo, es decir, el germen del fascismo. Y no entiendan que la derecha catalana, como la derecha española, es la enemiga de clase. Que en las listas electorales de Podemos hayan personajes  cuyo discurso sea parejo al de la derecha reaccionaria y corrupta del procés, es esquizofrénico. Como lo es que consideren de izquierdas, a (Esquerra) ¿Delirio, ignorancia, colaboracionismo, interclasismo

Ubaldo