martes, 4 de diciembre de 2018

LA CARTA DE GARZÓN A IU Y LOS ANTECEDENTES



Alberto Garzón, en una carta dirigida a los militantes de Izquierda Unida, se queja de los resultados cosechados en Andalucía para la coalición con Podemos Adelante Andalucía. Y acaba reconociendo que el acercamiento a la derecha catalana –él no lo dice así, pero esa es la realidad–,  les ha hecho  mucho daño.  Y plantea autocrítica y reflexión.

A buenas horas mangas verdes, como diría el castizo, porque es de sobra conocido, por propia experiencia que el nacionalismo es un cáncer para la izquierda en particular y para las clases populares en general. No se puede decir que les haya pillado por sorpresa. Estaba cantado que esas alianzas antinatura, esas connivencias y coqueteos con la burguesía catalana, les pasaría factura, no sólo en Cataluña, sino en toda España, llegado el momento.

Siguen sin entender que la derecha catalana es de la misma catadura inmoral que el resto de derecha española. Y en Cataluña con más carga de fanatismo  salvaje. No es nada extraño, que los devaneos con los reaccionarios de los recortes en Cataluña, acaben teniendo resultados desastrosos, como lo hemos visto en Andalucía. 

Pero es que, además, IU y Podemos, lo pudieron comprobar en las últimas elecciones regionales  Catalanas, que las ganó un partido de derechas, porque fue el único que se enfrentó al nacionalismo, aunque sea con muchas dosis de demagogia; y resulta amargo para el pensamiento de izquierdas comprobar que en todos los municipios donde la clase trabajadora es mayoritaria, Ciudadanos fue el primer partido, o segundo, con 1.100.000 votos. Sólo quedaron más atrás los de Ciudadanos en la Cataluña beata y profunda, del carlista Puigdemont y su valido; la del fanatismo decimonónico, donde este tienen mayor asiento. 

Esos votos de los trabajadores, por lógica, debían haber ido a los Comunes, aliados de IU y a Podemos, además de  a los socialistas. Pero esos votantes se sintieron abandonados por ellos, con el mismo discurso del “dret a decidir” de los tres partidos de la derecha nacionalista, CDC, ERC y la Cup.

Siendo esa derecha que lo decía, los que siempre han decidido. Ya fuera en democracia, o en la dictadura. El negoci no tiene otro amigo que sus cuentas corrientes.

Tras esa debacle, que pasó sin demasiados aspavientos, no se les ocurrió corregir el rumbo. Ni al PSOE ni a IU y Podemos. Todo lo contrario, se mantuvieron en el error de dar apoyo, a veces con indisimulada sordina, al talibanismo de la burguesía, con visitas al beato Junqueras, que no se sabe bajo qué análisis o arcano político, consideran a ERC de izquierdas; escenificando, por si había alguna duda, esa alianza de facto con unos personajes fuera de la Historia en sus planteamientos.

Los que hemos vivido muchos años en la dictadura, sabemos que los de ERC jamás dieron un paso para defender los intereses de los trabajadores. Jamás estuvieron apoyando una protesta obrera o una huelga. Pero IU, y Podemos, ignoran  esos hechos incontestables.

El jefe de ERC, a la sazón Heribert Barrera –xenófobo personaje–, fue el que con su voto hizo posible que un nefasto Pujol accediera a la presidencia de la Generalitat en las primeras elecciones regionales, para que hiciera lo que hizo. Y le rindieran pleitesía todos los partidos, incluido el ya desnaturalizado PSUC; y poco  después, una vez asesinado éste, sus herederos, con ese nombre tan nacionalista y desclasado, como Iniciativa per Catalunya. El mismo discurso nacionalista que la derecha. Pero nutriéndose de las luchas del PSUC obrero de otros tiempos de clandestinidad.

Durante Todos estos años, lo que debieran haber hecho IU, y también el PSOE, era presentar candidaturas propias, alejados de los nacionalistas, que es en realidad la esencia, tanto del PSC como de IC, para recuperar la izquierda desaparecida en Cataluña; o lo que es peor todavía, secundando los disparates de la derecha catalana, a pesar del desastre que día tras día la asolaba. Secundando  la secta amarilla, como vemos en el Ayuntamiento de Barcelona, con gigantesco lazo en la fachada..

Es un suicidio político, porque los talibanes del procés, por mucho que los Comunes se acerquen a ellos para contentarlos, jamás les votarán, y jamás estarán contentos, como vemos a la hora de no votarles algunas de sus propuestas. Y con ese chalaneo lo que logran es que los votos que debieran ser naturales de los Comunes, emigren o vayan a la abstención. Como pasó en las elecciones catalanas ganadas por Arrimadas. 

No se olvide que el PSOE, en las elecciones generales arrasaba en Cataluña, porque la mayoría trabajadora les votaba. La misma que ignoraba al PSC. Creo que es tarea del psicoanálisis averiguar por qué razón el PSOE prefería perder todas las elecciones catalanas, y no presentarse con sus siglas que eran ganadoras, y sí con las del PSC, que salía de perdedor.

Algunos malintencionados decían que era así porque su clase social, la de algunos dirigentes, ya estaba muy bien representada por Pujol. De hecho, años después, pudimos ver a muchos de esos dirigentes de alta responsabilidad en el partido socialista catalán que ya había retirado el nombre de PSOE de su logotipo, suponemos que para contentar al nacionalismo o por puro complejo, que hasta entonces se habían llamado socialistas, desfilaban atropelladamente para entrar en la CDC, de Artur Mas el Tijeras, al que sustituiría el Carlista Puigdemont y su valido el agitador.

No sé si esta reflexión de Garzón e IU tendrá alguna base de rectificación. Pero mucho me  temo que, pasados los primeros sofocos, seguirán en las mismas, junto a los nacionalistas, perdiendo elecciones como en Cataluña, y ahora en Andalucía; manteniendo entre sus filas a descarados independentistas o camuflados. Mientras se abre el camino para opciones que demagógicamente tienen un discurso facilón, primario y xenófobo. Pero, el discurso defendiendo a las clases populares, en exclusiva, en Cataluña brilló por su ausencia. Y así les fue, así nos va.  Y, al final  lo pagan los mismos. 

La enajenación mental de los dirigentes de la izquierda sólo se explica por el abandono de los principios de clase, olvidándose de a qué clase representan unos y otros, y quién es el verdadero enemigo. La derecha, nacionalista catalana y española en general, lo tiene muy claro. La izquierda parece que menos, vista su trayectoria en las últimos años; décadas, diría. Desde la llamada Transición andan obnubilados por los nacionalistas, es decir por la derecha. 

Ver cómo Iglesias hacía de anfitrión del jefe de los reaccionarios catalanes, Puigdemont, provocó vergüenza ajena y sofoco en no pocos trabajadores, víctimas del personaje invitado por el secretario General de Podemos. No creo que rectifiquen. Pero la Esperanza sigue en el fondo del Ánfora. 

Ubaldo