viernes, 28 de diciembre de 2018

LA DERECHA ESPAÑOLA, NUNCA HA SIDO DEMOCRÁTICA



(Agustina Álvarez ha enviado una carta a la fundación que lleva el nombre del dictador)

La derecha española históricamente no ha sido democrática. El hecho de que aquella, entonces, burguesía perezosa no hiciera su revolución cuando llegó su hora, cuando las grandes convulsiones en el siglo XIX por las que atravesó España; y que, pasado el tiempo tras la corrupta monarquía borbónica apoyara contra la II República el golpe de Estado que daría para retrasar el reloj de la historia, confirmaba el poco deseo que nuestra burguesía tenía en avanzar con los tiempos que ya vivía Europa. Siempre prefirió su alianza con la vieja España parasitaria, aristocrática y medieval, con la Iglesia más retrógrada de toda Europa, quizá con la excepción de Polonia, antes que asumir su responsabilidad como fuerza, a la sazón objetivamente revolucionaria y transformadora. El temor a las clases populares, al proletariado creado por ella misma, le hizo ahondar en el conservadurismo de la peor especie.

Lo que la mayoría de países de Europa hicieron, de una u otra forma, tras la Revolución Francesa, en España, las clases dominantes lo combatieron; se opusieron a la modernización, ignorando su propios intereses de clase del futuro. Prefirieron seguir amarrados a las tradiciones, que avanzar en la civilización.

Así que es de pura lógica todo lo que vino después de que la burguesía española pactara con la aristocracia. De ahí vino atacar a la República, burguesa, no se nos olvide, la última ocasión que tuvo para sacar del atraso secular a España junto al resto de Europa, y prefirieron el fascismo antes que la democracia. 

Cuando Hitler invadió Europa, en la mayoría de los países gran parte de la burguesía orientó a coger las armas contra el fascismo. En España, la burguesía era el fascismo. Al igual que en el Antiguo Régimen prefirió aliarse con la aristocracia y con la Iglesia, defensores de los privilegios de unas castas ya salidas de la Historia; y durante la dictadura también prefirieron el negocio inmediato y suculento antes que defender la democracia.

Esas, entre otras muchas, son las razones por las que hoy la derecha renquea tanto a la hora de tomar decisiones inequívocamente democráticas y no rompa con el pasado siniestro de su propia historia colaboracionista y protagonista con la dictadura. 

Que tras más de cuarenta años de la muerte del dictador, que murió en la cama, no empujado por esas fuerzas burguesas que pudieron haberlo hecho, sigan existiendo homenajes a los golpistas y su dictadura lo dice claro. De haber sido una burguesía con amplias miras, como hicieron en otros países de Europa, debió haber sido ella la que liquidara la dictadura que propicio y sostuvo para evitar el sufrimiento de nuestro pueblo, en primer lugar; pero si eso no era acicate para ellos, más atentos a sus negocios, sí debía haberlo sido la transformación de España en una sociedad moderna, en lugar de permitir el anquilosamiento de sus estructuras con la larga dictadura, aunque esta les proporcionara pingües beneficios por la esclavitud de los trabajadores, sin derechos. 

En Francia, fue la derecha –la izquierda nunca ha gobernado, ni en el vecino país ni por supuesto en España, aunque hay algunos despistados que lo creyeran– la que establece el laicismo del Estado a principios de Siglo XX, soltando amarras con el idiotismo religioso. En esa época la burguesía española seguían en otra era; la monarquía española absoluta, con una Iglesia todopoderosa, seguía anclada en la Edad Media. En algunas zonas de España, literalmente.

En Alemania, tras la derrota del fascismo, las clases dirigentes alemanas tuvieron sumo cuidado en que no se le identificara con el pasado criminal del nazismo, a pesar de que fue plenamente colaboradora con él. De hecho sin su concurso jamás habría llegado Hitler al poder. Pero esa burguesía sabía que necesitaba lavar su siniestro pasado. Nada que ver con lo que hizo la derecha española al llegar la democracia, e incluso hoy mismo, como sabemos, sigue sin disimulo defendiendo lo que representó la dictadura y su caudillo.

En España la derecha se sigue oponiendo a que le sean retirados honores a los golpistas y sobre todo al dictador. Siguen habiendo decenas de miles de asesinados en las cunetas. Eso en un país de Europa, sería impensable. Lo que hizo la clase dirigente europea, jamás le ha pasado por la cabeza a los dirigentes de la derecha española. Siguen defendiendo los privilegios de la Iglesia colaboradora con el golpe y la dictadura. Y la vergüenza de que el dictador tenga un mausoleo, que en otros países habría sido esa misma derecha la que, inteligentemente habría decidido solucionarlo, democratizándose así misma, y no creando todo tipo de problemas para obstaculizar la exhumación del dictador. 

Ni a la familia de Hitler, de Mussolini ni de Salazar le preguntaron dónde querían que estuvieran los restos del dictador. Sencillamente lo decidió el Estado; como debe ser tratado un asunto de esas características. En España los leguleyos tienen amplio campo de acción, tanto por la pusilanimidad de unos, que habiendo gobernado 22 años carecieron de interés porque no debieron considerarlo importante, a pesar de llenarse la boca de socialismo; y del empecinamiento de los defensores del dictador, que no pierden ocasión en mostrar sus querencias por el golpista. Lo que encabeza este escrito sobre una alcaldesa del PP, sólo es un ejemplo.

Así que no hay que extrañarse que ante la aparición de un partido de ultraderecha –hay que analizar qué ha hecho mal la llamada izquierda para que así sea–, desprendido de la casa madre del PP, no tengan inconveniente en lavarle la cara al mismo, sin ningún pudor. Y acepten gobernar con su apoyo. Lo que deja claro que el PP mantienen sus esencias reaccionarias, sin disimulo. O que la otra derecha, Ciudadanos, le siga, para poder desalojar al PSOE de Andalucía, sin que sean conscientes de que el pan para hoy de los votos envenenados de los que quieren volver al pasado, puede ser hambre para mañana, que sin duda lo pagarán. No se puede compartir mesa y mantel político con la ultraderecha racista y xenófoba para lograr sus votos, al tiempo que a  otro racista y xenófobo se le considera enemigo de la democracia, porque así es. Ambos lo son, ambos son la derecha antidemocrática. La incoherencia de Rivera lo ha dejado desnudo ante la realidad. Tanto tiempo hablando de regeneración democrática para llegar a esto.

Mientras en Europa los partidos de derechas democráticos tratan de hacer alianzas con otros partidos para evitar que la ultraderecha tenga poder de decisión, con un cordón sanitario, en España, como pasó en el pasado, son los partidos de la derecha que así misma se llama democrática, la que se apoya en ellos. Seguramente porque no hay tantas diferencias entre ellos. En el fondo, la pose democrática de la derecha española, “civilizada”, no es más que oportunismo. 

Gobernar gracias a partidos ultrarreaccionarios, retrata perfectamente a los partidos que lo hacen posible. El discurso programático de la ultraderecha es más que suficiente para que todo demócrata mire al futuro y no al momento actual que puede facilitarle gobernar, a cualquier precio, facilitándole el lavado de cara, y evite todo contacto con los que quieren regresar a los años negros.  

El objetivo de Rivera era echar al PSOE, a cualquier precio. Y está en su derecho. ¿Pero, vale la pena echar al PSOE para poner al mayor partido corrupto de Europa? ¿No hay otra alternativa que caer en brazos de los ultras?  Rivera ha llegado demasiado lejos en su conversión por la derecha.

Porque en esto, quienes saldrán peor parados a medio plazo, serán Ciudadanos que, aunque últimamente se ha escorado a la derecha para competir con el PP, sus propuestas parecían ir por otro camino. Hoy vemos que no. Parece que los amos de verdad, han decidido lo que ha de ser cada formación política. Y ya sabemos lo que será Ciudadanos. Hay líneas rojas que ningún partido democrático puede traspasar. En Andalucía lo  acaban de hacer. 

Ubaldo