jueves, 10 de mayo de 2012

"NO PODEMOS DEJAR CAER EL CUARTO BANCO DE ESPAÑA"

Los dos partidos responsables de haber permitido la parte que nos toca de la estafa financiera, han afirmado semejante disparate: "no podemos dejar caer al cuarto banco español", dicen, tanto Rubalcaba como la inefable bien pagá, la Cospe del PP. Es curioso la fe que ponen los grandes partidos del sistema a la hora de salvar  bancos. ¡Hay que salvarlos! Cómo si de salvar al soldado Ryan se tratara, aunque en el rescate se hunda todo lo demás. Porque es de gran importancia salvar a los bancos, mientras que carece de ella salvar la sanidad y la enseñanza públicas, cuyo dinero irá  a parar a rellenar el agujero que toda una serie de especuladores que, además, se van con las alforjas bien llenas, y sin que respondan por su fraude ante los tribunales, para lo que al parecer, tienen patente de corso. En un país normal, ya hace tiempo que hubieran sido llevados ante los tribunales y estarían purgado cárcel,  intervenidos sus patrimonios, al menos para que no se fueron de rositas  y dejaran de burlarse de los millones de ciudadanos víctimas de sus especulaciones y de la laxitud del sistema con los millonarios.

Es muy importe que no se hunda un banco privado, dicen, cuyos directivos  han especulado con dinero que no era suyo y se han hecho millonarios; y no se ha controlado por parte de los gobiernos, por las autoridades monetarias; mientras, el gobernador del Banco de España, el espeso MAFO, sin el menor rubor exigía una y otra vez que se bajaran los sueldos de los trabajadores sin que en ningún momento el sentido de la decencia le diera un aviso, ni nadie lo llamara al orden. Exigía medidas contra los más pobres, como aumentar la edad de jubilación–cosa que el gobierno, en este caso del PSOE–se apresuró a hacer,  mientras el interesado en quitar derechos socialaes a los trabajadores miraba para otro lado y no se enteraba, o no se quería enterar, de la gran estafa a la que estaban dedicados a tiempo completo los especuladores, y gastaban miles de millones para sus recreo en mansiones allende el océano, como se ha publicado sobre los directivos del hoy banco rescatado, que ya hacía Rato que estaba bajo en caída libre.

No se puede "dejar caer" a un banco privado, pero sí se puede dejar caer en plena calle a miles y miles de trabajadores que, precisamente por la Gran Estafa del sistema, se han quedado sin trabajo y no pueden hacer frente a unas hipotecas abusivas y con malas prácticas. Muchos de ellos familias con enfermos,  ancianos, niños que, naturalmente no serán indemnizados con primas millonarias, todo lo contrario, seguirán teniendo una deuda de por vida con los especuladores. Y los gobiernos, tan bondadosos con los grandes estafadores, son implacables contra los desahuciados;  y para proteger a los pobrecitos banqueros, si es necesario les envían a las fuerzas represivas para "garantizar que se cumpla la ley", aunque no la justicia. Ningún banquero será aporreado por sus tropelías. Todo lo contrario: seguirán siendo considerados hasta gente honorífica para los gobernantes que los sirven. El gobierno–los gobiernos–"por responsabilidad", dicen con toda desvergüenza, han de salvar a los estafadores para asegurarle el dinero de los accionistas–"muchos pequeños", apostillan para que cuele mejor la continuación de la estafa–pero en ningún momento consideran que los millones de ciudadanos, la inmensa mayoría, que están siendo expoliados de sus derechos,  merecen que no se les deje caer. Es evidente el nivel de inmoralidad al que hemos llegado. Es difícil creer que con esta casta de políticos y banquero-empresarial insaciable, se pueda lograr la regeneración del país, hay que cambiarlo todo. Por eso hay que estar en todas las movilizaciones pacíficas que el 15-M tiene previsto llevar a cabo con motivo del primer aniversario de aquella explosión contra el saqueo, y junto a todo colectivo de indignados que haga un llamamiento para defenderse del poder. Hay que "dejar caer", eso sí, a esta casta que no nos representa.

U. Plaza