viernes, 30 de diciembre de 2011

EMPEZAR DE CERO, CREAR OTRO PARTIDO DIFERENTE



Seguramente  Rodríguez Zapatero pasará a la historia como uno de los más grandes fraudes a la esperanza democratizadora de los españoles tras la transación de la dictadura a la partitocracia, a la que llaman transición. Cuando dio aquel paso de retirar las tropas de Iraq, pensamos ingenuamente que aquello era una apuesta por marcar distancias con el anterior gobierno, y que iba a dignificar la política del PSOE tras el desastre González. Después vimos que todo obedecía a su incapacidad por entender nada que no fuera obedecer a los que le mandaban hacer las políticas que interesan a la derecha, a eso que llaman eufemísticamente "mercados", pero que tienen nombre y apellidos muy resonantes tras la Gran Estafa Financiera.

Zapatero, como antes lo hiciera González, se marcha dejando tras de sí un desastre por el que ni las leyes ni nadie le pedirá responsabilidades. Sólo la Historia. Él, sin lugar a dudas tendrá el futuro resuelto; no así los ciudadanos víctimas de sus políticas serviles. 

También deja un panorama desastroso en su partido, en el que andan a la greña las diversas facciones o familias, no porque ahora hayan caído en la cuenta de que el techo se les ha venido encima porque han olvidado los principios, no del partido creado ex novo poco antes de la muerte del dictador, o los principios que tuvo el PSOE antaño antes del invento de Suresnes, del que pocos mamaron nada, o los que lo habían hecho fueron marginados. El problema no se lo plantean en clave ideológica, en   "qué hemos hecho mal para que millones de ciudadanos que antes nos votaban, no nos hayan votado". 

No, el planteamiento es mucho más sencillo. Lo que ahora agita las aguas del PSOE, nada tiene que ver con la orientación que ha seguido el partido–su dirección–, sino una lucha por el poder. Porque éste reparte prebendas y se han quedado sin ellas. Y ha sido de tal calibre el cabreo ciudadano, de sus votantes, que en su soberbia no lo quisieron ver cuando todo el mundo lo tenían claro. Nadie en el partido dijo nada ante las ocurrencias y malabarismos del  jefe, aunque el abismo estaba a la vista. Estuvieron a tiempo de pedirle cuentas a Zapatero, a su gobierno, pero nadie levantó la voz contra las agresiones que estaban asestando, de forma hasta chulesca–"me cueste lo que me cueste", dijo cuando trajo los deberes impuestos por los dueños de Europa–a los más débiles, sin que pasara por sus cabezas que la solución estaba más en recaudar en las grandes fortunas, en lugar de expoliar a los más pobres aplicando las políticas recetadas por la derecha.  El obediente alumno fue obedecido a su vez sin rechistar por la dirección del PSOE. Porque la sumisión y obediencia al jefe que estaba asegurando el status de cada uno pudo más que la vista en el futuro; y sobre todo en la razón de ser de un partido que se sigue llamando socialista, y que para millones de ciudadanos los sigue siendo: transformar la sociedad para hacerla más justa.

Toda la parafernalia que ahora están montando con los enfrentamientos entre diversos sectores, con comunicados entrecruzados que nadie sabe dónde está cada cual, sólo es debido a que han perdido el poder, las prebendas; no porque piensen en un cambio de rumbo ideológico. Si hipotéticamente recuperaran el poder en poco tiempo, que les permitiera seguir como hasta ahora, de inmediato se acabarían los reproches y todos loarían al jefe; y una vez más, la tan ahora necesidad de "hacer mucho PSOE" quedaría ad calendas grecas hasta la próxima derrota y pérdida de empleos, y volver a empezar.

El PSOE necesita más que nunca, no renovarse, que para eso ya es muy tarde tras su liquidación ideológica  desarrollada, primero por González, y rematada por Zapatero. Y lo necesita el país, por ser muchos los ciudadanos progresistas que así lo entienden. Pero renovarse en este caso significa liquidar todo lo nocivo que hay en él, que si los antiguos socialistas levantarán la cabeza, serían incapaces de reconocer a su partido en esta amalgama de intereses más cercanos a la derecha clásica que a un partido con semejantes siglas.

Es necesario la disolución de lo que es hoy el PSOE y crear uno totalmente diferente, con ideología clara, sin caciques y sin que sea posible la presencia en él de personajes de  derechas que todos conocemos; que no sea la herramienta para eternizar cargos, sino para transformar la sociedad en sentido positivo, republicano, y que rompa con sus amores con el neoliberalismo, al que viene sirviendo la socialdemocracia, sobre todo en los últimos años de hundimiento del capitalismo, en lugar de aprovechar  dicho hundimiento para avanzar en sentido social, no para apuntalarlo. 

Nada de eso se plantearán los que ahora están a la greña. Harán un Congreso del que saldrán los mismos que han llevado al desastre al partido y al país. Y muy posiblemente al final acaben pactado para que todo cambie, pero que todo siga igual. En el Congreso de febrero, ninguno de los que han tenido algo de poder en el partido durante  más de tres décadas debiera estar más arriba que de militante de base y sin cargo alguno, sea de partido o institucional. Y de algunos de ellos la dirección saliente debiera huir como de la peste, si de lo que se trata es de ganar credibilidad socialista. Y sobre todo, es fundamental una autocrítica muy profunda de las actuaciones del partido y sus dirigentes en todos los ámbitos. Hay que empezar de cero y crear otro partido socialista, que lo sea.

U. Plaza 


viernes, 23 de diciembre de 2011

El VOTO DE CiU A RAJOY

Ha sorprendido  que el voto de la coalición ultraderechista catalana, CiU, haya sido negativo en la investidura de Rajoy para presidente del gobierno de España. Máxime si tenemos en cuenta que en estos momentos no está la derecha catalana precisamente para tirar cohetes, ya que dependen sus recortes, privatizaciones y otros negocios, del apoyo del Partido Popular, tanto en la Generalitat como en Ayuntamiento de Barcelona. Lo más lógico, según todos los analistas, hubiera sido, para ser  coherentes con la  costumbre y  maestría en el chalaneo para lograr réditos, la abstención; si es que no querían votarle al PP directamente, para no hacer visibles todos los pactos inconfesables entre ambos partidos de la derecha, que sin duda molesta al electorado convergente más despistado. 

Porque las cosas han dado un giro en sus previsiones, y ahora es PP catalán el que está en disposición de devolverle sus gestos teatrales, con  notaría de por medio,  de cara a la galería de parte también de ese electorado, que ingenuamente sigue creyendo que vota a un partido que defiende Cataluña, y no a uno que defiende los intereses  de la derecha pura y dura, como muy bien estamos padeciendo los catalanes, por sus políticas de estruje al ciudadano más pobre y de saqueo del patrimonio público, con el que sin duda el PP coincide con CiU por razón de clase.

Pero es muy posible que CiU ya haya hecho sus cálculos. Y que, por el contrario  estén muy bien adornados con más de los mismo, en otro intento de reeditar de alguna manera una nueva versión del Pacto del Tinell de mentirijilla,   algo más restringido, con el PSC del nacionalista Navarro, que ya se ha apresurado a ofrecer su apoyo al gobierno ultra de los recortes, de Artur Mas– aunque también dice que está en desacuerdo con los mismos, lo que no cuadra muy bien con el ofrecimiento–, con el apoyo también de ERC, que tras haber perdido el poder que tenía, parece que están loquitos porque se les considere, por lo que no harían ascos a un pacto con los que sin duda tienen más en común de lo que los separa, como ya están demostrando desde que la nueva ejecutiva se hizo cargo de los cascotes que quedaron tras las elecciones catalanas. A pesar de lo cual, siguen yendo en dirección contraria.

Aunque en esta nueva versión sean menos los participantes, quedando fuera los iniciativos, tampoco se descarta que a última hora en un arrebato de celos patrióticos, éstos acaben sumándose también a un frente, no de clase, como sería lo lógico de seguir afirmando que representa a la izquierda, sino de patrioterismo, tan habitual en los partidos catalanes, que nos han dejado sin referencias verdaderamente de la izquierda, dignos de tal nombre. 

Pero es muy posible también que lo que intente CiU sea una puesta en escena de los partidos nacionalistas, que en su mayoría cierran filas con ellos, para advertirle al PP de que tiene otra alternativa; y que lo mejor es que sean ellos, los del PP,  los que le den sus apoyos, para no necesitar a los otros del pacto, a cambio de que la federación catalana ultra, acepte apoyar lo que decida el PP en Madrid, ya que no puede condicionarla con el chantaje, como es su costumbre. 

Estas puedes ser alguna de las razones por la que la derecha catalana de CiU, más extrema que nunca, haya decidido votar en contra de Rajoy, como un mensaje a sus camaradas de identidad, diciéndoles  que el PP no es su opción, salvo que se vean obligados a ello por el rechazo del resto de los partidos catalanes. Y que en realidad esté jugando para justificar lo que al final pasará: su decidida apuesta por los más cercanos, es decir la derecha;  aunque sea por las mismas razones que tiene el lobo al rechazar las uvas: no las alcanza y por lo tanto, están verdes. No puede imponer nada, así mejor ser pragmáticos acercándose al PP, pero en contra de su voluntad, que quede claro, será el mensaje que los medios del pesebre difundirán. Y eso puede convencer a una parte del electorado; al ser por necesidad, no porque ellos tengan nada que ver con el PP, al que rechazarían en otras circunstancias. Porque el chantaje clásico de CiU, es ahora imposible. Más bien todo lo contrario.

U. Plaza

martes, 20 de diciembre de 2011

EL TONGO



Todo cuanto ha sucedido en la puesta en escena de la elección de Mariano Rajoy como presidente el gobierno, ha sido muy previsible. Tan previsible y sin  la más mínima garra. El debate ha transcurrido con toda la carga de aburrimiento que tiene el saber el resultado de la película que ya hemos visto otras veces; porque tanto indios como soldados de caballería, en realidad están en el mismo bando, una vez acabado el rodaje.

Me ha llamado la atención, a parte de otras consideraciones y detalles sobre algunos diputados nuevos en la Cámara, que ha aumentado el pluralismo, el hecho de que por primera vez en mucho tiempo los partidos-chantaje de la derecha periférica–CiU, PNV y CC, y en cierto modo también ERC–, no puedan condicionar las decisiones  del gobierno en provecho de sus castas particulares.

Pero lo que realmente me me ha llamado la atención es el descaro con el que se ha puesto en escena el tongo entre Alfredo Pérez Rubalcaba y el candidato a la presidencia del gobierno, Rajoy.  Ni siquiera han guardado las forma teatrales en el sentido de que, siendo ambos partidos de la misma astilla, del mismo árbol político, porque  defienden los mismos objetivos e intereses de la derecha más salvaje–ahí está la política de Zapatero de los  últimos años–, a Rubalcaba no se le haya ocurrido otro discurso que el de rendir sus armas al Cid ganador, sin siquiera intentar combatir, mas que fuera para intentar recuperar su maltrecho electorado.  

Aquello era como asistir a uno de esos tongos, combates de boxeo amañados en el que el aspirante está seguro de su triunfo, y el otro, para el que lo importante es cubrir el expediente, sin otros ánimos u objetivos.  Y sobre todo eso que cínicamente llaman los políticos, las formas, que no es más que la culminación del engaño, el tongo al ciudadano que se pregunta anonadado, de qué ha servido su voto. 

Todo estaba previsto; porque ya Rubalcaba  había anunciado eso tan usado de, haremos una oposición responsable; lo que es para ponerse a temblar, porque significa que se podrán de acuerdo para hacer cualquier manejo contra el ciudadano, tal como lo vienen haciendo apoyándose mutuamente, como hemos visto con el cambio de la Constitución, si los mercados, es decir, los que nos han llevado a esta catástrofe, se lo piden, aunque eso signifique dejar sin coberturas sociales a los ciudadanos, porque "hay que rescatar a las entidades financieras". Y eso es antes que la salud ciudadana, antes que la enseñanza pública, antes que atender a las personas mayores. Y además, en ese río revuelto de reparto de dinero público para los culpables del desastre, habrá negocio para algunos, con las privatizaciones. 

Mal empieza la travesía del desierto del PSOE, si los militantes no toman conciencia de que, para ese viaje pocas alforjas son menester. 

U. Plaza


sábado, 17 de diciembre de 2011

EL CONGRESO DEL PSC Y LA DEMOCRACIA EN LOS PARTIDOS


La asignatura pendiente por excelencia de los partidos políticos es su democratización, a la que ninguno de los dirigentes quiere meterle el diente. Es una asignatura lo suficientemente importante como para que los dirigentes políticos huyan de ella como de la peste, eludiéndola, a pesar de que día a día ven cómo se deteriora la función política, en opinión de la mayoría de los ciudadanos, que ven en ellos, en su gestión, el problema, cuando se supone que debieran ser la solución. Es una práctica que alcanza a todos los partidos casi sin excepción. Y por supuesto a todos los que tocan o han tocado poder en mayor o menor grado; es una práctica difícil de corregir si no se desmonta todo el tinglado que permite que las cosas sean así y no de otra manera más racional y democrática.

Y el PSC en esto no es una excepción; cumple todas las expectativas de falta de democracia interna como el resto de las formaciones políticas. 

No se comprendería la situación dada en el congreso  de dicho partido que está teniendo lugar durante este fin de semana. Resulta que el PSC viene cosechando derrota tras derrota desde el anterior congreso; han perdido el gobierno de la Generalitat, permitiendo que la extremaderecha,  CiU, recuperara el poder en las elecciones regionales, y sin que nadie asumiera de inmediato la responsabilidad presentando su dimisión y permitir la renovación del partido; han perdido las principales ciudades en las elecciones municipales, Barcelona incluida,  en las que gobernaban desde el inicio de la democracia con una derrota que, aunque sea recurriendo al tópico, es de las que hacen historia. Y por último hasta han perdido las elecciones generales, lo que nunca había sucedido antes, siendo el PSC, aunque no por méritos propios, sino por simpatías hacia el PSOE  de muchos trabajadores, el que siempre las ganaba de forma indiscutible, muy por encima de la derecha convergente. 

Pues bien, todos esos desastres encadenados uno tras otro, no han sido motivo suficiente para que, en el congreso del partido,  sus delegados rechazaran con sus votos la gestión llevada a cabo por los dirigentes que ha conducido al PSC, y por la responsabilidad que ejercían, a toda Cataluña, al desastre, a  aupar a la derecha más agresiva e insolidaria catalana, con el apoyo del PP, para que pueda hacer las políticas más impopulares y reaccionarias posibles, en contra de los ciudadanos más débiles como estamos viendo, con el nulo sentido democrático de CiU, a la hora de repartir las cargas .

En lugar de lo propio, la censura a los dirigentes, por su desastrosa gestión, por parte de los delegados, sí ha logrado la ejecutiva que sea aprobada su gestión por más de dos tercios de los votos. Incompresible en una situación de normalidad y trasparencia democrática.

Cabe preguntarse qué habría tenido que pasar para que, si no en su totalidad, sí la mayoría de los delegados tomara conciencia de la situación, para rechazar el resultado de una calamitosa gestión de la ejecutiva, visto que la que han llevado a cabo, les parece buena a los dos tercios de los delegados.

Pues lo más seguro es que nada diferente a los sucedido ahora. Sean cuales sean los resultados  obtenidos por el partido, todo habría discurrido por los mismos cauces que ahora. Y eso es precisamente el problema. 

Las ejecutivas de los partidos controlan  todos los entresijos de los mismos, sin que nada se les escape; desde los procesos congresuales hasta la mayoría de los delegados que votarán lo que conviene votar para que todo parezca que cambie, pero que todo siga más o menos igual. 

Y, es ciertamente compresible, toda vez que esas ejecutivas  controlan también muchos de los empleos de los delegados; los que si en otra época los cargos les servían para medrar, en estos tiempos de sumisión política al mundo financiero, y liquidación en la práctica de la democracia, ni siquiera formal, y  de miseria para los de abajo, tener un empleo o una forma de ganarse la vida, es mucho más importante que una crítica al desastre político logrado por los dirigentes. Porque saben que, sean quienes sean los que queden mandando, pertenecerán al mismo núcleo del grupo de intereses; y  saben que ese grupo seguirá teniendo la llave del cajón del pan, que les permite comer. 

Así que votar en conciencia para castigar a los responsables del desastre; a los que se sabe que no desean que la democracia de verdad se cuele entre las rendijas de un congreso controlado, no es la opción que mejor contemplan los delegados, cuando se manejan tantos parámetros y situaciones hasta personales. Para que eso cambie es condición indispensable partir de cero, echarlos a todos los que hasta ahora han dirigido el cotarro; y que sean caras nuevas y sin compromisos los que se encarguen de democratizar el partido. 

Pero eso es tanto como una revolución dentro de las encorsetadas estructuras caciquiles de los partidos, que nada tienen que ver con los verdaderos intereses que dicen representar, como estamos viendo de forma dramática, con toda su crueldad en los tiempos que corren de desahucios y recortes de derechos para los más pobres, y enriquecimiento insultante para los más ricos. 

Y sería  un soplo de aire fresco para la política. Pero los dirigentes políticos prefieren la polución del contaminado aire actual que les permite a ellos ejercer una suerte de caciquismo, el cual les va muy bien, aunque se hunda Troya para la mayoría de los ciudadanos.

U. Plaza

jueves, 15 de diciembre de 2011

EL DILEMA DEL PSC: SOCIALISTA O NACIONALISTA


Como era previsible, visto el talante derechista de la cúpula del PSC, el nacionalista Pere Navarro, alcalde de Terrassa, el que se postula para dirigir el maltrecho partido tras el fiasco de la montillada, da sus pasos, como también lo hacen otros de la misma cuerda como Montserrat Tura; y lo hace, no hacia posiciones sociales que justifiquen el nombre de socialista, sino precisamente en sentido contrario: hacia posiciones nacionalistas, es decir de derechas, compitiendo con el otro partido de la derecha catalana, hoy ya en la mayor de la extrema derecha, vista las políticas que está llevando a cabo, liquidando lo público a favor del negocio privado. 

El alma nacionalista de la cúpula PSC, que no de sus militantes, y mucho menos de sus votantes, la gran debilidad que sume a ese partido en la desesperación para lograr la verdadera cuadratura del círculo, esto es, presentarse como socialista, recabar los votos de miles de ciudadanos que les votan porque así lo creen–sobre todo porque han unido siempre a la hora de la verdad sus cantos de sirena con los del PSOE–, y sin embargo están permanentemente hablando de partido independiente. 

Navarro, como buen representante de esa burguesía, la catalana, que juega a ganar como sea, también ha sacado a colación sus delirios nacionalistas, diciendo que el PSC debe votar en el Congreso aparte del PSOE, diferenciándose de éste, actitud típica del nacionalismo: ser diferente, o vender la moto de la diferencia.

A este discurso tan manido del chantaje permanente que tanto gusta utilizar al nacionalismo–sean el  partidos-chantaje de CiU, o sea el PSC, lo lógico sería que el PSOE, de una vez por todas diera un paso adelante en la regeneración del partido y decidiera que ya está bien de tanto victimismo; y que se presentaran a las elecciones en Cataluña como PSOE; y que los nacionalistas del PSC, entre los que está Navarro, lo hicieran como lo que son, es decir como una fracción de la burguesía catalana. O, teniendo en cuenta las escasas, por no decir nulas diferencias con CiU, que se integraran en el partido de la derecha catalana. Al fin y al cabo no tienen ningún problema en unirse a ellos para defender la esencias patrioteras, olvidándose de que lo que los debiera diferenciar es la condición de clase y los intereses populares, que nada tienen que ver con los delirios patrioteros de CiU y otros compañeros de ese viaje, que también se dicen de izquierdas.

Esa situación aclararía mucho el panorama político catalán. Y si los nacionalistas del PSC como Navarro, Tura y otros que pululan en el mismo con similar intención y andamiaje político, decidieran continuar con la ficción de seguir llamándose socialistas, lo que no cabe duda es de que ya no tendrían ningún problema a la hora de votar como les diera la gana, suponiendo que lograran tener suficientes votos, enfrentándose al PSOE, al que siempre, repetimos, acuden para que les eche una mano en tiempo de elecciones. 

La cosa está clara: es cuestión de ser ellos mismos, de no jugar con dos baraja, una  para apoyarse en los socialistas del PSOE para recabar el voto del obrero castellano parlante, al tiempo que hacen políticas nacionalistas y por lo tanto de derechas, que ya las hace el partido de la derecha catalana, como todo el mundo sabe. Ese es el dilema. Lo que pasa es que Navarro, como el resto de los dirigente del PSC, saben las escasas posibilidades que tendrían como partido verdaderamente independiente, sin los apoyos del PSOE, y enfrentado electoralmente a éste.  O bien tratando de ocupar el espacio que ya ocupa la ultraderecha convergente.

U. Plaza


miércoles, 7 de diciembre de 2011

CiU-PP: HIEROS GAMOS

La ultraderecha catalana, CiU, ha descubierto ante todos las verdaderas cartas con las que quiere jugar, que no son ya sólo la bandera tan explotada durante tanto tiempo, de Catalunya, la Nació y toda la palabrería inventada para el consumo idiotizante de muchos honestos  ciudadanos que se lo siguen creyendo, aunque cada vez les cuesta más tragar semejante rueda de molino –visto el saqueo de lo publico que están llevando a cabo–  y que con tanto arte utilizó el inventor de la cosa, que muchos incluso llegaron a mitificar y a considerarlo un  equilibrado gobernante con capacidad, cuando a la vista estaba que no daba para mucho, salvo que por una ley electoral antidemocrática, le permitía ciertas licencias de apoyos a los partidos gobernantes, incapaces de democratizar dicha ley para acabar con  semejante disparate de que unos pocos votos decidieran la política de todos.

Ahora, sus herederos, ya despojados de toda vestimenta de partido centrado, equilibrado y con mucho seny,  que nunca tuvo más allá de hacer de la necesidad virtud, se apresura  a dejar por el camino muchas de las teatralidades de antaño por no necesitarlas; cuando todos los partidos catalanes se unieron, porque así convenía al guión, para aquel Pacte del Tinell, onanista, con el que quedaron orgiásticamenente satisfechos todo los partidos nacionalistas. Todos, sin excepción, en una práctica antidemocrática, por no llamarlo con palabras más gruesas.  

Pretendiendo excluir al PP, con la peregrina idea de hacer creer a la ciudadanía que éste era otra cosa diferente, extraño  y que no formaba parte también de la Cataluña real;  donde existen unas clases sociales explotadoras y otras–la mayoría– explotadas;  y que precisamente la misma clase explotadora  a las que pertenece el PP, es la de CiU, sin ninguna diferencia, ¡ninguna!  

Pero es que, en sus delirios de exclusión no se daban cuenta de que algunos de los acompañantes de los auténticos catalanes, porque esa era la excusa de la exclusión, en ese fraude democrático, recogían muchos menos votos populares que el enemigo de Cataluña. Cuando, cuanto menos,  deberían haber analizado de qué Cataluña estaban hablando unos y otros. Porque si se referían a la Cataluña obrera y popular, a las clases medias  y laboriosas,  tan enemigos de esa Cataluña eran–son– los peperos como CiU por razón de clase, con los que pactaban semejante aberración que pasará a la historia de las infamias, como Pacte del Tinell. Porque al PP hay que combatirlo, si se consideran de izquierdas, con las mismas armas ideológicas, con las mismas razones políticas, que a CiU; pero, claro para eso hay que quitarse la venda de esa sin razón, liquidar ese oximorón, de querer ser de izquierdas y nacionalista a un tiempo. 


Porque lo que  es  realmente sorprendente para el ciudadano  es que en esa parodia participaran los partidos que así mismo y contra lógica por sus cotidianas prácticas políitcas, se siguen llamando de izquierdas, tratando de aislar al PP, mientras pactaban con la ultraderecha catalana de CiU, la que ahora los aísla a ellos, uniéndose, naturalmente, por la misma razón de clase con el PP. Y de nada les servirá proclamar que ellos también son patriotes catalans, porque CiU, ya ha quemado esa etapa, a cuya quema asistieron como pardillos, en el Pacte del Tinell, que creyeron suyo, cuando en realidad sólo asistían a su propias exequias y como asistentes de CiU.

Todo eso ya es historia y todos los que vergonzantemente apoyaron el pacte-salvo CiU que sabía que le favorecía– han quedado con el culo al aire; y ven como toda la parodia antipepera de CiU, con declaración notarial incluida, queda sin valor alguno ante el matrimonio natural, divino, del PP y CiU, y regresaban al poder tras el paréntesis sin razón, de que gobernara una izquierda a la que no le pertenecía, ya que los dioses le tienen encomendada esa tarea a ellos; toda vez que no hizo otra cosa que emular a la derecha. Y  en con ese  hieros gamos  divino consuman la unión de  la ultraderecha  sin complejos, de CiU con el PP. 

Porque la realidad es que no hay diferencia alguna entre ellos, porque es la razón de clase la que los une; los intereses económicos y la oportunidad de hacer grandes negocios. Todos los ascos que la ultraderecha catalana le hacía a la del resto de España, al PP, era pura táctica, sólo eso. Porque al fin y al cabo, se trata de negocios, de una clase explotadora, la misma, nada más. La razón de clase que debiera hacer reflexionar a los partidos que se llaman de izquierda, y ponen por delante sus delirios patrioteros nacionalistas, en lugar de hacer lo que hace la derecha, pero en sentido inverso: defender sin complejos los intereses de la mayoría, sin tantos juegos de cama identitarios, sin tanto mover la cola haciendo como que se protesta, pero  considerándose parte de la tribu, único estandarte al que todos los partidos catalanes se cogen, acabando todos siendo de la misma Cataluña, la de la derecha.

U. Plaza