domingo, 10 de marzo de 2013

LA CAPACIDAD PARA MENTIR , MUESTRA DE UNA DEMOCRACIA ENFERMA

Isla griega
  
Es asombroso la capacidad que tienen algunos de nuestros políticos para tomarnos el pelo. Y es directamente proporcional el pode que ostentan al grosor  de las  mentiras, sin el menor respeto hacia los ciudadanos que pagamos sus privilegios, con absoluto desprecio a nuestra inteligencia.

  En el aquelarre celebrado  estos días por PP, con todos sus primeras espadas, sin la menor preocupación ética, han lanzado a los cuatro vientos–con la ayuda, claro esta, de sus medios pesebristas a su servicio–que son nada menos que "el partido trasparente y honrado por encima de todo y todos". Y eso con todo lo que cerca al partido y al gobierno, con los escándalos que día sí día también aparecen, y las mentiras burdas con las que intentan tapar, lo que es imposible, porque un escándalo sustituye al anterior sin tregua. Y cuando el presidente del gobiernos se esconde de dar explicaciones, y hasta el nombre de su extesorero Bácenas, parece palabra maldita, impronunciable, no sea que su espíritu se altere y saque a la luz algo que lo coloque aún en peor situación.

   Pero es que esa honradez y trasparencia brilla por su ausencia incluso desde mucho antes de llegar el PP al gobierno. Recordemos cuántas manipulaciones y mentiras utilizaron en la campaña electoral, que casi en sus discursos iban a ser la panacea de las soluciones de todos los españoles. Han hecho y siguen haciendo todo lo contrario de lo que prometieron. Porque resulta que ni una de sus promesas electorales han cumplido. Y hasta para más burla hasta tuvieron la caradura de decir nada menos que eran el "partido de los trabajadores". 

   Es evidente que el problema está en que, lo que aún, no se sabe por qué, se le sigue llamando democracia, no es más que una dictadura disfrazada. En una democracia, por pocos mecanismos legales y éticos con los que se manejaran los ciudadanos, y sobre todo sus representantes, este gobierno habrá dimitido de haberse atrevido a mentir tan descaradamente en lo que decía ser su proyecto. Es más, no se hubiera atrevido a hacerlo por considerarlo inútil. Pero es que una vez en el gobierno, ante la sarta de mentiras que han venido volcando contra el ciudadano, víctima de sus manejos–a veces de una manera burda que a uno le hace dudar del equilibrio mental de algunos de sus portavoces–de inmediato, todos y cada uno de los que han mentido debían haber dimitido por respeto a los ciudadanos y a la democracia, o cesado fulminantemente. 

   Pero parece que en España–Cataluña incluida que en esto no le va a la zaga–todo cabe, todo se puede hacer sin que tenga consecuencias, a la espera de que la gente se olvide y escampe, terreno en el que se mueve Rajoy a las mil maravilla, huyendo de la realidad, si es preciso.

   Si un responsable político, es incapaz de entender–de hecho lo entienden pero no les interesa y se agarran al cargo como lapas– que para la salud democrática de un país es  importante la ética y la estética de los gobernantes, es evidente que hay que cambiar de actores. Y para que funcione, para que los responsables políticos empiecen a entender que sus acciones deben ser absolutamente transparentes, es necesario que los ciudadanos tengamos instrumentos legales para que, cuando un responsable político mienta–no digo ya que esté en un proceso judicial o en entredicho, que debe ser fulminado de su cargo–pueda ser de inmediato destituido de oficio, sin esperar, como tanto les gusta, a que haya "una condena en firme", con lo que pasan años en el cargo, y cuando llega si llega, todo haya prescrito, cuando los delitos de cierto calibre no debieran prescribir.

   Pero para eso es evidente que hace falta cambiar las leyes. Y eso se llama abrir un Proceso Constituyente, sin las manipulaciones de los medios de hoy, en manos de las oligarquías del turnismo canovista de la Segunda Restauración Borbónica, donde los ciudadanos puedan expresar libremente sus puntos de vista. Mientras no sea así, sin instrumentos democráticos que realcen y defiendan la democracia, seguiremos asistiendo a bochornosos espectáculos de que los que nos mienten, saquen pecho burlándose de los ciudadanos, sin que eso tenga consecuencias inmediatas, sin que podamos en la práctica hacer nada. 

  Hoy por hoy, esto es la muestra más evidente de que la democracia está enferma; y con ella toda la sociedad que no tiene referentes. Sin comportamientos éticos de los responsables, se va degradando y se convierte en una caricatura como la que padecemos hoy. Ahí están las encuestas que dicen lo que opina el ciudadano de la casta política, y del resto de las instituciones. 
El sólo hecho de ver cómo el gobierno no hace nada por evitar que echen de sus casa a miles de ciudadanos, dejando los pisos vacíos, para favorecer a los especuladores financieros, ya de muestra en manos que que casta estamos y la inexistencia de democracia digna de tal nombre. Y la mentira es el único argumento que les queda, como estamos viendo constantemente.
U. Plaza