lunes, 4 de marzo de 2013

ESA PELÍCULA YA LA HEMOS VISTO

Isla griega

 

 La petición de Navarro, jefe del PSC, de juntarse con el caudillo mesiánico Artur Mas, para discutir sobre el gran problema de la corrupción, parece un chiste o una tomadura de pelo; hace que a uno le venga a la memoria aquel tongo que dio la vuelta al Mundo de Margall, también con Más–aunque éste aún no había descubierto su faceta de Guía religioso de la Iglesia independentista–, del 3%: Sap, senyor Mas, quin és el seu problema? El seu problema és el 3%. 

   Parece que Navarro no tiene bastante con todas las meteduras de pata desde que llegó al supuesto liderazgo del PSC, que quiere emular como en aquel fatídico día en que, nos enteráramos todos los ciudadanos, por boca del señor Pasqual Maragall, de aquellos líos inconfesables, por un calentamiento de boca del  antiguo alcalde Olímpico, de las corruptelas de los políticos. Y sobre todo, el tongo del día siguente en el que Maragall retiraba lo dicho y Mas se ponía estupendo porque todo se había conducido bien y como en el chiste del dentista: "¿verdad, doctor, que no nos vamos a hacer daño?"

   Porque, dejémonos de historias. ¿Cómo se le ocurre plantearse Navarro semejante propuesta? Artur Mas acaba de proponer que los corruptos no sean cesados de sus puestos de responsabilidad, ¡hasta que no sea el momento del juicio! Lo que pueden pasar años en sus cargos hasta que fueran apartados. ¿Es esta la manera de acabar con la corrupción, una de las lacras de la vida española, siendo la catalana de las más avanzadas? Eso es intolerable.

  ¿Se puede ir, ni a tomar café, con semejante idea de lo que debe ser una administración transparente y limpia, cuando en la práctica nos podemos encontrar con gente que está pendiente de juicio por corrupción, al mismo tiempo que tiene en sus manos los asuntos públicos, es decir nuestro dinero, el que–presuntamente–ha malversado? 

 Un poco de seriedad, señor Navarro. Por este camino, no es que la corrupción no tenga solución, así lo que queda del PSC se acabará de hundir, al tiempo  que le echa un capote a aventurero de la derecha catalana, Artur Mar, al que es un verdadero problema ciudadano. Unirse a Mas es lo último que puede interesar a un socialista, no sé si a este PSC, si quiere aguantar un poco más antes de echar el cierre por la vía de la inanición, y lo haga por derribo y entrega de las llaves a CiU, o lo que es peor, a Artur Mas. Repetir la misma escena, de aquella película, que nos abochornó hace años,  por conocidas tantas escenas parecidas en la vida pública, no es la mejor manera de sanear la emponzoñada vida pública catalana.

U. Plaza