miércoles, 20 de marzo de 2013

RECOGIDA DE VOTOS DEL PSC PARA CIU, EL PP Y CIUTADANS


   El PSC en la  etapa del desastroso montillato, se lo paso todo el tiempo llenando las alforjas de votos de la derecha de CiU. Sus incomprensibles arrebatos de converso al disparate de la burguesía y su complejo de inferioridad, le llevaron a presidente Montilla, a ser más papista que el papa; lo que provocó la indiferencia, cuando no la indignación de muchos de sus votantes.

  Tras perder las elecciones precisamente por eso, en el bienio negro y privatizador del iluminado Artur Mas, el PSC se convirtió en una jaula de grillos que la derecha nacionalista de su propio partido agravó.  Pere Navarro, que al principio parecía que iba a tomarle el pulso y situar las cosas en su sitio, sucumbió a los deseos de los revoltosos identitarios de su partido, asumiendo sus postulados que no son otros que los de la burguesía catalana, cuya expresión política, aunque es una, el Partit Únic Català (PUC), como estrategia electoral se lo reparten entre los tres partidos de la burguesía nacionalista, ahora además sumado el socio recién llegado, el CUP, en cuya primera puesta en escena, se ofreció a Moisés-Mas para ayudarle en su travesía del desierto. 

Desde la aventura mosaica de Artur, al adelantar las elecciones  cuando tenía mayoría suficiente para gobernar, creyéndose sus propias elucubraciones con la intención de llevar a su pueblo hacia la Tierra Prometida, abriendo las aguar del Llobregat–o del Besós–, el PSC ha caído en una fuerte melancolía, recordando los tiempo en que ser nacionalista era lo más natural para ellos, los jefes del partid.,  que no los militantes. Y nadie se lo discutía dentro del partido. Si la crítica era de fuera, se silenciaba y punto; porque toda la dirección se sentía nacionalista, siendo minoritaria en el partido, y sobre todo en las bases votantes. No importaba: bastaba con que una vez al año en la fiesta de la Rosa se mostraran algo rojillos, o en los 15 días de campaña electoral, recuperaran el lenguaje "socialista" de usar y tirar.

Si los tiempos de Montilla–y de Margall– fueron los dorados que llenaron las alforjas de votos a CiU, los de ahora, con todos los disparates que está haciendo Navarro, se llenarán  en parte las de el PP, y sobre todo la de Ciudadanos. Esos votantes ya no tendrán la menor duda de que si quieren votar a algún partido que no sea de los del PUC–al que se reincorpora tras una leve duda el PSC– votarán sin ningún cargo de conciencia, a uno u otro, en función de sus más o menos preferencia, pero ya sin esperanzas de que el que había sido su partido se pueda regenerar. 

A eso puede llegar una formación política que abandona, si es que alguna vez los tuvo, y no es la única, sus principios ideológicos, sin entender que un partido lo es precisamente porque se supone, que en una sociedad capitalista, desigual y profundamente injusta, ha de representar a una parte de la sociedad; por eso se llama PARTIDO, y no club de amigos de la petanca, por ejemplo.  

En este caso ha de representar, se supone, a la parte más desfavorecida. Y cuando eso se olvida y  sus dirigentes se unen a otros en un proyecto común patriotero, están favoreciendo al enemigo de clase y desarmando a su partido ideológicamente. Y es cuando los ciudadanos dicen, con acierto o no, que todos son iguales. Y eso se confirma al ver que partidos que se dicen socialistas o comunistas o de cualquier otro credo que se denomine de izquierdas, se unen al proyecto de la derecha, como es el caso escandaloso hoy en Cataluña, para que la derecha puede enmascarar con más facilidad el expolio social que está llevando a cabo contra los más pobres, y oculte su fracaso político. Ayudar a semejante disparate, anula las supuestas ideologías y proyectos populares. Y deja sin opción de izquierdas a las clases populares. 

U. Plaza