domingo, 31 de octubre de 2010

LA VISITA DEL PAPA Y LIMPIEZA DE CALLES







La más evidente muestra, entre otras muchas, de que la clase política española, a pesar de que nuestro Estado se manifiesta aconfesional, sigue enganchado a las imposiciones de la Iglesia católica, la tenemos en la decisión del Ayuntamiento de Barcelona, supuestamente socialista, en "limpiar" las calles de la ciudad, de prostitutas y otras molestas visiones, como también lo son los indigentes. Se supone que para que el jefe de los católicos no hiera su sensibilidad del inmaculado personaje a todas las debilidades humanas. 

Para eso, con toda la hipocresía de que hacen gala nuestras bien  auto retribuidas autoridades, de lo que se trata no es de combatir los males, la miseria y la marginación  que ocasiona que muchas mujeres, las más pobres– las que están por la calles–la prostitución de lujo ya debe ser  otro cantar–, se vean abocadas al ejercicio de la prostitución. 


De lo que se trata es de que unos días, mientras el jefe católico esté en Barcelona, que no vea nuestras calles tal como son en realidad, y evitar que se pueda llevarse un mal recuerdo de la ciudad. Como si él saliera de una urna inmaculada y no estuviera al cabo de la calle de esas miserias. Como si no fuera ya harto conocido, la legión de religiosos que han aflorado en todo el mundo por sus abusos sexuales a menores tutelados por las ódenes religiosas; plaga mucho más perversa y dañina que la prostitución.  Y que el Vaticano, como hace ahora el Ayuntamiento, trata de ignorar mirando para otro lado.

La hipocresía del Alcalde en este tema es  de un calado mayor, cuando lo que demanda la sociedad es un Estado laico y que la Iglesia–todas las Iglesias– sea parte de los sentimientos individuales de cada cual, sin convertir en un circo, y mucho menos en persecución de las mujeres que se ven en la necesidad de ofrecerse a los clientes para vivir, la visita del máximo jefe de ninguna religión. También, como ha hecho el Vaticano con los escándalos de sus abusadores, el Ayuntamiento mira para otro lado, y recurre a lo más fácil: quitar a las prostitutas de la vista, enmascarar la realidad. Eso es, sencillamente hipócrita.  Y así nos va: seguimos pendientes de lo que diga o haga la Iglesia, otorgándole privilegios que debieran estar abolidos hace muchos años, por lo menos desde que llegó la democracia, esto que dicen que es igual para todos, aunque como vemos hay unos que son "más iguales que otros," y así será, mientras sigamos teniendo esta tipo de políticos de la derecha, pero que se llaman de izquierda, y hasta socialistas.

U. Plaza