miércoles, 19 de noviembre de 2014

LOS "TRILEROS" DEL RÉGIMEN, CADA VEZ MÁS DESNUDOS.


   Los dos partidos oligárquicos  que controlan el régimen desde la llamada transición, en constante desprestigio, cuando intentan tapar sus escandalosas vergüenzas, quedan más desnudos y más en evidencia sus trampas. Y quedan claras las afinidades de ambos partidos, a la hora de defender los mismos intereses. 

   Sólo en cuestiones menores que no pone en entredicho el poder oligárquico que representan pueden aparecer como adversarios. No cuando se trata de pronunciarse por políticas verdaderamente importantes, que haga posible que el voto a una opción u otra se diferencie para atender el verdadero sentido del mismo,  atendiendo a su electorado que los ha puesto en el cargo. Es un hecho que el voto popular al partido que todavía se denomina como "socialista" a pesar de los muchas evidencias de los contrario, a la hora de la verdad une sus fuerzas con el otro partido, el de la derecha pura y dura –con sus apéndices catalán y vasco–, se unen para defender las mismas políticas reaccionarias que interesan a los poderosos. 
  
   Es clamoroso cómo cambiaron la Constitución en el artículo 135 de consuno, sin que apareciera la menor discrepancia entre ambos, sobre todo porque la orden vino de poderes ajenos a los intereses españoles. Un artículo que, miren por donde, semejante cambio va en defensa de los intereses de la oligarquía, los verdaderos mandatarios, sin que los haya elegido nadie, sus verdaderos jefes. 

   Es curioso que ambos partidos, PP y PSOE, nunca se ponen de acuerdo para beneficiar a los más débiles. Por ejemplo blindar la Sanidad publica en lugar de favorecer el negocio sanitario con la vida de los ciudadanos. Tampoco les pasó por la cabeza a los dos principales partidos beneficiarios del  régimen que hace aguas por todas partes rodeado de corrupción, impedir esa vergüenza de favorecer a la banca contra indefensos ciudadanos, con miles de desahucios, sin que eso les quite el sueño. Ni se ponen de acuerdo para evitar la existencia de cientos de miles de familias sin ningún ingreso, con miles de niños desnutridos.  Tampoco les preocupa como estamos viendo, hipotecar el futuro de los españoles ante el flagrante abandono de la investigación científica; que como todo el mundo sabe, menos –al parecer– los jefes de los partidos del régimen, un país que no atiende al desarrollo de la ciencia, a sus científicos, que hoy han de emigrar, es un país siempre empobrecido, dependiente y subordinado a aquellos que sí lo tienen en cuenta. 

    Lo sucedido ayer en el parlamento,  tratando de que parezca que hay transparencia en los gastos de los diputados y senadores –esa Cámara inútil, por lo tanto clarísima–, no es más que otro movimiento de trileros a los que nos tienen acostumbrados, que los deja en evidencia y desnudos ante los ciudadanos. Porque mostraron, una vez más,  que eso de la transparencia del gasto del dinero público, no está en sus proyectos por más que lo anuncien cada día. Y si han decidido ese juego de cambio de bolas de un cubilete a otro como hicieron ayer, para que se publique el gasto total de los viajes, pero no el pormenorizado que es lo que interesa al ciudadano, es por el escándalo que ha supuesto lo de Monago, que ha mentido descaradamente –además de emular al estafador Pujol envolviéndose en la bandera de su cacicato–, ni en sus mejores y escasos sueños regenerativos se les hubiera ocurrido. 

    Es asombroso que ante el desprestigio cosechado por los partidos del régimen, en lugar de hacer algo que limpie  los establos de Augías en que se ha convertido la vida española, prefieran tomar a los ciudadanos por tontos y abunden en el secretismo. Y que lo hagan en unos momentos en que los casos de corrupción son el desayuno diario de todos los españoles. 

    Llevan tanto tiempo despreciando a la opinión pública, que desde sus torres de marfil creen que no hay problema, que la gente lo aguanta todo y que nada les afecta. Y todo esto cuando  cada día el  régimen se hunde más y más. A la vez que el Estado va perdiendo autoridad, porque sus gestores la han perdido hace mucho tiempo.  Porque desde el mismos Estado se subvierte la ley, sin que lo evite quien tiene los instrumentos para hacerlo.  

Ubaldo Plaza