viernes, 6 de enero de 2012

SIN CRISIS EN LAS FINANZAS DE LA IGLESIA


Para la Iglesia, esa organización bimilenaria y que empezó a tener poder gracias al emperador romano, Constantino, y que lo fue aumentado exponencialmente desde entonces gracias  su firme alianza con los poderosos a través de los siglos, nunca hay crisis; da igual que gobiernen los nacionales, que no son nacionales, porque no defienden a todos los de la nación, sino a los de su clase, la de los poderosos, como que gobiernen los socialistas, que tampoco  defienden a la que dicen es su clase, como debiera desprenderse del pomposo nombre, toda vez que no han puesto coto a esta injusticia en 22 años de gobierno, sino todo lo contrario. 

Gane quien gane, sea en las circunstancias que sea, la Iglesia siempre sabe sacar provecho del momento. Lo han hecho tratando de poner palos en la ruedas del progreso a través de la historia; e incluso cuando parecía que le iban mal dadas, se han alzado como mártires para sacar rendimiento de ello;  aunque en esas circunstancias adversas haya habido muchos más mártires en el lado contrario que en el propio; porque con una sabia tergiversación  histórica, todo quedaba arreglado.

Ahora estamos en una situación en la que, debido a la enorme estafa  financiera, y la connivencia de los gobiernos con los estafadores, están, no sólo recortando derechos sociales impunemente, sino que los recortes a lo conquistado durante décadas de lucha por mejores condiciones de bienestar, están en boca de todo político con poder y sin escrúpulos, que naturalmente no afectan sustancialmente a sus sueldos y prebendas. Tampoco a la Iglesia que sale  indemne, y hasta favorecida del saqueo social. 

Mientras todo cacique político, sea a nivel de toda España o de las taifas, donde  hacen y deshacen a su capricho, esgrime las tijeras contra lo más esencial para el normal desarrollo de las personas, sea enseñanza o sanidad u otras ayudas sociales necesarias sin el menor escrúpulo,  la Iglesia es intocable. Una Iglesia que debiera financiarse por sus propios medios, por sus adeptos, y pagar impuestos como todo el mundo debiera hacer, en función de sus ingresos y patrimonio.

Pues bien resulta que la franquicia del Vaticano en España no sólo no será afectada por subida de impuestos de los que incomprensiblemente está exenta, sino que saldrá favorecida por los mismos, toda vez que el dinero que  le entrega el Estado–el dinero de todos, seamos católico o no, no se olvide–, se verá incrementado por ser referencia  el IRPF la cantidad a entregarle; y al haber aumentado esa cuantía, los ingresos de la Iglesia también aumentarán. Sin ninguna duda la Iglesia tendrá crisis de vocaciones, pero no económica. Podrán gritar: ¡Viva la virgen! y ¡viva la crisis!

U. Plaza