domingo, 15 de mayo de 2011

LA AGRESIÓN A LAS PENSIONES Y A LA SANIDAD ES LA CLAVE

Desde tiempo inmemorial es sabido que los partidos socialistas han sido los mejores gestores del capitalismo; cuando este ha necesitado de un apuntalamiento, ahí estaban ellos para justificar lo injustificable desde el punto de vista de alguien que se llame de izquierdas y no digamos que ostente el nombre de socialista, aunque no ejerzan, o sólo se acuerden del remoto nombre cuando hay elecciones.  El disparo de leyes propias de la derecha más salvaje de las grutas trogolditas por parte de la socialdemocracia, obedeciendo las consignas de los poderosos, hace que de inmediato el que debieran ser su soporte electoral se sienta traicionado, los abandonen por la vía de quedarse en casa, lo que convierte a los grandes depredadores sociales de la derecha, en este caso el PP y CiU  en beneficiarios del disparate socialista. 

Pero teniendo en cuenta que ya hoy es difícil considerar a la fauna de políticos como entes al servicio de la sociedad, y que sólo están ahí, manteniéndose en el cargo  para su propio beneficio, personal o de tribu,     por las suntuosas prebendas, sueldos escandalosos y demás  trapacerías de las que disfrutan con todo descaro, sin  la menor carga de conciencia, sobre todo ante una situación de desesperanza en la que viven millones de ciudadanos.  No se comprende cómo el partido socialista, sino por parte del su secretario general y presidente del gobierno,  cegado en su afán por contentar a los depredadores sociales, sí que algunos de sus más destacados dirigentes no han estado a la altura–ya digo, en su beneficio, no en el de los ciudadanos que ya damos por descartado– , no le advirtieron que mal que bien hubieran capeado el temporal de las agresiones a los trabajadores, si al mismo tiempo no hubieran sido tan zoquetes de agredir a los pensionistas. Los millones de pensionistas, hasta ahora habían gozado de cierto favor por parte de la casta política, no por bondades inexistentes, sino porque representan un granero de votos. Por eso el hecho de que nadie en el PSOE se haya atrevido a abrir la boca contra el caciquismo político de la dirección del partido, por miedo a no salir en la foto y ser descartado de los cargos por apartarse de la ortodoxia de la dirección, demuestra que en su soberbia son incapaces de entender la realidad. Y, resulta que  ha permitido que una derecha salvaje e incivilizada –PP y CiU– puedan sacar el discurso social, acusándolos de que han rebajado las pensiones, cuando todo el mundo puede comprobar, allí donde están mandando, que no gobernando, los recortes sociales, privatizaciones y favores a los amigos, está a la orden del día. Si el partido socialista no hubiera permitido los devaneos entreguistas y lacayunos de Zapatero con los poderosos, impidiendo agredir a los millones de pensionistas, quizá ahora la caverna pepera y convergente no estaría tan contenta.  Pero ya se sabe:  "A quien los dioses se empeñan en destruir, primero los vuelven locos".

U. Plaza