sábado, 25 de diciembre de 2010

NÚRIA DE GISPERT


Si  hubiera que destacar algo del debate de investidura de Artur Mas en el parlamento de Cataluña– aparte de la ya conocida liturgia circense, innecesaria en tiempos de crisis, pero a la que no renuncia la casta política– sin ninguna duda debiera ser la actitud de la presidenta del parlamento, Núria de Gispert en el desempeño de su cargo. Ha sido, al menos en las tres sesiones del debate, de una eficacia exquisita. Ha sabido situarse en el papel que se le asigna sin intentar protagonismo alguno, que no le correspondiera. Pero, además ha hecho gala de un sentido de la neutralidad y de la tolerancia a la hora de dejar que los oradores intervinieran, dignos de tener en cuenta. La seriedad y buen hacer es un buen augurio, si más no, de libertad para todos los grupos políticos, sin intentar limitarlos. La tolerancia de la presidencia hace que los debates sean más llevaderos y permite a los oradores no estar permanentemente esperando la intromisión y la bronca de la presidencia.

Nada que ver, por el momento, de lo que sucede en el Congreso de los Diputados. Cuando los ciudadanos queremos seguir por radio o televisión un debate, de forma cansina e insoportable, oímos a cada momento el ronroneo de monseñor Bono, que más parece querer chupar cámara que dirigir el debate. Muchas veces nos impide saber lo que ha dicho el diputado porque Bono ha decidido meter cuchara, y echar la bronca. Cierto que el trogoldismo del Congreso es bastante impresentable, pero si su excelencia Bono se callara, no interrumpiera, no molestara en definitiva,  sería más soportable. Y no digamos con la obsesión que tiene con marcar los tiempos, sobre todo con aquellos diputados molestos con su partido, como Rosa Díez y algún otro, dependiendo del tipo de debate. El encorsetamiento  monástico al que el abad Bono somete a la cámara  hace insoportable seguirlo por radio o televisión.

Por eso, y salvo que en el futuro la señora Núria de Gispert se malogre, hay que felicitarla por  su trabajo en estos primeros días de sesiones del parlamento catalán. Su filiación a UD le hace ser más tolerante que sus socios de coalición, CDC, más escorados a la derecha del nacionalismo radical, muy entroncado  con el mercantilismo que hacen de la política. La señora de Gisper no se atrinchera en   la inquisición de  los tiempos,  porque parece saber que debe haber cierta elasticidad si no quiere destrozar el discurso del orador.

U. Plaza