domingo, 13 de diciembre de 2015

EL DEBATE FARSA DE RAJOY-SÁNCHEZ

Vaya por delante que los dos debates habidos, en El País y en Antena3-La Sexta, amén de algunos otros regionales, o el forzado de TVE, entre los candidatos a la presidencia del gobierno –uno con vergonzosa ausencia total y el otro con ausente y sustituta, sin duda por el temor de Rajoy a enfrentarse a su desastroso mandato–, estuvo cojo; y estuvo cojo porque en los debates debieran, en buen sentido democrático, haber participado tanto el candidato de IU, como el de UPyD.  Lo que deja claro la pobreza de lo que pomposamente algunos llaman "democracia".

Pero dicho esto, y sin pretender ser exhaustivos, la pregunta es de cajón. Después de los debates habidos, con cierto grado de libertad, informalismo y espontaneidad, ¿a quién  puede interesar el supuesto debate-farsa, encorsetado, pactado, del día 14, entre los dos personajes, al más puro estilo puesta en escena de González-Aznar? ¿A quién puede interesarle entrar en el túnel del tiempo, para ver lo que ya dijeron los Gonzáles o los Aznar? Aunque sean otros los personajes,  son los mismos mensajes e intereses idénticos. 

Porque ambos candidatos obedecen a los mismos amos: al mundo financiero. Se podría decir que son actores del mismo partido que se reparten los papeles.  Porque es un debate trampa. Un debate que un castizo lo calificaría como "el debate del paciente y el dentista". Sí, aquel que va al dentista y cogiendo a éste por sus atributos le dice: "¿verdad, doctor, que no nos vamos a hacer daño?"

Alguien se imagina a Sánchez, como aspirante, echarle en cara a Rajoy haber dado un "golpe de Estado institucional" por el cambio del Art. 135 de la Constitución, como sí se lo podían decir los otros candidatos, lo que hace considerar la razón de la ausencia de Rajoy en el debate a cuatro con sustituta? 

 ¿O le afeará Sánchez, el presunto socialista, el haber hecho una reforma laboral esclavista que deja a los trabajadores sin derechos en la práctica, liquidando la negociación laboral? 

¿O el votar con la derecha europea todas las propuestas más lesivas para las clases populares, que vota el grupo Popular Europeo?  

¿O haber permitido una ley de desahucios para que los bancos echaran a la calle a cientos de miles de familias?

¿O le dirá que el PP es un pozo de corrupción?

No, no podrá Sánchez poner en discusión todas esas bárbaras decisiones porque ambos partidos son copartícipes de ellas. 

Ambos partidos decidieron cargarse el Art. 135, por decisión del presidente Zapatero, otro presunto socialista, si bien en sentido estricto habría que decir que fue por decisión de la Merkel, su jefa, azote de las clases populares, servidora de los banqueros.

Ambos partidos han hecho sendas reformas laborales esclavistas, dejando a los trabajadores indefensos ante una Gran Patronal, liquidando décadas de lucha de los trabajadores para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, de un plumazo. Patronal  que no disimula en lo más mínimo su alegría por tener a semejantes servidores a su entera disposición, al PP, y al PSOE.

 Una reforma la hizo el PSOE en 2010 y la otra el PP en 2012, que para más inri llegó al gobierno con mentiras y prometiendo todo lo contrario de lo que después hizo.

La corrupción mejor no meneallo, porque cada uno de sus partidos lleva su mochila. Así que en esto, aunque sin duda Sánchez podría decir algo, no irá al fondo por razones obvias, algunas andaluzas.

Más del 70%  de las decisiones que determinan políticas reaccionarias, las que más daño hacen a las clases populares, son votadas por ambos partidos en el Parlamento Europeo.

Ambos partidos han permitido esa vergüenza de echar a la gente de sus casas para que se apoderen los bancos de ellas.

Tanto PSOE como PP han llevado a cabo, o no lo han impedido, la salvajes políticas impuestas por sus amos financieros. Ambos les enviaban a la fuerza pública para ayudar a los banqueros, en lugar de a las víctimas,  al inquilino que no había podido pagar la hipoteca, por su situación de paro. Y eso a pesar de que, sin consultar a la ciudadanía, les dieron nuestro dinero a los banqueros. 

A ninguno de los dos candidatos ni a sus partidos pareció importarle el desastre social que representaba semejante atrocidad. 

De hecho una ministra que para más burla decía ser socialista, como ministra del PSOE, fue quien puso en marcha el desahucio exprés. Y ahí están las videotecas que demuestran cuan orgullosa se sentía por aquella heroicidad.

 Además, a ambos candidatos parece que les ha entrado la vena belicista, para resolver lo que todos los expertos coinciden –militares y civiles–, en que no se soluciona el problema del terrorismo con bombardeos, sin atender a las causas. 

Además que ninguno tendrá interés en hablar de las Tarjetas Black.


Y podríamos seguir con las coincidencias. Unas confesables, otras ocultas o disimuladas, pero con las que ambos están de acuerdo. O prefieren no entrar en el tema.

Entonces, ¿qué interés puede tener semejante puesta en escena? ¿Quién puede creerse lo que pueda decir o prometer estos dos personajes en un debate a dos con la ausencia de los demás candidatos? 

El papel de servidor de Campo Vidal, en otro tiempo pudo colar. Hoy se antoja ridículo. Porque sólo es hacer algo porque se ven obligados por las circunstancias habidas desde el 15-M, que ha cambiado la percepción del personal hacia los políticos que han  mandado haciendo de su capa un sayo despreciando lo que piensa la gente. 

Seguro que lo más plausible es que hayan llegado a un acuerdo en el que hablen y hablen, hasta con caras agrias, pero con los acuerdos cerrados de lo del chiste del dentista: 

"¿Verdad Mariano, verdad, Pedro, que no nos vamos a hacer daño? Nuestros contrincantes, los que ponen en peligro nuestro disfrute de privilegios y el seguir siendo nosotros los receptores de las órdenes de los que mandan,  son otros. Aunque haya que disimular que somos rivales entre nosotros, siempre sabemos ponernos de acuerdo. así llevamos 37 años y nos ha ido de perlas". 

Rajoy, para justificar su vergonzosa ausencia en los debates, ha dicho que Sánchez no debió haber ido a los de los llamados emergentes. Pero lo cierto es que Sánchez, donde no debiera ir es a la puesta en escena, en su terreno cómodo, del "debate" preparado por Rajoy, si quisiera ser algo coherente y creíble. Sánchez no gana nada acudiendo a la comedia de uso y disfrute  de Rajoy.

Ubaldo Plaza