viernes, 29 de octubre de 2010

MARCELINO CAMACHO, EL OBRERO, EL COMUNISTA: LA ÉTICA




"Ustedes son un tribunal de una dictadura que se hunde".

(Marcelino Camacho, al tribunal fascista que lo condenaba a 20 años de cárcel).

La muerte de Marcelino Camacho, no por esperada desde hacía ya un tiempo por su enfermedad, es menos desconsoladora para el mundo del trabajo y para todo demócrata.

Marcelino Camacho, el obrero, el sindicalista, el comunista: el hombre, el ciudadano republicano que no sólo fue un luchador por la democracia durante la dictadura, sino que supo imprimir a sus actuaciones lo que tanto nos falta ahora en la vida pública: la integridad ética.

Hoy, tras conocerse la noticia de su muerte, todo el mundo vuelve la vista hacia él y le rinde homenaje en el recuerdo. Muchos de los que somos de su generación recordamos las luchas por conseguir unos derechos que la dictadura nos negaba como trabajadores y como ciudadanos. 

La  lucha de Marcelino Camacho así como la de miles de dirigentes obreros más o menos conocidos, y mayormente anónimos, que con su desvelo de cada día en sus trabajos o en las cárceles de a dictadura, hicieron posible la libertad. Y dar pasos hacia la conquista de unos derechos laborales que nos acercara a la normalidad que la dictadura impedía. 

Las generaciones de trabajadores lograban que sus hijos dieran pasos adelante para que una generación tuviera más derechos que la precedente. Hoy ya no es así como estamos viendo cuando los jóvenes son los peor pagados y con el mayor número de parados. Es la sinrazón del sistema capitalista.

El mejor homenaje que las generaciones de jóvenes pueden rendirle al luchador que acaba de desaparecer, es luchar para que los grandes poderes que están empeñados en que volvamos hacia épocas pasadas, no lo logren.  Impedir, también con la lucha, que  las conquistas que la generación de Camacho, de Comisiones Obreras y de todos los sindicatos obreros, no les sean arrebatadas. El camino no es el pasotismo o desentenderse de la cosa publica. Las relativas mejoras conquistadas por los trabajadores, y de la que ha disfrutado la juventud, la más preparada que nunca, no ha sido un maná caído del cielo, ni otorgado por los poderosos. Todo ha sido fruto del esfuerzo de hombres y mujeres como Camacho. Pero todo eso está en peligro si no se da una respuesta contundente al genocidio social en que está empeñada la derecha y sus acólitos algunos que se llaman de izquierdas, socialistas o socialdemócratas. Es fundamental que la juventud tome conciencia de ello a la hora de homenajear a Camacho. De no hacerlo, de permitir que sigan despojándolos poco a poco de las conquistas logradas de otros tiempos, más pronto que tarde–en realidad ya lo es en muchos sectores–tendrán la categoría de esclavos aunque se les llame por otros nombre. Muchos trabajadores como Camacho se enfrentaron a la dictadura. Ahora es un momento en que la juventud debe hacer lo propio, de ser ella la que responda a las agresiones de esta otra dictadura de las decisiones de los grandes poderes del mundo del dinero, con los grandes medios de manipulación a su servicio. 

Camacho debe ser un ejemplo. Pero un ejemplo activo. No sólo en el recuerdo de algo del pasado, pues su lucha es hoy más necesaria que nunca.

Emulando a Camacho hay que decirles: 

"Ustedes son los representantes de un sistema caduco que quieren volver al pasado, y nosotros no lo permitiremos con nuestra lucha".

U. Plaza