lunes, 9 de septiembre de 2013

EL TRAJE GRANDE DE PRESIDENTE

Si algo ha quedado claro en los casi dos años que lleva el PP gobernando y destrozando a las clases populares en España, es que el traje de presidente que le regalaron a Mariano Rajoy, o que ganó con mentiras, y falsas promesas no sólo le viene grande, sino que le sobran muchas varas de tela. No da la talla; ni siquiera tiene tablas para defender lo indefendible como harían otros de sus misma cuerda. Sino que rodeado de su guardia pretoriana de mentirosos, se esconde cobardemente cuando hay que dar la cara. 

   Y a lo sumo aparece tras un pantalla de televisión para que nadie pueda hacerle preguntas. Y cuando ha tenido que acudir al parlamento forzado por las circunstancias ha mentido con un descaro jesuítico, escondido tras la mayoría absoluta; la que en una democracia debe servir para sacar adelante sus políticas, pero no para impedir que el parlamento funcione y debata, "parlamente", paralizándolo en la práctica, con la colaboración vergonzosa del presidente del Congreso; que si bien es del partido del gobierno, una persona con un mínimo de principios democráticos, sabe que se debe al cargo y ha de garantizar el funcionamiento de la Cámara, defendiendo los intereses de todos los grupos, aunque sea formalmente. Después, en las votaciones, tras el debate, decidirán, no antes, para evitar que Rajoy se vea obligado a responder. No colaborando en silenciar a la primera institución supuestamente  democrática de España. 

    Un presidente digno de serlo, no rehuiría ningún debate ni se escondería tras la máscara de la mayoría. En una democracia más o menos formal, saldría a la palestra a defender sus posiciones, y si no tiene argumentos firmes y limpios, dimitiría, nunca se apalancaría numantinamente en el cargo tratando de dejar pudrir los problemas, para ver si se solucionan solos, lo que es propio de las dictaduras o régimenes autoritarios, como se revela es cada vez más el régimen español del PP. Esta anomalía no es ajena a la pérdida del peso político de España, como dice hoy el periódico británico The Independen, y el lastre de su corrupción. 

     Lo que a uno le hace creer que Mariano, en su pusilanimidad y cobardía política no sólo le viene grande el traje de presiente, sino que ni para hacer de vocal de una comunidad de vecinos sería aceptable, si no contara con la llave del cajón del pan –la prebendas– para repartir entre los que componen sus guardia pretoriana, que sin el menor rubor mienten por el presidente para que no tenga que sonrojarse ante tantas mentiras, suponiendo que a estas alturas tenga capacidad para ello. 

   También ha quedado claro que hay que modificar totalmente los mecanismos democráticos para que sea posible remover a un cargo público de inmediato, cuando se compruebe que es incompetente, como es el caso del actual presiente; y que las promesas electorales no puedan ser tan escandalosamente incumplidas, sin que sea invalidada su elección, por fraude. Además de tener consecuencias penales para los que haya mentido o hayan sido elegidos con engaños, considerándolo fraude. 

Ubaldo Plaza