sábado, 30 de septiembre de 2017

PODEMOS EN CATALUÑA



Cuando Pablo Iglesias, o cualesquiera de otros dirigentes de la dirección de Podemos, vienen a Cataluña, se reúnen con la Cataluña oficial o semioficial. Es decir se reúnen con los nacionalistas, de mayor o menor intensidad; con mayor o menor fanatismo de la cosa, lo que quiere decir que se reúnen con los que respiran los mismos efluvios que la burguesía catalana,y la del “prucés”, creado para tapar sus fechorías en corrupciones y recortes de los servicios públicos, y a los que se han unido los talibanes de ese otro sector de la burguesía, que así misma se  llama “esquerra”– que jamás ejercieron de tal cuando convenía–, marcando la agenda para disculpa de los verdaderos amos del tinglado, junto a esa suerte de neofalangistas que, como aquellos de antaño, también se autodenominan “anticapitalistas”; y, también, como aquellos, a la hora de la verdad apoyan a sus verdaderos aliados: la derecha, eso sí con más bombo y platillo y rompedores –nunca mejor dicho– y “transformadores”, en todo aquello que no afecta a los intereses reales de la gran burguesía, que los crea.

Los dirigentes de Podemos ven una parte de Cataluña, pero ignoran la otra, la más verdadera, la laboriosa, o como mínimo la más marginada, que vive en los barrios obreros, donde las tropelías de esa burguesía ha hecho estragos, paralelamente a los negocios del 3% y Mas, y donde ni los de Junqueras ni los neofalangistas de la Cup, se les ocurre acercarse, aunque algunos de ellos ejerzan de serviles mamporrerros y sean charnegos acomplejados y deseosos de  contentar a los amos.

Y todos los interlocutores con los que los dirigentes de Podemos tienen contacto, les hablan del monotema del carlista pastelero de Vic. Con lo que se van convencidos de que Cataluña es un clamor de independentistas, porque son los que hacen ruido, subvencionados con dinero público, y que a la gente de los barrios les resbala eso de la nació de sus delirios porque tienen problemas más urgentes que contentar a los señoritos de la derecha de los barrios lujosos; con lo que Podemos, y no sólo Podemos, asume lo de nación de naciones y otros disparates decimonónicos propios  hoy de aquelarres etílicos a donde han llevado a gran parte de la población educada en sus escuelas manipuladas, sin que el Estado proteja a la mayoría de la población sometida a las mismas.

Las expectativas que Podemos despertó en los sectores populares ha quedado reducida a la nada en Cataluña, por la abducción por los nacionalistas de lo que debía haber sido un partido de nuevo tipo, alejado de los que han liquidado, también por abducción o por entrega vergonzosa, a la izquierda hace más de tres décadas. 


El apoyo que Podemos ha acabado dando a los disparates de la burguesía y sus grupos de asalto, los retrata y los coloca fuera del ámbito de los sectores populares, víctimas de los que han puesto en marcha la mascarada que vivimos y el golpe de estado parlamentario dado por la derecha corrupta nacionalista, la que saqueó y saquea la Sanidad Pública catalana. Golpe de Estado a cámara lenta, pues se proyecta desde hace más de 35 años, sin que los gobiernos de España se enteren, o miren para otro lado, para tapar también sus corrupciones.

Los representantes de la derecha nacionalista, acusan de "represión" a las fuerzas policiales, bajo orden judicial, que actúan para restablecer la legalidad violada por los políticos de la Generalitat, propio de un relato de García Márquez o Valle-Inclán. 

Y parece que se han olvidado que ellos, los de CDC, antes de que se cambiaran el nombre para seguir camuflando sus corrupciones, porque son las mismas personas, no por que se avergüencen, visto sus comportamientos dictatoriales, de que en el 15-M, el siniestro Felip Puig envió a los Mossos a disolver a los –esos sí que lo eran, pacíficos ciudadanos– en la Plaza de Cataluña. 

A aquella tropelía y despropósito de la derecha convergente, le llamaron "restablecer el orden" cuando no había ningún desorden. A que el Estado –no el gobierno ni PP que muchos interesados confunden– restablezca la ley violada por los representantes de una parte del Estado, lo llaman liquidar derechos democráticos cuando siguen alentando a sus seguidores y nadie les pone coto. El cinismo suele ser patrimonio del nacionalismo, es decir del fascismo, lo pinten como lo pinten.

Podemos debiera enterarse y preocuparse de que las primeras víctimas de sus, de alguna manera aliados, son las clases oprimidas que no participan del camino trazado por los más ricos en este ataque sin precedentes.

Hoy en la práctica Podemos no existe como oferta política para los sectores populares, que no deseen ser sometidos a la imposición de la derecha nacionalista, cuyos comportamientos, de ellos o sus cachorros, son cada vez más represivos, que recuerdan tiempos que creíamos pasados en España, o de la Alemania de preguerra, cuando el silencio obligado de los que no estaban de acuerdo con sus tropelías, les situaba –eso creían– a salvo de ser señalados. 


Podemos, tras su anulación por parte de Fachín, más cercano a los neofalangistas de la CUP que de los sectores populares,  no es más que una caricatura al servicio –voluntaria o involuntariamente– de la causa de los talibanes. Las afinidades de este sujeto con los “cupidos”, así lo confirma. 

Seguramente al estar en ese batiburrillo que representan los Comunes, pasarán desapercibida su insignificancia. Pero no me cabe duda de que la deriva más o menos ambigua de Podemos hacia el nacionalismo, primero, y ya descaradamente a medida que se acercaba el desafío de la derecha nacionalista tirada al monte, le costará muchos votos de obreros de los barrios periféricos de los pueblos del cinturón de Barcelona, que esperaba de ellos un discurso netamente social, para lo que se supone nacieron. No para repetir los errores anteriores, que se olvidaron de que la burguesía, y la burguesía nacionalista aún más, son sus enemigos de clase.


Ver a la alcaldesa de Barcelona –aliada o succionadora de Podemos– la que hace tres cuartos de hora se enfrentaba a sus enemigos de la derecha que recorta derechos, ahora en la misma hoja de ruta que aquellos, con disimulos, no dice nada bueno. Como tampoco lo dice que su primer teniente de alcalde sea más entusiasta del nacionalismo que de lo que decía representar cuando lo manifestaba en las plazas o foros del 15-M.

Pero es que creo que es posible que ante ese discurso de apoyo a la sinrazón de la derecha corrupta del pujolismo, para una formación que se dice de izquierdas (hasta hace poco se decían de los de abajo y los de arriba, pero IU sí se proclama de izquierdas y republicana, de la Tercera República, no la de la Ítaca de los talibanes de esa fantasía inventada por la derecha y sus cachorros), también tendrá sus rémoras a nivel de toda España, a corto o a medio plazo. Porque no es posible que quien aspira a ser presidente del gobierno, tenga un discurso disgregador  y de complacencia con los golpistas de la derecha nacionalista catalana. O una cosa o la otra, ambas son incompatibles.


Ubaldo Plaza