viernes, 25 de mayo de 2012

FASCISMO BUENO, FASCISMO MALO


Ni considero mío el himno oficial actual, ni me gusta la bandera– la que considero mía, en todo caso es la republicana–, ni me gusta  la monarquía ni el régimen actual, lleno de corrupción, que nos está dejando sin derechos, mientras los notables multiplican sus ganancias a costa de la miseria de millones de ciudadanos. Pero no  se me ocurriría en un acto lúdico y deportivo abuchear, aunque no me guste. En todo caso hay que convocar un acto político para hacerlo, una manifestación, por ejemplo y gritar contra aquello que no nos gusta. Tampoco lo haría con el segadors o el eusko abenderen ereserkia, que tampoco los considero míos. En todo caso son formas de manipular, como una ocurrente religión, tan manipuladora como todas. Y no se olvide que los nacionalistas pondrían el grito en el cielo, ofendidos–con las mismas apariencias que la señora Aguirre–, si se abucheara sus himnos, hasta el extremos insuperables. Porque, son tan viscerales los unos como los otros, y tratan de manipular a sus respectivas parroquias.



Y sería un error creer desde la óptica democrática y progresista, que los intolerantes del otro lado son mejores; vaya, que puede haber un fascismo bueno y un fascismo malo, por mucho que, por el hecho de que se esgrima con chapela o barretina. Los catalanes sabemos muy bien lo que es la intolerancia del nacionalismo catalán, que muchas veces se adorna de respetabilidad. Pero no hay que olvidar que a la hora de ponerse de acuerdo con la derecha más impresentable, española o de donde sea, no se quedan a la zaga, si de expoliar a los ciudadanos se trata, como muy bien se está viendo con el encamamiento de Artur Mas y Rajoy, en apoyos mutuos para lograrlo. Así que los que vayan a gritar, que lo hagan si quieren, pero que no lo justifiquen como un acto progresista; porque unos y otros, por más que se intente marear la perdiz, son lo mismo, con distintos acentos, que acaban pagando los de siempre.

Y no olvidemos que la incendiaria Condesa de Bombay, no da puntadas sin hilo a la hora planificar sus objetivos y manipulaciones. Porque de lo que se trata para ella y los suyos, es de que la gente hable de si es o no lícito abuchear el himno oficial, animando como a la contra al abucheo, por rechazo, incluso a aquellos que no pensaban hacerlo, y  que se olviden del clamoroso escándalo del banco del PP, Bankia, que pide la borrachera de entre 15 y 20 mil millones de euros, para tapar su agujero que han creado los directivos, obviamente del PP o allegados, y que se llevan indemnizaciones millonarias; al tiempo que dicen que no hay dinero para los servicios sociales; mientras saquean la sanidad y la enseñanza públicas y hacen leyes laborales que rayan la esclavitud. 

Lo que conviene a la señora Aguirre es que todos nos enzarcemos en la cosa talibana–sea con la banderas de la ultraderecha con la gallina, o con las otras– y nos olvidemos de que están liquidando los hospitales,  y puestos al servicio del negocio de los especuladores sin importarles la salud de los ciudadanos.

Eso es lo que debiera hacernos pensar, se grite o no contra el himno en el campo de fútbol; pero sin olvidar que a río revuelto los que hacen caixa, la burguesía vasca, catalana o madrileña, o de cualquier otro lugar, les da lo mismo. El patriotismo de todos ellos se mide por el grosor de sus cuentas corrientes, paraísos fiscales y las privatizaciones. Mejor sería que la gente se indignara por todo  lo que sí nos afecta al 99% de los ciudadanos, y fueran los culpables del saqueo,  la diana de las iras de los ciudadanos. 

U. Plaza