sábado, 7 de diciembre de 2013

MANDELA Y LA HIPOCRESÍA GLOBALIZADA

 La muerte del luchador por la dignidad de sus compatriotas, y por ende de la Humanidad, Nelson Mandela, ha provocado todo un tropel de hipócritas que se han lanzado a valorar al gran ser humano, al revolucionario que era, el dirigente encarcelado durante 28 años por un régimen criminal racista. Todos los mercenarios del gran capital han sentido la necesidad de rendirle homenaje, naturalmente con vanas e hipócritas palabra, no en los hechos emulando al homenajeado, como todos sabemos, sino con intenciones de sacar provecho político. Un despropósito y una vergüenza; y un insulto a la inteligencia y al luchador desaparecido.

  Obama, el jefe del imperio que invade países para imponer sus criterios y explotar a sus gentes de forma despiadada, ha sido uno de los que más lejos ha llegado en su hipócrita puesta en escena, aunque todos los servidores de los mercaderes de la gran explotación han echado el resto en elogios. El emperador yanqui, el negro con el alma blanca –o la conciencia más que blanca, de los depredadores del dinero al los que sirve–, el que mantiene en Cuba, contra el deseo de este pueblo una colonia, y un campo de concentración y de tortura, ha llegado a decir que no comprende la vida sin Mandela. Parece que no se le escapó la risa cuando las pronunciaba. Pero se ha pasado varios continentes.

   Lo mismo cabe decir de los Hollande, los Merkel, y de toda la fauna de servidores de los poderosos que siguen arruinándoles la vida a millones de personas para que los grandes millonarios que propiciaron la Gran Estafa Financiera lo puedan seguir siendo aún más e incrementando sus sangrientos patrimonios.

   Igual cabe decir de los servidores patrios. Porque, ¿qué tiene que ver el pensamiento y la prácticas políticas de un tal Felipe Gonzáles, un Zapatero, un Rubalcaba, un  Nacís Serra con un hombre como Mandela?  ¿Qué tiene que ver la ética de Mandela con la de  estos personajes, que en lugar de luchar por sus pueblos, se ponen a las órdenes de la Troika y en primer tiempo de saludo para llevar a cabo todas las tropelías que le piden contra sus pueblos, y que llevaban a cabo de mil amores? ¿En qué puede parecerse la lucha de Mandela con aquellos que siendo presidentes de sus países, privatizaron empresas de todos los españoles, para luego formar parte de sus plantilla, con sueldos de escándalo? ¿En qué se le parece la forma de hacer de personajes campeones de la mentira como Aznar, o Rajoy con Mandela? 

   En su momento la mayoría de los mencionados, por referirnos sólo una pequeña minoría de los que más daño han hecho a la causa popular, y con más desprecio tratan a los ciudadanos que les pagaban y pagan sus escandalosos sueldos, acusaron de terrorista a Mandela y a los hombres y mujeres que desde el Congreso Nacional Africano (CNA) luchaban por la justicia. Y sin el menor problema moral, apoyaron a los racistas que gobernaban y que mantenían en la Cárcel, no sólo a Mandela, sino a muchos de los ciudadanos de aquel país, si es que el ejército y la policía política no los asesinaba antes, moneda corriente en las prácticas de aquella dictadura. 

   Pocos, por no decir nadie de la casta de los que ahora salen en tropel cantando la benevolencias del luchador revolucionario, hizo nada para que el fascismo-terrorista del régimen racista de aquel país, que convirtió en poco menos que en animales a la mayoría de la población, fuera derrotado. Ni tan siquiera cuando hubo la masacre como la de Soweto, con cerca de 600 muertos provocados por los disparos de la policía  fascista  del régimen criminal de los racistas, las protestas pasaron de las meras declaraciones de cara a la galería. Pero mantuvieron los negocios con la dictadura. Porque es el único lenguaje que entienden, el de los negocios, por encima de los cuales no están ni las vidas humanas, las ajenas, naturamente. 

   Y sólo cuando el pueblo logró vencer a aquellos asesinos y abrir la vía hacia las libertades de todos los sudafricanos y Mandela apareció como un hombre de Estado, se pronunciaron de forma oportunista –como ahora– los gobernante del mundo, los que habían hecho todo lo posible para que no llegara ese momento de libertad, cantaron entonces las excelencias del proceso democrático, y dijeron estar encantados con la democracia, que los mercaderes y sus servidores asocian siempre con sus trapacerías e intereses económicos. 

   Los únicos que de verdad sienten la desaparición de Mandela son los pueblos oprimidos, precisamente por la pléyade de mercenarios hipócritas que hoy realzan al líder revolucionario. Y aquellos gobernantes de algunos de los pueblos que se han desprendido de la pesada losa del imperialismo. Los que de verdad ayudaron a la causa del pueblo de Mandela. Los demás, no.  Si lo que dicen tuviera un ápice de honestidad, empezarían por no expoliarle los derechos a sus propios pueblos, como vemos en España con la Sanidad y la Enseñanza públicas, a la vez que dan pasos agigantados para regresar a los tiempos pasados de esclavitud, tan parecidos a los de la época en que Mandela luchaba contra la opresión. 

Ubaldo Plaza