viernes, 15 de julio de 2011

LA VIRILIDAD DE LOS ESPAÑOLES

Conocido es que los españoles somos los más y mejores machos del mundo, desde le Cid, por lo menos. Y que de entre los españoles, los que más, la derecha, y si es extrema, está todo dicho. Esto es algo que ni nuestros mayores enemigos lo niegan, y si lo hacen, peor para ellos. Nuestra testosterona siempre la tenemos presente, nunca se sabe si es para afirmarla, o porque, a pesar de todo dudamos y tenemos que recordarlo constantemente para que no se nos olvide. 

Cuando Franco dio el golpe de Estado, lo hizo "por cojones"–y porque tenían las armas que el pueblo les puso en sus manos para todo lo contrario, y a la Iglesia, y a los grandes capitales, que todo hay que decirlo–; y muchos de sus compañeros, la mayor preparación que exhibían, como la acémila Millán Astray, eran sus inigualables testículos, según él, y claro, sus escasas luces. 


Y cuando los falangista, que se consideraban los más machos entre los machos, detenían, torturaban y fusilaban en las cunetas a los rojos,  como se sabe,  poco o nada machos, lo hacían en bien de una raza de machostes capaces de conquistar un imperio. Cuando se perseguía a homosexuales se hacía porque esos degenerados no podían tener espacio en un país con aspiraciones tan excelsas de llevar tal alto pabellón. Tanto era así que en todos los círculos del régimen corría el convencimiento de que los ingleses, a los que el régimen enviaba manifestantes falangistas a su embajada, para mantenerlos ocupados y distraídos, eran "poco viriles", según le lenguaje fascista.   

Tan apegados estamos a la alta calidad de nuestra virilidad, que ya hace años el ministro del PP, y miembro de la secta del OPUS-DEI, y del Yakovlev 42, para  más señas, Federico Trillo, soltó en el Congreso, como la cosa más natural del mundo, aquel "manda huevos", que nos devolvió a los españoles nuestro orgullo, algo decaído.  Y ahora, otro que, aunque hoce en distinta pileta, es de parecida cuerda, José Bono, ha soltado en el mismo escenario un, sin duda también viril: "estoy hasta los huevos". 


Quizá tanta exhibición de boquilla de nuestros atributos, por los que dicen representarnos, en realidad, lo que de verdad esconda,  sea  que lo tenemos siempre en los labios, por uebos. Porque en  nuestro subconsciente, lo hacemos "por necesidad". Que, aunque fonéticamente se parezca, son cosas muy diferentes, como sabemos.


U. Plaza