viernes, 22 de febrero de 2013

LA INCOMODIDAD DE LOS DIRIGENTES DEL PSOE SOBRE LA MONARQUÍA

    El torpedo que ha dejado caer Pere Navarro sobre la abdicación del monarca a favor de su hijo, ha sentado como un tiro en la dirección del partido socialista, que se han apresurado a desmarcarse del mismo, con los más peregrinos argumentos que sorprenden, sobre todo en un partido cuya raíces (?) se dicen republicanas, y sin embargo semejante tema es cuasi un tabú en sus proclamas, salvo en los jóvenes que evidentemente viven con su tiempo y esperan un futuro democrático de ciudadanos, no de súbditos.

     Pero, aunque es absolutamente rechazable la propuesta de Pere Navarro, ya que lo que se espera de una persona de izquierdas, y mucho más si se dice socialista, es que pida la abdicación del rey, si lo considera–y si persiste en su filiación y convicciones republicanas–, pero en favor de la República. Y si más no, por lo menos promover el proceso hacia unas Cortes Constituyentes que  culminen en un nuevo Estado, alejado ya de tutelas del franquismo. Y más por el absoluto fracaso al que ha llegado el régimen, que hace aguas por todas partes, nacido de un pacto en falso, sin contar con la ciudadanía, que impidió el regreso a la normalidad tras tantos años e dictadura. Recordemos que aún no se ha condenado a la misma, ni se ha rendido homenaje a las víctimas del franquismo y que las cunetas de España siguen llenas de cadáveres, sin que el Estado asuma la reparación a su memoria y a sus familiares.

     Pero, ¿porqué ha sentado tan mal a la cúpula del PSOE la propuesta del primer secretario del PSC, si al fin y al cabo está dentro del propio desarrollo de la monarquía, que tarde o temprano, según su propia lógica, se tendrá que producir?

     Sencillamente porque en el momento en que se decida la abdicación del rey en favor de su hijo, tendrán que ser las Cortes Españolas la que tendrán que pronunciarse. Y, tras todo lo que viene lloviendo, a veces a cántaros en la casa real, las voces republicanas exigirán que el debate sea otro, es decir la Forma de Estado, y por lo tanto de régimen, que cierre el paréntesis que se abrió con el golpe de Estado. Y si en el Parlamento son minoría los que desean el debate, por la actitud ambigua como mínimo del PSOE, en la calle crecen día a día.

    Claro, hace años, seguramente todo hubiera sido un mero trámite, en el que, salvo alguna minoría que votaría  en contra, la inmensa mayoría de los parlamentarios lo haría a favor del heredero,  y sin remordimiento, colando la sucesión como colaron la monarquía sin que los ciudadanos tuvieran la oportunidad de pronunciarse expresamente sobre tema tan importante, como es en qué tipo de Estado en el que desean vivir, mayoritariamente. 

     La diferencia ahora es que las aguas ya no están tan tranquilas. Y cuando se lleve la propuesta a votación no será un mero trámite, porque la ciudadanía, aunque le quieran sustraes el debate, la redes sociales se pronunciarán. Y ante el escándalo de no dejar a los ciudadanos pronunciarse, se incrementará el cabreo, con lo que todo quedará en falso para resucitar, no ya en 30 años, sino constantemente. Porque la República es el estado natural de una democracia.

    Pero, ¿el porqué del  cabreo de los dirigentes del PSOE? Pues muy sencillo. No tendrán más remedio que pronunciase con su palabras y sobre todo sus votos en el parlamento, a favor o en contra de la sucesión monárquica. Y  no pasará como cuando la llamada transición, que tanto el recién creado PSOE–"Este PSOE  es nuevo y nada tiene que ver con el histórico", (Nicolás Redondo Terreros)–,  como el PCE controlado por Carrillo,  que se sintieron encantados con la monarquía y tragaron hasta los más convencidos republicanos, inventándose para tapar sus sonrojos aquello de republicanos  juancarlistas. 

    Si los socialistas votan a favor de la monarquía, la credibilidad como partido socialista y de izquierdas–con todos los matices que se quiera, porque su bases y sus votantes los son–se acabó el tinglado felipista y de la socialdemocracia que hizo posible su nacimiento, aprovechándose de unas siglas históricas, que en la lucha contra el franquismo desaparecieron, salvo honrosas excepciones. 

   Y si por presión de las bases y votantes se decide lo contrario, el debate quedará abierto sin posibilidad de volver atrás. Ah, y los ciudadanos, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los medios están en manos de quien están, no aceptarán un falso debate sin poder llevar sus opiniones al contraste de ideas sin manipulaciones. Y una vez más, las redes sociales y la sociedad civil que ansía la democracia secuestrada por el bipartidismo–siempre hay que añadir a CiU y a PNV como parte del reparto del pastel–y la partitocracia, hará llegar sus opiniones y activará el debate,

  Así que se comprende que los dirigentes del PSOE, cómodamente instalados en el régimen canovista del turnismo, se hayan puesto nerviosos. Como se sabe, aquellos muertos mal enterrados, resucitan. Si se hubiera promovida el referéndum en su día, ahora esto no sería una tragedia para algunos instalados en el régimen. Y quizá podríamos hablar de una democracia avanzada, en lugar de su decadencia y nunca desarrollada, y cada vez con más resabios dictatoriales  y franquistas, como se puede ver en los últimos tiempos cuando la falta de respeto a los derechos ciudadanos, es la norma de los gobiernos, del de España y de las taifas o cacicatos.

Ubaldo Plaza