miércoles, 20 de febrero de 2013

EL DILEMA DE PERE NAVARRO Y EL PSC CON LOS NACIONALISTAS Y SU INSÓLITA PETICIÓN SOBRE LA MONARQUÍA

     El difícil equilibrio en que se ve obligado a moverse el secretario general del PSC, Pere Navarro, tratando de capear el temporal con los nacionalistas de su partido, con la vana ilusión de no romper el partido, me parece una decisión absolutamente equivocada. Y lo es porque, en realidad, lo que está haciendo es posponer el final; dar aliento y asiento a unos militantes que ni poco ni nada coinciden con los ideales socialistas o socialdemócratas, ni tan siquiera con lo que se entiende por sentido de la democracia. Porque lo que debiera saber Navarro es que una nacionalista, por definición, por deriva y por principios, no es un demócrata. Y mantener a los enanitos dentro del partido, lo que hacen en minarlo y crearles problemas a los que de verdad quieren un partido de izquierdas, más o menos de izquierdas, socialdemócrata, e incluso recolector de votos indefinidos, pero inequívocamente democráticos y útiles a la mayoría de las capas populares. 

   La decisión de no hacer nada disciplinariamente  con sus diputados nacionalistas indisciplinados y soberbios con las decisiones de la mayoría–lo hacen también en algunos ayuntamientos–, en la ya famosa votación sobre el derecho a decidir, que proponía CiU, y que las tres formaciones de la burguesía catalana votaron a favor: la misma CiU, ERC y ICV-EUiA– (y es lamentable tener que incluir a EUiA entre las formaciones de la burguesía, pero obras son amores, y han sostenido con su voto el disparatado proyecto de la derecha, de un partido que nos está dejando sin sanidad y liquidando el estado de medioestar, como dijera Cayo Lara; y a una formación que se diga de izquierdas, eso debiera hacerles pensar en qué lugar se sitúa). Porque los iniciativos ya se definieron al liquidar al PSUC, por lo que nada que decir, son parte de la burguesía, y así lo han asumido, aunque debieran decirlo claro.

   El dilema de navarro no es fácil, él mismo ha mareado la perdiz, aunque parece que el sentido común y democrático le ha hecho ver claro, pero le hace falta decisión y coraje para desembarazarse de lo que es la rémora que impide que su partido en un futuro, remonte y recupere la base social a la que se ha traicionado desde el minuto uno de la creación de un PSC dirigido por los nacionalistas. Pero si no lo hace, irá languideciendo sin ser nada relevante, a la par que su votantes se quedan en casa, con lo que representa de triunfo de la derecha convergente, o emigraran a otros partidos que defiendan sus intereses de clase, no los identitarios de la burguesía, que como sabemos no tiene más patria que sus cuentas corrientes, por más que proclame interesadamente su patriotisme.

    Por lo pronto no estaría de más que empezara  a considerar la idea de que sea el PSOE el que se presente como tal a las elecciones, con Navarro como principal responsable de la sección catalana del mismo. Lo mismo convendría que hiciera IU con EUiA, acabando con esa sinrazón y concierto de la confusión de que una formación que se dice de izquierdas, esté defendiendo el mismo proyecto de facto, que la derecha catalana de las privatizaciones. 

   Por otra parte, hubiera sido digno de tener en cuenta la decisión de Pere Navarro al pedir que el rey abdique. Pero en la Tercera República. No sé qué clase de socialista aboga por la monarquía, sea quien sea el rey, padre o hijo. Además, los socialistas debieran ir, por lo pronto, planteándose la necesidad de ir a Cortes Constituyentes, y que durante bastante tiempo se abra un debate entre los ciudadanos, con los medios a su disposición para que sea abierto y trasparente. Y que los españoles se pronuncien sobre la forma de Estado. Y que, naturalmente el partido socialista se manifieste inequívocamente por la República. No parece que Navarro entienda que los españoles queremos ser ciudadanos, no súbditos. Espero que, como en el dilema con sus enanitos nacionalistas,  en esto también sepa que es socialista, o eso dice. Y no se puede ser nacionalista y socialista, como tampoco monárquico y socialista.

   Y es un soplo de aire fresco, que ante la insólita petición por parte de Navarro de que el rey abdique en favor de su hijo, en lugar de reivindicar la República, los jóvenes socialistas del PSC, sean más coherentes que Navarro y exijan el fin de la monarquía. La juventud es mucho más clara y democrática, porque el futuro es suyo, y no quieren hipotecarse como lo hicieron con aquella transición que nos ha llevado hasta esta insoportable situación decadente.

U. Plaza


RAJOY, RECIÉN LLEGADO DE MARTE

Dejando para más adelante la mayor parte de de las cuestiones del discurso del Don Tancredo señor Rajoy, en su discurso sobre el estado de la Nación, que no hace falta que nos lo diga a los ciudadanos, ya que lo sufrimos mucho más que él y su correligionarios, banqueros incluidos, vale la pena entrar en lo más sorprendente de lo que ha dicho sobre la corrupción.

Oyendo al presidente de gobierno hablar sobre la medidas a tomar para atajar lo que, diga lo que diga él, de que no somos un país tan corrupto–, sobre la lacra de la corrupción, uno tiene la sensación de que el señor Rajoy acaba de ser designado por  el  dios del Olimpo que nos tiene Zeus bajo su mirada, para que solucione el problema desbocado de corrupción en este pobre país perdido al sur del Mediterráneo.

    Da la sensación de que no sepa  que uno de los partidos, posiblemente el que más imputados tiene, es precisamente el suyo.  Y que, por sólo dar un dato, el tercer grupo parlamentario de las Cortes valencianas, es precisamente el de los imputados, curiosamente de su partido. El mismo que ha mantenido a un personaje como Bárcenas en nómina, y que parece que tiene 22 millones de Euros en Suiza, y del que sigue sin aclarar la situación de su vinculación con el partido, en nómina hasta hace tres cuartos de hora, como quien dice. 

   Por lo que no es nada creíble que Rajoy tenga intención de acabar con la corrupción, con esos antecedentes. Que la misma persona–las mismas personas del PP– que ha apoyado a Camps con todo lo que se conoce, y que situó como "modelo de gobierno que yo deseo para toda España", según dijo, a un delincuente, ya condenado como Jaume Matas. 

    La parafernalia y  puesta en escena, sólo es eso, una puesta de escena de una tragedia que se hace a costa de los ciudadanos que siguen rebuscando entre la basura para poder comer; o que se siguen suicidando porque les arruinan su futuro y no ven otra salida en su desesperación, que no le alcanza a ningún banquero. Y lo hace Rajoy para contentar a sus leales, o para combatir a sus   adversarios de dentro de su partido, que es ahí donde están, no fuera, que en todo caso sería ligítimo. 

     Los ciudadanos, que saben mucho mejor que el presidente del gobierno,  porque padecen sus injustas y clasistas decisiones– que a la vez son las que le han ordenado los fabricantes de miseria de los pueblos, como la llamada Troika–, cómo está la nación uno a uno, porque eso es la nación, la suma de todos los ciudadanos. Y no necesitan que él se lo explique. Porque, en todo caso, su misión debiera ser solucionarlos, en lugar de crearlos con una contra reforma laboral catastrófica y letal para los trabajadores. Y a la vista está que ni lo ha hecho, ni las medidas tomadas contra los más desfavorecidos, irán en esa dirección. 

   Rajoy y el PP no pueden hablar de corrupción como si acabara de aterrizar procedentes de Marte. Como no pueden hablar de transparencia, cuando el  oscurantismo, el disimulo y el no decir la verdad constantemente es lo que ha caracterizado su gobierno, y para muestra un ahí están los últimos acontecimientos. 

   No es con un discurso de autosatisfacción onanista, como se pueden solucionar los problemas de la corrupción. Y los ciudadanos no se lo creerán mientras se intente abundar en el disimulo y dejar pasar el tiempo para ver si escampa el temporal y un nuevo escándalo tapa al anterior. El ciudadano necesita medidas ejemplarizantes, para recuperar la confianza, si no en los actuales políticos gobernantes, sí en las instituciones que se siguen llamando democráticas. Esto es, ver cómo los grandes corruptos–políticos, banqueros y los que se llaman empresarios, pero que más parecen especuladores, no vayan a la cárcel, al tiempo que devuelvan los robado, por la vía de la incautación de sus bienes. Porque no otra cosa es lo que desea el ciudadano, más allá de que la Justicia les haga pagar sus delitos.

Tampoco Rajoy ha dicho una palabra sobre el drama nacional de los desahucios, lo que no dice precisamente nada bueno del presidente del gobierno en cuanto a las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos, muy alejadas de las suyas.

Ni Rajoy, que ha hablado de trasparencia, haya dicho ni pío en cuanto a la misma de la Casa real. Porque si todos los ciudadanos dicen que somos igual ante la ley, cosa que es evidentemente falsa, al menos que se sepa en qué y cómo se gasta el dinero de todos, también el que le pagamos a la casa del Jefe des Estado. 

U. Plaza