miércoles, 20 de febrero de 2013

RAJOY, RECIÉN LLEGADO DE MARTE

Dejando para más adelante la mayor parte de de las cuestiones del discurso del Don Tancredo señor Rajoy, en su discurso sobre el estado de la Nación, que no hace falta que nos lo diga a los ciudadanos, ya que lo sufrimos mucho más que él y su correligionarios, banqueros incluidos, vale la pena entrar en lo más sorprendente de lo que ha dicho sobre la corrupción.

Oyendo al presidente de gobierno hablar sobre la medidas a tomar para atajar lo que, diga lo que diga él, de que no somos un país tan corrupto–, sobre la lacra de la corrupción, uno tiene la sensación de que el señor Rajoy acaba de ser designado por  el  dios del Olimpo que nos tiene Zeus bajo su mirada, para que solucione el problema desbocado de corrupción en este pobre país perdido al sur del Mediterráneo.

    Da la sensación de que no sepa  que uno de los partidos, posiblemente el que más imputados tiene, es precisamente el suyo.  Y que, por sólo dar un dato, el tercer grupo parlamentario de las Cortes valencianas, es precisamente el de los imputados, curiosamente de su partido. El mismo que ha mantenido a un personaje como Bárcenas en nómina, y que parece que tiene 22 millones de Euros en Suiza, y del que sigue sin aclarar la situación de su vinculación con el partido, en nómina hasta hace tres cuartos de hora, como quien dice. 

   Por lo que no es nada creíble que Rajoy tenga intención de acabar con la corrupción, con esos antecedentes. Que la misma persona–las mismas personas del PP– que ha apoyado a Camps con todo lo que se conoce, y que situó como "modelo de gobierno que yo deseo para toda España", según dijo, a un delincuente, ya condenado como Jaume Matas. 

    La parafernalia y  puesta en escena, sólo es eso, una puesta de escena de una tragedia que se hace a costa de los ciudadanos que siguen rebuscando entre la basura para poder comer; o que se siguen suicidando porque les arruinan su futuro y no ven otra salida en su desesperación, que no le alcanza a ningún banquero. Y lo hace Rajoy para contentar a sus leales, o para combatir a sus   adversarios de dentro de su partido, que es ahí donde están, no fuera, que en todo caso sería ligítimo. 

     Los ciudadanos, que saben mucho mejor que el presidente del gobierno,  porque padecen sus injustas y clasistas decisiones– que a la vez son las que le han ordenado los fabricantes de miseria de los pueblos, como la llamada Troika–, cómo está la nación uno a uno, porque eso es la nación, la suma de todos los ciudadanos. Y no necesitan que él se lo explique. Porque, en todo caso, su misión debiera ser solucionarlos, en lugar de crearlos con una contra reforma laboral catastrófica y letal para los trabajadores. Y a la vista está que ni lo ha hecho, ni las medidas tomadas contra los más desfavorecidos, irán en esa dirección. 

   Rajoy y el PP no pueden hablar de corrupción como si acabara de aterrizar procedentes de Marte. Como no pueden hablar de transparencia, cuando el  oscurantismo, el disimulo y el no decir la verdad constantemente es lo que ha caracterizado su gobierno, y para muestra un ahí están los últimos acontecimientos. 

   No es con un discurso de autosatisfacción onanista, como se pueden solucionar los problemas de la corrupción. Y los ciudadanos no se lo creerán mientras se intente abundar en el disimulo y dejar pasar el tiempo para ver si escampa el temporal y un nuevo escándalo tapa al anterior. El ciudadano necesita medidas ejemplarizantes, para recuperar la confianza, si no en los actuales políticos gobernantes, sí en las instituciones que se siguen llamando democráticas. Esto es, ver cómo los grandes corruptos–políticos, banqueros y los que se llaman empresarios, pero que más parecen especuladores, no vayan a la cárcel, al tiempo que devuelvan los robado, por la vía de la incautación de sus bienes. Porque no otra cosa es lo que desea el ciudadano, más allá de que la Justicia les haga pagar sus delitos.

Tampoco Rajoy ha dicho una palabra sobre el drama nacional de los desahucios, lo que no dice precisamente nada bueno del presidente del gobierno en cuanto a las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos, muy alejadas de las suyas.

Ni Rajoy, que ha hablado de trasparencia, haya dicho ni pío en cuanto a la misma de la Casa real. Porque si todos los ciudadanos dicen que somos igual ante la ley, cosa que es evidentemente falsa, al menos que se sepa en qué y cómo se gasta el dinero de todos, también el que le pagamos a la casa del Jefe des Estado. 

U. Plaza


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