viernes, 16 de marzo de 2012

EL SAQUEO SANITARIO: GRAVES CONSECUENCIAS


El saqueo que se está llevando a cabo en la sanidad púbica catalana por parte de los privilegiados de la derecha mercantil catalana, cuya expresión política es CiU, es de un calado y unas consecuencias terroríficas.

Relato un caso ocurrido en primera persona al que esto escribe: Hace pocos días fui intervenido en un hospital de los más importantes de Cataluña, para la extirpación de un riñón, tras detectase una anomalía, y para prevenir posibles indeseados males mayores. Fui intervenido a las ocho de la mañana, con varias horas de quirófano y con total éxito quirúrgico, saliendo de los efectos de la anestesia unas diez horas más tarde del inicio. 

A la mañana siguiente–es decir una noche entubado con el gota a gota y sondado– aparecieron en mi habitación un grupo de sanitarios. La que parecía llevar la voz cantante, es decir la jefa, que me dio la impresión de ser más burócrata que otra cosa, me hace la insólita pregunta de si me veo con fuerzas para marcharme a casa aquel mismo día.

Ante mi escepticismo por lo insólito de la pregunta,  me la repite. Una vez restablecido del choque tan impropio de un médico, lo que supongo es la tal señora,  a un paciente que hace pocas horas ha sido intervenido quirúrgicamente, y aún  atado a los tubos y catéter,  le respondo ¡que ya está bien! Que yo comprendía que ellos, los médicos, estaban siendo acosados y presionados por el saqueador Baudilio–Boi para la fauna nacionalista–con las tijeras de los recortes en ristre sin otros criterios; pero que tuvieran en cuenta otros muchos factores. Ante mi respuesta, que sin duda no esperaba, salió de la habitación visiblemente molesta, y espero por su propia integridad moral, ruborizada.

Al día siguiente, sin embargo, me dieron el alta hospitalaria. Salí del hospital con muchas dificultad para orinar, lo que  atribuyeron a una situación pasajera tras quitarme la sonda. A los dos días seguía con la  misma dificultad y generalizándose el malestar, que atribuí a una pasajera infección de orina. Pero las cosas no mejoraban a pesar de ingerir un antibiótico. A los cinco días tuve que ingresar de urgencia. Me diagnosticaron retención de orina que me provocó una subida de la creatinina, que pudo haberme inutilizado el riñón.

Tras mi ingreso en Urgencias, los médicos y enfermeras–una médico en este caso, mallorquina para más señas, muy atenta y profesional–, de inmediato me aliviaron los dolores, sin que tenga la menor queja de ellos ni del resto del personal de urgencias ni  del hospital, todo lo contrario. 

Pero raya el ridículo la codicia y la ambición de los políticos encargados del saqueo–no se olvide que la sanidad la hemos pagado todos los ciudadanos, no los que la manejan aunque se crean dueños de todo–y si la privatizan nos la están robando. El saqueo sanitario llega hasta términos realmente codiciosos en aspectos incomprensibles para una mente racional. 

Ingresé en Urgencias a eso de las cuatro de la madrugada.  El urólogo que me atendió tras la primera intervención de la doctora mallorquina, me iba informando de la evolución a medida que se conocían los  resultados de los análisis. Cuando habían transcurridos unas diez horas de mi ingreso, le pregunté al doctor si podía ingerir alimentos, a lo que asintió diciendo que él ya había dado la orden de que me dieran de comer. 

Siendo más de la dos de la tarde le pregunté a una enfermera cuándo me traerían la comida, a lo que me respondió: "Por orden de la dirección y por los recortes, no se le da comida a nadie que no lleve como mínimo doce horas ingresado en urgencias". Yo llevaba diez, y según el criterio frío y mercantilista de Artur Más y su ejecutor, Boi, en nuestra Sanidad, que no de ellos, digámoslo una vez más, todavía no tenía derecho a comer. 

Y todo esto lo deciden los que se adjudican sueldos y prebendas escandalosos y hacen y deshacen con lo que no es suyo. Los mismos que dedican cientos de millones de euros a sus delirios identitarios y patrioteros, con embajadas de lujo por todo el mundo que no sirven para nada útil al ciudadano, sólo para enchufar a unos cuantos de los suyos, pero que realzan los delirios nacionalistas de una ultraderecha saqueadora, decimonónica, y de sacristía, que sin duda va devotamente cada domingo a misa, suponemos que para que le sean limpiados sus muchos pecados de la semana precedente. 

Desconozco los términos médicos, pero me dijeron que  los motivos de mi estado, tras la salida del hospital podían ser atribuidas a varias causas.  Pero de lo que estoy seguro es de que sin las presiones mercantiles de los saqueadores de la sanidad pública, de CiU, no habría sucedido; si me hubieran mantenido un día más en el hospital, sólo un día más, o unas horas porque salí por la mañana, y porque ya salí con dificultad, se hubiera detectado el problema y puesto remedio de inmediato, y no una semana después.

Para entender el saqueo de la sanidad pública hay que remontarse un tiempo atrás. Sabemos que durante la dictadura no se invirtió en sanidad lo necesario para las mínimas necesidades ciudadanas.De hecho no existía una verdadera red sanitaria pública. Y que sobre esas deficiencias se montó toda una red de sanidad privada, que auguraba pingües beneficios para sus inversores. Pero la condición para que el negocio funcionara–negocio con la salud ciudadana–, era que hubiera una sanidad pública precaria, de segunda o tercera calidad, casi de beneficencia; vamos, para certificar la muerte del paciente.

Pero resultó que, aun con las carencias con respecto al nivel de otros países de nuestro entorno, se logró una de la mejores redes sanitarias públicas, con los mejores profesionales  y con una entrega de éstos para lograr resultados óptimos con raquíticos presupuestos, comparativamente con la Europa de los 15, a los que según la casta política nos equiparamos, en lo que a ellos les interesa, naturalmente.

Sin duda esto era un mal asunto para en negocio de la sanidad privada, que había hecho muchas inversiones en centros sanitarios, que en el terreno de atención estrictamente médica, estaban–lo están– muy por debajo de la pública. Lo que era un contrasentido que los ciudadanos acudieran a la privada con las excelencias de la pública. Trataron de mejorarlo con lo único que podían: con cuestiones accesorias, no médicas; pero ni aún así las expectativas de la sanidad del negocio eran alentadoras. Todo lo contrario.

¿Cuál era la solución? Por supuesto pensando en términos de negocio, acabar con el competidor, liquidar la sanidad pública y que se convirtiera en una sanidad para pobres, donde la gente acuda como se hacía  antiguamente a centros de caridad, al tiempo que se realzaba la excelencia de lo privado, que además sería pagado con dinero público, vía concierto o cualquier otro manejo urdido para tal fin, por el corrupto sistema político de concesiones a dedo, sin concurso público.

Empezaron por cerrar plantas y a precarizarlo todo, hasta mostrar en muchos aspectos una estampa de sanidad tercermundista, con enfermos durante días en camillas en los pasillos; con lo que ya habían dado el primer paso. También se trata de que los ciudadanos culpabilicen a los  trabajadores sanitarios de la situación, por cercanía, en lugar de a los verdaderos culpables. Si un médico no recetaba una exploración porque el jefe lo impedía, la culpa era  del médico. Si, por eliminación de puestos de trabajo una enfermera no atendía con la premura que lo hacía antes, era culpa suya, no de los que habían despedido a los trabajadores para ahorrar y desprestigiar a la sanidad pública.

Para lograrlo había que montar toda una estrategia que justificara el saqueo de los hospitales. Y naturalmente los agentes sin escrúpulos–o con escrúpulos mercantiles–dispuestos a llevarlo a cabo. Y, claro, CiU una vez logrado el poder por un sistema electoral antidemocrático, con las mentiras habituales en campaña, adoctrinamiento y con sólo el 22% del voto ciudadano, se apresuró al desmantelamiento de la Sanidad pública.

Y contrata para dicha inmoral labor, como conseller de Sanidad al jefe de la sanidad privada. Algo así como poner a la zorra a cuidar las  gallinas. Para entender la moralidad de mercader del conseller, baste recordar sus declaraciones de que "la sanidad no es un derecho", lo que viene a decir que no lo es la vida de los ciudadanos. Y deja al desnudo  la intención y la moralidad de este sujeto. Palabras que debían haberle llevado a su destitución y por supuesto ante  un juez por constituir dicho personaje un peligro público.

El ciudadano debe ser consciente de que hasta ahora su salud dependía de los médicos y del resto del personal sanitario. Ahora, obviamente también, pero si la solución a un problema se valora en dígitos, que no le quepa duda  de que su salud en ultima instancia dependerá de la decisión de un político sin escrúpulos que será quien decidirá su suerte. Eso sí, tratarán siempre de escudarse en los profesionales a los que sin duda echarán las culpas de sus políticas saqueadoras en beneficio del negocio privado. Hasta ahí ha llegado la degradación moral de la acción política, que ha perdido todo su origen del término griego;  que  debiera de cambiar de nombre, aunque sólo fuera para llamar a las cosas con propiedad. Y lamentablemente todos sabemos cuál es el nombre de lo que todavía se le sigue llamando "hacer política".

Si uno acude hoy a un hospital catalán, se da cuenta del estado de presión y estrés en que se trabaja. A todas luces falta personal, y el que hay trata con toda su entrega profesional de paliar las carencias que han provocado los recortes decididos por los mercaderes políticos Artur Mas y Boi Ruiz, ahora con el apoyo del PP–quien acaba de indultar a unos cuentos delincuentes ligados a CiU, condenados por corrupción–, tras el idílico matrimonio incestuoso de ambas formaciones  ultras.

El problema del saqueo sanitario no es, ni de lejos, de los trabajadores sanitarios, aunque sean ellos los que en primer lugar y de inmediato, sufran el robo descarado con la bajada de sus ya escuálidos sueldos, y despidos, que los políticos no se  aplican así mismos, como sabemos. 

Lo que a mí me ha sucedió, sin duda le está sucediendo a mucha gente, incluso con resultados mucho perores, fatales; y cada vez sucederá más, a medida que vayan logrando desmantelar la sanidad pública, privatizando servicios, y logrando que la mente calculadora mercantil del conseller de Sanidad imponga sus criterios privatizadores.

Sólo con la movilización ciudadana se puede evitar que se salgan con la suya. Por eso es importante participar en todas las protestas y movilizaciones que se convoquen en defensa de los servicios públicos–sanidad y enseñanza fundamentalmente–por el 15-M o por cualquier otro colectivo que lo haga. No olvidemos que el saqueo lo están haciendo lentamente, poco a poco para que vaya colando sin que la gente reaccione. Pero si nos quedamos pasivos, pensando que a nosotros, de forma individual, no nos afectará, cuando nos demos cuenta no tendremos sanidad pública digna de tal nombre: nos la habrán robado para el negocio de las clínicas privadas, para aquellos que se las puedan pagar–con dinero público– y la inmensa mayoría de los ciudadanos serán las víctimas del manejo y de los negocios a  los que sirve el conseller de Sanidad y CiU.

Valga decir, también para aquellos que aun en contra de sus razones éticas, se muestran pasivos o renuentes ante el destrozo que se está provocando con el saqueo, que las mayores atrocidades de la historia, aunque ordenadas por uno o varios dirigentes políticos, sólo pudieron llevarlas a cabo por la colaboración activa o pasiva de mucha gente que pensaron que con ellos no iba, que quedarían a salvo de lo que la mayoría era víctima, si miraban para otro lado. Después se demostró que estaban en un error. Así sucedió con los crímenes de Franco y Hitler y con tantos otros. Aceptar las injusticias acaba pasando trágicas facturas. Y la factura social que pagaremos los ciudadanos catalanes si dejamos que el saqueo sanitario y de enseñanza siga adelante, será pavoroso, inimaginable, un crimen de lesa humanidad. Y no les servirá de nada a aquellos que pudiéndose oponer ahora, se muestren pasivos o colaboracionistas con las atrocidades fríamente planeadas para enriquecerse con la salud ciudadana.

U. Plaza

Enlaces interesantes sobre el robo sanitario
http://youtu.be/ru4GVlNWO4M