viernes, 18 de octubre de 2013

LA "DIGNIDAD" DEL "CRUZADO" ARTUR (MAS)

    

    Artur Mas ha convertido un acto de gobiernos en una puesta en escena esperpéntica, dejando plantada a la presidenta en funciones Sáenz de Santamaría por cuestiones de protocolo. Lo que carecería de trascendencia, Mas lo ha convertido en titulares de los periódicos –y sobre todo de su televisión, que es suya, pero la pagamos todos–, con lo que eso ayuda a quien no tiene más argumentos que la propaganda. No me parece ni bien ni mal. Aunque ya sabemos lo aficionados que son a las puestas en escena, los mitos de reciente creación, y todo lo que abunde en el victimismo. Va en el ADN de los que carecen de visión general para convertir cualquier cuestión banal en fundamental para vendérselo a todos aquellos adictos a su religión. Pero bueno, esas cosas pasan en el vertedero en que se ha convertido el desvarío político por estos lares del Cruzado Artur (Mas).

    Pero lo que sí es realmente sorprendente es que el presidente de los nacionalistas –ha demostrado hasta la saciedad que no lo es de todos los catalanes, e incluso ostenta el cargo por delegación y con el permiso del fundamentalista de la extrema derecha Oriol Junqueras–, es que semejante puesta en escena de dejar plantada a la vicepresidenta del gobierno por desacuerdos protocolarios, diga que lo ha hecho por dignidad. ¡Toma ya morro! 

   A uno, en su despiste sobre las cuestiones de protocolo que desconoce absolutamente, le viene a la mente que semejante actitud  tan "digna" del president muy bien podría haberla ejercido en cuestiones de mayor calado e importancia, sobre todo para los ciudadanos que pagan su escandaloso sueldo, y no en sus personales cuestiones de fe, que cada uno tendrá las suyas. 

   Por ejemplo, la dignidad podría haberla sacado de los sótanos de su conciencia en los que duerme sin la mejor reacción, a la hora de decidir desmantelar la sanidad pública catalana, como está haciendo en favor de los negocios privados de unos pocos, situación que día a día empeora para que una sanidad que estaba entre las mejores, quede en manos de los que la salud de la gente la miden en dividendos y suntuosos beneficios, como ya la están sufriendo millones de catalanes sin que se conmueva dignidad alguna de tan digno president. 

   También podría Artur Mas  haber tenido un ataque de dignidad a la hora de decidir emplear los millones dedicados a agi-pro de la derecha, de la prensa pesebrista propagandista, que pagamos todos los catalanes–, así como el río de dinero que se le da  a los medios privados convertidos en panfletarios al servicio del régimen, para que hagan propaganda a favor del desvarío ultra que él y los suyos timonean.

    También nos hubiera gustado que Mas, por dignidad, no hubiera asistido a un acto típicamente franquista de con cardenales ultras, como el de Tarragona, codo a codo con sus colegas de la derecha de la caverna española, con la que, digan lo que digan los inventores de mitos y modificadores de la Historia, tantas cosas les une en sus espurios intereses de clase. Que es de eso de los que se trata. Y se haya olvidado tan digno president de que aún hay decenas de miles de asesinados por el franquismo en las cunetas, sin que nadie de forma oficial les rinda homenaje. Ni siquiera a aquellos sacerdotes asesinados por los franquista.

    Y sin ser exhaustivo, porque sería interminable, la dignidad del Cruzado Artur, podría haber llegado antes de recibir, presuntamente, según la fiscalía, los millones de euros del saqueo del Palau de la Música, dirigido por el recaudador Millet.


   A los catalanes que sufrimos  el desgobierno del Cruzado Artur  nos tiene sin cuidado sus manía megalómanas y sus ataque de dignidad a destiempo y oportunista. Sí nos habría importado que la tuviera a la hora de  mantener los servicios sociales, en lugar de desmantelarlos. Eso sí sería tener dignidad. Lo otro, lo que acaba de hacer, simplemente demuestra que Mas, como mínimo, es un maleducado.

Ubaldo Plaza