domingo, 26 de diciembre de 2010

EL DISCURSO



Es más que seguro que los discursos del rey son elaborados y escritos por el gobierno de turno. Lo que da  más argumentos si cabe para considerar la necesidad avanzar democráticamente  hacia la III República, por considerar la poca necesidad que hay de la monarquía, si realmente es así como todo indica. Ya que, curiosamente en el discurso no se hace mención a lo realmente importante para los ciudadanos: la denuncia de los responsables y beneficiados de la crisis. Lo que hace creer que efectivamente es el gobierno quien lo elabora, y es el más  interesado en no señalarlos, además de elaborar políticas a su favor.

Y si no es así –algo increible–, si el rey o sus colaboradores son los que hacen el discurso, entonces es mucho peor, ya que  ha venido a decir lo mismo que el gobierno, tomando partido por los que están de acuerdo con los poderosos. Ha tomado partido por las medidas elaboradas por el gobierno, de hacerle pagar la crisis a los trabajadores, a las clases medias a los más débiles, sin tocarle un pelo a los culpables de la crisis, a los que  expulsan de sus casas a gente honrada, por no poder pagar una hipoteca por haber perdido el trabajo, sin que el gobierno haga nada para impedir semejante atrocidad por parte de los mismos que han recibido dinero público para sanear el desastre. Y cuyos responsables sin el menor pudor se reparten cuantiosos beneficios, a pesar de la crisis.

Se dice que el rey, la  monarquía, es neutral; que no se inclina hacia ninguna opción política. No parece que pedir que se profundice en las medidas y reformas salvajes que sólo perjudican a las clases populares;  las que defienden a los sectores mejor situados, cuando no responsables de la crisis, sea lo más adecuado, de  las que discrepan algunas opciones políticas de la izquierda, los sindicatos incluidos, sea una forma neutral de actuar.  

Tendrían más sentido democrático tener un presidente de la República elegido por sufragio universal, que respondiera ante todos los ciudadanos, que tuviera cierto poder institucional reconocido, para frenar los excesos de los gobiernos, sobre todo cuando se producen agresiones tan desmesuradas de los más poderosos contra los más pobres, como ha hecho el gobierno mal llamado socialista a su servicio. 

Tanto si el discurso del rey ha sido por decisión del gobierno, o motu proprio, queda en evidencia que hay muchos sectores de las clases populares que no pueden compartirlo. Y es sorprendente la actitud de la inmensa mayoría de los medios, que lo valoran en positivo, cuando las medidas tomadas por el gobierno, son criticadas sin embargo, cuando no es el rey quien las menciona. También hace falta en España una prensa verdaderamente libre y republicana, sin sumisiones lacayunas. 



U.Plaza