martes, 14 de julio de 2020

PODEMOS, PUDIMOS, RENUNCIAMOS



Cualquier empresa en la vida, sea lo que sea, requiere en primer lugar saber lo que se quiere; con qué mimbres se cuenta, con qué aliados debe llevarlo a cabo, si procede, y qué quiere hacer a corto, medio o largo plazo. Mucho más si de lo que se trata es de un partido político. 

Podemos levantó muchas expectativas tras la orfandad  en la que millones de personas de las clases trabajadoras estaban por las nefastas políticas de Zapatero, que le puso la alfombra para el acceso al gobierno al jefe del partido más corrupto de Europa, con un  personaje nefasto a servicio del gansterismo financiero; al tiempo que convertía de un plumazo a millones de trabajadores en meros esclavos sin los derechos conquistados durante decenios; y para completarlo hizo una ley mordaza  a la que no le hubiera hecho ascos el dictador.

Pude asistir a algunos actos de Podemos en Barcelona y en algún otro lugar de Cataluña en aquellos primeros meses de su nacimiento. El aforo se ponía a reventar, con más gente fuera que dentro del local. Aquello era apoteósico.  Parecía increíble. Por primera vez en muchos años había perspectivas para hacer frente a los desmanes de la derecha más agresiva, tras la muerte del dictador, en recortes sociales, y más corrupta que nunca. 

La derecha catalana, con Artur Mas al frente,  hermanada a la hora de saquear los derechos sociales junto al PP, saqueó la Sanidad Pública.  Y un partido socialista inventado en Suresnes con el apoyo de la derecha, había anulado con un falso socialista como González, la garra de lucha de los ciudadanos, en los últimos años de Franco y en la llamada transición/transación.

Aquello prometía. Aquel Podemos parecía que iba en la buena vía de los deseos de millones de personas de las clases populares, que habían participado en el 15–M; que veían a Podemos como la culminación de aquellas asambleas en las calles, tras los criminales recortes.

Pero Podemos falló en el principal de los pilares de todo partido: LA ORGANIZACIÓN y el trabajo para su implantación territorial. Se olvidaron, no sé si de forma expresa y malévola por algunos de sus dirigentes, creyendo que con los medios informáticos era suficiente. 

Y sí, las redes sociales, Internet, había que aprovecharlas para que miles de personas que simpatizaran con Podemos pudiera tener acceso a las propuestas del partido. Pero las redes no son suficiente; de hecho es inoperante como hemos podido comprobar, sin una organización sólida. Un partido político necesita presencia de sus componentes, de sus adheridos o como quisieran llamarlos; su compromiso con el proyecto y difusión del mismo en los barrios, o allí donde estén, son insustituibles. Para que el proyecto  avance con la discusión de todos los que participaran, enriqueciendo el debate con su aportación, y sobre todo, democratizándolo en las decisiones, alejando así a los dirigentes de la tentación de decisiones cesaristas ajenas a los intereses de las clases populares.

Creímos que los Círculos iba a ser el espacio para esa participación, que hubiera dado cuerpo a la organización. No fue así; en vez de potenciar los Círculos fueron languideciendo en aquellos lugares donde se habían iniciado. Incluso consolidado fuertemente en algunas zonas populosas; en la mayoría de lugares, sin embargo, ni siquiera nacieron o fueron efímeros por falta de apoyo de las direcciones del partido en las diversas "taifas"; intuyo que por el deseo de algunos de los ya supuestos aliados nacionalistas  locales de Podemos, a los que no interesaría que Podemos creciera como partido de izquierdas. Tendrían en su mente más los delirios reaccionarios del nacionalismo,  que de una izquierda útil a las clases populares. Un partido sin una organización implantada  en todo el territorio, clara y robusta no es nada. Incomprensiblemente se renunció a ello.

Ante la falta de organización, de participación de los militantes de forma directa y no virtual, Podemos cayó en la trampa de diluirse en otras organizaciones, muchas de ellas meros fantasmas, trepas y aventureros, en lugar de mantener las señas de identidad que habían logrado despertar ilusiones. Podemos debía ser Podemos en todas partes. No cambiar de nombre en cada lugar, porque así lo consideraban los aliados nacionalistas "taifales" para que, en lugar de ser lo que se suponía que era para todos, una organización igual en todas partes, fuera más una instrumento de la secta nacionalista de cada lugar, que lograron que fueran otras marcas, otros símbolos, los que predominaran, alejando así de Podemos a muchos ciudadanos que no comulgaban con el nacionalismo. Hasta Pablo Iglesias llegó a afirmar que cuando iba a algún lugar a dar una charla, tenía que preguntar: "¿cómo no llamamos aquí?". ¡De pena! Pero no se corrigió.

Además, Podemos cometió el error de aliarse con los nacionalistas, hasta el punto de comprar  los discurso reaccionarios, del nacionalismo y del independentismo. Cualquier persona de izquierda sabe que el nacionalismo, es enemigo natural de las clases populares, de la izquierda: son la burguesía. Porque, como siempre es una cuestión de clases. A tal punto se llegó, que se ponían a la decisión de los jueces para que una presunta corrupta de la derecha nacionalista, fuera llevada a los tribunales para investigarla. 

   Porque el nacionalismo por su condición de clase de la derecha, nunca estará al lado de los trabajadores, aunque en ocasiones así lo proclamen. Es falso.  Y es un error que Podemos considere de izquierdas a partidos de la burguesía, algunos con verdaderos tintes fascistoides por su trayectoria y su praxis cotidiana. Considerar de izquierdas a los señoritos de la CUP, revolucionarios a caballo entre la casa de papá del L´Empordà, el apoyo a un gobierno de la derecha  (el de los recortes y la corrupción, del Palau, etc.) que intenta tapar sus corrupciones con una huida hacia adelante;  la quema de contenedores y cortes de la vía pública; con cruces amarillas que emulan las  gamadas de triste memoria, es de una miopía absoluta. 

Es un error de bulto y desconocimiento, que Podemos considere a ERC una formación de  izquierdas, por más que el Pijoaparte de Rufián así lo crea en su ignorancia de manual, que no se entera de que él nunca será ario, siempre será considerado un "botifler" por "los buenos catalanes." Por más que se empeñe, como otros, en ser un charnego agradecido, acomplejado, como tantos que conocimos en nuestra militancia, cuando la dictadura estaba en su final.

Podemos pudo haber creado una organización potente; pero se alió con los que en definitiva aspiran más a acabar con la unidad que ayudar a ella. Lo llevan en los genes. Así es la derecha, así es el nacionalismo.

En Cataluña, donde proliferaron los Círculos, prefirieron ignorar todo eso. Los politólogos y nuevos "maestros" de la política olvidaron algo que ningún partido, ninguna persona de izquierdas, debe olvidar –la derecha lo sabe bien y no lo olvida nunca y ejerce, y de qué manera– que es la condición de clase, la lucha de clases.  Aliarse con el nacionalismo, por más que tengan discursos "populares y revolucionarios", al final la cabra tira al monte de su clase y la meta es acabar con la posible hegemonía que  Podemos pudo ejercer en un principio. 

En Cataluña en lugar de consolidar su proyecto se diluyó en un batiburrillo de gente de buena fe, oportunistas, independentistas, que liquidaron las ilusiones de muchos catalanes, víctimas de la derecha nacionalista catalana junto a la derecha nacionalista española, que a la hora de ir contra los trabajadores, se ponen de acuerdo en un instante.  A tal extremo se llegó, que los principales dirigentes y candidatos a las elecciones de Podemos, en Barcelona, eran independentistas. 

Lo que faltaba –y sigue faltando– en Cataluña y en toda España, es un proyecto claro, inequívocamente de izquierdas, sin contaminaciones nacionalistas. 

La debacle de las Elecciones gallegas y vascas son la consecuencia de esa falta de proyecto. Si Podemos quedaba diluido entre los nacionalistas,  era visto como un partido nacionalista, que apoyaba lo mismo que éstos, en contradicción de los intereses de todos. Y ante esta disyuntiva, la gente vota al original antes que al sucedáneo. Es lo que ha pasado en el País vasco y con más desastre en Galicia. Aquella unión con las llamadas "Mareas", que pronto sacaron a relucir su condición patriotera, Al final la marea se ha llevado por delante lo que pudo haber sido, y se dilapidó por extrañas compañías.

Una derrota electoral no es ninguna tragedia si el proyecto se tiene claro; si los contrincantes se tienen claros. Podemos renunció a ser lo que millones de trabajadores deseaban que fuera. En Galicia y País Vasco, han recogido los frutos de un gravísimo error político de bulto.


Podemos nació con una base fácilmente ensanchable; pero la miopía y las prisas le llevaron a hacer alianzas letales. Se deseó "tomar el cielo" antes de que se fabricara la escalera, y lo más importante, antes de que hubieran los los mimbres que debían sujetarla, los trabajadores,  los ciudadanos, para que no descarrilara el proyecto. El cielo tendrá que esperar. Y lo peor es que las condiciones, debido a esas políticas erráticas, se han empeorado.


Resolver los conflictos internos internamente, sin dar cuartas al pregonero, sin alharacas y sin dar cancha a los mercenarios de cierta prensa, conocida por todos. Podemos ha caído en la mima enfermedad en la que suele caer la izquierda: la división. Vimos con qué resultados en Madrid. Por culpa de la misma, una derecha impresentable y corrupta gobierna en el Ayuntamiento y en la Comunidad. ¡Redondo!

En este mismo lugar, hace tiempo, yo  pedía tras ver la deriva hacia el nacionalismo de algunos de los que se habían apoderado de Podemos en Cataluña que Podemos se alejara del nacionalismo como de la peste. La desgracia de que en Cataluña, y en toda España no haya un partido de izquierdas digno de tal nombre y proyecto, ha sido su acercamiento cuando no total asimilación al nacionalismo. El PSUC fue prostituido por la derecha nacionalista  que ocupó la dirección del partido, hasta que acabó con él. Después montaron uno que ni en el nombre ni en sus políticas, son de izquierda. Han sobrevivido a la sombra de las migajas que un corrupto Pujol les otorgaba.  Esa experiencia amarga para los militantes del PSUC y sus simpatizantes, debió alertar a los dirigentes de Podemos si es que realmente querían un proyecto de izquierdas. Parece que nadie aprende en cabeza ajena. 

Decía entonces que no creía que rectificaran, visto los derroteros de Podemos encamados con la burguesía nacionalista, como así fue. Ahora, como entonces no parece que estén por la labor de rectificar su avance hacia el abismo. Pero a pesar del varapalo están a tiempo de corregir el rumbo y crear una organización creíble de la izquierda. Pero, como entonces, no creo que rectifiquen. 

Ubaldo


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