viernes, 17 de junio de 2011

LA FUERZA DE LOS INDIGNADOS: LA NO VIOLENCIA


El jefe del Govern  catalán, Artur Mas, con la falta de rigor y de ideas positivas que lo caracteriza, ha dicho que  "los actos de agresión que tuvieron lugar frente al Palament son actos de Kale Borroka"; y que van a ser investigados. A parte de que todo acto de violencia es repudiable, incluido el que tuvo lugar contra algún diputado o diputada, a la que se le impregnó de pintura, es evidente que la violencia, la Gran Violencia siempre parte del Poder. Y que la otra es consecuencia de aquella.  Porque violencia y no otra cosa es que se agreda a millones de catalanes con medidas de expolio de sus derechos ciudadanos, como se viene haciendo.  Pero a parte de esa violencia política, impuesta por unos políticos que obedecen a sus intereses de clase,  sus negocios de casta, la violencia, pura para entendernos, ha de ser investigada y castigada. No es tolerable que se permita. Pero eso sí, toda violencia. 

El señor Artur Mas muy en su papel de defensor de los intereses de los poderosos, con sus rastreros medios mercenarios de manipulación a su entera disposición, como hemos podido ver estos días en la miseria mental de cientos de periodistas de cámara, han magnificado un hecho anecdótico, sin duda deplorable, pero anecdótico al fin y al cabo si tenemos en cuenta los actos masivos que desde hace más de un mes vienes desarrollando el movimiento democrático de los indignados ha puesto en marcha–que ya quisiéramos que ese espíritu de democracia y tolerancia existiera en las encorsetadas Cámaras de biempagaos diputados–, dice, una investigación para descubrir quién o quiénes fueron los que llevaron a cabo dichos actos violentos. 

Y sería  plausible dicha decisión, si esa vara de medir fuera la utilizada siempre contra los violentos –al margen de la ya mencionada violencia institucional, origen de las de demás–Porque el señor Artur Más necesita una investigación para descubrir a  los posibles alborotadores –de los que por cierto el movimiento democrático de indignados se ha desmarcado, como no puede ser de otra manera–, porque entre miles de personas algunos se comportaran de forma indebida. Sin embargo, a día de hoy, el señor Artur Mas, que sepamos, no ha hecho nada por investigar los hechos gravísimos de  Plaza Cataluña del día 27 de mayo, habiendo  como hay abrumadoras pruebas, evidencias filmadas de una violencia gratuita e innecesaria, cometida por su conseller de Interior, contra pacíficos ciudadanos en el ejercicio de su derecho a protestar.  Nada ha hecho el señor Artur Mas. No ha destituido al responsable de dicha violencia–multiplicada miles de veces comparada por la que él quiere investigar–, sino que lo ha apoyado en sus desvaríos agresivos primero, y en sus no menos desvaríos en persistir en el error de negar las evidencias que todos, al parecer menos el señor Mas, pudimos ver hasta la saciedad, sin que en ningún momento, como afirmaba Puig, se viera por parte alguna la más mínima acción violenta  de los indignados de Plaza Cataluña.

Hubiera sido un ejemplo de democracia si es que tal existiera, y al no hacerlo demuestra  su inexistencia, que el señor Artur Más, al igual que hace ahora con los actos, anecdóticos, pero condenables sin duda de las agresiones frente al Parlament, hubiera hecho intervenir al Fiscal contra los que provocaron las agresiones a los ciudadanos, previa destitución de los responsables, en primer lugar el señor Puig.

El movimiento de indignados es una bocanada de aire fresco en el putrefacto ambiente político y social español, del que Cataluña tiene el dudoso honor de ser de lo más irrespirable, por ser en la práctica un monologo de políticos que bien podrían estar todos en el mismo partido. Y los ciudadanos, con muchas dificultades por no haber sido educados para ejercer la democracia–la de verdad, la participativa, no la parodia de los políticos para beneficio propio–, están aprendiendo muy deprisa. De ahí que una y otra vez eleven las manos al aire e insistan "estas son nuestras armas"; es decir la paz, la tolerancia, el diálogo y la no violencia, que sin embargo es ejercida contra ellos con violencia con marcado tinte ideológico de defensa de privilegios.

Artur Mas considera grave la anécdota del Parlamen. Y lo es, porque toda violencia es grave. Pero si tenemos en cuenta que a estas alturas hay miles de familias sin trabajo, viviendo de la miseria de la pensión congelada de los abuelos; si tenemos en cuenta que miles de familias están siendo esclavizadas de por vida, y hasta sus hijos y que es posible que llegue a sus nietos, por los bancos–con el vergonzoso apoyo institucional de los políticos–; si tenemos en cuenta que hay casi un 50% de paro juvenil, y que el joven que trabaja lo hace casi en condición de esclavo, con unos sueldos que ni son de subsistencia; si tenemos en cuenta que ya es cotidiano ver legión de personas hurgando en los contenedores de basura por si encuentran algo para que coman sus familias; si a esto sumamos la vergonzosa situación de escandalosos sueldos y prebendas, coches oficiales y las pensiones que les queda de la casta política, y su apoyo a la chulería de los delincuentes financieros, culpables de la crisis sin que hasta ahora ninguno esté en la cárcel como correspondería; si tenemos en cuenta que está en marcha el mayor expolio de la Sanidad pública y de la Enseñanza catalanas para hacer de la cultura y la salud negocio de unos pocos depredadores sociales, encabezados por el gobierno ultra de la Generalitat,  ¿alguien en su sano juicio que no forme parte del tinglado de ladrones de los beneficiarios de este sistema, que permite semejantes  barbaridades de desigualdades, puede considerar que de verdad hay violencia por parte de las víctimas de la violencia institucional, que merezca tal nombre? Cualquier sociedad, con mucho menos de lo antes dicho ya habría hecho, como dirían los clásicos, "arder Troya". 

Sin embargo, la actitud madura y democrática de los ciudadanos –que quisiéramos ver en los partidos políticos mayoritarios–es de respeto. De creación de espacios de libertad, negada hasta ahora,  y de pedagogía democrática; la que no han recibido de los poseedores del Poder por no interesarle que el ciudadano piense por sí mismo. La tolerancia de la ciudadanía que protesta contra la violencia institucional hay que considerarla ejemplar. Y Artur Mas y el resto la los políticos lo sabe muy bien. Pero también sabe que precisamente en esa actitud democrática y de no violencia radica su fuerza y su razón. Y es por eso que el señor Artur Mas y su conseller de Interior, el inefable  ultraderechista Felip Puig, tratan de descalificar a los demócratas que  los han desnudado en plana calle y puesto al aire libre sus vergüenzas, sus manejos y sus negocios antidemocráticos  de mercaderes con los bienes públicos que manejan a su antojo. 

Porque los indignados son peligrosos, no porque ejerzan la violencia, sino precisamente por todo lo contrario. Así que hay que descalificarlos en lo que el movimiento de indignados más repudia y hacerlo responsable de lo que ni por activa ni por pasiva éstos aceptan. Los  privilegios de Mas y su casta de mercaderes peligran más con un movimiento pacífico que con una panda de energúmenos que ataque a las personas y que destrocen mobiliario.  No son peligros para la casta política los grupos que destrozan en las Ramblas cabinas telefónicas y escaparates en acontecimientos deportivos o de otra índole. Al fin y al cabo justifica la existencia de los pertrechos para la represión, que tienen reservado contra los movimientos sociales que sí puede cuestionar sus mangoneos.


 El pacifismo democrático de los indignados, sí  preocupa a Mas y a su amos los financieros. Y Artur Mas y el resto de políticos del sistema lo saben muy bien. De ahí lo de ver la paja de la violencia del Parlament, y no la viga de las mile veces más grande de Plaza Cataluña. Y se comprende, es una cuestión de clase, de privilegios a preservar, cueste lo que cueste. Porque aquí,  a estas alturas de la función, ya se les han caído las máscaras,  que convertían en demócratas a autoritarios defensores de sus reinos. Porque ahora ya CiU no se ha destapado del todo, con su relación incestuosa con el PP, porque son de la misma familia ideológica de la fauna depredadora.

U. Plaza


jueves, 16 de junio de 2011

DE LOS BROTES VERDES, A LOS BROTES NEGROS

Lo que está aconteciendo en España durante estos días, por la facilidad con que las fuerzas represivas intervienen contra los ciudadanos que en las calles ejercen su derecho a protestar, es de suma gravedad. La utilización de los cuantiosos recursos públicos que el pueblo entregan a  los supuestos servidores públicos, lo son para ser defendidos, no para ser atacados para impedir que se ejerza el derecho legítimo a protestar, cuando creen que los políticos  y sus superiores en la sombra los están engañando, ayudando a los culpables de la crisis, y dejando en la estacada a los ciudadanos que han puesto el dinero para que los banqueros  se sigan repartiendo cuantiosos beneficios. La fuerza desmesurada e innecesaria contra la protesta, recuerda desgraciadamente tiempos pasados con Martín Villa o Fraga: la chulería del poder dictatorial que éstos siniestros personajes de la dictadura ejercieron.

El ejercicio de la violencia contra los ciudadanos, como ha tenido lugar en Barcelona por el gobierno de la derecha de CiU, el que quiere liquidar la sanidad y la enseñanza en beneficio de los negocios privados, de la mano del conseller  Felip Puig;  y la de hoy en Valencia de la de Rubalcaba, que es quien manda a la Policía Nacional como ministro del Interior, no se puede comprender, y menos justificar con falsedades como ha hecho Puig. Sólo se comprendería en una dictadura, nunca en una democracia, incluso en una democracia de tan baja calidad como la española, en manos de la banca y de unos señores que, como hemos visto recientemente, ponen a salvo los intereses de los especuladores banqueros, y dejan en la indigencia a miles de desahuciados por estos.

Las personas que protestan contra todo este estado de corrupción y de atropello, urdido por los financieros, con el apoyo de los políticos sin principios con más poder, piden que se acabe este estado de cosas; y piden democracia, como antaño, porque saben por propia experiencia que no la hay, que esto es una parodia, un teatro del disimulo con títeres que se saben la función por repetida. Saben muy bien, sobre todo los jóvenes, que, o se enfrentan a los culpables, tratan de cambiar y mejorar el curso de las cosas, o carecenrán de futuro. Se lo robarán a millones de jóvenes, como se lo robaron–nos lo robaron– a los que participaron en la lucha contra la dictadura, que nos vendieron un sistema moldeado a sus gusto y para su disfrute, monarquía incluída.

La represión que estos días están ejerciendo los  que mandan a las fuerzas represivas, saben muy bien que no es un problema de orden público lo que quieren atajar. Porque no hay tal desorden, salvo que su mentalidad de engreídos del poder que creen propio, les lleve, como le ha sucedió a Más y a su gente, a protegerse del pueblo que los paga.  Lo que intentan los que de verdad ejercen el poder, es decir los grandes culpable de la crisis y los que se están beneficiando de ella, es la liquidación de la protesta. Consideraban que todas las medidas de expolio emprendidas por los gobiernos contra la ciudadanía, que en realidad consideran súbditos,  iban, como hasta ahora, a contar con la pasividad, cuando no con el aborregamiento ciudadano, para lo cual llevan mucho tiempo trabajando. 

Pero como los problemas son de suma gravedad para la inmensa mayoría,  ha calado la protesta en cuanto alguien, como 15-M  ha señalado a los culpables y se ha alzado como una plataforma de lucha y de indignación. Y en las asambleas la gente ha podido, de verdad, ejercer la democracia, secuestrada por los poderosos. Y ha sido así, por el desprestigio de los partidos y sindicatos llamados mayoritarios, no han sido capaces de responder a la situación, ubicados en su torre de marfil. Tampoco, precisamente por su lejanía del pueblo, éste les hubiera hecho caso. Son parte del sistema corrompido.

Lo que los gobiernos intentan, primero desacreditando, infiltrando, y si no les da el resultado deseado, reprimiendo, es lo mismo que pasaba cuando la dictadura: la gente exigía democracia y los apaleaban. Hoy, aunque lo quieran maquillar, la situación es similar: se pide democracia para evitar que nos esclavicen los bancos y sus acólitos. Pero en eso los poderosos no están dispuestos a ceder tan fácilmente. Y para ello están hombres como Puig y Rubalcaba,  u otros que pueden venir. Pero eso es sumamente peligroso; porque la intolerancia y la violencia ejercida desde el poder, puede degenerar en brotes de fascismo, más o menos disimulado, más o menos justificado con los más peregrinos argumentos, incluso con  manipulaciones y mentiras.  Si a un ciudadano se le reprime por ejercer sus derechos, eso le podrán llamar como  quieran los responsables, pero tiene un nombre muy feo: fascismo. De momento encubierto. Y los que ejercen la violencia debieran pensarlo dos veces antes de reprimir. 

Lo que vimos en Plaza Cataluña el 27 de mayo, y lo que hemos visto hoy en Valencia, no puede justificarse en modo alguno, por un gobierno que se llame democrático. Pertenece a otro tipo de "valores", Y desgraciadamente los españoles de eso sabemos demasiado. De los inexistentes "brotes verdes", podemos pasar a brotes negros.

U. Plaza

miércoles, 15 de junio de 2011

TENTACIONES AUTORITARIAS DEL ULTRADERECHISTA ARTUR MAS

Artur Mas, el jefe del gobierno ultraderechista de Cataluña, con el verbo ligero e insultante de la derecha más reaccionaria conocida,  hasta ahora oculta y disimulada con una pretendida FALSA formación nacionalista transversal y progresista, está dando pasos agigantados para utilizar  cada vez más, métodos de caire fascistoide. El primer acto lo vimos con la agresión de su muy reaccionario Felip Puig, que no ha sido destituido, por lo que Mas comparte sus hazañas.

Dice Mas, que "dentro de unas horas" podría utilizar el arsenal represivo que los ciudadanos ponemos en sus manos para que nos defienda, para agredirnos, usando, dice, "el uso legítimo de la fuerza". El ultra Más, beato de misas frecuentes, que como todo el mundo sabe el cargo le viene demasiado ancho por su mediocridad manifiesta, llama legítimo el uso de la represión. Que es a lo que se refiere con semejante eufemismo. Y sin embargo, Mas,  no considera legítimo que los ciudadanos se indignen por la mayor agresión que los catalanes sufrimos   por parte de su casta  de privilegiados financieros y políticos, corruptos muchos de ellos, y porque nos indignemos por que quieran privatizar la sanidad pública, despedir a un montón de sanitarios, convertir la escuela en inoperante, y que las públicas hagan negocio.  Tampoco le parece  mal, al señor Mas que los muy ricos–sus amigos– hayan sido  excuídos de pagar unos impuestos, un montón de dinero que solucionaría muchas de las agresiones que su gobierno ultraderechista asestará a la ciudadanía más pobre.  Eso no le parece mal al mediocre Consegliere en capo

La inmoralidad de considerar legítimo lo que los poderosos hacen, e inmoral lo que los hacen ciudadanos, ante la falta de cauces democráticos–llamar democracia a este régimen de financieros y lacayos políticos es un insulto hasta para el diccionario–es un puro disparate. Los ciudadanos deben legítimamente luchar por sus derechos. Y al no tener otros medios que salir a la calle, porque las instituciones están bajo la batuta de la casta a la que pertenece Más y sus amos financieros que les dan las directivas por dónde deben dilapidar, es de todas legítimo que lo hagan. Cuando haya democracia, cuando las instituciones se correspondan con los deseos del pueblo, entonces sí se podrá esgrimir razones correctoras si algo se sale de los cauces democráticos, ahora  no tiene ninguna. 


El único argumento es la represión, como cuando la dictadura. Por más que digan que han sido elegidos. Todos sabemos que lo ha sido, Mas y el resto de la casta, por una ley electoral antidemocrática, y por el apabullante control de los medios de manipulación, que no de información que controlan. Baste ver la televisión suya, la de TV3, para comprenderlo. Y en esa tónica están la inmensa mayoría, aunque algunos con más descaro que otros.

U. Plaza





Estos son los "manifestantes violentos". Recomiendo su visión, no tiene desperdicio hasta dónde se puede llegar para manipular y mentir.


http://youtu.be/YcmvzRvsf8g

A BONO SE LE DISPARAN LOS GENES

A José Bono se le han vuelto a disparar sus genes de hijo de falangista.  Este hombre pierde las formas cuando debiera callar, pero no lo puede evitar, es lo natural en él. Lo mismo iza una kilométrica bandera para exhibir su estúpido patrioterismo de nacionalista español, contra otros no menos estúpidos patrioterismos  nacionalistas  periféricos, para demostrar que él la tiene más grande;  que reprocha a un viejo republicano que ondee su bandera tricolor, por la que luchó defendiendo la libertad con, en un acto con años de retraso, que debiera haberse llevado a cabo  muchos años antes, de reconocimiento, a los que fueron masacrados por aquel golpe de Estado que acabó con la democracia. El señor Bono, sin duda es un ejemplar insólito, digno  seminarista trepista,  de la casta de privilegiados políticos. Y que se ve en la necesidad de expulsar de su cuerpo todas las culebras que va reteniendo, para seguir defendiendo sus privilegios.

Otra vez, como era previsible, el señor Bono nos ha dado una lección de intolerancia contra los que pagamos su abultado sueldo. Y lo ha hecho poniendo al día sus genes de hijo de falangista, engrasando sus instintos patrioteros de señor de orden del viejo régimen–ese orden que es un desorden para la mayoría– y ha pedido que actúen las fuerzas represivas–¿como en los mejores tiempos, señor Bono?–contra los ciudadanos indignados precisamente contra personajes como él, que representan lo que representa él,  contra el status que él defiende y que tan bien le va a los de su casta. Lo ha hecho contra el legitimo derecho de los ciudadanos a defenderse de  gente como él. 

Porque el señor Bono ha pedido que actúen las fuerzas represivas, esas que pagamos todos, en teoría  para que nos defiendan, contra los ciudadanos que protestan delante del parlamento de Cataluña, porque en ese lugar se estaba cometiendo el mayor genocidio social que se ha conocido tras la muerte del dictador, por CiU y sus recientes encamados amantes del PP, aunque todos sabíamos que mantenían relaciones incestuosas desde siempre, entre parientes ideológicos de la derecha más cavernícola  a la que ambas familias pertenecen, por más que en pujolandia  lo hayan querido disimular. 


Y al señor Bono le parece "intolerable" que se les diga a los políticos lo que se piensa de ellos y sus marrullerías golfantes; pero no que éstos ejecuten el mayor hachazo a los derechos de las clases populares; eso no le parece mal al señor Bono. Ni que la casta política  defiendan a los culpables de la crisis, a los bancos, como lo demostraron ayer en el pleno del Congreso, propiciando–su tribu y la del PP, pero con la abstención del partido-chantaje de CiU–que los ciudadanos desahuciados sean esclavizados con deudas de por vida, e incluso que la misma la tengan hasta sus nietos por la hipotecas.

Bono pide represión–él lo llama, repitámoslo, orden,–porque su genes reaccionarios no le permiten entender otra forma de hacer las cosas. Y seguramente es que no las hay, porque esas otras formas, las que piden los indignados, quebraría sus privilegios insultantes de casta. Así que se comprende a la legua, que el privilegiado Bono rechace métodos democráticos y pida métodos clásicos y contundentes, que son los que han utilizado siempre las viejas castas decadentes, incluso cuando estaban al borde del abismo, con pretensiones de permanencia,  de etenizar hasta donde sea posible, sus privilegios.

A estas alturas del desvarió de la casta de privilegiados políticos, no sabe uno que es peor: que este señor de la derecha profunda, de la España profunda de rezo, cirio y genuflexión ante los obispos, de olor a incienso,  esté militando en un partido que tiene el nombre de socialista; o que ese partido siga teniendo tal nombre; o, el por qué sus bases militantes, tan expoliadas como el resto de ciudadanos por sus dirigentes,  no se rebelan indignados, aunque algunos ya empiezan tímidamente ha indignarse. Se comprende que no lo hagan los caciques y caciquillos, que mal que bien tengan algún hueso que roer, pero  los honrados militantes de base debieran responder a las agresiones. 

Decía hace poco el polémico Antonio Romero, el que fuera diputado por Málaga por IU, ante una de las  ocurrencias del hijo del falangista, sobre Cayo Lara y la Cipriana–que Romero dice es la Tomasa– que todo en Bono era falso, hasta el pelo. Estoy bastante de acuerdo, porque a la vista está que de socialista nunca ha tenido nada, por lo tanto, falso; y me inclino a creer que por mucho exhibición de meapilas que enarbole, tampoco se ajusta a la verdad. Ya que seguiría los postulados de la Iglesia de Rouco, la más auténtica, la eterna, la del polaco y la del pastor alemán –por ejemplo la ley del aborto y el matrimonio homosexual–. Pero eso le costaría el cargo; y es evidente que prefiere el cargo aunque se condene al fuego eterno. Debe pensar que vale más cargo aquí que beneficios celestiales cada vez más dudosos en el más allá.  Todo es falso en este hombre, dice Antonio Romero. Menos sus genes, creo yo, de intolerante. Que, estudios genéticos quizá los exculpen, por ser eso, genética, la herencia. Uno no es culpable de sus genes, ni de los que desarrollan la intolerancia, aunque haya quien los emplee para seguir trepando o manteniéndose en la cúspide.

U. Plaza


martes, 14 de junio de 2011

¿TRANSPARENCIA, O INSTRUMENTOS DEMOCRÁTICOS DE CORRECCIÓN?

La casta política, por boca del cansino e inefable Bono, ha dicho que quiere dar transparencia a las prebendas y beneficios que reciben los diputados. Y a primera vista eso parece bueno. Siempre es interesante que las cuentas del dinero de todos estén claras–también las de la monarquía, hasta que llegue la IIIª República en la que se elija la primera institución del país democráticamente–. Pero eso no es suficiente. Es decir, es absolutamente insuficiente e ineficaz. Porque cualquier ciudadano por poco ducho o enterado que esté sobre lo que percibe un diputado o un, a todas luces innecesarios Senador, de lo que sí está seguro es de que sus sueldos son escandalosamente inmorales. Le bastará con ver el tren de vida de ellos, y la miserable del ciudadano medio; eso suponiendo que esté trabajando y no sea presa de los bancos y sus desahucios, apoyados por Sus Golferías, perdón Señorías.

Está bien que todos podamos acudir a las fuentes para saber con exactitud lo que se llevan los políticos en privilegios, cuando dicen que están a nuestro servicio. Pero eso no es lo importante. ¿De qué nos  sirve saber todo eso, más allá de coger un morrocotudo cabreo, si no podemos hacer nada para evitarlo?  ¿De qué nos puede servir esa información si tras esa aparente "trasparencia" los políticos se atrincheran es sus múltiples urdidos privilegios para impedirnos cambiar semejante injusticia? No nos servirá de nada. Lo que hace falta son instrumentos democráticos para impedir, primero que se puedan dar esos casos, así como instrumentos para eliminarlos de inmediato si se dieran, expulsando al delincuente–delincuente es el que se apropia de lo que no es suyo, más si son bienes públicos–del cargo, que se pueda remover todo político de inmediato si ha abusado de su cago, sin dilación.

Todo lo demás son cantos a la luna  para tratar de recuperarse en lo que sea posible–con los medios de manipulación pesebreros a su servicio–  del desprestigio ganado a pulso por la casta política, tan dócil con los poderosos y tan enérgicos contra los débiles. Hasta ahora, a pesar del escándalo que supuso que casi al unísono bajaran los sueldos de los trabajadores funcionarios y otros, congelaran las pensiones, y se blindaran sus ya escandalosos privilegios. Y su moral ni siquiera les había hecho mella para caer en la cuenta de la aberración que suponía semejante decisión antidemocrática y caciquil, de bajarle el sueldo a los demás y blindarse las propias prebendas. Están tan instalados en su Olimpo particular, que la ética es cosa desconocida para ellos.  Si Bono lo dice ahora–pero sólo en lo de publicar, no corregir–, es porque algo se está moviendo; porque es un clamor de miles de voces y murmullos en toda España que claman contra los políticos y contra esto que llaman democracia, y no lo es, sino privilegio de unos cuantos, sobre todo los amos del dinero, del que ellos reciben una parte.  Y lo que intenta Bono y su casta, es confundir, hacer como que algo se hace para que todo siga igual. Porque ya se cuidarán muy mucho de poner diques burocráticos para que todo intento de atajarlo, sea en la práctica imposible. Ellos seguirán a lo suyo, porque están convencidos de que son elegidos por los dioses. No dan más de sí. Tenemos la desgracia de tener la peor casta política de todos los tiempos que llamados democráticos, la más mediocre que ha hecho de la política su modus vivendi sin otros objetivos. Hasta que el pueblo diga ¡NO!

U, Plaza

Día 19 de junio, !TODOS A LA CALLE!

sábado, 11 de junio de 2011

FRANCIA, LOS INTELECTUALES Y ESPAÑA

Si algo envidio de los franceses es el trato que dan a sus intelectuales. Y tanto es así que hasta se han apropiado de un sin fin de intelectuales y artistas, por derecho propio, de todo el mundo a los que han dado cobijo y han ensalzado su pensamiento.  Los franceses consideraban propio a Picasso, a pesar de que nunca se nacionalizó francés y siguió considerándose un exiliado y un enemigo de la dictadura franquista, tan enemiga ésta de la cultura. 

Jorge Semprún es el caso español más reciente. Los franceses lo han homenajeado como un intelectual  francés que, como Picasso tampoco quiso nunca dejar de ser español, aunque escribía indistintamente.  Los franceses, en esto como en tantas otras cuestiones, están a años luz de nosotros y nuestras miserias.  Jorge Semprún fue un prisionero de la barbarie nazi. Y recibe el reconocimiento de su pueblo de adopción, por su lucha en la resistencia, por su detención en un campo nazi, y por su valía como intelectual de izquierdas. Los franceses no hacen distinción en eso.  Todos los intelectuales son franceses–sean de nacimiento o no–de todo el pueblo francés, tengan las ideas que tenga, y eso enriquece su cultura. 

De España no se puede decir lo mismos para nuestra vergüenza. Miles de hombres y mujeres lucharon contra la misma bestia fascista contra la que luchó Jorge Semprún, en las Brigadas Internacionales, de muchos países  del mundo, cuya mayor dotación procedía precisamente de Francia. Pero también de Estados Unidos, Reino Unido, de Alemania por luchadores demócratas alemanes, contra lo que asolaba su país, y de unos cincuenta países más que estaban dispuestos a defender la libertad de los españoles contra las fuerzas de la barbarie y el oscurantismo que representaban los sublevados,  con sus castas de parásitos, y su Iglesia a la cabeza, que querían parar la Historia. 

Ningún homenaje oficial digno de tal nombre han recibido por parte de los poderes públicos españoles aquellos  generosos luchadores, del Estado y del gobierno español. Ya apenas quedan un puñado de ellos, muy ancianos. Han pasado más de 35 años desde la muerte del dictador. Y desde entonces ha habido en España nada menos que 21 años de gobiernos supuestamente socialistas; algunos de aquellos dirigentes, se pavonean estando presentes en el homenaje que los franceses le rinden a Semprún, cuando debieran avergonzarse de no haber hecho todo lo posible para que Semprún se sintiera bien en España, para que muriera en su tierra, y que recibiera los honores que merecía, como luchador por la democracia y como intelectual; como tampoco  han hecho  nada por la recuperación, de verdad y a cargo del Estado,  de forma efectiva, de la memoria histórica que haga justicia a tanto asesinado. No, aquí llevamos ante los tribunales al único juez que lo ha intentado, como si el caudillo dictara todavía – quizá así sea en muchas parcelas de la vida–.  Y haber homenajeado con pleno conocimiento público a aquellos que lucharon al lado del pueblo español, dejando su vida en nuestros campos de batalla, más de 15.000. Gran número de ellos, también alcanzaron pasado el tiempo  su lugar en el mundo intelectual. Pero en España, la dictadura prescindió de los muchos intelectuales que tuvieron que exiliarse, lógicamente viniendo de un régimen que instaló el  mayor de los fanatismos medievales religiosos. Pero cuando llegó la supuesta democracia –hoy más fraude que otra cosa– ningún gobierno democrático, ni siquiera hizo el esfuerzo de recuperarnos de aquella barbarie fascista, ofreciendo a los intelectuales que aún quedaban, un activo reconocimiento. Y si no lo hicieron con los españoles, menos lo iban a hacer con los numerosos extranjeros. Aquellos que llegaron en los primeros tiempos tras  las primeras elecciones, se pasó de puntillas para no darles el lugar de honor que merecían, para olvidarlos de inmediato. Los intelectuales en España,  siempre son sospechosos. Y teniendo en cuenta la mediocridad de la clase política que padecemos, tiene su lógica. Un intelectual crítico es bueno para la salud democrática, pero no para mantener esta entelequia partitocrática. 

Pero un país que no cuide a sus intelectuales, es un país que siempre irá a remolque, por muy destacados que sean. Y los franceses los saben.  Y por eso son capaces de convertir en propios a los que deciden asentarse en su país.  En España es más importante para la casta política un español supeditado, sea por la Iglesia, sea por los medios idiotizadores, que hacer de una vez un país de ciudadanos que sepan valorar el esfuerzo intelectual. 

Por eso se da en España, supuestamente moderna, y no en otro país, aberraciones como que se le rinda en cierta forma  homenaje a un delincuente que dio un golpe de Estado, provocó una guerra y sostuvo una cruel dictadura que causó miles de muertos y exiliados. Y no se les haga el menor caso a los que lucharon por la libertad. Es más, se ha logrado que los verdaderos intelectuales sean cuasi clandestinos, en lugar de ser lo que en pura lógica debieran ser, los agitadores de las conciencias de los ciudadanos. Pero eso es muy molesto porque requiere que haya mayor nivel de crítica real, y menos pesebre. Ciudadanos, no súbditos.

U. Plaza




LAS IMÁGENES, INTERNER Y LOS TRAMPOSOS DEL PODER


Que la derecha española es maestra en manipular la Historia es algo que todo el mudo sabe; los mismos que cuando cometieron sus crímenes se vanagloriaron de ello, pasado un tiempo trataron de ocultarlos, los negaron y siguen negándolo, e incluso se los atribuyen a las víctimas de sus atropellos con la revisión de los hechos, para lo que cuentan con numerosos servidores desinformativos. 

Es lo que hacen los dinosaurios de la desprestigiada Academia de la Historia que, al no haber llegado la democracia a dicha  institución, y seguir infectada  de franquistas, este colectivo en sus reuniones, suponemos que recordando a su sanguinario militar golpista, su caudillo, las inician con un rezo. Pero en el mundo moderno esa tarea de volver a asesinar a los asesinados, falseando los hechos, es más difícil, aunque no imposible, por contar con todos los medios de manipulación para ello, para que queden impunes. Pero qué duda cabe de que de no ser por los medios de difusión como internet que han dado cuenta de algunpa artículos hagiográficos, sólo se hubieran enterado, unos pocos.


El golpe de Estado del 23-F fue televisado en directo,  lo que impide que nieguen los hechos, ya que todos pudimos ver la chulería de un grupo de guardias civiles ocupando el Congreso de los Diputados. Las imágenes son tan evidentes que han quedado en nuestra memoria, y se pueden difundir muy fácilmente. A pesar de lo cual intentan, una y otra vez quitarle importancia, justificarlo cuando no negarlo, e incluso revisarlo para dejar en buena situación a los bandidos que lo intentaron, y sobre todo, los que estaban detrás. No entramos en las muchas versiones que se le ha querido dar, toda vez que, dígase lo que se diga, el golpe está claro que lo dieron, pero la verdad, la trama que lo protagonizó, sigue sin revelarse de verdad, aunque todos lo intuimos; muchos implicados, quedaron a salvo. Pero nos quedan la imágenes para que, por lo menos se pueda certificar que hubo un golpe de los   que añoraban la dictadura y sus tramas del poder, que no son todos militares, ni de lejos. Los golpes de Estado los protagonizan  militares, pero los dan los civiles, el mundo del dinero, y sus consejeros espirituales. También el de Franco fue posible por la ayuda de esos poderes entre otros, que hoy han alcanzado tan desproporcionado poder, que en sí, el "golpe" se puede considerar a nivel universal.

Algo parecido sobre las imágenes, aunque salvemos las distancias, pasa con los atropellos ocurridos en la Plaza Cataluña de Barcelona,  de la mano del ultraderechista Felip Puig, que por la cantidad abrumadora de imágenes difundidas no le es fácil ocultarlo, a pesar de lo cual, como es propio de la derecha manipuladora, lo intenta con toda inmoralidad, tomándonos por tontos a los ciudadanos catalanes que pagamos su sueldo. Y busca como suelen hacer los tramposos, culpar a las víctimas que sufrieron  su irracional ataque, que nos recuerda a la dictadura por sus métodos. Si no estuvieran ahí las imágenes que lo explican claramente todo sin necesidad de intermediarios, a estas alturas, el  reaccionario gobierno de CiU, el que está ya expoliando la Sanidad Pública a los más débiles mientras le baja los impuestos a los poderosos, para que la privada hagan negocio; y sobre todo el responsable de las agresiones, Felip Puig, estaría negando, no sólo que hubiera habido tales agresiones a pacíficos ciudadanos como se empecina,  en su desproporcionada y aventurera decisión de matón de barrio, para, al parecer alimentar sus frustraciones –que sigue negando– sino que ni tan siquiera aceptaría que los Mossos d´Esquadra  hubieran aparecido por la emblemática plaza. Por eso en este caso son tan importantes las imágenes. Si Puig tuviera una filmación, sólo una imagen en la que apareciera un sólo gesto de agresión ciudadana a sus policías, que no quepa duda que la explotaría, y con la ayuda de los medios del pesebre, intentaría "tapar" las miles de fotos y filmaciones que dicen lo contrario. Pero el mundo de internet, y a pesar de que ya traman los poderosos la censura, como han hecho siempre los dictadores, es de una diversidad tan evidente, que sus mentiras pronto son desenmascaradas. 


U. Plaza