sábado, 11 de junio de 2011

FRANCIA, LOS INTELECTUALES Y ESPAÑA

Si algo envidio de los franceses es el trato que dan a sus intelectuales. Y tanto es así que hasta se han apropiado de un sin fin de intelectuales y artistas, por derecho propio, de todo el mundo a los que han dado cobijo y han ensalzado su pensamiento.  Los franceses consideraban propio a Picasso, a pesar de que nunca se nacionalizó francés y siguió considerándose un exiliado y un enemigo de la dictadura franquista, tan enemiga ésta de la cultura. 

Jorge Semprún es el caso español más reciente. Los franceses lo han homenajeado como un intelectual  francés que, como Picasso tampoco quiso nunca dejar de ser español, aunque escribía indistintamente.  Los franceses, en esto como en tantas otras cuestiones, están a años luz de nosotros y nuestras miserias.  Jorge Semprún fue un prisionero de la barbarie nazi. Y recibe el reconocimiento de su pueblo de adopción, por su lucha en la resistencia, por su detención en un campo nazi, y por su valía como intelectual de izquierdas. Los franceses no hacen distinción en eso.  Todos los intelectuales son franceses–sean de nacimiento o no–de todo el pueblo francés, tengan las ideas que tenga, y eso enriquece su cultura. 

De España no se puede decir lo mismos para nuestra vergüenza. Miles de hombres y mujeres lucharon contra la misma bestia fascista contra la que luchó Jorge Semprún, en las Brigadas Internacionales, de muchos países  del mundo, cuya mayor dotación procedía precisamente de Francia. Pero también de Estados Unidos, Reino Unido, de Alemania por luchadores demócratas alemanes, contra lo que asolaba su país, y de unos cincuenta países más que estaban dispuestos a defender la libertad de los españoles contra las fuerzas de la barbarie y el oscurantismo que representaban los sublevados,  con sus castas de parásitos, y su Iglesia a la cabeza, que querían parar la Historia. 

Ningún homenaje oficial digno de tal nombre han recibido por parte de los poderes públicos españoles aquellos  generosos luchadores, del Estado y del gobierno español. Ya apenas quedan un puñado de ellos, muy ancianos. Han pasado más de 35 años desde la muerte del dictador. Y desde entonces ha habido en España nada menos que 21 años de gobiernos supuestamente socialistas; algunos de aquellos dirigentes, se pavonean estando presentes en el homenaje que los franceses le rinden a Semprún, cuando debieran avergonzarse de no haber hecho todo lo posible para que Semprún se sintiera bien en España, para que muriera en su tierra, y que recibiera los honores que merecía, como luchador por la democracia y como intelectual; como tampoco  han hecho  nada por la recuperación, de verdad y a cargo del Estado,  de forma efectiva, de la memoria histórica que haga justicia a tanto asesinado. No, aquí llevamos ante los tribunales al único juez que lo ha intentado, como si el caudillo dictara todavía – quizá así sea en muchas parcelas de la vida–.  Y haber homenajeado con pleno conocimiento público a aquellos que lucharon al lado del pueblo español, dejando su vida en nuestros campos de batalla, más de 15.000. Gran número de ellos, también alcanzaron pasado el tiempo  su lugar en el mundo intelectual. Pero en España, la dictadura prescindió de los muchos intelectuales que tuvieron que exiliarse, lógicamente viniendo de un régimen que instaló el  mayor de los fanatismos medievales religiosos. Pero cuando llegó la supuesta democracia –hoy más fraude que otra cosa– ningún gobierno democrático, ni siquiera hizo el esfuerzo de recuperarnos de aquella barbarie fascista, ofreciendo a los intelectuales que aún quedaban, un activo reconocimiento. Y si no lo hicieron con los españoles, menos lo iban a hacer con los numerosos extranjeros. Aquellos que llegaron en los primeros tiempos tras  las primeras elecciones, se pasó de puntillas para no darles el lugar de honor que merecían, para olvidarlos de inmediato. Los intelectuales en España,  siempre son sospechosos. Y teniendo en cuenta la mediocridad de la clase política que padecemos, tiene su lógica. Un intelectual crítico es bueno para la salud democrática, pero no para mantener esta entelequia partitocrática. 

Pero un país que no cuide a sus intelectuales, es un país que siempre irá a remolque, por muy destacados que sean. Y los franceses los saben.  Y por eso son capaces de convertir en propios a los que deciden asentarse en su país.  En España es más importante para la casta política un español supeditado, sea por la Iglesia, sea por los medios idiotizadores, que hacer de una vez un país de ciudadanos que sepan valorar el esfuerzo intelectual. 

Por eso se da en España, supuestamente moderna, y no en otro país, aberraciones como que se le rinda en cierta forma  homenaje a un delincuente que dio un golpe de Estado, provocó una guerra y sostuvo una cruel dictadura que causó miles de muertos y exiliados. Y no se les haga el menor caso a los que lucharon por la libertad. Es más, se ha logrado que los verdaderos intelectuales sean cuasi clandestinos, en lugar de ser lo que en pura lógica debieran ser, los agitadores de las conciencias de los ciudadanos. Pero eso es muy molesto porque requiere que haya mayor nivel de crítica real, y menos pesebre. Ciudadanos, no súbditos.

U. Plaza




1 comentario:

Male dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=B7dBBCHYcZs