sábado, 18 de junio de 2011

19 DE JULIO, DÍA DE LUCHA POR LA DEMOCRACIA, POR LOS DERECHOS CIUDADANOS

Mañana, 19 de junio, tendrá lugar en muchas capitales de España un acontecimiento de una magnitud inesperada por muchos,  de sorpresa para los dilapidadores de la sociedad que hasta ahora se las veían muy felices ante la aparente pasividad ciudadana, que les permitía, sin que ésta rechistara ante tanta inmoralidad y atropello, todo tipo de tropelías a los gobiernos, muy obedientes a las decisiones del los grandes criminales del mundo financiero.  

Es un acontecimiento que empezó a visualizarse el pasado 15 de mayo para la ciudadanía. Pero que mucha gente, jóvenes y no tan jóvenes, porque los hachazos  y el robo de las vidas de los españoles van contra todos, sin distinción de edad ni forma de pensar; contra los trabajadores en primer lugar, pero incluso contra clases medias, funcionarios y pequeños empresarios laboriosos que hasta ahora se habían considerado a salvo de latrocinio político financiero, ante la insoportable  canallada de la situación de millones de ciudadanos, humillados por los poderes; para lo que contaban con los medios de manipulación, la prensa y las cadenas de televisión, cuya misión es la del aborregamiento ciudadano. 

Esas persona que analizaban la situación, pensaron que este pueblo no podía ser permanentemente "un pueblo de bueyes", como nos han intentando convertir, para garantizar el éxito expoliador; así que esas personas  empezaron a trabajar para que la indignación contenida en muchos corazones, que criticaban a los culpable de su situación por todas partes, pero que no resultaba ni efectivo para ellos, ni peligroso para los privilegios de los depredadores financieros y sus lacayos los políticos. Estaban felices, el crimen social tenía campo abierto.  Millones de personas se desesperaban ante la bajeza moral de los que decían ser sus representantes. Porque mientras, veían que los políticos estaban enteramente del lado de los culpables de la crisis, a su servicio, ayudándolos de forma descarada sin que pasara por ellos el más mínimo roce de ética y moralidad, siendo la corrupción y los gastos suntuosos para provecho propio la norma, sin mecanismos  que lo corrigiera. 

La puesta en marcha del movimiento que empezó el 15 de Mayo, nació con la intención democrática de que  el ciudadano viera la luz, dejara de tener una actitud resignada ante el crimen social, y empezara a salir a la calle, tomara conciencia de que lo  deseaba  la inmensa mayoría de las víctimas,  personas atrapadas en un sistema partitocrático e inmoral, y sin mecanismos efectivos para modificar los atropellos caciquiles de los políticos y sus amos, dueños de nuestro dinero,  que llevamos muchos años asistiendo al teatro trágico de ver cómo cada día los grandes poderes financieros los esquilman y los ciudadanos cada día eran más pobres, hasta llegar a la indigencia, desahucios canallas incluidos, con el apoyo de los partidos mayoritarios.

Al principio, los políticos, acogieron el acontecimiento del 15-M con una sonrisa inmisericorde,  pensando que era una de tantas muestras de cabreo  de unos cuantos iluminados sin capacidad para cuestionar sus privilegios, y que, como dijo más de uno en tertulias de pesebre, se desharía como un azucarillo en un vaso de agua. Y hasta hicieron que la prensa, rastrera y mentirosa, siempre al servicio del poder –como la voz de su amo, como después hemos podido ver de la forma más canallesca defendiendo las opiniones impresentables del Govern de la Generalitat –, empezaron a dar noticias sobre el movimiento 15-M. Esta actitud de la prensa era perfectamente compresible con el sistema. Al no considerar a los indignados nada importante, permitían a sus periódicos y a sus basuras televisivas, explayarse con los indignados, como si de un carnaval se tratara. Y de paso el Poder, podía mostrase como si fuera democrático, al permitir el pataleo circense. Todo calculado: los medios parecían informar, y los poderes podían mostrar que su dictadura cleptómana y corrupta no lo era tanto. Montones de mercenarios de la prensa, vomitaban las orientaciones del Poder en las tertulias.  Los había que en su despiste no habían aún asimilado el mensaje de sus amos aún, y se permitieron algún desliz de apoyo, siempre en sentido paternal; pero la caverna de medios, ya pedía sangre, palos y "orden" desde el principio.  Pero todo parecía ir por los cauces deseados por los desvalijadores sociales.

Pero una vez pasado el prudencial tiempo de tolerancia, admitida por el régimen partitocrático, consideraron que ¡ya estaba bien! y había que hacer caso a aquellos que desde las atalayas de lo más negro del sistema se sentían molestos, quizá los indignados olían mal para sus delicadas narices. Y así fue cómo Rubalcaba cometió el primer error al desalojar de La Puerta del Sol de Madrid, con nocturnidad cobarde, a unos cientos de personas que habían acampado, como protesta y solidaridad. Al día siguiente miles de madrileños copaban de nuevo el Kilómetro Cero, pero está vez cargados de mucha más razón. Lo mismo intentó el ultraderechista Felip Puig en Plaza Catalauña, aunque éste con mucha más saña represora que en Madrid, apaleando a cientos de personas, con métodos propios de la dictadura. La inmoralidad alcanzó su cúspide, ya que al atropello  siguió la burda mentira de quien en pocas semanas había sido capaz de hacer suyos lo que sólo un servidos de un dictador es capaz de hacer.  Segundo error. Los indignados ciudadanos, que crecían como la espuma, volvieron a ocupar la Plaza.

Ahora, el poder empezó a asumir que este movimiento no era pasajero; que era mucho más peligroso para sus vergonzosos privilegios de casta  política y financiera de lo que habían calculado. Que miles de ciudadanos empezaron a ver el movimiento 15-M como una esperanza para luchar por la democracia contra todos los que los   iban,  día a día, desposeyendo de sus derechos conquistados durante más de un siglo. 

Y los poderes empezaron a calcular y a poner sus estrategias a punto. Lo medios de manipulación del pesebre, prensa y TV, parte integrante del poder y fundamental para la alienación y embrutecimiento de la gente, ya se puso en su primer tiempo de saludo, a la espera de las órdenes del amo.

Lo que más preocupaba al Poder era la manifiesta actitud pacífica de los indignados. Le hubiera sido mucho más fácil para sus deseos viscerales de reprimir, si en lugar de pacíficos hubieran sido, como falsamente ha dicho el impresentable ultra  Felip Puig, una "guerrilla urbana". Pero los indignados no estaban por hacerle ese favor a los represores, a Puig y al Govern de los recortes sociales. Así  aquellos pusieron en marcha–y esto no es nuevo, es históricamente comprobable– los mecanismos para desprestigiar al movimiento pacífico, había que demostrar, ¡¡COMO FUERA!!, si más no, que dentro del movimiento de indignados había violentos. 

Y el escenario perfecto era el Parlament, en el que los indignados fueron a protestar porque dentro se iba perpetrar el mayor genocidio social conocido, por el gobierno de CiU–en relación incestuosa con el PP, como sabemos–. Ya a primera hora de la mañana los pesebristas de algunas emisoras, anunciaban "violencia". La puesta en escena estaba servida. Sospechosamente, ante semejante previsión, el ultra Puig no articuló ningún operativo para evitarlo. No lo puso en marcha para que los diputados pudieran entrar tranquilamente sin ser molestado por nadie, al Parlament. Casualmente, sí se tuvo en cuenta que el Govern y aquellos que éste consideró, acudieran en helicóptero, con un operativo escandalosamente caro. Muy sospechoso. Hubiera bastado que de los cintos de policías que llenaban todo el espacio del Parque de la Ciudadela y calles adyacentes, hubieran hecho un "pasillos" para que todo se hubiera desarrollado con  normalidad. 

Pero parece que los objetivos iban por otro lado.  Así que ocurrieron los desgraciados y sospechosos acontecimientos de cierta violencia,  todavía sin esclarecer, donde  algún diputado fue agredido con pintura.  Hecho repudiable, como los indignados han declarado, porque esa no es la forma de actuar del movimiento. 

Pero resulta que los medios audiovisuales son letales para los mentirosos; y algunos de los que empezaron la violencia, fueron acorralados por los pacíficos ciudadanos, recriminándoles su actitud violenta, unos hombres y mujeres que permanentemente embozados hablaban con el pinganillo, fueron "rescatados de la crítica de los pacíficos indignados, por policía uniformada, como todos pudimos ver en los vídeos que circulan por la Red.

En la protesta contra las salvajes dilapidaciones de CiU y el PP contra los ciudadanos, había miles de personas, la inmensa mayoría, que lo hacían pacíficamente. Sin embargo la pesebrista prensa como, al parecer, porque no se explica de otra forma, tenían claro por el oráculo  de vaya usted   a saber de  dónde,  aunque es fácil de  imaginar, que la noticia que interesaba a sus amos estaba precisamente allí, donde hubo la alteración, estuvieron prestos al servicio. 

La noticia de una prensa realmente verídica y democrática, no al servicio del poder, hubiera sido "que miles de ciudadanos protestaban pacíficamente". Y que "unos aislados violentos trataron de romper la acción pacífica". Es lo que dicen los medios cuando en un acontecimiento deportivo, miles de personas celebran su triunfo, y unos cuantos cometen tropelías, muchísimo más graves que los acontecidos en el Parque de la Ciudadela,  con rotura de cabinas, bancos de la calle–útiles, no agresivos como los del dinero– y escaparates. Porque todos entienden que lo importante es el grueso de miles de aficionados celebrando el triunfo, no los pocos gamberros que lo rompen.

Sien embargo lo que interesaba al Poder depredador era poner de manifiesto la violencia del movimiento de indignados. Y de un  hecho minoritario, anecdótico, desgraciado de violencia no deseada, porque los indignados saben que su fuerza está en la actitud pacífica, todo el pesebre y su legión de mercenarios plumillas o microfonillos de cabecera, se pusieron en marcha, salvo honrosas excepciones. 

La manifestación de mañana, 19 de Junio en toda España, debe ser un antes y un después en la lucha por la democracia secuestrada. Pero tiene que ser modélica en cuanto a pacífica. Los indignados saben que se juegan–nos jugamos todos los demócratas–su prestigio y apoyo de la población que todavía no se atreve a protestar por miedo, porque esa es la situación. Pero también el Poder lo sabe e intentará poner sus peones en marcha. Siempre ha sido así. Por eso es fundamental un servicio de orden, que todos se conviertan en vigilantes, para desenmascarar a los violentos infiltrados,  a aquellos energúmenos que intenten que lo que debe ser una manifestación pacífica, reivindicativa, contra los  delincuentes financieros y sus lacayos, y por lograr la democracia, no se salgan con la suya. 

Los problemas son reales, y los poderes podrán hacer muchas cosas, represión incluida, el método que tanto gusta al ultra Puig,  pero la ciudadanía va tomando conciencia de que  se les puede ir ganando poco a poco; incluso teniendo a su servicio una desprestigiada prensa,  que ha hecho honor a sus más bajas actitudes de servilismo.

¡¡Todos mañana, 19 de Junio,  a la manifestación, pacífica, contra el robo de nuestros derechos, contra la liquidación de la sanidad Pública y la Enseñanza; contra el genocidio social de CiU y su amante del PP. Por la democracia!! ¡¡En Barcelona, todos a Plaza Cataluña, símbolo de resistencia contra la represión y para evitar que nos roben la Sanidad y la enseñanza!!.

U. Plaza



viernes, 17 de junio de 2011

LA FUERZA DE LOS INDIGNADOS: LA NO VIOLENCIA


El jefe del Govern  catalán, Artur Mas, con la falta de rigor y de ideas positivas que lo caracteriza, ha dicho que  "los actos de agresión que tuvieron lugar frente al Palament son actos de Kale Borroka"; y que van a ser investigados. A parte de que todo acto de violencia es repudiable, incluido el que tuvo lugar contra algún diputado o diputada, a la que se le impregnó de pintura, es evidente que la violencia, la Gran Violencia siempre parte del Poder. Y que la otra es consecuencia de aquella.  Porque violencia y no otra cosa es que se agreda a millones de catalanes con medidas de expolio de sus derechos ciudadanos, como se viene haciendo.  Pero a parte de esa violencia política, impuesta por unos políticos que obedecen a sus intereses de clase,  sus negocios de casta, la violencia, pura para entendernos, ha de ser investigada y castigada. No es tolerable que se permita. Pero eso sí, toda violencia. 

El señor Artur Mas muy en su papel de defensor de los intereses de los poderosos, con sus rastreros medios mercenarios de manipulación a su entera disposición, como hemos podido ver estos días en la miseria mental de cientos de periodistas de cámara, han magnificado un hecho anecdótico, sin duda deplorable, pero anecdótico al fin y al cabo si tenemos en cuenta los actos masivos que desde hace más de un mes vienes desarrollando el movimiento democrático de los indignados ha puesto en marcha–que ya quisiéramos que ese espíritu de democracia y tolerancia existiera en las encorsetadas Cámaras de biempagaos diputados–, dice, una investigación para descubrir quién o quiénes fueron los que llevaron a cabo dichos actos violentos. 

Y sería  plausible dicha decisión, si esa vara de medir fuera la utilizada siempre contra los violentos –al margen de la ya mencionada violencia institucional, origen de las de demás–Porque el señor Artur Más necesita una investigación para descubrir a  los posibles alborotadores –de los que por cierto el movimiento democrático de indignados se ha desmarcado, como no puede ser de otra manera–, porque entre miles de personas algunos se comportaran de forma indebida. Sin embargo, a día de hoy, el señor Artur Mas, que sepamos, no ha hecho nada por investigar los hechos gravísimos de  Plaza Cataluña del día 27 de mayo, habiendo  como hay abrumadoras pruebas, evidencias filmadas de una violencia gratuita e innecesaria, cometida por su conseller de Interior, contra pacíficos ciudadanos en el ejercicio de su derecho a protestar.  Nada ha hecho el señor Artur Mas. No ha destituido al responsable de dicha violencia–multiplicada miles de veces comparada por la que él quiere investigar–, sino que lo ha apoyado en sus desvaríos agresivos primero, y en sus no menos desvaríos en persistir en el error de negar las evidencias que todos, al parecer menos el señor Mas, pudimos ver hasta la saciedad, sin que en ningún momento, como afirmaba Puig, se viera por parte alguna la más mínima acción violenta  de los indignados de Plaza Cataluña.

Hubiera sido un ejemplo de democracia si es que tal existiera, y al no hacerlo demuestra  su inexistencia, que el señor Artur Más, al igual que hace ahora con los actos, anecdóticos, pero condenables sin duda de las agresiones frente al Parlament, hubiera hecho intervenir al Fiscal contra los que provocaron las agresiones a los ciudadanos, previa destitución de los responsables, en primer lugar el señor Puig.

El movimiento de indignados es una bocanada de aire fresco en el putrefacto ambiente político y social español, del que Cataluña tiene el dudoso honor de ser de lo más irrespirable, por ser en la práctica un monologo de políticos que bien podrían estar todos en el mismo partido. Y los ciudadanos, con muchas dificultades por no haber sido educados para ejercer la democracia–la de verdad, la participativa, no la parodia de los políticos para beneficio propio–, están aprendiendo muy deprisa. De ahí que una y otra vez eleven las manos al aire e insistan "estas son nuestras armas"; es decir la paz, la tolerancia, el diálogo y la no violencia, que sin embargo es ejercida contra ellos con violencia con marcado tinte ideológico de defensa de privilegios.

Artur Mas considera grave la anécdota del Parlamen. Y lo es, porque toda violencia es grave. Pero si tenemos en cuenta que a estas alturas hay miles de familias sin trabajo, viviendo de la miseria de la pensión congelada de los abuelos; si tenemos en cuenta que miles de familias están siendo esclavizadas de por vida, y hasta sus hijos y que es posible que llegue a sus nietos, por los bancos–con el vergonzoso apoyo institucional de los políticos–; si tenemos en cuenta que hay casi un 50% de paro juvenil, y que el joven que trabaja lo hace casi en condición de esclavo, con unos sueldos que ni son de subsistencia; si tenemos en cuenta que ya es cotidiano ver legión de personas hurgando en los contenedores de basura por si encuentran algo para que coman sus familias; si a esto sumamos la vergonzosa situación de escandalosos sueldos y prebendas, coches oficiales y las pensiones que les queda de la casta política, y su apoyo a la chulería de los delincuentes financieros, culpables de la crisis sin que hasta ahora ninguno esté en la cárcel como correspondería; si tenemos en cuenta que está en marcha el mayor expolio de la Sanidad pública y de la Enseñanza catalanas para hacer de la cultura y la salud negocio de unos pocos depredadores sociales, encabezados por el gobierno ultra de la Generalitat,  ¿alguien en su sano juicio que no forme parte del tinglado de ladrones de los beneficiarios de este sistema, que permite semejantes  barbaridades de desigualdades, puede considerar que de verdad hay violencia por parte de las víctimas de la violencia institucional, que merezca tal nombre? Cualquier sociedad, con mucho menos de lo antes dicho ya habría hecho, como dirían los clásicos, "arder Troya". 

Sin embargo, la actitud madura y democrática de los ciudadanos –que quisiéramos ver en los partidos políticos mayoritarios–es de respeto. De creación de espacios de libertad, negada hasta ahora,  y de pedagogía democrática; la que no han recibido de los poseedores del Poder por no interesarle que el ciudadano piense por sí mismo. La tolerancia de la ciudadanía que protesta contra la violencia institucional hay que considerarla ejemplar. Y Artur Mas y el resto la los políticos lo sabe muy bien. Pero también sabe que precisamente en esa actitud democrática y de no violencia radica su fuerza y su razón. Y es por eso que el señor Artur Mas y su conseller de Interior, el inefable  ultraderechista Felip Puig, tratan de descalificar a los demócratas que  los han desnudado en plana calle y puesto al aire libre sus vergüenzas, sus manejos y sus negocios antidemocráticos  de mercaderes con los bienes públicos que manejan a su antojo. 

Porque los indignados son peligrosos, no porque ejerzan la violencia, sino precisamente por todo lo contrario. Así que hay que descalificarlos en lo que el movimiento de indignados más repudia y hacerlo responsable de lo que ni por activa ni por pasiva éstos aceptan. Los  privilegios de Mas y su casta de mercaderes peligran más con un movimiento pacífico que con una panda de energúmenos que ataque a las personas y que destrocen mobiliario.  No son peligros para la casta política los grupos que destrozan en las Ramblas cabinas telefónicas y escaparates en acontecimientos deportivos o de otra índole. Al fin y al cabo justifica la existencia de los pertrechos para la represión, que tienen reservado contra los movimientos sociales que sí puede cuestionar sus mangoneos.


 El pacifismo democrático de los indignados, sí  preocupa a Mas y a su amos los financieros. Y Artur Mas y el resto de políticos del sistema lo saben muy bien. De ahí lo de ver la paja de la violencia del Parlament, y no la viga de las mile veces más grande de Plaza Cataluña. Y se comprende, es una cuestión de clase, de privilegios a preservar, cueste lo que cueste. Porque aquí,  a estas alturas de la función, ya se les han caído las máscaras,  que convertían en demócratas a autoritarios defensores de sus reinos. Porque ahora ya CiU no se ha destapado del todo, con su relación incestuosa con el PP, porque son de la misma familia ideológica de la fauna depredadora.

U. Plaza


jueves, 16 de junio de 2011

DE LOS BROTES VERDES, A LOS BROTES NEGROS

Lo que está aconteciendo en España durante estos días, por la facilidad con que las fuerzas represivas intervienen contra los ciudadanos que en las calles ejercen su derecho a protestar, es de suma gravedad. La utilización de los cuantiosos recursos públicos que el pueblo entregan a  los supuestos servidores públicos, lo son para ser defendidos, no para ser atacados para impedir que se ejerza el derecho legítimo a protestar, cuando creen que los políticos  y sus superiores en la sombra los están engañando, ayudando a los culpables de la crisis, y dejando en la estacada a los ciudadanos que han puesto el dinero para que los banqueros  se sigan repartiendo cuantiosos beneficios. La fuerza desmesurada e innecesaria contra la protesta, recuerda desgraciadamente tiempos pasados con Martín Villa o Fraga: la chulería del poder dictatorial que éstos siniestros personajes de la dictadura ejercieron.

El ejercicio de la violencia contra los ciudadanos, como ha tenido lugar en Barcelona por el gobierno de la derecha de CiU, el que quiere liquidar la sanidad y la enseñanza en beneficio de los negocios privados, de la mano del conseller  Felip Puig;  y la de hoy en Valencia de la de Rubalcaba, que es quien manda a la Policía Nacional como ministro del Interior, no se puede comprender, y menos justificar con falsedades como ha hecho Puig. Sólo se comprendería en una dictadura, nunca en una democracia, incluso en una democracia de tan baja calidad como la española, en manos de la banca y de unos señores que, como hemos visto recientemente, ponen a salvo los intereses de los especuladores banqueros, y dejan en la indigencia a miles de desahuciados por estos.

Las personas que protestan contra todo este estado de corrupción y de atropello, urdido por los financieros, con el apoyo de los políticos sin principios con más poder, piden que se acabe este estado de cosas; y piden democracia, como antaño, porque saben por propia experiencia que no la hay, que esto es una parodia, un teatro del disimulo con títeres que se saben la función por repetida. Saben muy bien, sobre todo los jóvenes, que, o se enfrentan a los culpables, tratan de cambiar y mejorar el curso de las cosas, o carecenrán de futuro. Se lo robarán a millones de jóvenes, como se lo robaron–nos lo robaron– a los que participaron en la lucha contra la dictadura, que nos vendieron un sistema moldeado a sus gusto y para su disfrute, monarquía incluída.

La represión que estos días están ejerciendo los  que mandan a las fuerzas represivas, saben muy bien que no es un problema de orden público lo que quieren atajar. Porque no hay tal desorden, salvo que su mentalidad de engreídos del poder que creen propio, les lleve, como le ha sucedió a Más y a su gente, a protegerse del pueblo que los paga.  Lo que intentan los que de verdad ejercen el poder, es decir los grandes culpable de la crisis y los que se están beneficiando de ella, es la liquidación de la protesta. Consideraban que todas las medidas de expolio emprendidas por los gobiernos contra la ciudadanía, que en realidad consideran súbditos,  iban, como hasta ahora, a contar con la pasividad, cuando no con el aborregamiento ciudadano, para lo cual llevan mucho tiempo trabajando. 

Pero como los problemas son de suma gravedad para la inmensa mayoría,  ha calado la protesta en cuanto alguien, como 15-M  ha señalado a los culpables y se ha alzado como una plataforma de lucha y de indignación. Y en las asambleas la gente ha podido, de verdad, ejercer la democracia, secuestrada por los poderosos. Y ha sido así, por el desprestigio de los partidos y sindicatos llamados mayoritarios, no han sido capaces de responder a la situación, ubicados en su torre de marfil. Tampoco, precisamente por su lejanía del pueblo, éste les hubiera hecho caso. Son parte del sistema corrompido.

Lo que los gobiernos intentan, primero desacreditando, infiltrando, y si no les da el resultado deseado, reprimiendo, es lo mismo que pasaba cuando la dictadura: la gente exigía democracia y los apaleaban. Hoy, aunque lo quieran maquillar, la situación es similar: se pide democracia para evitar que nos esclavicen los bancos y sus acólitos. Pero en eso los poderosos no están dispuestos a ceder tan fácilmente. Y para ello están hombres como Puig y Rubalcaba,  u otros que pueden venir. Pero eso es sumamente peligroso; porque la intolerancia y la violencia ejercida desde el poder, puede degenerar en brotes de fascismo, más o menos disimulado, más o menos justificado con los más peregrinos argumentos, incluso con  manipulaciones y mentiras.  Si a un ciudadano se le reprime por ejercer sus derechos, eso le podrán llamar como  quieran los responsables, pero tiene un nombre muy feo: fascismo. De momento encubierto. Y los que ejercen la violencia debieran pensarlo dos veces antes de reprimir. 

Lo que vimos en Plaza Cataluña el 27 de mayo, y lo que hemos visto hoy en Valencia, no puede justificarse en modo alguno, por un gobierno que se llame democrático. Pertenece a otro tipo de "valores", Y desgraciadamente los españoles de eso sabemos demasiado. De los inexistentes "brotes verdes", podemos pasar a brotes negros.

U. Plaza

miércoles, 15 de junio de 2011

TENTACIONES AUTORITARIAS DEL ULTRADERECHISTA ARTUR MAS

Artur Mas, el jefe del gobierno ultraderechista de Cataluña, con el verbo ligero e insultante de la derecha más reaccionaria conocida,  hasta ahora oculta y disimulada con una pretendida FALSA formación nacionalista transversal y progresista, está dando pasos agigantados para utilizar  cada vez más, métodos de caire fascistoide. El primer acto lo vimos con la agresión de su muy reaccionario Felip Puig, que no ha sido destituido, por lo que Mas comparte sus hazañas.

Dice Mas, que "dentro de unas horas" podría utilizar el arsenal represivo que los ciudadanos ponemos en sus manos para que nos defienda, para agredirnos, usando, dice, "el uso legítimo de la fuerza". El ultra Más, beato de misas frecuentes, que como todo el mundo sabe el cargo le viene demasiado ancho por su mediocridad manifiesta, llama legítimo el uso de la represión. Que es a lo que se refiere con semejante eufemismo. Y sin embargo, Mas,  no considera legítimo que los ciudadanos se indignen por la mayor agresión que los catalanes sufrimos   por parte de su casta  de privilegiados financieros y políticos, corruptos muchos de ellos, y porque nos indignemos por que quieran privatizar la sanidad pública, despedir a un montón de sanitarios, convertir la escuela en inoperante, y que las públicas hagan negocio.  Tampoco le parece  mal, al señor Mas que los muy ricos–sus amigos– hayan sido  excuídos de pagar unos impuestos, un montón de dinero que solucionaría muchas de las agresiones que su gobierno ultraderechista asestará a la ciudadanía más pobre.  Eso no le parece mal al mediocre Consegliere en capo

La inmoralidad de considerar legítimo lo que los poderosos hacen, e inmoral lo que los hacen ciudadanos, ante la falta de cauces democráticos–llamar democracia a este régimen de financieros y lacayos políticos es un insulto hasta para el diccionario–es un puro disparate. Los ciudadanos deben legítimamente luchar por sus derechos. Y al no tener otros medios que salir a la calle, porque las instituciones están bajo la batuta de la casta a la que pertenece Más y sus amos financieros que les dan las directivas por dónde deben dilapidar, es de todas legítimo que lo hagan. Cuando haya democracia, cuando las instituciones se correspondan con los deseos del pueblo, entonces sí se podrá esgrimir razones correctoras si algo se sale de los cauces democráticos, ahora  no tiene ninguna. 


El único argumento es la represión, como cuando la dictadura. Por más que digan que han sido elegidos. Todos sabemos que lo ha sido, Mas y el resto de la casta, por una ley electoral antidemocrática, y por el apabullante control de los medios de manipulación, que no de información que controlan. Baste ver la televisión suya, la de TV3, para comprenderlo. Y en esa tónica están la inmensa mayoría, aunque algunos con más descaro que otros.

U. Plaza





Estos son los "manifestantes violentos". Recomiendo su visión, no tiene desperdicio hasta dónde se puede llegar para manipular y mentir.


http://youtu.be/YcmvzRvsf8g

A BONO SE LE DISPARAN LOS GENES

A José Bono se le han vuelto a disparar sus genes de hijo de falangista.  Este hombre pierde las formas cuando debiera callar, pero no lo puede evitar, es lo natural en él. Lo mismo iza una kilométrica bandera para exhibir su estúpido patrioterismo de nacionalista español, contra otros no menos estúpidos patrioterismos  nacionalistas  periféricos, para demostrar que él la tiene más grande;  que reprocha a un viejo republicano que ondee su bandera tricolor, por la que luchó defendiendo la libertad con, en un acto con años de retraso, que debiera haberse llevado a cabo  muchos años antes, de reconocimiento, a los que fueron masacrados por aquel golpe de Estado que acabó con la democracia. El señor Bono, sin duda es un ejemplar insólito, digno  seminarista trepista,  de la casta de privilegiados políticos. Y que se ve en la necesidad de expulsar de su cuerpo todas las culebras que va reteniendo, para seguir defendiendo sus privilegios.

Otra vez, como era previsible, el señor Bono nos ha dado una lección de intolerancia contra los que pagamos su abultado sueldo. Y lo ha hecho poniendo al día sus genes de hijo de falangista, engrasando sus instintos patrioteros de señor de orden del viejo régimen–ese orden que es un desorden para la mayoría– y ha pedido que actúen las fuerzas represivas–¿como en los mejores tiempos, señor Bono?–contra los ciudadanos indignados precisamente contra personajes como él, que representan lo que representa él,  contra el status que él defiende y que tan bien le va a los de su casta. Lo ha hecho contra el legitimo derecho de los ciudadanos a defenderse de  gente como él. 

Porque el señor Bono ha pedido que actúen las fuerzas represivas, esas que pagamos todos, en teoría  para que nos defiendan, contra los ciudadanos que protestan delante del parlamento de Cataluña, porque en ese lugar se estaba cometiendo el mayor genocidio social que se ha conocido tras la muerte del dictador, por CiU y sus recientes encamados amantes del PP, aunque todos sabíamos que mantenían relaciones incestuosas desde siempre, entre parientes ideológicos de la derecha más cavernícola  a la que ambas familias pertenecen, por más que en pujolandia  lo hayan querido disimular. 


Y al señor Bono le parece "intolerable" que se les diga a los políticos lo que se piensa de ellos y sus marrullerías golfantes; pero no que éstos ejecuten el mayor hachazo a los derechos de las clases populares; eso no le parece mal al señor Bono. Ni que la casta política  defiendan a los culpables de la crisis, a los bancos, como lo demostraron ayer en el pleno del Congreso, propiciando–su tribu y la del PP, pero con la abstención del partido-chantaje de CiU–que los ciudadanos desahuciados sean esclavizados con deudas de por vida, e incluso que la misma la tengan hasta sus nietos por la hipotecas.

Bono pide represión–él lo llama, repitámoslo, orden,–porque su genes reaccionarios no le permiten entender otra forma de hacer las cosas. Y seguramente es que no las hay, porque esas otras formas, las que piden los indignados, quebraría sus privilegios insultantes de casta. Así que se comprende a la legua, que el privilegiado Bono rechace métodos democráticos y pida métodos clásicos y contundentes, que son los que han utilizado siempre las viejas castas decadentes, incluso cuando estaban al borde del abismo, con pretensiones de permanencia,  de etenizar hasta donde sea posible, sus privilegios.

A estas alturas del desvarió de la casta de privilegiados políticos, no sabe uno que es peor: que este señor de la derecha profunda, de la España profunda de rezo, cirio y genuflexión ante los obispos, de olor a incienso,  esté militando en un partido que tiene el nombre de socialista; o que ese partido siga teniendo tal nombre; o, el por qué sus bases militantes, tan expoliadas como el resto de ciudadanos por sus dirigentes,  no se rebelan indignados, aunque algunos ya empiezan tímidamente ha indignarse. Se comprende que no lo hagan los caciques y caciquillos, que mal que bien tengan algún hueso que roer, pero  los honrados militantes de base debieran responder a las agresiones. 

Decía hace poco el polémico Antonio Romero, el que fuera diputado por Málaga por IU, ante una de las  ocurrencias del hijo del falangista, sobre Cayo Lara y la Cipriana–que Romero dice es la Tomasa– que todo en Bono era falso, hasta el pelo. Estoy bastante de acuerdo, porque a la vista está que de socialista nunca ha tenido nada, por lo tanto, falso; y me inclino a creer que por mucho exhibición de meapilas que enarbole, tampoco se ajusta a la verdad. Ya que seguiría los postulados de la Iglesia de Rouco, la más auténtica, la eterna, la del polaco y la del pastor alemán –por ejemplo la ley del aborto y el matrimonio homosexual–. Pero eso le costaría el cargo; y es evidente que prefiere el cargo aunque se condene al fuego eterno. Debe pensar que vale más cargo aquí que beneficios celestiales cada vez más dudosos en el más allá.  Todo es falso en este hombre, dice Antonio Romero. Menos sus genes, creo yo, de intolerante. Que, estudios genéticos quizá los exculpen, por ser eso, genética, la herencia. Uno no es culpable de sus genes, ni de los que desarrollan la intolerancia, aunque haya quien los emplee para seguir trepando o manteniéndose en la cúspide.

U. Plaza


martes, 14 de junio de 2011

¿TRANSPARENCIA, O INSTRUMENTOS DEMOCRÁTICOS DE CORRECCIÓN?

La casta política, por boca del cansino e inefable Bono, ha dicho que quiere dar transparencia a las prebendas y beneficios que reciben los diputados. Y a primera vista eso parece bueno. Siempre es interesante que las cuentas del dinero de todos estén claras–también las de la monarquía, hasta que llegue la IIIª República en la que se elija la primera institución del país democráticamente–. Pero eso no es suficiente. Es decir, es absolutamente insuficiente e ineficaz. Porque cualquier ciudadano por poco ducho o enterado que esté sobre lo que percibe un diputado o un, a todas luces innecesarios Senador, de lo que sí está seguro es de que sus sueldos son escandalosamente inmorales. Le bastará con ver el tren de vida de ellos, y la miserable del ciudadano medio; eso suponiendo que esté trabajando y no sea presa de los bancos y sus desahucios, apoyados por Sus Golferías, perdón Señorías.

Está bien que todos podamos acudir a las fuentes para saber con exactitud lo que se llevan los políticos en privilegios, cuando dicen que están a nuestro servicio. Pero eso no es lo importante. ¿De qué nos  sirve saber todo eso, más allá de coger un morrocotudo cabreo, si no podemos hacer nada para evitarlo?  ¿De qué nos puede servir esa información si tras esa aparente "trasparencia" los políticos se atrincheran es sus múltiples urdidos privilegios para impedirnos cambiar semejante injusticia? No nos servirá de nada. Lo que hace falta son instrumentos democráticos para impedir, primero que se puedan dar esos casos, así como instrumentos para eliminarlos de inmediato si se dieran, expulsando al delincuente–delincuente es el que se apropia de lo que no es suyo, más si son bienes públicos–del cargo, que se pueda remover todo político de inmediato si ha abusado de su cago, sin dilación.

Todo lo demás son cantos a la luna  para tratar de recuperarse en lo que sea posible–con los medios de manipulación pesebreros a su servicio–  del desprestigio ganado a pulso por la casta política, tan dócil con los poderosos y tan enérgicos contra los débiles. Hasta ahora, a pesar del escándalo que supuso que casi al unísono bajaran los sueldos de los trabajadores funcionarios y otros, congelaran las pensiones, y se blindaran sus ya escandalosos privilegios. Y su moral ni siquiera les había hecho mella para caer en la cuenta de la aberración que suponía semejante decisión antidemocrática y caciquil, de bajarle el sueldo a los demás y blindarse las propias prebendas. Están tan instalados en su Olimpo particular, que la ética es cosa desconocida para ellos.  Si Bono lo dice ahora–pero sólo en lo de publicar, no corregir–, es porque algo se está moviendo; porque es un clamor de miles de voces y murmullos en toda España que claman contra los políticos y contra esto que llaman democracia, y no lo es, sino privilegio de unos cuantos, sobre todo los amos del dinero, del que ellos reciben una parte.  Y lo que intenta Bono y su casta, es confundir, hacer como que algo se hace para que todo siga igual. Porque ya se cuidarán muy mucho de poner diques burocráticos para que todo intento de atajarlo, sea en la práctica imposible. Ellos seguirán a lo suyo, porque están convencidos de que son elegidos por los dioses. No dan más de sí. Tenemos la desgracia de tener la peor casta política de todos los tiempos que llamados democráticos, la más mediocre que ha hecho de la política su modus vivendi sin otros objetivos. Hasta que el pueblo diga ¡NO!

U, Plaza

Día 19 de junio, !TODOS A LA CALLE!

sábado, 11 de junio de 2011

FRANCIA, LOS INTELECTUALES Y ESPAÑA

Si algo envidio de los franceses es el trato que dan a sus intelectuales. Y tanto es así que hasta se han apropiado de un sin fin de intelectuales y artistas, por derecho propio, de todo el mundo a los que han dado cobijo y han ensalzado su pensamiento.  Los franceses consideraban propio a Picasso, a pesar de que nunca se nacionalizó francés y siguió considerándose un exiliado y un enemigo de la dictadura franquista, tan enemiga ésta de la cultura. 

Jorge Semprún es el caso español más reciente. Los franceses lo han homenajeado como un intelectual  francés que, como Picasso tampoco quiso nunca dejar de ser español, aunque escribía indistintamente.  Los franceses, en esto como en tantas otras cuestiones, están a años luz de nosotros y nuestras miserias.  Jorge Semprún fue un prisionero de la barbarie nazi. Y recibe el reconocimiento de su pueblo de adopción, por su lucha en la resistencia, por su detención en un campo nazi, y por su valía como intelectual de izquierdas. Los franceses no hacen distinción en eso.  Todos los intelectuales son franceses–sean de nacimiento o no–de todo el pueblo francés, tengan las ideas que tenga, y eso enriquece su cultura. 

De España no se puede decir lo mismos para nuestra vergüenza. Miles de hombres y mujeres lucharon contra la misma bestia fascista contra la que luchó Jorge Semprún, en las Brigadas Internacionales, de muchos países  del mundo, cuya mayor dotación procedía precisamente de Francia. Pero también de Estados Unidos, Reino Unido, de Alemania por luchadores demócratas alemanes, contra lo que asolaba su país, y de unos cincuenta países más que estaban dispuestos a defender la libertad de los españoles contra las fuerzas de la barbarie y el oscurantismo que representaban los sublevados,  con sus castas de parásitos, y su Iglesia a la cabeza, que querían parar la Historia. 

Ningún homenaje oficial digno de tal nombre han recibido por parte de los poderes públicos españoles aquellos  generosos luchadores, del Estado y del gobierno español. Ya apenas quedan un puñado de ellos, muy ancianos. Han pasado más de 35 años desde la muerte del dictador. Y desde entonces ha habido en España nada menos que 21 años de gobiernos supuestamente socialistas; algunos de aquellos dirigentes, se pavonean estando presentes en el homenaje que los franceses le rinden a Semprún, cuando debieran avergonzarse de no haber hecho todo lo posible para que Semprún se sintiera bien en España, para que muriera en su tierra, y que recibiera los honores que merecía, como luchador por la democracia y como intelectual; como tampoco  han hecho  nada por la recuperación, de verdad y a cargo del Estado,  de forma efectiva, de la memoria histórica que haga justicia a tanto asesinado. No, aquí llevamos ante los tribunales al único juez que lo ha intentado, como si el caudillo dictara todavía – quizá así sea en muchas parcelas de la vida–.  Y haber homenajeado con pleno conocimiento público a aquellos que lucharon al lado del pueblo español, dejando su vida en nuestros campos de batalla, más de 15.000. Gran número de ellos, también alcanzaron pasado el tiempo  su lugar en el mundo intelectual. Pero en España, la dictadura prescindió de los muchos intelectuales que tuvieron que exiliarse, lógicamente viniendo de un régimen que instaló el  mayor de los fanatismos medievales religiosos. Pero cuando llegó la supuesta democracia –hoy más fraude que otra cosa– ningún gobierno democrático, ni siquiera hizo el esfuerzo de recuperarnos de aquella barbarie fascista, ofreciendo a los intelectuales que aún quedaban, un activo reconocimiento. Y si no lo hicieron con los españoles, menos lo iban a hacer con los numerosos extranjeros. Aquellos que llegaron en los primeros tiempos tras  las primeras elecciones, se pasó de puntillas para no darles el lugar de honor que merecían, para olvidarlos de inmediato. Los intelectuales en España,  siempre son sospechosos. Y teniendo en cuenta la mediocridad de la clase política que padecemos, tiene su lógica. Un intelectual crítico es bueno para la salud democrática, pero no para mantener esta entelequia partitocrática. 

Pero un país que no cuide a sus intelectuales, es un país que siempre irá a remolque, por muy destacados que sean. Y los franceses los saben.  Y por eso son capaces de convertir en propios a los que deciden asentarse en su país.  En España es más importante para la casta política un español supeditado, sea por la Iglesia, sea por los medios idiotizadores, que hacer de una vez un país de ciudadanos que sepan valorar el esfuerzo intelectual. 

Por eso se da en España, supuestamente moderna, y no en otro país, aberraciones como que se le rinda en cierta forma  homenaje a un delincuente que dio un golpe de Estado, provocó una guerra y sostuvo una cruel dictadura que causó miles de muertos y exiliados. Y no se les haga el menor caso a los que lucharon por la libertad. Es más, se ha logrado que los verdaderos intelectuales sean cuasi clandestinos, en lugar de ser lo que en pura lógica debieran ser, los agitadores de las conciencias de los ciudadanos. Pero eso es muy molesto porque requiere que haya mayor nivel de crítica real, y menos pesebre. Ciudadanos, no súbditos.

U. Plaza