jueves, 15 de septiembre de 2011

EL OCASO DE UN SALTIMBANQUI

Rodríguez Zapatero, el neófito que llegó a presidente del gobierno por todo un encadenamiento de casualidades y errores del soberbio Aznar, pasará a la historia, seguramente por unas razones muy alejadas de las que pudo pensar cuando por aquellas carambolas, y apoyos, todo hay que decirlo, de la derecha del partido socialista catalán –Pasqual Maragall–, sino  por ser el que se convirtió en el mercenario  y ejecutor de los grandes depredadores financieros. Jamás ningún político pudo tener una retirada menos honorífica y contraria a lo que, al menos sobre el papel, decía ser, en el ocaso de su carrera, además de forma precipitada y siendo aún joven. 

Es malo creerse dotado del favor de los dioses, como seguramente creyó   aquel 16 de noviembre de 1997 cuando fue elegido como secretario general del PSOE, sin darse cuenta de que había otros mejor situados, y visto el resultado, seguramente mejor preparados. Pero ya se sabe, cuando a alguien le ataca la soberbia, los dioses le empujan al abismo de la ceguera, para que abunden en ella. Y nuestro hombre no se percató en ningún momento, de que lejos de ser el candidato mejor preparado para una tarea titánica, como era pasar de la nada, de diputado anónimo, silencioso y prácticamente desconocido, a candidato a presidente, que requería algo más que un deseo, una pose o un aparente talante que al final  dilapidó, o ni siquiera fue. 


No lo tenía difícil. Y algunos de los barones de su partido jugaron a que se quemara, viéndolas venir, a la espera de mejores oportunidades, que calculaban, como mínimo, aquella legislatura y la siguiente. Pero el zorro Maragall, que encabezaba la delegación del indefinido, pero aparentemente socialista, increíble por sus  actuaciones, PSC de la taifa catalana, muy escorado a la derecha nacionalista, pensó que nunca tendría mejor ocasión que aquella de apoyar y colocar a un candidato con pocas tablas y  manejable como el novato leonés. 


Sabía Maragall que el desconocimiento de la realidad española, y sobre todo su desconocimiento de la verdadera esencia marrullera  y mercantil y reaccionaria del nacionalismo catalán que infectaba e infecta el PSC, le permitiría sacar tajada del él. Así que el maquiavélico ex alcalde olímpico, con vistas al futuro decidió apoyarlo,  porque otra cosa aún no estaba madura. 


Y contra todo pronóstico salió elegido con una diferencia de 9 votos con el fundamentalista, más cercano a la España profunda que a un socialista, ni siquiera de un socialdemócrata, por muy descoloridos y devaluados que estén, José Bono. 


Maragall entonces trabajaba a medio plazo. Estaba convencido de que tenían tiempo para convertirlo en su marioneta más que en su aliado, ofreciéndoles señuelos de apoyos mientras fuera secretario general, contra otros sectores o baronías del PSOE, para que, llegado el momento, asegurarse lo que siempre persiguió  el nacionalista Maragall, la derecha catalana, que en esto todos son parecidos, tengan el nombre que tengan de cara al electorado: pasar la factura en provecho de su casta, no de Cataluña, como suelen decir para vestir el discurso.

Pero desgraciados acontecimientos, como el empecinamiento del belicoso Aznar en ponerse a las órdenes de un desquiciado fundamentalista como Bush, y de los intereses del gran capital de los Estados Unidos, su entrada en la guerra de Iraq como asistente-tonto-útil "para lo que mande el amo yanqui", y el criminal atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid, unido a las mentiras del gobierno del PP, auparon al PNN de la política, a la jefatura del gobierno para  la sorpresa de todos, seguramente él incluido. 

La primera legislatura fue de una inconsciencia absoluta, sin una definición político-ideológica, con  guiños a la izquierda política, al tiempo que consolidaba políticas de derechas. 

Con la venta de su alma al diablo nacionalista Maragall, puso en marcha todo una suerte de acciones insensatas, que era incapaz de controlar, con cada vez más fugas hacia adelante, lo que complicaba su siguiente decisión. 

Pero mal que bien, y sobre todo porque frente a Zapatero había un candidato muy flojo, como el digital Rajoy, se pudo mantener y ganar las elecciones del 2008, negando la situación de crisis, poniendo en marcha toda una serie de medidas contradictorias– como el cheque bebé que beneficiaba a los que tenían más que a los que se suponía debían recibirlo, las rentas más bajas–, dándose la circunstacia de que muchas parejas ricas y hasta millonarias lo percibían mientras otras que no tenían trabajo, o con sueldos muy bajos, no lo hacían. 


Pero el giro copernicano de un supuesto dirigente socialdemócrata lo realizó cuando los buitres de las finanzas, culpables de la crisis financiera le impusieron las medidas  draconianas, que consistía en que los miles de millones defraudados por ellos, los pagaran los ciudadanos, que en ningún momento habían contraído deuda alguna. 


Zapatero, al descubrir las bondades del liberalismo económico de la gran delincuencia financiera, se sentía adulado por estos en las reuniones internacionales, sin darse cuenta de que lo hacían porque se había puesto a sus órdenes y en primer tiempo de saludo  y dispuesto a seguir  decisiones impuestas. Así que la adulación no era  porque en ningún momento lo consideraran de los suyos. 


Se dice en la jerga de ese mundo del hampa financiero, que fue valiente al tomar las medidas impopulares que tomó contra sus propios ciudadanos y contra sus propios votantes en beneficio de los dueños del gran capital. Para cualquier otra persona hubiera supuesto un insulto semejante elogio que le hubiera hecho reflexionar. No se daba cuenta que estaba cavando su tumba política, y lo que aún era peor, la de su partido que perdía los pocos signos de identidad que pudieran quedarle tras el desastre de González, el verdadero conversor del PSOE en un partido al servicio de la derecha con los votos populares de la izquierda.


Porque Zapatero tenía otra alternativa: haber rechazado las imposiciones de los culpables de la crisis, haberse dirigido al país explicándoles la situación, y convocar  un referéndum sobre lo que había que hacer, al tiempo que tomar las medidas para el encarcelamientos de los culpables de la crisis en nuestro país,  nacionalizar los bancos en quiebra por la mala gestión, en lugar de permitirles seguir aumentando sus escandalosos beneficios con dinero público. 


Zapatero pudo, en última instancia haber dimitido, negándose a aceptar las imposiciones de los culpables de las trapacerías y el desastre económico, negarse a obedecer a esos sectores que nadie ha elegido, pero que marcan la agenda de los políticos, y que  convierten a éstos en meros gestores de sus intereses. Pero prefirió aceptar eso que llaman sentido de la responsabilidad del gobernante, cuando no es más que una obediencia ciega contra los principio que se les suponía tenía, en favor de los intereses de la gran banca, y contra los millones de españoles que se convertían en rehenes y víctimas de una decisión para la que los ciudadanos no lo habían votado.


Hoy, ya desahuciado y sin credibilidad, tira la toalla, dejando a su partido, y lo que es peor, a las clases bajas, con una herencia desoladora. Y, como se sabe, cuando los partidos que se denominan de izquierdas hacen políticas de derechas, y en este caso salvajemente de derechas, el resultado es que la gente acaba preferir al original a la copia. La mayor de las veces por la desolación que aplasta a los votantes socialistas, que acaban por refugiarse en el desanimo cuando no el desespero de la abstención. El primer acto lo hemos visto en la elecciones municipales y regionales. Como lo vimos en Cataluña por el empeño de Montilla de imitar a la derecha de CiU olvidándose de quien les había dado el voto, que no fue para que se convirtiera en una mala copia del pujolimo reaccionario, mercantil saqueador.


Zapatero tira la toalla y se va con el mayor desastre que pudo haberse imaginado nadie dentro del PSOE, que en realidad no es más que lo previsible  aquel 16 de noviembre de 1997 en que, contra todo pronóstico fue elegido como secretario general del PSOE, y por ende candidato a la presidencia del gobierno. Pero no contento con la faena, la remata con otro favor a las clases más reaccionarias e insolidarias, poniéndose al servicio de la derecha con un cambio en la Constitución de la manera más reaccionaria posible: negándole a los ciudadanos la propia democracia, con un golpe de mano palaciego de acuerdo con la derecha más cavernícola de Rajoy. Y los dirigentes  de PSOE, por la inercia de la obediencia, no dicen nada sustancial contra semejante atropello, más allá de justificaciones que al final quedan en nada y haciendo  la ola al jefe. Aunque, una vez más, el jefe los haya dejado con el culo al aire.


U. Plaza 

martes, 13 de septiembre de 2011

LA BURGUESÍA CATALANA, ANTES FRANQUISTA, AHORA NACIONALISTA...CATALANA

En los años de la dictadura fascista la burguesía catalana hablaba castellano en sus casas y  era la lengua  que les enseñaban a sus hijos "porque el catalán era una lengua de estar por casa".  Cuando venía el sanguinario dictador a Cataluña, todos perdían en culo tras él,  cubriéndolo de parabienes, cardenales y obispos incluidos, naturalmente. Y hasta lo hacían alcalde honorífico de los ayuntamientos por menos que cantaba un gallo con la intención de mostrarle  al golpista de El Pardo sus "inquebrantables adhesiones".  Ahí están la hemerotecas para dar fe de cuántos empresarios y la alta, y no tan alta burguesía catalana, entonces  defendían el nacionalismo, naturalmente, el nacionalismo  español. 

Pero como siempre, los mercaderes de la derecha catalana–igual que ahora– no lo hacían por patriotismo ni por defender valores culturales, y mucho menos derechos y libertades, que ellos sí las tenían. Lo hacían porque el dictador les proporcionaba pingües ganancias haciendo leyes que  mantenían sujetos a los trabajadores, con salarios de miseria y sin derechos sindicales que les permitieran defenderse de la brutal explotación. Era lo menos que podían hacer para agradecérselo al dictador. Para eso colaboraron desde el principio en el golpe de Estado y siguieron colaborando durante toda la dictadura, salvo honrosas excepciones.

Cuando llegaba el 11 de septiembre, los únicos que salían a la calle jugándose el pellejo eran los trabajadores comprometidos en la lucha antifranquista, generalmente del PSUC,  charnegos la inmensa mayoría por no decir su totalidad; muchos de ellos que ni siquiera entendían catalán, y no digamos hablarlo. Y lo hacían por considerarlo justo, como una lucha más por la libertad;  y por  orientación de la dirección del Partido, que lo consideraba muy importante: "para que la burguesía– nos decían– el día de mañana cuando haya libertades, no se apodere la derecha del hecho nacional y margine a la clase obrera". Hoy eso parece un chiste, visto quiénes han sido de verdad los beneficiarios.

Y lo decían con esa incomprensible fórmula de "ser un partido nacional, pero no nacionalista".  Si no fuera porque algunos dirigentes que ponían más fe en este hecho que en otros que interesaban–por urgencia, como hoy– a los trabajadores, y que sí sabían lo que hacían, habría que pensar que ¡menudo ojo clínico! "para que la burguesía no se apoderara...", etc. 

Aquella burguesía de aquellos años, explotadora hasta el agotamiento de los trabajadores, en largas jornadas que rayaba la esclavitud, no le temblaba el pulso a la hora de pedir ayuda a gobierno franquista del que eran parte integrante como beneficiaria,  para reprimir a los trabajadores, que con todas las dificultades, trataban de organizarse para conquistar  mejores condiciones de vida y de trabajo. Y los jefes políticos de la dictadura en Barcelona, en Cataluña, no eran extraños personajes venidos de fuera, como la mitología nacionalista trata de hacernos creer ahora embaucando a manipulados ciudadanos, con los medios de manipulación pesebristas y subvencionados. Eran los  miembros de la clase dominante catalana que habían ayudado al golpe de Estado y se cobraban su ayuda a costa de las clases populares derrotadas. Sus nombres, castellanizados porque convenía  a sus negocios; y apellidos catalanes, conversos al falangismo local o al salismo, están ahí para quien quiera enterarse.  Aquellas grandes familias de la burguesía catalana defendían el franquismo entonces como ahora defienden el nacionalismo catalán y hasta la independencia: porque consideran que les es rentable para sus negocios. Nada más. Pensar otra cosa es de un despiste supremo, o algo mucho peor.

La burguesía catalana–como todas las burguesías–miden su patriotismo y todas sus acciones calculando su rentabilidad; y aplica sus políticas según la oportunidad, y si le conviene para el negocio. Por eso suena a oportunismo que la misma gente que de forma salvaje le  está expoliando a los ciudadanos catalanes sus derechos, quitándoles la Sanidad y la Enseñanza públicas, privatizando su patrimonio  para hacer negocios privados–como lo hacía cuando estaba el dictador–ahora se erija en defensora de "lo catalán". Y saque  la bandera de la defensa de la lengua, que mucho de ellos recordaron que era la suya y la recuperaron a corre cuita, en cuanto se le retiraron los tubos a la  momia golpista; y hubo incluso quien dos años después siguió rindiéndole honores al dictador, en castellano, naturalmente, en las instituciones catalanas, por ejemplo en el ayuntamiento de Barcelona. Y quien siguió rindiendo honores al alcalde franquista, Porcioles.

 A ellos, a los mismos que ahora parecen estar dispuestos a otra cruzada en sentido contrario de la de antaño,  les importa porque han visto que así pueden sacar mejor tajada manipulando a gentes de buena fe, como defendieron la castellana durante el franquismo, por puro oportunismo. Y ahora, como una cortina de humo, para ver si la gente se olvida del expolio emprendido y el mal gobierno de la derecha, como siempre. 

Pero lo lamentable del asunto es que esta burguesía, siempre insolidaria, haya sido capaz de poner de  su parte a los dirigentes de los partidos que se llaman de  izquierda; y hasta las desnortadas direcciones de los sindicatos, para defender lo que a ella le conviene, con gestos patrioteros, comiendo en la palma de su mano, haciendo piña con los amos del tinglado.

Entonces, en la dictadura, como ahora en esta seudodemocracia vacía de contenido, que cada vez vacían más,  son las clases populares  las que defendían la cultura, la catalana incluida, arriesgando su libertad, incluso sin ser muy conscientes de ello. Los trabajadores charnegos eran los únicos que defendían la lengua   catalana, su cultura, como un derecho. Y eran criticados por los que ahora tan gallitos aparecen, desde cómodos sillones con  remunerados sueldos, como los mayores defensores de la identidad catalana. Habrá que ver lo que acaba de hacer Fainer con La Caixa, que desmiente el discurso patriotero. 

Muchos de aquellos charnegos   pagaron cara su osadía en solitario; fueron torturados en las comisarías franquistas, y purgaron largas condenas de cárcel. Ninguno de los representantes de aquella clase dominante, cuyos herederos hoy son tan defensors de Catalunya, movió un dedo para defenderlos, todo lo contrario. Eso parece haberse olvidado por quienes no debieran hacerlo, salvo que su amnesia sea de tal calibre que hasta olviden  que la sociedad sigue  dividida en clases, más que nunca si cabe, y que los que dirigen, esta derecha expoliadora de hoy, es la misma de siempre, también la de la dictadura. Y que ir junto a ella desde posiciones populares, pretendiendo defender lo mismo, lo único que hace es incrementar la cuenta de resultados de sus réditos políticos, que en ella sólo son fundamentalmente económicos. 

Si  por desgracia se volviera atrás, nada imposible visto el curso de los retrocesos sociales que están aplicando; si la situación les recomendara para sus negocios a esta derecha expoliadora y tan  patriotera de ahora, volver a hablar castellano, y convertir de nuevo el catalán y toda la cultura catalana en  un obstáculo, que nadie dude que lo haría. 

Por eso antes de acompañar a la derecha en cualquier supuesta reivindicación, por justa que parezca, o nos lo venda así, no hay que olvidar que no es para ellos más que una inversión, como lo fue en sentido contrario durante la dictadura. No debe olvidarse desde las clases populares, de quiénes son y han sido los expoliadores. No se puede ir de la mano de los mismos que nos saquean nuestros derechos con toda impunidad.

U. Plaza

sábado, 10 de septiembre de 2011

LA DIGNIDAD Y ARTUR MAS

El que pasa por ser el jefe del gobierno y de la derecha catalanas, cada vez más escorado hacia la ultraderecha –y aunque todo el mundo sabe que Mas es sólo el que obedece las órdenes de los que de verdad mandan, los financieros, que no se presentan a las elecciones, pero deciden–con motivo de la puesta en escena de las celebraciones del once se septiembre, junto con el resto de la farándula política, que año tras año alimentan el mito que les sirve de excusa para seguir defendiendo sus intereses de clase, con el señuelo de "defender la patria catalana" a costa de muchos ingenuos que se lo creen, ha dicho que dicha celebración se ha de hacer con todos sus símbolos. Lo que por otra parte entra dentro de la lógica de cualquier celebración, sea la que sea. 

Pero lo que ya raya el disco es que Artur Mas se atreva a decir a continuación, para afirmar su perogrullada, es que "se ha de hacer con toda dignidad". Como siempre la derecha, manipuladora hasta la nausea, miente descaradamente en todo cuanto dice. Porque para ella, para Artur Mas y para los jefes de Artur Mas, que son los beneficiarios de sus políticas, la dignidad empieza y acaba en una cuestión de símbolos. Será porque eso, contrariamente a perjudicarlos, los beneficia; porque esa parafernalia la saben rentabilizar, tan propio de los mercaderes.

Sin embargo, al parecer,  la dignidad del Artur Mas se acaba en esa puesta en escena. Porque contrariamente sí consideran digno que se esté expoliando la Sanidad Pública, se privaticen servicios y se desvíen hacia  las clínicas privadas para hacerles  ganar mucho dinero a costa de la salud de los ciudadanos, que ya sufren las consecuencias del digno expolio, cuyo único cometido parece ser el de Baudilio (perdón, Boi) Ruiz. 

Como también debe el jefe del gobierno catalán  considerar muy digno que se estén recortando los presupuestos de la enseñanza pública,  al tiempo que se regala a escuelas privadas mucho dinero, con el mismo cometido que con la sanidad: el negocio a costa de lo que sea, incluso con masivos despidos de profesores, y obviamente con una bajada de la calidad, que parece no consideran digna de atención.

Igual que este digno servidor de las grandes fortunas se ha negado a incrementarle los impuestos, con lo que se aliviaría el déficit, mientras que los indignados ciudadanos han de soportar que Artur Mas con todo descaro se arrogue dignidad, cuando no hay nada más indigno que el hecho de que haya personas que puedan morir por falta de asistencia sanitaria, gracias a sus dignas políticas de expolio, y lo haga con una cuota electoral, del 22% de apoyo, una minoría, dígase lo que se diga, gracias a una antidemocrática ley electoral tan digna, que permite semejantes injusticias por parte de los más ricos.

Pero no importa. La puesta en escena con todos sus dignos símbolos está servida. Y como buenos amigos, la asumirán hasta los que, contra todo sentido común, aún siguen llamándose de izquierdas, sin quererse enterar del estropicio social que están provocando sus compañeros de fiesta de CiU, con los que no pierden ocasión de firmar comunicados solidarios. Y es que la dignidad de los políticos gubernamentales–que en Cataluña lo son casi todos, porque a la hora de la verdad todos se ponen de acuerdo, porque todos comulgan en el mismo abrevadero nacionalista, con ese oximorón de izquierda y nacionalista, sin la menor fisura. La dignidad parece ser tan elástica y tan utilizable por estos pagos,  como lo es un comodín, que lo sacan  en cuanto la partida de póquer lo demanda, como buenos tahures que son, a la hora del envite, generalmente engañoso, como todos sabemos.

U. Plaza

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL GOLPE

Lo que acaba de hacer el gobierno y el grupo parlamentario que lo sostiene, el PSOE–con la única excepción de Antonio Gutiérrez, al que debe quedarle algo de ética y memoria de cuando era secretario general de Comisiones Obreras, antes de que la dirección de este sindicato perdiera el norte en las moquetas de los despachos–; y con el entusiasta  apoyo de la derecha más cavernícola de este país, es de un calado tan profundo que perfectamente se puede calificar de golpe palaciego, antidemocrático contra los intereses populares. 

Porque no se trata sólo, siendo esto muy grave, de que se haya despreciado al ciudadano e impedido que decidiera cualquier cambió de la Constitución por la vía de un referéndum; la misma  Constitución que han considerado siempre que era poco menos que inmaculada, sobre todo para que no se destapara la caja de Pandora,  y que el ciudadano pidiera cuentas sobre muchos aspectos de la misma, sobre todo de la forma de Estado, derecho sustraído en su día. 

Esa era la excusa, que sin embargo en un golpe caciquil, en tiempo récord, han decidido que no es tan inmaculada y que se puede reformar, naturalmente sin contar con nadie, sólo porque así interesa a las bandas financieras, y a sus servidores de los gobiernos de mercaderes de Unión Europea.

Porque lo que se acaba de hacer es muy grave en sí mismo, al margen del hecho antidemocrático. Porque acaban de liquidar la Constitución en aspectos fundamentales. Porque hacer imposible constitucionalmente el aumento de déficit es tanto como impedir que el país pueda desarrollarse para llevar a cabo proyectos de futuro, y sobre todo atender la demanda de mejoras sociales, punta de lanza de las políticas de la derecha más salvaje e incivilizada, como estamos viendo con los saqueos de la Sanidad y la Enseñanza públicas.

Porque en el hipotético caso de que algún día las mieses de los campos aumentaran considerablemente, y las piaras disminuyeran y hubiera más pan que chorizos; y por tanto  en el hipotético caso de que hubiera algún día un gobierno medianamente decente que quisiera hacer políticas menos proclive a los intereses de los delincuentes financieros, y algo más tendente a atender las necesidades de los ciudadanos menos favorecidos, se encontraría con las manos atadas. No podría emprenderlas si para ello, como sería obvio, debía endeudarse. 

Y claro, como para deshacer el atropello que se acaba de perpetrar–con el apoyo de Rubalcaba y de Alfonso Guerra, que por más que vocifere en presencia de los obreros votó a favor– hace falta una mayoría cualificada,  eso sería imposible. Porque la derecha salvaje, pura y dura, la que ha salido favorecida con el golpe palaciego, porque esa era una de sus metas, no será tan complaciente para modificar nada, como lo ha sido Zapatero  y su grupo parlamentario con ella, al pasarse con armas y bagaje a las posiciones  ideológicas del PP.

Si considerábamos que la democracia española era de ínfima calidad, ahora simplemente no es ni eso. Ya que carece de importancia a qué partido se le vote, salvo, si  se hace a alguno que no sea de los dos que se han confabulado para dar el golpe. Y aún así, porque teniendo en cuenta el aplastante poder mediático y la ley electoral a favor de los grandes, será imposible romper el corsé impuestos. 

Porque, como ha quedado demostrado, tanto PSOE como PP, en realidad obedecen a los financieros, los verdaderos amos, que son los que mandan aunque nunca hayan sido votados por los ciudadanos. Por lo que el acto electoral se ha convertido en una farsa, ya que los votos no cambiarán nada, porque quien decide, los financieros, no necesitan presentarse a las elecciones para decidir, y además ni siquiera se desacreditan, porque para eso tienen a sus servidores, como lo vienen demostrando, y ahora de manera absoluta.

Así que ante este panorama de liquidación democrática, como en los viejos tiempos de la dictadura, al ciudadano no le queda más opción que luchar por la democracia, nunca alcanzada–ni siquiera la formal como estamos viendo–y lograr un referéndum y una Constitución que responda a los intereses  de los ciudadanos, que como es obvio no son los mismos ciudadanos que hace 33 años pasaron por la horcas  caudinas de una Constitución con amenazas involucionistas. Constitución que de todas formas quedó en papel mojado en muchos aspectos, que nunca se respetaron por los poderes.

U. Plaza 

sábado, 3 de septiembre de 2011

EL CINISMO DE LOS SERVIDORES DE LOS RICOS

Ya es poco probable que nadie se extrañe ante el grado de cinismo  del  que son capaces de exhibir los servidores de los financieros. Pero a pesar del grado escandaloso al que han llegado, demuestran a cada paso que son capaces de superarse así mismos, sin que por ellos pase la menor sombra de rubor o vergüenza ante las mentiras utilizadas para justificarse.

José Blanco, jefe privilegiado de uno de los partidos de la derecha realmente gobernante, junto con su políticamente cadavérico jefe Zapatero,  ha dicho sin que se le escape la risa burlona por el atropello a los ciudadanos que le pagan su sueldo,  "que no hay tiempo para hacer una ley que permita subirle los impuestos a los millonarios". Y naturalmente, este aprendiz adelantado de neocon, se habrá quedado tan contento, sobre todo porque habrá dejado contentos a los que sirve, a esos millonarios que habrán confirmado que Blanco es de los suyos, de sus servidores, vamos, que los poderosos tampoco es que se proliferen en codeos con el servicio, más allá de lo estrictamente necesario para intereses.

Porque hay que ser cínico y falto del respeto al ciudadano para ser capaz de recurrir a semejante excusa, sin que se le alborote la neurona. 

Porque no hay tiempo para hacer una ley para que los grandes millonarios que con la crisis provocada por ellos cada día lo son más, y sin embargo corrieron a darles nuestros dineros a los banqueros, sin contar con los ciudadanos, en un tiempo récord; para eso si hubo tiempo, porque había que salvar–dijeron– el sistema financiero, es decir a los mismos que lo habían hundido, en lugar de meterlos en la cárcel, como la lógica demandaba. Pero era mejor dejar que se siguieran enriqueciendo tras el salvavidas de la lluvia de millones de dinero público, para que siguieran haciendo lo que hasta entonces. No había problema, todo era tan fácil como saquear la Sanidad  y la Enseñanza públicas, vendiéndonos la burra ciega de que "habíamos vivido por encima de nuestra posibilidades": un robo  y con  alevosía.

Como tampoco les ha faltado tiempos a los dos partidos de la derecha española,  para confabularse para dar un golpe palaciego, cambiar algún aspecto de la Constitución que más favorece a los que Pepiño Blanco no tiene tiempo de subirle los impuestos,  cuando es un clamor que lo que se pide es que si hay que cambiar la Carta Magna, se haga con todas la consecuencias previo referéndum.  


Pero para algo tan importante, como sí han tenido tiempo de soslayarle a los ciudadanos el derecho a pronunciarse, como ya se hizo en su día cuando se impidió que el pueblo español se pronunciara por el tipo de Estado que prefería. Entonces, los herederos de la dictadura, travestidos como se sabe en "demócrata de toda la vida", con el apoyo cómplice de no pocos que debieron haberse opuesto, nos lo colaron porque los poderes fácticos, esto es, el Ejército y la Iglesia, y claro los mismos que hoy imponen su ley, los financieros, lo impedirían. 


Pero esa excusa tan propagada entonces, hoy es sencillamente inaceptable por mucho que digan que es legal–y sin duda lo es porque las leyes las han hecho los mismos que ahora quieren seguir impidiendo que sea el pueblo quien decida–. El golpe palaciego se comprende porque obedece a la misma dinámica  servil de los dos partidos que sirven a los mismos amos. Pero que lleguen, como ha llegado José Blanco a insultar nuestra inteligencia con el argumento de "que no hay tiempo", es sencillamente comprobar hasta qué punto se ha degradado la casta política gobernante, hasta no tener en cuenta ni en disimular sus falsedades y continuas mentiras, con tal de seguir los lacayos del mundo financiero. 

U. Plaza




lunes, 1 de agosto de 2011

LA ÉTICA "SOLIDARIA" DEL CACHORRO DE LA DERECHA

Curiosa manera la que tiene la derecha, heredera de la dictadura, de entender la solidaridad. Porque si hay algún dinero bien empleado por el gobierno es el que ha dedicado a Somalia; aunque  sólo sea para poder sentirnos personas, y no alimañas indiferentes ante la tragedia de millones de personas que se mueren de hambre. Los  25 millones de euros para  paliar la miseria extrema en Somalia, aunque se haga, como sabemos, para quedar bien, bien destinados sean si con eso se logra salvar vidas, a veces in extremis

Pero los cavernícolas  señoritos de la derecha tratar de que millones de personas de tan castigadas tierras sufran algo menos de los que ya vienen haciéndolo, precisamente por la explotación a la que han sido sometidas por el colonialismo y el neocolonialismo durante décadas,  les parece un derroche de tontos

Sin embargo  en ningún momento han cuestionado, todo lo contrario, ni nuestra aventura en Iraq, decidida por el políglota edecán de Bush, ni  el enorme gasto que nos ocasiona la guerra de Afganistán para favorecer los negocios de las multinacionales del petróleo y el gas, además de estar perdiendo vidas.

Ni tampoco cuestiona esta derecha los miles de millones que les regalamos a la Iglesia todos los españoles, seamos o no católicos; ni el gasto enorme que nos costarán las vacaciones del jefe de esa Iglesia, para el  que  pondrán a su disposición todo tipo de lujos, protección y coberturas televisivas públicas. Lo que está siendo criticado por amplios sectores laicos, pero también por las comunidades católicas de base, que consideran con toda razón, un derroche innecesario, digno de mejor destino. Ni tampoco han cuestionado en ningún momento, todo lo contrario, el enorme gasto que constituye el mantenimiento de la monarquía. 

Nada de eso le parece al cachorro de la derecha pepera  importante, a pesar de los miles de millones que se destinan a ambas instituciones.  Sí que todos los españoles aportemos una ínfima parte del dinero necesario para achicar en lo posible los sufrimientos de muchas personas, con la demagogia ya utilizada por algunos de sus conmilitones, sin considerar el abismo que hay entre la situación de los millones de hambrientos y nosotros, a pesar de todo.  Y porque nuestra crisis la ha traído el salvaje saqueo por parte de los financieros, y que algo tendrán que ver también con la miseria  y la hambruna de los somalíes y otras zonas del llamado Tercer Mundo.   

También bastaría que los sueldos y prebendas de Sus Señorías, del Congreso, tan blindados ellos, en lo suyo,  se los rebajaran a la mitad; y hacer desaparecer el cementerio de elefantes que constituye el inútil Senado, para que nos ahorráramos mucho más dinero que el entregado para ayuda al Cuerno de África hambrienta. 

Pero es que las mentes primarias de estos señoritos de la derecha biempensante, y bienestante, que recibirán al jefe de la Iglesia sin reparar en gastos,  no saben de sufrimientos ajenos. Pero sí sabe utilizarlo para confundir a la gente con demagogia fácil de prender en una situación bastante candente por la situación de millones de españoles. Pero que sin embargo, no señalan a los culpables, más allá del gobierno, y por puro interés  de desgaste electoral.

U. Plaza

domingo, 31 de julio de 2011

LOS AGOREROS DEL 15-M

Los mercenarios al servicio del poder, ya sea en las corrosivas tertulias radiofónicas o de la basura televisiva cavernaria;  e incluso en algunas emisoras  que se presentan como progres para mejor engañar al los ciudadanos, montadas para difundir las ideas  de sus amos;  o en los medios de manipulación a su servicio, que como sabemos son la inmensa mayoría, desde el primer momento de la aparición del movimiento democrático 15-M, están certificando su defunción  o sentencia de muerte.

Al principio, es de suponer que algunos lo hacían por el puro despiste que les causó el hecho de que, sin participación de las castas política ni sindicales, beneficiarias del sistema corrupto y antidemocrático del que disfrutan, y que creían tener  controlado,  los ciudadanos respondieran a un llamamiento de anónimos indignados.

A pesar de eso los más militantes lacayos profesionales de las tertulias, un día sí y otro también, manifestaban haber viajado a Delfos cuyo oráculo les aseguraba, "sin ningún género de duda",  que los Indignados del 15 M no pasarían de 22 de mayo, fecha de las elecciones municipales y regionales. 

Algunos empujaban con sus consejos para  que fueran expulsados violentamente de las plazas, con el peregrino argumento de que interrumpían el normal desarrollo de la vida en la calle, y molestaba a los ciudadanos. Ese argumento es el que utilizó el violento e irascible conseller de Interior de la Generalitat, de Cataluña, Felip Puig, en un acto de irresponsabilidad antidemocrática, logrando que el movimiento, a partir de entonces un apoyo mayoritario de los ciudadanos, que a día de hoy se mantiene y se  incrementa.

A  pesar de que el movimiento de Indignados del 15-M, que piden Democracia Real Ya, vienen demostrando decisión y solidez, sobre todo a partir de las manifestaciones de 19 de junio en toda España, que sorprendió una vez más a todos por su éxito de convocatoria; y  del éxito de las concentraciones de Madrid a la que han acudido indignados de toda España, en pleno julio, y con propuestas ya elaboradas, los asalariados de la manipulación siguen con su  cruzada,  con  servil constancia, una y otra vez dan por acabado al  movimiento de indignados contra la caótica situación de desigualdad e injusticia que padece la población.

Y lo hacen de mil maneras. Ponen toda su fe en darle al movimiento consejos paternalistas con el mismo acierto y utilidad que los economistas  de la derecha a la hora de vaticinar la crisis económica. O  se convierten en cronistas que dicen observar cada paso y acción del 15-M, y afirman creer   que el movimiento se está extinguiendo. Incluso los hay que dicen apoyar los objetivos del 15-M en sus artículos periodísticos, pero que encuentran deficiencias en él. Por lo que, de una forma más fina, más sutil, en realidad también contribuyen al objetivo común del poder: desacreditar el movimiento, aduciendo que sus objetivos son loables, pero inalcanzables, cuando no innecesarios, ya que–dicen–hay algún partido que han recogido el guante y está dispuesto a defender algunas de las propuestas. Eso sí, siguen sin explicar por qué no las ha llevado ya al parlamento, ni ha dado un paso desde el gobierno.

Nada es nuevo. El poder utiliza diversas formas para liquidar aquello que puede  crearle problemas,  y más si de lo que se trata es de un movimiento democrático que pone en cuestión sus abusos. Y cuando no lo logra por la vía del enterramiento inmediato,  con la represión directa,  utiliza otros métodos, a veces que hasta  parece fuego amigo

El problema para el poder con el movimiento 15-M  es que no se trata de algo artificial. No responde a los deseos de unos iluminados que de pronto deciden  ponerse en marcha como si de un juego se tratara. Sino de que los problemas que sufre la población por el saqueo a que está sometida por  los poderes financieros, a los que sirve el poder político, son reales. Y que si lograran, por la vía que fuera, que el movimiento dejara de existir, resurgiría una y otra vez. 

Así que, aunque  los cruzados contra el 15-M, o contra cualquier otro movimiento que surgiera,  los agoreros, incluidos   bienintencionados consejeros, traten de confundir, la realidad objetiva de un poder injusto y antidemocrático, que le ha robado el pasado a muchos ciudadanos que perdieron la juventud luchando contra la dictadura, volverá una y otra vez; porque sigue  empañado en robarle también el futuro a la inmensa mayoría de la juventud. Y ésta, por propia supervivencia, está obligada a hacerle frente,  a no  permitírselo. 

U. Plaza