miércoles, 15 de junio de 2011

A BONO SE LE DISPARAN LOS GENES

A José Bono se le han vuelto a disparar sus genes de hijo de falangista.  Este hombre pierde las formas cuando debiera callar, pero no lo puede evitar, es lo natural en él. Lo mismo iza una kilométrica bandera para exhibir su estúpido patrioterismo de nacionalista español, contra otros no menos estúpidos patrioterismos  nacionalistas  periféricos, para demostrar que él la tiene más grande;  que reprocha a un viejo republicano que ondee su bandera tricolor, por la que luchó defendiendo la libertad con, en un acto con años de retraso, que debiera haberse llevado a cabo  muchos años antes, de reconocimiento, a los que fueron masacrados por aquel golpe de Estado que acabó con la democracia. El señor Bono, sin duda es un ejemplar insólito, digno  seminarista trepista,  de la casta de privilegiados políticos. Y que se ve en la necesidad de expulsar de su cuerpo todas las culebras que va reteniendo, para seguir defendiendo sus privilegios.

Otra vez, como era previsible, el señor Bono nos ha dado una lección de intolerancia contra los que pagamos su abultado sueldo. Y lo ha hecho poniendo al día sus genes de hijo de falangista, engrasando sus instintos patrioteros de señor de orden del viejo régimen–ese orden que es un desorden para la mayoría– y ha pedido que actúen las fuerzas represivas–¿como en los mejores tiempos, señor Bono?–contra los ciudadanos indignados precisamente contra personajes como él, que representan lo que representa él,  contra el status que él defiende y que tan bien le va a los de su casta. Lo ha hecho contra el legitimo derecho de los ciudadanos a defenderse de  gente como él. 

Porque el señor Bono ha pedido que actúen las fuerzas represivas, esas que pagamos todos, en teoría  para que nos defiendan, contra los ciudadanos que protestan delante del parlamento de Cataluña, porque en ese lugar se estaba cometiendo el mayor genocidio social que se ha conocido tras la muerte del dictador, por CiU y sus recientes encamados amantes del PP, aunque todos sabíamos que mantenían relaciones incestuosas desde siempre, entre parientes ideológicos de la derecha más cavernícola  a la que ambas familias pertenecen, por más que en pujolandia  lo hayan querido disimular. 


Y al señor Bono le parece "intolerable" que se les diga a los políticos lo que se piensa de ellos y sus marrullerías golfantes; pero no que éstos ejecuten el mayor hachazo a los derechos de las clases populares; eso no le parece mal al señor Bono. Ni que la casta política  defiendan a los culpables de la crisis, a los bancos, como lo demostraron ayer en el pleno del Congreso, propiciando–su tribu y la del PP, pero con la abstención del partido-chantaje de CiU–que los ciudadanos desahuciados sean esclavizados con deudas de por vida, e incluso que la misma la tengan hasta sus nietos por la hipotecas.

Bono pide represión–él lo llama, repitámoslo, orden,–porque su genes reaccionarios no le permiten entender otra forma de hacer las cosas. Y seguramente es que no las hay, porque esas otras formas, las que piden los indignados, quebraría sus privilegios insultantes de casta. Así que se comprende a la legua, que el privilegiado Bono rechace métodos democráticos y pida métodos clásicos y contundentes, que son los que han utilizado siempre las viejas castas decadentes, incluso cuando estaban al borde del abismo, con pretensiones de permanencia,  de etenizar hasta donde sea posible, sus privilegios.

A estas alturas del desvarió de la casta de privilegiados políticos, no sabe uno que es peor: que este señor de la derecha profunda, de la España profunda de rezo, cirio y genuflexión ante los obispos, de olor a incienso,  esté militando en un partido que tiene el nombre de socialista; o que ese partido siga teniendo tal nombre; o, el por qué sus bases militantes, tan expoliadas como el resto de ciudadanos por sus dirigentes,  no se rebelan indignados, aunque algunos ya empiezan tímidamente ha indignarse. Se comprende que no lo hagan los caciques y caciquillos, que mal que bien tengan algún hueso que roer, pero  los honrados militantes de base debieran responder a las agresiones. 

Decía hace poco el polémico Antonio Romero, el que fuera diputado por Málaga por IU, ante una de las  ocurrencias del hijo del falangista, sobre Cayo Lara y la Cipriana–que Romero dice es la Tomasa– que todo en Bono era falso, hasta el pelo. Estoy bastante de acuerdo, porque a la vista está que de socialista nunca ha tenido nada, por lo tanto, falso; y me inclino a creer que por mucho exhibición de meapilas que enarbole, tampoco se ajusta a la verdad. Ya que seguiría los postulados de la Iglesia de Rouco, la más auténtica, la eterna, la del polaco y la del pastor alemán –por ejemplo la ley del aborto y el matrimonio homosexual–. Pero eso le costaría el cargo; y es evidente que prefiere el cargo aunque se condene al fuego eterno. Debe pensar que vale más cargo aquí que beneficios celestiales cada vez más dudosos en el más allá.  Todo es falso en este hombre, dice Antonio Romero. Menos sus genes, creo yo, de intolerante. Que, estudios genéticos quizá los exculpen, por ser eso, genética, la herencia. Uno no es culpable de sus genes, ni de los que desarrollan la intolerancia, aunque haya quien los emplee para seguir trepando o manteniéndose en la cúspide.

U. Plaza


martes, 14 de junio de 2011

¿TRANSPARENCIA, O INSTRUMENTOS DEMOCRÁTICOS DE CORRECCIÓN?

La casta política, por boca del cansino e inefable Bono, ha dicho que quiere dar transparencia a las prebendas y beneficios que reciben los diputados. Y a primera vista eso parece bueno. Siempre es interesante que las cuentas del dinero de todos estén claras–también las de la monarquía, hasta que llegue la IIIª República en la que se elija la primera institución del país democráticamente–. Pero eso no es suficiente. Es decir, es absolutamente insuficiente e ineficaz. Porque cualquier ciudadano por poco ducho o enterado que esté sobre lo que percibe un diputado o un, a todas luces innecesarios Senador, de lo que sí está seguro es de que sus sueldos son escandalosamente inmorales. Le bastará con ver el tren de vida de ellos, y la miserable del ciudadano medio; eso suponiendo que esté trabajando y no sea presa de los bancos y sus desahucios, apoyados por Sus Golferías, perdón Señorías.

Está bien que todos podamos acudir a las fuentes para saber con exactitud lo que se llevan los políticos en privilegios, cuando dicen que están a nuestro servicio. Pero eso no es lo importante. ¿De qué nos  sirve saber todo eso, más allá de coger un morrocotudo cabreo, si no podemos hacer nada para evitarlo?  ¿De qué nos puede servir esa información si tras esa aparente "trasparencia" los políticos se atrincheran es sus múltiples urdidos privilegios para impedirnos cambiar semejante injusticia? No nos servirá de nada. Lo que hace falta son instrumentos democráticos para impedir, primero que se puedan dar esos casos, así como instrumentos para eliminarlos de inmediato si se dieran, expulsando al delincuente–delincuente es el que se apropia de lo que no es suyo, más si son bienes públicos–del cargo, que se pueda remover todo político de inmediato si ha abusado de su cago, sin dilación.

Todo lo demás son cantos a la luna  para tratar de recuperarse en lo que sea posible–con los medios de manipulación pesebreros a su servicio–  del desprestigio ganado a pulso por la casta política, tan dócil con los poderosos y tan enérgicos contra los débiles. Hasta ahora, a pesar del escándalo que supuso que casi al unísono bajaran los sueldos de los trabajadores funcionarios y otros, congelaran las pensiones, y se blindaran sus ya escandalosos privilegios. Y su moral ni siquiera les había hecho mella para caer en la cuenta de la aberración que suponía semejante decisión antidemocrática y caciquil, de bajarle el sueldo a los demás y blindarse las propias prebendas. Están tan instalados en su Olimpo particular, que la ética es cosa desconocida para ellos.  Si Bono lo dice ahora–pero sólo en lo de publicar, no corregir–, es porque algo se está moviendo; porque es un clamor de miles de voces y murmullos en toda España que claman contra los políticos y contra esto que llaman democracia, y no lo es, sino privilegio de unos cuantos, sobre todo los amos del dinero, del que ellos reciben una parte.  Y lo que intenta Bono y su casta, es confundir, hacer como que algo se hace para que todo siga igual. Porque ya se cuidarán muy mucho de poner diques burocráticos para que todo intento de atajarlo, sea en la práctica imposible. Ellos seguirán a lo suyo, porque están convencidos de que son elegidos por los dioses. No dan más de sí. Tenemos la desgracia de tener la peor casta política de todos los tiempos que llamados democráticos, la más mediocre que ha hecho de la política su modus vivendi sin otros objetivos. Hasta que el pueblo diga ¡NO!

U, Plaza

Día 19 de junio, !TODOS A LA CALLE!

sábado, 11 de junio de 2011

FRANCIA, LOS INTELECTUALES Y ESPAÑA

Si algo envidio de los franceses es el trato que dan a sus intelectuales. Y tanto es así que hasta se han apropiado de un sin fin de intelectuales y artistas, por derecho propio, de todo el mundo a los que han dado cobijo y han ensalzado su pensamiento.  Los franceses consideraban propio a Picasso, a pesar de que nunca se nacionalizó francés y siguió considerándose un exiliado y un enemigo de la dictadura franquista, tan enemiga ésta de la cultura. 

Jorge Semprún es el caso español más reciente. Los franceses lo han homenajeado como un intelectual  francés que, como Picasso tampoco quiso nunca dejar de ser español, aunque escribía indistintamente.  Los franceses, en esto como en tantas otras cuestiones, están a años luz de nosotros y nuestras miserias.  Jorge Semprún fue un prisionero de la barbarie nazi. Y recibe el reconocimiento de su pueblo de adopción, por su lucha en la resistencia, por su detención en un campo nazi, y por su valía como intelectual de izquierdas. Los franceses no hacen distinción en eso.  Todos los intelectuales son franceses–sean de nacimiento o no–de todo el pueblo francés, tengan las ideas que tenga, y eso enriquece su cultura. 

De España no se puede decir lo mismos para nuestra vergüenza. Miles de hombres y mujeres lucharon contra la misma bestia fascista contra la que luchó Jorge Semprún, en las Brigadas Internacionales, de muchos países  del mundo, cuya mayor dotación procedía precisamente de Francia. Pero también de Estados Unidos, Reino Unido, de Alemania por luchadores demócratas alemanes, contra lo que asolaba su país, y de unos cincuenta países más que estaban dispuestos a defender la libertad de los españoles contra las fuerzas de la barbarie y el oscurantismo que representaban los sublevados,  con sus castas de parásitos, y su Iglesia a la cabeza, que querían parar la Historia. 

Ningún homenaje oficial digno de tal nombre han recibido por parte de los poderes públicos españoles aquellos  generosos luchadores, del Estado y del gobierno español. Ya apenas quedan un puñado de ellos, muy ancianos. Han pasado más de 35 años desde la muerte del dictador. Y desde entonces ha habido en España nada menos que 21 años de gobiernos supuestamente socialistas; algunos de aquellos dirigentes, se pavonean estando presentes en el homenaje que los franceses le rinden a Semprún, cuando debieran avergonzarse de no haber hecho todo lo posible para que Semprún se sintiera bien en España, para que muriera en su tierra, y que recibiera los honores que merecía, como luchador por la democracia y como intelectual; como tampoco  han hecho  nada por la recuperación, de verdad y a cargo del Estado,  de forma efectiva, de la memoria histórica que haga justicia a tanto asesinado. No, aquí llevamos ante los tribunales al único juez que lo ha intentado, como si el caudillo dictara todavía – quizá así sea en muchas parcelas de la vida–.  Y haber homenajeado con pleno conocimiento público a aquellos que lucharon al lado del pueblo español, dejando su vida en nuestros campos de batalla, más de 15.000. Gran número de ellos, también alcanzaron pasado el tiempo  su lugar en el mundo intelectual. Pero en España, la dictadura prescindió de los muchos intelectuales que tuvieron que exiliarse, lógicamente viniendo de un régimen que instaló el  mayor de los fanatismos medievales religiosos. Pero cuando llegó la supuesta democracia –hoy más fraude que otra cosa– ningún gobierno democrático, ni siquiera hizo el esfuerzo de recuperarnos de aquella barbarie fascista, ofreciendo a los intelectuales que aún quedaban, un activo reconocimiento. Y si no lo hicieron con los españoles, menos lo iban a hacer con los numerosos extranjeros. Aquellos que llegaron en los primeros tiempos tras  las primeras elecciones, se pasó de puntillas para no darles el lugar de honor que merecían, para olvidarlos de inmediato. Los intelectuales en España,  siempre son sospechosos. Y teniendo en cuenta la mediocridad de la clase política que padecemos, tiene su lógica. Un intelectual crítico es bueno para la salud democrática, pero no para mantener esta entelequia partitocrática. 

Pero un país que no cuide a sus intelectuales, es un país que siempre irá a remolque, por muy destacados que sean. Y los franceses los saben.  Y por eso son capaces de convertir en propios a los que deciden asentarse en su país.  En España es más importante para la casta política un español supeditado, sea por la Iglesia, sea por los medios idiotizadores, que hacer de una vez un país de ciudadanos que sepan valorar el esfuerzo intelectual. 

Por eso se da en España, supuestamente moderna, y no en otro país, aberraciones como que se le rinda en cierta forma  homenaje a un delincuente que dio un golpe de Estado, provocó una guerra y sostuvo una cruel dictadura que causó miles de muertos y exiliados. Y no se les haga el menor caso a los que lucharon por la libertad. Es más, se ha logrado que los verdaderos intelectuales sean cuasi clandestinos, en lugar de ser lo que en pura lógica debieran ser, los agitadores de las conciencias de los ciudadanos. Pero eso es muy molesto porque requiere que haya mayor nivel de crítica real, y menos pesebre. Ciudadanos, no súbditos.

U. Plaza




LAS IMÁGENES, INTERNER Y LOS TRAMPOSOS DEL PODER


Que la derecha española es maestra en manipular la Historia es algo que todo el mudo sabe; los mismos que cuando cometieron sus crímenes se vanagloriaron de ello, pasado un tiempo trataron de ocultarlos, los negaron y siguen negándolo, e incluso se los atribuyen a las víctimas de sus atropellos con la revisión de los hechos, para lo que cuentan con numerosos servidores desinformativos. 

Es lo que hacen los dinosaurios de la desprestigiada Academia de la Historia que, al no haber llegado la democracia a dicha  institución, y seguir infectada  de franquistas, este colectivo en sus reuniones, suponemos que recordando a su sanguinario militar golpista, su caudillo, las inician con un rezo. Pero en el mundo moderno esa tarea de volver a asesinar a los asesinados, falseando los hechos, es más difícil, aunque no imposible, por contar con todos los medios de manipulación para ello, para que queden impunes. Pero qué duda cabe de que de no ser por los medios de difusión como internet que han dado cuenta de algunpa artículos hagiográficos, sólo se hubieran enterado, unos pocos.


El golpe de Estado del 23-F fue televisado en directo,  lo que impide que nieguen los hechos, ya que todos pudimos ver la chulería de un grupo de guardias civiles ocupando el Congreso de los Diputados. Las imágenes son tan evidentes que han quedado en nuestra memoria, y se pueden difundir muy fácilmente. A pesar de lo cual intentan, una y otra vez quitarle importancia, justificarlo cuando no negarlo, e incluso revisarlo para dejar en buena situación a los bandidos que lo intentaron, y sobre todo, los que estaban detrás. No entramos en las muchas versiones que se le ha querido dar, toda vez que, dígase lo que se diga, el golpe está claro que lo dieron, pero la verdad, la trama que lo protagonizó, sigue sin revelarse de verdad, aunque todos lo intuimos; muchos implicados, quedaron a salvo. Pero nos quedan la imágenes para que, por lo menos se pueda certificar que hubo un golpe de los   que añoraban la dictadura y sus tramas del poder, que no son todos militares, ni de lejos. Los golpes de Estado los protagonizan  militares, pero los dan los civiles, el mundo del dinero, y sus consejeros espirituales. También el de Franco fue posible por la ayuda de esos poderes entre otros, que hoy han alcanzado tan desproporcionado poder, que en sí, el "golpe" se puede considerar a nivel universal.

Algo parecido sobre las imágenes, aunque salvemos las distancias, pasa con los atropellos ocurridos en la Plaza Cataluña de Barcelona,  de la mano del ultraderechista Felip Puig, que por la cantidad abrumadora de imágenes difundidas no le es fácil ocultarlo, a pesar de lo cual, como es propio de la derecha manipuladora, lo intenta con toda inmoralidad, tomándonos por tontos a los ciudadanos catalanes que pagamos su sueldo. Y busca como suelen hacer los tramposos, culpar a las víctimas que sufrieron  su irracional ataque, que nos recuerda a la dictadura por sus métodos. Si no estuvieran ahí las imágenes que lo explican claramente todo sin necesidad de intermediarios, a estas alturas, el  reaccionario gobierno de CiU, el que está ya expoliando la Sanidad Pública a los más débiles mientras le baja los impuestos a los poderosos, para que la privada hagan negocio; y sobre todo el responsable de las agresiones, Felip Puig, estaría negando, no sólo que hubiera habido tales agresiones a pacíficos ciudadanos como se empecina,  en su desproporcionada y aventurera decisión de matón de barrio, para, al parecer alimentar sus frustraciones –que sigue negando– sino que ni tan siquiera aceptaría que los Mossos d´Esquadra  hubieran aparecido por la emblemática plaza. Por eso en este caso son tan importantes las imágenes. Si Puig tuviera una filmación, sólo una imagen en la que apareciera un sólo gesto de agresión ciudadana a sus policías, que no quepa duda que la explotaría, y con la ayuda de los medios del pesebre, intentaría "tapar" las miles de fotos y filmaciones que dicen lo contrario. Pero el mundo de internet, y a pesar de que ya traman los poderosos la censura, como han hecho siempre los dictadores, es de una diversidad tan evidente, que sus mentiras pronto son desenmascaradas. 


U. Plaza

viernes, 3 de junio de 2011

LAS PARCAS Y FELIP PUIG

El "amo" de la Plaza Cataluña



Es curioso el caprichoso desenlace que las Parcas (moiras) nos tienen reservado a cada uno de nosotros, en coordinación perfecta con la diosa Clío. Para la mayoría de los mortales se circunscribe a nuestro pequeño entorno de unos pocos conocidos, transcurrido un tiempo prudencial desaparecemos sin dejar vestigio alguno de nuestra presencia. 
Las hilanderas. Parcas (Moiras)


Otros, para bien o para mal, siempre serán recordados. La diosa Clío se encargará de ello a través de sus sentencias recordatorias, manteniendo eternamente vivo al personaje en la Historia.

Fraga, por ejemplo, es recordado por dos circunstancias, entre otras muchas, que seguro  tiene un saco lleno, mientras sirvió a su caudillo golpista; será recordado por ser hacedor de una Ley de Prensa, que pasaba de la censura aplastante, que rayaba la demencia, a otra más perversa si cabe, que obligaba a los autores, a todo bicho viviente, a ser ellos sus propios censores, lo que se llamó "autocensura". Naturalmente  el entonces ministro de la dictadura, tenía sus mecanismos disuasorios que aconsejaban el camino a seguir, como el TOP  (Tribunal de Orden Público); y como este Tribunal era parte integrante de la dictadura, de aquellas medidas, la cárcel para los que se atrevieran a desafiar el buen criterio de don Manuel. El otro motivo por el que será recordado Fraga, el que en definitiva marcó la memoria de los ciudadanos, fue aquel grito de guerra contra los que reclamaban libertad y democracia y luchaban contra su dictadura: de "La calle es mía". 

A Felip Puig,  personaje anodino, con cara de pocos amigos,  permanentemente cabreado hasta en una boda  gitana, las Parcas le tenían reservado el paso por este mundo, el mayor de los anonimatos, por carecer de interés su vida para ellas,  más allá del de cualquier insignificante mortal, que tenían la vista puesta en otros personajes mucho más interesante que tan vacío personaje. 


Pero hete aquí, que por una de aquella cosas que al parecer no siempre las hilanderas controlan del todo, por meterse por medio la diosa de la Historia, Clío, el señor Puig sí estará señalado por la diosa. Y pasará a ser recordado por ella, por la Historia, como el mayor  represor habido en Cataluña en estos momentos, de forma innecesaria, contra sus ciudadanos. Por fin, por una de esas cosas de discusión, y quizá desacuerdo entre inmortales, los ciudadanos hartos ya de estar hartos de salvajes banqueros y políticos depredadores, decidieron salir a la calle a protestar, reclamar democracia, y de paso dar un oportunidad a nuestro hombre,  al malcarado Felip el amargao, para merecer unas letras en el libro de la diosa Clío. A partir de ahora, haga lo que haga Felip Puig, salvo que empeore lo ya hecho, cosa posible conociendo la catadura moral del personaje, será recordado para siempre, para la Eternidad, que no es poco, como el que dio la orden que provocó los desordenes y apaleamientos en la Plaza Cataluña a centenares de ciudadanos en el ejercicio de sus derechos; y además por no tener la capacidad mental de reconocer su error, y persistir en él. Eso será lo que quedará, ese será su epitafio. 

Las Parcas se habrán hecho un lío y tendrán que recomponer su inicial deseo. O quizá no, y ya lo tenían  previsto, que las inmortales hilanderas son muy suyas. Pero seguro que cuando  Morta (Átropos) decida cortar el hilo negro, no le quedará para entregarle a Clío más que els fets de la Plaza Cataluña. Y  se lo habrá ganado por decisión propia. Y una vida sin renombre, destinada al olvido –a lo que es normal en la mayoría de nosotros–, pasará a la historia, triste, pero historia al fin.  !!Sí, las Parcas son caprichosa!!



U. Plaza

jueves, 2 de junio de 2011

"LO LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES, NO LO ES"

Uno de los gritos de los ciudadanos que estos días, indignados, han lanzado al viento, es: "le dicen democracia y no lo es, no lo es". Y la evidencia de que esos ciudadanos tiene razón, es que pocos minutos después de las agresiones a las pacíficas personas de la Plaza  Cataluña, el señor Felip Puig, no fue detenido –y sigue sin serlo–, y conducido ante un juez para que respondiera de sus acciones ante la justicia, sin esperar siquiera a que su jefe, Artur Mas, lo decidiera. Ha sucedido todo lo contrario: contra toda lógica democrática, Mas ha apoyado el atropello y el apaleamiento de su hombre del garrote a los concetrados. 

Los que ya somos mayores recordamos las "heroicidades" de Martín Villa y Fraga Iribarne repartiendo leña–hasta con muertos de por medio– , contra los que reclamaban democracia. El segundo hasta se permitía expropiarnos del derecho de estar en la calle, proclamando que la calle era suya, "la calle es mía" decía el ministro de la dictadura. Ninguno de ellos, obviamente, fue detenido y conducido ante el juez para que respondiera de sus actos, pero es que aquello era una dictadura. 

El señor Puig ha hecho lo mismo que los ministros franquistas: agredir a los ciudadanos que reclaman democracia. Si el señor Puig sigue en su cargo, si nadie lo ha llevado ante un juez, detenido por agredir a los ciudadanos que exigen también, como entonces, democracia, ¡como hace más de tres décadas! ¿alguien puede considerar seriamente que esto es una democracia? Pues seguimos igual: "lo llaman democracia, y no lo es, no lo es". El señor Puig, sigue sin ser detenido, y siendo un peligro para los ciudadanos. Por ahora, impunemente, como entonces. Pero es que los que esgrimen el garrote, dicen que estamos en democracia. Y claro, la aplican como sabe el señor Puig, con el garrote, como siempre. Eso sí, los palos recibidos, si son por policía nacionalista, "la nostra", duelen menos. ¡Donde va a parar! Por cierto que que los de Martín Villa y Fraga, también eran nacionalistas. De otro tipo, pero con el garrote igual de efectivo. Es lo que pasa, al final coinciden en los palos, porque coinciden en los interese. ¿Y cuáles son? expoliar al ciudadano,  sea la sanidad sea cualquier cosa pública susceptible de ser negocio. 

U. Plaza


miércoles, 1 de junio de 2011

LA INCULTURA DEMOCRÁTICA DE LOS POLÍTICOS, ES VIOLENCIA

Que  necesitamos un aprendizaje de Cultura Democrática, es algo que cualquier observador por poco despierto que sea, no negará. Que todo cuanto nos proyectan los políticos está impregnado de autoritarismo e engreimiento, creyéndose que los ciudadanos estamos a su servicio y no al revés, tampoco se puede negar. Pero como nos han estado negando la más mínima opción democracia, por elemental que esta sea, nos resulta extraño hablar de ello con plena claridad. Sobre todo porque un régimen partitocrático de una aristocracia del enchufe, el chalaneo y de la apropiación indebida, como si de democracia se tratara, oscurece más visión real de las cosas. 

Es por eso que el ciudadano medio se encuentra confundido ante lo que empiezan a comprender que lo que consideraba, porque así se lo decían los beneficiarios como democracia, no sólo no lo es, sino que es un timo  mayúsculo, para el disfrute de unos cuantos, que con toda clase de triquiñuelas, mintiendo al unísono,  han ido forjando. En esto, todos son cómplices, porque se ha llegado a hacer política por parte de la "oposición",con tanto guante blanco, que en realidad todo se semeja a un puro teatro.

Todo el mundo es capaz de comprender eso que tan pomposamente nos dicen, y se escribe en las Constituciones de muchos países–diríamos que hasta en las dictaduras– de que "el poder emana del pueblo". Es obligado ponerlo, pero que todos los constitucionalistas saben, lo sabe todo el mundo que podría perfectamente quitarse, visto el nulo caso que se le hace. Porque, ¡ojo! , dice "emana", no que lo ejerce. Para eso ya están los que se las inventan para que tan bellas palabras dejen de inmediato de tener sentido. 

El ejercicio de la democracia es condición indispensable para tener democracia, y no es un trabalenguas. No la regala nadie, todo lo contrario, los que mandan tratan de escabullírsela, incluso llamando democracia lo que no lo es, como es el caso de España hoy.  Y, si bien se puede delegar algunas funciones, no se puede delegar la democracia misma. Y las abusivas prácticas antidemocráticas, haciéndonoslas pasar por  tales, han hecho que al ciudadano se le cree un estado de duda y de dependencia sobre cuestiones que debiera tener claras. Naturalmente los poderes públicos, los que mandan, no están interesados en que la democracia real sea un hecho, perderían sus privilegios.

Se podrían poner muchos ejemplos, que no caben en este artículo. Pero  sí alguno que sea suficientemente gráfico para que lo entendamos.  Cuando el ciudadano tiene que lidiar con la Administración,  tiene la impresión de que ha de hacer un esfuerzo para ser entendido y atendido. Y una negativa es un castillo kafkiano difícil se superar. Y llega a creer que los derechos, en realidad siempre están de parte del que manda. Y no es así. Y el que manda tiene el garrote amenazante y disuasorio, pero no el derecho.

Imaginemos que estamos trabajando en una empresa de la que depende nuestro sueldo, nuestra vidas, y el bienestar de nuestras familias. Imaginemos que, por algo que no nos gusta de la organización del trabajo por el patrón, en un momento dado, cogemos las herramientas y con ellas  decidimos amenazarlo;  y si no acepta nuestros puntos de vista productivo, decidimos darle una paliza. Una paliza al que nos paga el sueldo por nuestro trabajo. Lo machacamos y pretendemos que de inmediato todo siga igual, sin que nadie tome medidas por semejante acción violenta, e incluso justificamos nuestro ataque, con cualquier  razón y negamos haberlo hecho, a pesar de las evidencias de los múltiples vídeos y fotografías que alguien tomó durante la agresión. 

Es lo que ha hecho el ultra Felip Puig. Este empleado nuestro se ha creído con derecho a darle una paliza a su patrón, que son los ciudadanos, el que le paga el sueldo–con la diferencia escandalosa a su favor de que en el caso anterior el sueldo no lo decide el trabajador–, porque Puig decide lo que gana, por abusivo que sea, sin que el patrón–el pueblo– pueda decir ni pío. La caja está a su disposición, y lo que es inmoral, lo solucionan con una ley, que lo hace legal. 


Es una práctica absolutamente antidemocrática. Porque a nadie se le ocurriría pensar, que una vez cometido el atropello, el agresor,  el empleado que ha utilizado las herramientas que el patrón ha puesto en sus manos para ejercer su labor, el trabajador seguiría en su puesto, amenazando  y asegurando, contra evidencias,  que lo hecho, bien hecho está. Y con la posibilidad de seguir agrediendo. Puig, contra todo sentido moral, sigue justificando las agresiones a los ciudadanos, los que pagan sus herramientas, sin siquiera hacerle pensar que su conducta sea aberrante, al querer justificar las agresiones.

Es una práctica absolutamente antidemocrática, que los políticos  ultras como Felip Puig en su soberbia ideológica se creen tener derecho a atacar a su patrón  y, además, creer que tiene razón; ni se para a pensar si se han equivocado. Y es más, todo el coro de políticos lo justifican, y a lo sumo "lo lamentan", de cara a la galería, sin hacer nada efectivo, porque son conscientes de que los palos de Puig contra los ciudadanos, los beneficia. Porque en definitiva todos son de la misma casta. 

El ciudadano debe ser consciente, en su ejercicio democrático, de que el sujeto de derechos, es él. Y que el que se ha saltado las normas democráticas–no las inventadas por los políticos para su uso y provecho de casta– es el agresor. Ser consiente de esto, es fundamental para  el ciudadano, para ir conquistando la democracia secuestrada por los poderes, sean estos de los Bancos, sean de sus servidores los políticos, por los desvaríos autoritarios de la extrema derecha, como el señor Puig. No se puede seguir tolerando que utilice las herramientas que le hemos prestado para su labor, la de defender a los ciudadanos, para que las utilice para apalear al ciudadano mismo, su patrón. Y si lo hace, ha de ser destituido y que asuma sus responsabilidades, políticas y judiciales. La toma de conciencia de las personas, de que las cosas no son como nos las quieren imponer los represores, nuestros empleados, es el primer paso para la conquista de los derechos arrebatados de mil formas.  La no tolerancia de actitudes autoritarias como las provocadas en Plaza de Cataluña por el señor Puig, o cualquier otro personaje, que utilice nuestras herramientas para satisfacer sus instintos ultras, no debe tolerarse. Ni la mera existencia de un personaje como él, debe aceptarse. Es nocivo y peligroso para la convivencia. Aceptar que Puig tenga derecho a agredirnos, es renunciar a la democracia y a nuestra condición de ciudadanos.


U. Plaza