Por desgracia lo que escribía el 30 de septiembre en La Chispa, http://lachispa3.blogspot.com.es/2017/09/podemos-en-cataluna-hacia-la.html 
 ante el desvarío o desorientación de Podemos en Cataluña, se va confirmando: en las
 elecciones catalanas los trabajadores no han votado en clave de clase, 
sino como defensa ante la agresividad del nacionalismo fascistoide, cada
 vez más evidente de la derecha catalana. 
Los
 trabajadores no han tenido opción de votar de otra manera, ningún 
partido de los que decían representarlos ha tenido un discurso netamente
 social, sino que, o ha sido la ambigüedad con los reaccionarios del 
nacionalismo, o han sido cómplices de sus disparates. Tanto es así que 
Pablo Iglesias hizo de anfitrión del jefe de la derecha, Puigdemont, el 
golpista, en un acto en Madrid. Lo que demuestra que para el secretario 
general de Podemos, la derecha nacionalista catalana –la de los recortes
 y el saqueo sanitario– "es menos derecha" que la otra, cuando son 
idénticas y defienden los mismos intereses, como se pone de manifiesto 
en sus votaciones en el Parlamento, cuando de lo que se trata es recortar derechos 
ciudadanos, principalmente a las clases populares. 
Pero es que además, 
Iglesias tindó de "presos políticos" a unos detenidos de la derecha, por
 orden de un juez –no por la Brigada Político Social franquista– y 
acompañar a sus partidarios de los detenidos ante los tribunales, como 
parte integrante de los "movilizados", cosa que jamás se les ocurrirá a 
esos reaccionarios hacer por la detención de un trabajador. Y pudimos 
asistir al enternecedor llanto de Xavi Domenech en la manifestación 
convocada por la derecha, en protesta por las detenciones, haciendo caso
 omiso de que eran los jueces, repitámoslo, los que ordenaron su ingreso
 en prisión.
Además
 de que tanto Pablo Iglesias como otros dirigentes de los Comunes, iban 
anunciando continuamente que deseaban hacer un gobierno con los 
fascistoides de “Esquerra”, –hay que tener un despiste descomunal, o 
desconocer el percal, para considerar de izquierdas a "Esquerra" a los 
que jamás vimos defender ninguna causa de los obreros durante la 
dictadura–; lo que anunciaba que un voto a los Comunes era un voto para 
la derecha nacionalista, si cuajaba la alianza. Recordemos el desastre de los gobiernos 
Tripartitos, en los que los de Esquerra  hacían de su capa un sayo,  
sobre todo en la Enseñanza y en el aparatro de propaganda TV3 y 
Catalunya Radio, en manos de verdaderos alumnos aventajados de Goebbels.
Con
 estos mimbres pocos cestos democráticos se podían esperar. Y así ha 
sido. En Cataluña se ha dejado que Podemos languideciera en manos de los
 que no son otra cosa que nacionalistas y hasta independentistas 
vergonzantes unos, descarados otros (recordemos que la número 2 de la 
lista por Barcelona se declaró independentista). Y, era evidente que los
 independentistas, ya votaban directamente a los de su tribu, y los que 
no lo eran, por razones obvias tampoco les votarían. Porque las 
intenciones anunciadas invitaba a no votarles. 
Eso
 sin profundizar demasiado en la actitud de Ada Colau, que decía no ser 
independentista, pero ella, como su teniente de Alcalde, iba a todos los
 akelarres de la derecha independentista, y hasta sucumbiendo a las 
exigencias, absolutamente absurdas por tratarse de un Ayuntamiento, de 
romper con el PSC por el 155 para contentar a la derecha talibana 
golpista, quedando la Corporación municipal a expensar de la derecha 
convergente, o como se quieran llamar, que por el camino que van 
envejecen los nombres que se inventan para disimular sus orígenes 
corruptos.
Podemos,
 sus dirigentes, de haber estado palpando la realidad, hubieran sido 
ellos los que debían haber convocado las grandes manifestaciones, que en
 su inmensa mayoría eran trabajadores, que salieron a la calle, 
enarbolando las banderas monárquicas contra la gresión del nacionalismo 
que los excluye, por carecer de otra alternativa. Podemos debía haberlas
convocado, con bandertas republicanas de la Tercera Republica, si 
procedía, o sin banderas. Pero erigiéndose en la fuerza política de "los de abajo", como decían antes, en lugar de irse pareciendo cada vez más a "la Casta".
Esto
 le ha dado un balón de oxigeno a la monarquía, además de ocasionar la 
renovación de la derecha, con actores diferentes, como Ciudadanos. No 
sólo no lo hicieron, no convocaron la protesta, por ser parte del 
problema y aliados del nacionalismo –lo mismo que el PSC que sólo 
acudieron cuando vieron el vendaval–, sino que a parte de excluirse, la 
tildaron de "manipulación fascista". Como decimos los catalanes, 
haceroslo mirar. Porque todo el llamado Cinturón Rojo catalán –ya 
bastante descolorido por tantas renuncias– hoy ha votado derecha. Pero 
no porque se hayan vuelto de derechas ese más de un millón de personas, 
sino por renunciar a defenderlos los que debían ser los suyos. 
Pero
 lo más grave vendrá a partir de ahora, porque mucho me temo que no 
rectificaran, –como tampoco rectificará el PSOE, que ganando todas las elecciones generales en Cataluña, jamás el PSC ganó unas catalanas–, cuando lo que procede es dar un giro copernicano a 
la política de Podemos, alejarse de la peste de la derecha nacionalista y persistir en
 lo que hizo que Podemos despertara las esperanzas –ahora bastante 
frustradas– de millones de españoles, trabajadores, su discurso social. Decía en el
 artículo mencionado que Podemos pagaría caro su apuesta o ambigüedad 
con el nacionalismo en Cataluña, pero que posiblemente lo pagarían en toda España. 
Quisiera
 equivocarme. Lo triste es que este viaje ya lo recorrimos los 
comunistas del PSUC. Mientras duró la dictadura los nacionalistas –los 
sectores de la burguesía siempre están presentes en todo partido, (la derecha no da puntadas sin hilo) – no se 
mostraron con todo el descaro –era peligroso y mejor que fueran los 
obreros a la cárcel, ellos se reservaban para tiempos mejores, como así 
fue–, hasta que  se vieron con fuerzas para tomar la Dirección del 
Partido, para liquidarlo. Como así fue. 
Me
 cuesta creer que tan capacitados politólogos no hayan leído la reciente
 historia del movimiento obrero, para aprender de ella. Si la izquierda 
no ha levantado cabeza en Cataluña es, entre otras cosas, porque 
confunden a sus enemigos de clase. Y lo es la derecha, pero sobre todo, 
la derecha nacionalista en el actual contexto histórico.  Y esto no es de ahora, ya nuestros clásicos lo
 advertían: nacionalismo es destrucción, insolidaridad. 
Ubaldo Plaza













