sábado, 9 de marzo de 2019

EL 8 DE MARZO, Y EL LIBERALISMO DE RIVERA-CASADO



En primer lugar, el 8 de marzo es la conmemoración de los asesinatos llevados a cabo por unas clases sociales contra unas mujeres que reivindicaban mejor trato y condiciones de vida. Y los responsables de aquellos asesinatos, representan políticamente a las mismas clases sociales de la derecha de hoy. Eso no ha cambiado. 

Durante muchísimos años el 8 de marzo –como el 1º de Mayo, otra fecha en la lucha de los trabajadores–, fue una lucha de alto riesgo en la mayoría de los países; y no digamos en España tras el golpe de Estado católico-fascista del 36 y su consiguiente régimen de terror impuesta por los vencedores. Así que la derecha española, catalana incluida, nunca ha sido democrática. Y no da un paso, si no es obligada por los acontecimientos, para defender los derechos de las mujeres; sino que es el intento de apropiarse o minimizar el movimiento feminista imparable, ante los hechos incontestables de que la mujer ya no se deja manipular y está dispuesta, organizándose, a defender la igualdad en todos los terrenos. 

Es lógico que los representantes de los partidos que proceden y sintonizan con los explotadores de siempre, pongan pegas a unir sus fuerzas para que lo que está en la calle, en la sociedad, y es justo, salga delante. Y lo hagan con el peregrino argumento de que se "habla  de otras cosas en los llamamientos de las mujeres a las manifestaciones del 8 de marzo". Diciendo que el llamamiento, estaba politizado. 

¿Pero hay algo que no esté politizado? ¿Se puede salir a la calle a protestar  contra unas injusticias sin señalar a sus culpables? Cuando el alumno aventajado del belicista Aznar, servidor del terrorista Bush en sus guerras de expolio, Pablo Casado dice que en los llamamientos se habla de "capitalismo", y por lo tanto no es neutral, ¿sabrá algo este hombre de lo que habla? Claro que se habla de capitalismo, y claro que está politizado, porque son las políticas criminales del capitalismo las que convierten en personas de segunda categoría a millones de seres humanos, principalmente a las mujeres.

Y sólo con unas políticas de pleno compromiso, que jamás aceptarán los representantes de la derecha reaccionaria, como Casado y Rivera, favorecerán que la desigualdad acabe. Porque ambos representan intereses enfrentados a los de la ciudadanía, y claro, a los de las mujeres. 

Los intereses de los amos de esos dos políticos de la derecha, se dan de hostias con los intereses de las mujeres que valientemente, contra viento y marea, siguen adelante con sus luchas. Y la exhibición que pueden hacer presentando un grupo de mujeres como “feministas liberales” es una de las falacias que debiera avergonzarlos, y engaños a los que la derecha nos tiene acostumbrados.

Casado, desde el primer momento ha ido a cara descubierta por sus orígenes ideológicos como defensor de los poderosos, y cada vez más escorado a la ultraderecha. (No hay que olvidar que él estuvo junto a Rajoy cuando convirtió a millones de trabajadores en esclavos, en particular mujeres, con su golpe de la contra reforma laboral, que tan contentos la recibieron los explotadores). 

Rivera, exactamente igual, sólo que intenta, al tiempo que defiende a sus amos del poder económico, aparentar otro talante que, en acontecimientos como el del 8 de marzo, pero no solo en eso, sino en todas las decisiones  políticas que toma, se le cae el discurso. Y tienen que hacer encajes de bolillos para que cuele, sobre todo, porque antes decía ser socialdemócrata, "antes de ver La Luz", de que sirviendo a los millonarios y poniéndose la etiqueta de "liberal", le podía dar más réditos para los que sirve. Rivera, que jugó un buen papel enfrentándose a la derecha de sacristía catalana, hoy no deja de ser uno más de los peones de los muchos que fabrica y desechan los poderosos cuando les conviene, si no cumplen sus expectativas.

Y es curioso que este hombre, Rivera, cada vez más disparado e impertinente con el lenguaje, en su papel reaccionario, –“el Podemos de derechas” lo llamó Josep Oliu–, utilice impúdicamente el nombre de Clara Campoamor, por denominarse ella liberal. Porque en nada se parece el liberalismo de la señora Campoamor con el salvajismo de los que hoy se llaman liberales y que Ciudadanos defiende.  

La señora Campoamor luchaba en aquel contexto, por la libertad de las mujeres. En el que un cerril decimonónico pensamiento machista persistente, negaba. La señora Campoamor luchaba por ampliar las libertades, que en el tiempo que le tocó vivir, eran muy limitadas para las clases populares, pero principalmente para las mujeres. Lo que la República  empezó a enmendar; y hubiera llegado lejos, de no haber dado el golpe de Estado, las castas parásitas, que en materia de derechos –y podemos decir que en todo lo que representara avances sociales– nos transportó al medioevo, en el que la Iglesia, siempre dispuesta a poner palos en las ruedas de la Historia, salió tan beneficiada.

Estos “liberales”, de los que habla Rivera, no son ni más ni menos, que servidores del gangsterismo financiero, expoliador de lo público para enriquecer a unos pocos a costa de la inmensa mayoría. Ellos, utilizando el bello nombre de la libertad, “liberal”, en realidad defienden todo lo contrario. Hablan de libertades en el terreno de la economía, sin control para que el poder económico, tan liberales ellos, puedan arruinar a millones de personas y llevarlas hasta la desesperación. Esa libertad que esgrimen, es la que permite que cientos de miles de familias sean expulsadas de sus casas, para enriquecer a unos cuantos buitres, sin que el Estado, pueda equilibrar tal injusticia, todo lo contrario, los gobiernos son sus servidores. Hablan de libertad de prensa, pero que ésta esté en sus manos, porque nadie más que los muy ricos, pueden hacer periódicos  o canales de televisión,  para dar sus mensaje que dome a la ciudadanía para que defienda, consciente o inconscientemente, los intereses de los poderosos, que poco a poco, sin pausa, se van quedando con todo. Y ahí, Rivera, Casado, Puigdemont, Mas o Junqueras, Urkullu, tienen un papel principal.  A eso que Rivera llama liberalismo, las gentes sencilla, víctimas del mismo, simplemente lo llama gangsterismo, robo, expolio de los débiles. Cuando no, terrorismo financiero.

Ubaldo


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