El PSC debe plantearse la realidad: que nunca en estos treinta y tantos años de su existencia han ganado unas elecciones regionales. Y que, sin embargo los que lo dirigían –los que hoy saltan como panteras defendiendo las posiciones de la derecha nacionalista–, son los responsables de que haya sido así; eran los que mandaban. Poco les importaba que el PSC no alcanzara el poder, toda vez que su clase, la derecha nacionalista, ya estaba mandando. Los valores reaccionarios de la derecha que ellos defienden, ya estaban asegurados por CiU. Los que dirigían el PSC en realidad, como clase social eran beneficiarios del poder de la derecha, aunque no sus bases ni mucho menos sus votantes. El PSC era un instrumento funcional para captar votos obreros, para que todo siguiera igual.
Es muy sintomático –ya es un clásico– que las tres formaciones de la burguesía nacionalista catalanas, CiU, ERC e ICV-EUiA, hayan aplaudido la ruptura del PSC, justamente en lo único que durante estos treinta y tantos años ha hecho bien, tratando de no imitar, al menos totalmente, a los nacionalistas.
En estos momentos, desde todos los sectores del nacionalismo y su pesebre mediático subvencionado con dinero público, están enfilando sus armas contra el PSC. Y entra dentro de la lógica de los que consideran que Cataluña es una finca particular suya, a lo pujoliano. Y se les rompe el juguete con el que estaban acostumbrados a jugar, con el PSC como principal compañero de juegos. Por eso hay que atacarlo, para, si es posible, hundirlo. No por el razonamiento del debate político, sino con las malas artes a que la derecha nacionalista nos tiene acostumbrados: todo lo que no sea lo que manda su Iglesia, es enemigo de Cataluña. Todo el que no acate los evangelios decimonónicos de esta derecha alicorta, de sacristía y campanario es un hereje. Por lo tanto hay, primero que deslegitimarlo, para después enviarlo a los infiernos, si es posible con todos los pronunciamientos del Santo Oficio de los santones del régimen, y si es posible previo su paso por la hoguera.
Y ahora los socialistas, que parecen haber recuperado parte del sentido común de lo que dicen ser, y quieren ser otra cosa diferente del nacionalismo, son los enemigos a abatir. Y el papel que antes jugaba suicidamente como hemos visto al final, lo ocupa el sector de la burguesía representado por ICV-EUiA. Éstos han pasado –por el demarque del PSC– a ser primeros mayordomos en lugar de estar relegados a ser segundos, como lo han estado tanto tiempo. Es su oportunidad de subir en el escalafón que les otorga la gran burguesía, al permitirles que los acompañen en sus aventuras si más no, como pajes de la nueva Corte.
Que te aplaudan tus enemigos, como ha hecho la derecha nacionalista a los desertores de la disciplina del PSC, sin que éstos se sonroje, que ven peligrar su trabajo en favor de la derecha, no es el mejor cartel para seguir llamándose socialistas. Pero eso importas poco. Basta leer el comunicado de rebelión del sector nacionalista del PSC donde sólo hablan de soberanisme, nació, drets nacionals, etc., pero nada de la clase obrera, nada de los 800.000 parados, nada de los desahucios, nada del expolio sanitario, nada de la corrupción y de los imputados que se sientan en el parlamento catalán, a los que debieran estar permanentemente pidiendo su dimisión y responsabilidades. Y se olvidan de que, al menos nominalmente se definen como socialistas.
Es muy posible que debido al acoso y las malas artes, por ahora los del PSC sigan perdiendo puntos, pero si no caen en el terreno de la ambigüedad –y nos tememos que así sea–, y que en lugar de deshacerse del enemigo en casa, hagan un juego de bolillos, un pasteleo, los dejen dentro del partido, aplazando el problema. Pero si se comportan como la gente trabajadora espera de ellos, como socialistas, sin duda volverá a ser un partido en el que mucha gente confiará. Eso sí, repito, sin ningún atisbo de ambigüedad. Porque eso de decir que son catalanistas en un disimulo permanente, es un eufemismo vergonzante del nacionalismo, que un partido de izquierdas no puede utilizar. O se es nacionalista, y por tanto de derechas, y a ver si se entera la izquierda en toda España, o se es socialistas. Lo demás es seguir mareando la perdiz, que al final se la comen los que hoy nos dejan sin derechos sociales en Cataluña: la derecha nacionalista corrupta.
Tengo profundas divergencias con el PSC, precisamente por sus posiciones nacionalistas, entre otras muchas. Pero ante los brutales ataque que está recibiendo por parte de toda la fauna defensora reaccionaria del régimen, por decencia, no hay más remedio que ponerse al lado de la víctima. Me recuerda la actitud de la derecha para ayudar a los que liquidaron el PSUC hace ya más de 30 años, que dejaron a Cataluña sin partidos de izquierda. El PSC, junto al resto del nacionalismo también jugó esa baza abriendo sus puertas a muchos del PSUC, y dándoles aliento. Al final lo liquidaron desde dentro, pero con la ayuda de fuera. Hoy son los iniciativos los que parece que les ofrecen la gloria a los disidentes del PSC. La historia se repite, aunque en campos diversos.
Ubaldo Plaza