lunes, 2 de septiembre de 2013

LOS GENES IMPERIALISTAS


Siempre se ha sabido que quien manda y decide en Los Estados Unidos, los que ordenan invadir países, asesinar selectivamente, dar golpes de Estado y organizar guerras que cuestan cientos de miles de vidas,  son los grandes grupos empresariales, el capital financiero especulativo, los grandes millonarios a los que la vida ajena importa un bledo, si con eso consiguen aumentar su poder  y sus cuentas corrientes. Eso no es ningú secreto. Y todo el sistema está organizado para ello.

   Por eso es sorprendente que haya quien crea –al menos hubo ingenuos que lo creyeron– que con el cambio de un presidente belicista,  de mente primaria, de nulas convicciones humanitarias y propenso al terrorismo de Estado como Bush;  a otro que, para que colara el engaño –una vez más– lo presentaron como algo nuevo, y además les dieron el premio Nobel de la Paz, para ir haciendo boca; creyó mucha gente que “era otra cosa”, gracias a eso que llaman marketing, que no es más que un lavado de cerebro a los ciudadanos. 

   Le  dieron el Premio Nobel cuando hay que ser muy tonto –lo que no creemos, más bien es connivencia de la Academia sueca–, para creerse que un presidente del imperio, los Estados Unidos, estaría al margen de la guerra, cuando uno de su cometidos es precisamente ese, ¡la guerra imperialista! Porque así está en los genes del sistema, de todo imperio, hasta que decae y se hunde, como todos los imperios.

   Así que el señor Obama –como antes Bush, y antes los que les precedieron, no son más que los primeros funcionarios del Estado al servicio de los grandes capitales. Eso de la democracia es un camelo, como por otra parte lo es En España y en tantos lugares, por no decir en todos. Porque el capitalismo es incompatible con la democracia. 

  El Presidente, cuando sale a decir "A", es porque se lo han ordenado, o él ya sabe que ha de actuar así porque lo tiene escrito en el guión –como Rajoy tenía escrita la contrarreforma laboral esclavista, dictada por la CEOE o gentes tan ilustres parecidas. 

  Por eso, en estos momentos si los grandes estrategas de la geopolítica han decidido que hay que acabar con el gobierno sirio, pues se inventarán lo que sea para justificar ante su opinión pública, escamada por las guerras de agresión que emprende sus gobirnos, siempre con mentiras, lo acepte, “por razones humanitarias”. Y como hicieron con las dos guerras de Irak y para echar a los rusos en Afganistán, si les conviene se aliarán con Alqaeda, porque los imperialistas –como toda la burguesía, también la española, incluida la catalana patriotera–, no tienen  amigos, tienen intereses. 

  Así que aquellos que se hayan sorprendido porque el presidente que parecía civilizado y menos bestia comparado con el primario tejano Bush, deben entender que el presidente, en realidad no es más que el primer empleado, es decir, el primer mercenario del Poder imperialista de la oligarquía. Y que si está de presidente es porque lo han puesto sus amos. Que nadie caiga en la tentación de pensar que ha sido elegido por los ciudadanos. Antes del circo electoreo, que los yanquis lo bordan, los millones de  dólares  han circulado para convencer al americano medio de su bondad. Y en última instancia, si conviene, el Tribunal Supremo tendrá la última palabra, como pasó con Bush. 

  Y así llevan más de 200 años, invadiendo, dando golpes de Estado, y engrosando su poderío; sembrando de miseria y de muerte continentes enteros; al tiempo que la mayoría de ciudadanos americanos se empobrecen cada vez más. Que para acallarlos, harán una campaña patriótica, banderas estrelladas en ristre –¿les suena?– con lo que todos aceptarán el nuevo genocidio, en nombre de la libertad, que sólo rechazan minorías informadas. Lo de Siria en una más. Nada diferente. Es la naturaleza del imperialismo: conquistar poder al precio que sea, que pagan los inocentes. 

Ubaldo Plaza

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