miércoles, 26 de junio de 2013

¿VIENE LA EXTREMA DERECHA , O ESTÁ AQUÍ DESDE SIEMPRE?

  Continuamente algunos de los representantes  políticos, que contra toda evidencia y lógica se siguen llamando de izquierdas–aunque no dejan de pactar con la derecha hasta extremos inverosímiles por sus delirios identitarios–, suelen aludir a que esta situación de creciente  desigualdad, propicia el ascenso de la extrema derecha. Generalmente en los últimos tiempos se refieren a Grecia, donde la invasión de los buitres financieros y el saqueo al pueblo griego adquiere dimensiones de genocidio.

  Pero, parece, que esos dirigentes de una izquierda, ya tan descolorida de tanto lavarse en las mismas aguas fétidas de la reacción, no comprenda la verdadera esencia del término y la intención de sus poseedores. Y viven en un mundo unidireccional, aceptando  lo que se llamó "derecha civilizada", y sin comprender  que sólo fue circunstancial, además de falso.  Y que cualquier alianza con ella, es ahondar más y más la sima que separa a los ciudadanos víctimas, de ellos.

  ¿Porque, qué es la extrema derecha?  ¿Con que objeto aparece? Quiénes son los beneficiarios de su existencia?

   La Extrema derecha, es decir el fascismo, no es un juego de unos cuantos personajes de opereta, y chatarrerían, aunque ese sea el escaparate que nos han vendido. No surge porque sí. Es creada cuando los poderosos ven la necesidad de hacerlo. Y rompen la baraja de la falsa democracia, para ellos sólo utilitarista, como tantas veces lo han hecho.

  Los poderosos, los que hoy ya sin temor a equivocarnos podemos llamar los amos del mundo, si pueden, camuflan sus dictaduras bajo el engañoso nombre de democracia. No hace falta ser un lince para verlo, hoy más que nunca. Pero, como para que sea creíble el juego, se ha de jugar. Y en ese juego participan sectores populares que nunca pasan del pataleo, porque el sistema está blindado y no es posible otra cosa con sus leyes. 

  Pero a veces –pocas– en algún momento, pese a todos los mecanismo o diques de contención para que no sea posible el acceso popular a los efectivos poderes, se consigue una mayoría parlamentaria. La misma que si sigue en el juego con las mismas cartas marcadas,  los poderosos no tendrán ningún problema. Y hasta consolidará la creencia de vivir en democracia. Y no tendrán problema, porque todo cambiará para que todo quede igual, recordando a Lampedusa, una vez más. Basta recordar que el PSOE en España –y se podría recurrir a ejemplos en toda Europa– ha estado 22 años en el gobierno, sin que la esencia del poder haya cambiado.  Ni siquiera la voluntad política de acabar con el franquismo institucional, que ahora  el PP reaviva. Todo lo contrario: tanto financieros, grandes empresarios y la Iglesia, se han visto favorecidos por esos gobiernos de "izquierdas."

  Pero, si los que han accedido al gobierno son de verdad defensores de las clases populares, entonces es cuando se ponen en marcha los mecanismos para que no sigan adelante las propuestas populares, que darían al traste con los interese de los poderoso. Es cuando aparece el fascismo, y no antes. Cuando el poder de los de siempre estaba asegurado, con la "izquierda" o con la derecha. No nace y se desarrolla por obras de unos descerebrados. Todo lo contrario: aparece cuando algunos, aparentemente ilustres demócratas,  en la sombra, deciden que es el momento para hacerle frente a los movimientos populares. Siempre ha sido así, aunque haya quien lo haya olvidado. Así fue en Italia, así en Alemania, y también en España.

  ¿Porque cuál es el objetivo de la aparición de la extremaderecha? Sencillamente tratar de parar el reloj de la Historia. Frenar los avances democráticos y populares. Logrado con una supuesta democracia en la que cada equis tiempo escenifiquemos la elección de nuestros representantes, no era necesario.  Pero que al no servirle ya por aparecer lo que para los poderosos es una paradoja, la derecha saca su peor cara, la natural, la genuina: el fascismo. Para frenar los movimientos sociales. 

   ¿Entonces quiénes son la extrema derecha? La extrema derecha pueden ser todos o la mayoría de los gobiernos, que obedecen al FMI, al BM o al BCE. Lo que la gente llama La Troika. La extrema derecha es Angela Merkel y Obama; Hollande, Rajoy, González o Zapatero. Incluso sin que algunos de ellos sean plenamente conscientes. Son los que hasta ahora se han llamado socialdemócratas y los cristianodemócratas. Y da lo mismo que unos tengan un discurso "social", de las clases populares, o que lo sea "liberal", de las clases altas. El resultado es el mismo: trabajan para que el sistema perverso del capitalismo salvaje y homicida de hoy, siga a flote. 

  Los fascismos ascendieron, y sobre todo se mantuvieron, no porque su fuerza totémica fuera arrolladora. Sino porque detrás del telón estaban los grandes industriales, los terratenientes, los banqueros y su Iglesia, cuyo papel no hay que olvidar, fue fundamental para su permanencia, al menos en la España de Franco y en la Italia de Mussolini. 

  Los que figuran al frente de los Estados, sólo son meros ejecutores –nunca mejor dicho– de los que llevan la batuta en esa orquesta siniestra del sistema. Ni Hitler, ni Mussolini, ni por su puesto Franco, hubieran durado cinco minutos en su festín de muerte sin el consentimiento de la Banca, la Iglesia y el capitalismo internacional. 

   Así que dejemos claro que la extrema derecha está en el poder. Y ha estado siempre. Sólo que su fea cara la disimulaba con una anestesia mental que hacía creer a la mayoría que vivía en democracia. Hoy, como los poderosos quieren seguir acumulando más riqueza,  incluso que antes, el camino que tienen es expoliar más a los ciudadanos dejándolos sin apenas nada. Haciéndoles regresar a épocas que muchos creían olvidadas, o en los libros de historia. Y la extrema derecha política –llámese socialdemócrata, llámese cristianodemócrata, o centro derecha, nombre recurrente cuanto más reaccionario es el partido– se lo garantiza. 

   O al menos se lo garantizaba hasta ahora. Pero sólo será posible acabar con esa farsa de intercambio de partidos que defienden los mismos intereses, si los ciudadanos, cada vez participan más en las decisiones. Si toman conciencia de que sólo ellos, organizándose de mil manera, en defensa de lo público y contra el expolio, podrán lograrlo. Sea la lucha por la vivienda– ejemplo de la mentira de lo que llaman democracia, que la "garantiza" la Constitución–, contra los banqueros y políticos corruptos,  grandes empresarios esclavistas, que cada vez llevan más miseria a la gente; contra todo tipo de injusticia que comenten desde la impunidad,  con la ayuda del poder político. 

  Acabando con ese estado de injusticia es como se frena al fascismo, que está en el seno del poder, es decir, los poseedores del dinero, del capital financiero y especulativo. 

Ubaldo Plaza

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