lunes, 6 de febrero de 2012

PSC: O SOCIALISTAS, O NACIONALISTAS.


El PSC, esa cosa imposible inventada en los ditirambos de las loas al nacionalismo en los primeros años de la llamada transición, y para la  preservación de los intereses de la burguesía, en oscuras conversaciones entre sus relevantes personajes, que se etiquetaron de socialistas para copar el pastel electoral por la misma clase social, carece ya de sentido su existencia. Ni siquiera se alcanzó en ningún momento el deseo del reparto de cromos de la alternancia, y cuando lo hizo fue con la necesaria ayuda de los  dos partidos nacionalistas del panorama político–ERC e ICV–, y con movimientos y juegos de encaje de bolillos, que lo llevó al desastre por querer aparecer emulando al más trasnochado de los delirios identitarios. 

Nunca, en el sentido estricto, en tanto que PSC, pudo ganar unas elecciones, porque el ciudadano al que supuestamente se decía representar, no los tomaba en serio en las elecciones catalanas; siempre, ese ciudadano trabajador y de izquierdas, mayoritariamente consideraba que esas elecciones catalanas, no iban con él, porque sus dirigentes nacionalistas, se empeñaban continuamente en mostrar sus diferencias con el PSOE, al que sin embargo pedían ayuda en las elecciones, trayendo a sus dirigentes más representativos, pero que no colaba, para el votante medio,  aquello seguía sin ir con él. 

Sin embargo, y eso se ha demostrado hasta la saciedad, todas las elecciones  generales las ganaba por goleada–pemítaseme el  símil fotbolístico– porque en realidad al que verdaderamente votaban los ciudadanos en las generales, que se quedaban en casa en las catalanas, era al PSOE, no al PSC que se ufanaba de ser "otro partido diferente", según sus dirigentes, o algunos de ellos.

Pero ya se sabe, "cuando los hombres quieren suicidarse, los dioses los vuelven locos". Y en las dos últimas legislaturas en las que el PSC estuvo en el gobierno catalán, pero en particular la última, con Montilla a la cabeza, hizo todo lo posible para remar contra los intereses de esa masa de votantes que podía haber consolidado, pero que dilapidó, con políticas que ni siquiera los jefes de la derecha catalana se atrevieron a aplicar en toda su extensión, en sentido identitario y nacionalista–multas lingüística, imposiciones y otros desvaríos–, olvidándose, si alguna vez lo contemplaron, de que su cometido debiera haber tenido mayor contenido de clase, propio de la izquierda que nacional, más identificado de una derecha alicorta e insolidaria como CiU, que utiliza semejante discurso, que tampoco cree, para sus intereses políticos.

Sin embargo, tras el desastre en las elecciones catalanas, en lugar de reflexionar en sentido positivo y de rectificación, se multiplicaron las voces del sector nacionalista–en decir el más de derechas–, con declaraciones de soberanía con respecto al PSOE. Lo que hizo que por primera vez perdieran unas elecciones generales en Cataluña. Cierto que a esta situación local le ayudó ¡y de qué manera! las políticas neoliberales y lacayunas del Zapatero, que, pudiendo haber hecho otras más progresistas, como subida de impuestos a las grandes fortunas, prefirió no molestarlas, e hincar el diente sobre los más débiles. Ni al que asó la manteca, como diría el castizo, se le ocurre congelar las pensiones y bajar los sueldos de los funcionarios, meses antes de unas lecciones. 

Pero no era suficiente semejante deriva para recibir el varapalo, en forma de indiferencia, quedándose en casa, de sus votantes que recibió en Cataluña el PSC, de haber rectificado a tiempo. 

Porque no hay que olvidarse de que la derecha en Cataluña–también en el resto de España–no  ganó las elecciones, las  perdió el parido socialista. Basta ver los números. La derecha catalana de CiU ha recibido el 22% de los votos, incluso por debajo del porcentaje "histórico" que estaba en torno al 25%. Y en las generales ni llega a eso, aunque se haya vendido la burra ciega como que CiU ha logrado un gran triunfo al sobrepasar al PSC por primera vez. 

Pero es que, además, tras el cataclismo seguido de las tres consultas electorales: catalanas, municipales y  generales, en lugar de plantearse el futuro como una catarsis de humildad, y comprender que el PSC ha de ser, con todos los variantes locales que sean necesarios, parte integrante del PSOE, en su congreso más bien aparecieron de nuevo las voces de independencia con respecto a éste; hasta tal punto que fue aprobado, aunque quedó en suspenso hasta ver los resultados del congreso del PSOE, a las que la perdedora de las elecciones se presentaban, aunque no fuera suya solamente la responsabilidad. 

Pensamos que, desde el punto  de mira de hoy, el malabarismo  de aquella derecha que se inventó el PSC en las prostrimerías de la dictadura, por las razones antes expuestas, ya ha llegado a su fin por agotamiento. Y que si de verdad quiere recuperar su electorado, no sólo para las elecciones generales, que eso lo hará el PSOE, sino aparecer ante los ciudadanos de izquierdas como socialistas o socialdemócratas, a la par que todo el partido–"decir en todas partes lo mismo", como ha dicho Rubalcaba, aunque está por ver que lo cumpla–, lo que debe hacer es no pretender competir con la derecha catalana–más incivilizada,  salvaje y depredadora que nunca, como estamos viendo con el saqueo a los servicios públicos, y alejarse de los saqueadores con pretendidas "políticas  responsables", que sólo ayudan a que el objetivo depredador de CiU y la derecha en general, se consolide. 

El PSC ha de dejar claro que no hay en su seno otro discurso que no sea el socialista o socialdemócrata, al tiempo que debe contemplar la importancia de los movimientos sociales de protesta contra la actual situación, en particular el Movimiento 15-M. De lo contrario perdurará en el tiempo el pecado original de un discurso a tiempo imitado, según convenga: de izquierdas cuando se acercan las elecciones, y de derecha, es decir nacionalistas y emulando a CiU, en el resto del tiempo. Esas políticas han servido a lo largo de los años para que el objetivo de los inventores de la cosa se lograra: que la burguesía mantuviera el poder como así ha sido.

Pero una vez otras fuerzas deciden en el partido, y la base social está determinada, le es necesario romper con el pasado y dirigirse a los únicos que pueden recuperarlo: los trabajadores y las clases populares. De lo contrario, tal vez sirva el partido como instrumento de colocación y ego de algunos, pero desde luego no como medio de modificar el sentido de la política de forma progresista. O se es socialista, o se va a remolque de los que, estando en el mismo partido mejor cabrían en el  de la derecha catalana. Y  cualquiera que lo conozca mínimamente, le vienen a la memoria los nombres de verdadero escándalo, vista sus actuación en el mundo de las finanzas. Alguno de estos convergentes camuflados, previendo el cataclismo,  puso sus armas a buen recaudo y regresó, por decirlo de alguna forma, a la "casa madre".

U. Plaza




jueves, 2 de febrero de 2012

LA DERECHA SÍ APLICA SU PROGRAMA REACCIONARIO


La derecha que consideramos como tal, aunque haya la otra que pasa por no serlo, pero que aplica políticas similares cuando llega al poder, no se anda con  dudas ni le tiembla el pulso a la hora de aplicar su programa de defensa de los intereses de las castas más favorecidas; eso es algo que nadie puede echarles en cara, es como un hachazo en la espina dorsal de la parte de la sociedad más desamparada y contra aquellas políticas que de alguna manera  tuvieran algunos rasgos sociales, de modernidad y progresismo. 

Apenas hace poco más de un mes que accedieron al poder político –el poder de verdad, los bancos, la Iglesia y el represivo, siempre lo han tenido desde que, del franquismo duro pasamos al posfranquismo monárquico, gracias a aquel juego de trileros y escamoteo de la decisión popular llamado Transición–, que ya aplican los aspectos más reaccionarios de sus políticas, algunos con verdadera saña, que incluso están mucho más a la derecha–siempre lo estuvo–europea, que normalmente tiene más tacto e inteligencia a la hora de modificar leyes, que otros gobiernos socialdemócratas llevaron a cabo, para que no apareciera el espectro vengativo de inmediato. 

En Europa, como se sabe, cuando parte de la derecha combatía al fascismo junto con la izquierda, esa misma derecha era fascista en España. También la derecha europea, hizo bandera del laicismo a principios del siglo XX, mientras en España era de un integrismo insultante, igual que lo es ahora la Conferencia episcopal, sólo que hoy es contestada por los católicos de base. 

Nuestra derecha ha cambiado algo el ropaje, pero no la obra a representar. Siguen igual porque sus objetivos no  cambian si no se les obliga. 

Pero quejarse de eso significa no entender que la derecha aplica su programa, como entiende la lógica de sus intereses de clase. Por eso, de inmediato, entre otras muchas cosas, lo primero que hace es cambiar la política de Educación para la Ciudadanía, timorata al fin y al cabo, pero excesiva para  ella;  y la ley del aborto, que son las que el integrista clero medieval  que manda en España, le exige como botín por su apoyo a la derecha sin el mejor disimulo. 

La primera es fundamental para la Iglesia, ya que la educación ha sido secularmente el deseo de la secta católica de mantenerla en sus manos o bajo su control, porque controlando la educación de los niños controla el resto de las personas, proyectando su ideología sumisa hacia las futuras generaciones que seguirán enejenadas. Ese fue su principal caballo de batalla cuando decidieron acabar con la República–burguesa, no se olvide, pero progresista–, que aseguraba a sus ciudadanos  una enseñanza moderna, laica y con la razón como instrumento, libre de supersticiones y manipulaciones místicas medievales.

Naturalmente la ley del aborto es otra de las que más intromisión ha tenido por parte del clero, ya que la libertad de la mujer para decidir como persona sobre su propio cuerpo, no es digerible por una organización misógina y reaccionaria  donde las haya–el temor a la mujer se comprende porque la libertad de ésta pone en peligro el tinglado–, que no tolera que la, desde siempre sumisa mujer, a su entera disposición para expandir sus mensajes reaccionarios, pase de ser sierva a  ciudadana. Saben muy bien que la libertad de la mujer, ya menos manipulable desde los púlpitos, por reaccionarios intereses, rompe el esquema que les permite la enajenación de gran parte de la población femenina. 

Pero insistimos, eso entra dentro de lo que se puede esperar de una clase social  depredadora. La burguesía, que defiende con uñas y dientes, ya sin careta, sus intereses de clase, e incluso, como ocurre ahora, para recuperar lo que las clases populares conquistaron durante siglos con dura lucha y mucha sangre derramada,  muchos años de prisión de los trabajadores; hasta intentar llevarnos a situaciones propias del siglo XIX, que es en lo que están empeñados.

Lo lamentable es que, la todavía llamada izquierda, la socialdemocracia principalmente, cuando accede al poder, a parte de algunos retoques de adecentamiento de la cara más negra del capitalismo–a veces ni eso como hemos visto con Zapatero con su sumisión de mejor alumno del bestial liberalismo–no hace lo que se espera de ella, sino que es timorata e incluso descaradamente colaboradora con la derecha que anda al acecho, marcando el  terreno y condicionando políticas que debieran ser de índole avanzado. 

Por ejemplo: el PSOE llevaba en su programa entre otras muchas, una ley de libertad religiosa que Zapatero metió en el cajón olvidándose de ella, con la que debiera haber puesto en su lugar a la muy reaccionaria institución eclesiástica, la Iglesia católica, retirándole la escandalosa subvención que recibe de todos los ciudadanos, seamos o no católicos; y hacer que, como corresponde, a toda  organización,  pague sus impuestos y deje de gozar de los privilegios que le otorgó la dictadura por sus apoyos al sostén de la misma, validando o "bendiciendo" todas sus tropelías.

Tampoco hizo nada Zapatero por llevar a cabo una verdadera Ley de la Memoria Histórica que devolviera la dignidad a los miles y miles de asesinados por la dictadura, poniendo los medios técnicos y económicos para que  fueran dignificadas aquellas personas que perdieron la vida por defender la legalidad democrática republicana, truncada por los delincuentes que se alzaron contra ella. De haberlo hecho el gobierno socialista, no asistiríamos al vergonzoso espectáculo de ver cómo una organización de extrema derecha, que en buena lid debiera ser ilegal en un país que dice ser una democrácia, lleva a los tribunales al único juez que se atrevió a tener en cuenta la demanda de los familiares de los asesinados, y que ésta encontrara aceptación en los tribunales.

En más de 22 años de gobiernos supuestamente socialistas, no sólo no se ha avanzado un ápice en la normalidad democrática, sino que estamos retrocediendo a pasos agigantados hacia las posiciones claramente defendidas por lo más negro de la dictadura, en lo que a derechos democráticos se refiere. 

Si bien es cierto que el hachazo contra las libertades y derechos ciudadanos los asesta la derecha, no es menos cierto que aplican el programa que le han puesto en bandeja los que impúdicamente se siguen llamando de izquierdas, olvidándose éstos de cumplir con su obligación de aplicar  programas que ilusionen a la ciudadanía, en lugar de defraudarla, con sus políticas de no molestar a la derecha en su más extenso sentido, Iglesia y banqueros incluidos. 

Porque no es causal que hayan habido miles y miles de desahucios de gentes sin recursos, que favorecen a los banqueros, sin que en ningún momento el gobierno de Zapatero se le haya ocurrido poner coto a semejante injusticia de los depredadores financieros, los mismos que son rescatados con  nuestro dinero, en lugar de llevarlos a la cárcel por su actuaciones. Con lo que muchos votantes, trabajadores  y clases populares, piensan que para votar a una izquierda como esta, mejor quedarse en casa. 

Y como durante muchos años en lugar de dedicarse a desarrollar políticas de concienciación ciudadana han preferido el secuestro del votante, la mayoría de ellos, defraudados no han considerado otra opción de izquierdas, con los que la derecha, sin aumentar sus votantes, se haya convertido en hegemónica. Ya se sabe: "si la izquierda hace políticas de derechas o contemporizadoras con éstas, acaba sentando en el Consejo de Ministros a la derecha pura y dura". Y en eso es en lo que estamos. Ahora Rubalcaba, tímidamente saca a colación "la revisión de los acuerdos con la Iglesia", algo poco o nada creíble, si tenemos en cuenta que jamás pasó por su cabeza en 22 años de disfrute del poder. 

U. Plaza

viernes, 27 de enero de 2012

LAS VOCES DE SUS AMOS


Uno de los ejemplos de servilismo al que asistimos en los últimos tiempos lo tenemos en esa pléyade de economistas, supuestos o ciertos, que día sí, día también, a todas horas y en tiempo de máxima audiencia, aparecen en los estercoleros televisivos, aunque también en los grandes medios desinformativos, escritos o radiofónicos.

Constantemente intentan explicarnos el por qué de la situación actual, desvelarnos los arcanos por los que estamos en la situación presente, que lo saben y que nosotros, pobrecitos, ignoramos. Todos ellos tienen formulas mágicas que siempre, mira por donde, coinciden con los intereses de los amos del mundo, es decir con los intereses de los que nos han llevado al desastre. 

En realidad esos grandes profesionales del obscuro mundo de la economía, no son más que un ejercito de mercenarios que sirve a sus amos igual que los soldados que se ponen a las órdenes de un aventurero para un plan de invasión en un país con materias primas, de las que quieren que apoderarse; y no importa con qué métodos, siempre que el resultado sea el deseado.  A lo más que llegan algunos de esos insignes cerebros de la economía capitalista es a reconocer que no tienen nada claro que las cosas se vayan a solucionar en tiempo prudencial, como había ocurrido a lo largo de la historia del capitalismo, en las constantes y periódicas crisis del sistema, que en realidad está en crisis permanente porque eso es lo propio del mismo. 

Se esfuerzan, más que en aclarar nada que lleve luz al desesperado ciudadano víctima del capitalismo depredador, en confundirlo. Y sobre todo en procurar que ese indefenso ciudadano se  convenza de que es él, no el gansterismo político financiero, que es en lo que se ha convertido el sistema capitalista globalizado, el culpable de todos los males; de que por lo tanto no hay más remedio que apretarse el cinturón para poder salir de la crisis, que aseguran, será larga, pero que saldemos de ellos con el esfuerzo de todos.

Naturalmente, cuando dicen todos, esos sabios opinadores, repitiendo el mandato de sus amos los gobiernos, y de los amos de los gobiernos, los grandes financieros, se refieren a los más desfavorecidos, a las clases populares; a los trabajadores y pensionistas; a los funcionarios que por todos los medios tratan de culpabilizar de ser privilegiados, y ganar a la opinión pública contra ellos; a las clases medias y a los profesionales, intelectuales que hace tiempo dejaron de gozar de una posición privilegiada, y que cada vez están  más proletarizadas.

En ningún momento dicen la verdad, de la que presumimos están enterados, porque de otra manera sería muy difícil que semejantes mentiras las pudieran intentar hacer pasar por las verdades absolutas como pretenden, como intermediarios de los poderosos. No dicen, por ejemplo, que la distancia entre ricos y pobres ya es abismal. Que los medios productivos son hoy tan eficaces por el desarrollo técnico-científico, que lo que un trabajador producía, hace 30 ó 40 años, se ha multiplicado varias veces, sin que de ese aumento se haya beneficiado en igual medida el trabajador, todo lo contrario. 

No dicen, porque ese es el quid de a cuestión, que el paro no tiene solución con el sistema actual. Porque si hoy un trabajador es capaz de multiplicar la producción varias veces con respecto a hace unos años, lo lógico es que se redujera la jornada laboral para que el aumento productivo fuera en beneficio de la sociedad repartiendo el trabajo, y no en el de unos cuantos–se dice que el uno por ciento de la población– que se han apoderado de todo y despojado a la inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo de lo que ellos mismos producen. El reparto del trabajo como aconsejaría la lógica es la salida al paro, en beneficio de todos.Y esto es evidente que no cuadra con un sistema, que siempre cabalgó sobre la injusticia más absoluta, por ser esta su esencia, pero que ahora lo hace mucho más que nunca, porque la acumulación de riqueza es insultante como nunca antes lo fue.

Ninguno de esos mercenarios de cámara del gran capital dice, por ejemplo,  que lo que está enfermo y caduco es el sistema capitalista; que la antaño clase burguesa revolucionaria, que dio fin al feudalismo y puso en marcha la mayor revolución productiva de la historia, ya ha llegado a su fin. Que, aunque pueda seguir durante mucho tiempo todavía en retirada, utilizando sus medios manipuladores y represivos, ya es un obstáculo para el desarrollo de la sociedad como lo fuera el feudalismo cuando lo sustituyó la burguesía, entonces naciente. 

Y tanto es así, que si persiste el sistema caótico, lo que de verdad está en peligro es la propia existencia de la raza humana. Es la barbarie futura lo que puede sustituir a la actual.  Porque el sistema capitalista hoy, en su afán por lograr beneficios cada vez más rápidos y cuantiosos, no le importa destrozar el medio ambiente, por lograr las materias primas, estén donde estén, a costa de liquidarlo todo lo que sea un obstáculo: selvas y recursos naturales, o convertir el litoral en el amasijo de cemento que ya en parte es. Ya hoy el nivel de utilización de los recursos del planeta están muy por encima del sostenimiento, que garantice su futuro. Lo que parece no  importarles.  


Como  dice Marx, una sociedad no cambia hasta que no ha agotado todos sus recursos de desarrollo. Y el sistema capitalista ya los ha agotado, aunque la clase social que debe sustituirla lo esté en condiciones de hacerlo todavía. Las contradicciones seguirán agudizándose, porque es imposible, ni siquiera lograr una mejora del paro significativa, sin ir liquidando las viejas estructuras de dominación que hoy ejerce el capitalismo,  como lo hiciera con la aristocracia.

Pero ninguna clase social dominante cede su puesto, por caótica que sea la situación,  sin que se le obligue a ello. Y es obvio qué es lo que hay que hacer: organizarse para luchar a todos los niveles por el futuro que ya incumbe a la inmensa mayoría, hoy incierto si persiste el caos capitalista. Y que es una ardua tarea de las clase populares, de la inmensa mayoría de los ciudadanos convertidos cada vez más en súbditos, cuando no esclavos, de los financieros y sus servidores los gobiernos, que en la práctica han liquidado la poca democracia, ni siquiera formal, que se había conquistado con largas luchas.

Y hay que vencer muchos obstáculos, porque hay que recuperar los instrumentos de lucha contra el sistema,  y crear  otros, en función de las condiciones de cada lugar. 

La cultura y el discurso que predomina en una sociedad, es el reflejo de la cultura y el discurso de la clase dominante, como dice Marx. Y los instrumentos ideológicos para la defensa de los intereses de la inmensa mayoría de los ciudadanos han sido absorbidos por el discurso dominante. Hoy los partidos y sindicatos que impropiamente se siguen llamando de izquierdas, carecen de un discurso ideológico que no sea el de la clase dominante. Han abandonado todos sus principios. Hace años que metieron en el cajón, si es que  la tuvieron, la cultura de la lucha de clases, por incómoda para los que mandan, y por considerarla políticamente incorrecta; y sobre todo, la base fundamental del propio sistema capitalista: la propiedad privada de los medios de producción. 

Hay que recuperar el discurso ideológico que interesa objetivamente a la mayoría, contraponiéndolo al  conformista  discurso de la derecha expoliadora, llámese como se llame el partido que lo exprese, y aunque parezca venir del bando de la izquierda. Los cantos de sirena de que podremos salir de la crisis con ajustes, no son más que los instrumentos para ir liquidando, poco a poco, aunque cada vez más acelerados, las conquistas logradas a lo largo de más de dos siglos de luchas desiguales. Cuanto antes comprendamos que no hay salida al sistema sin liquidarlo, antes empezaremos a poner los medios para lograrlo, aunque la lucha sea muy larga y dura.

 Toda la puesta en escena de los servidores del sistema para convencernos de sus bondades, sólo reflejan lo contrario de los que afirman. Y hasta ellos, los mercenarios y defensores de lo caduco, incluso como instrumentos represivos del sistema, más pronto que tarde, caerán en la cuenta de que son tan víctimas como la inmensa mayoría, de una clase social depredadora, en decadencia que utiliza todo su poder para seguir dominado, y que no hay otra salida que luchar contra ella y establecer una sociedad más justa. Pero esto no será en modo alguno gratuito; no lo ha sido a lo largo de la historia, y no lo será tampoco ahora.

U. Plaza


viernes, 6 de enero de 2012

SIN CRISIS EN LAS FINANZAS DE LA IGLESIA


Para la Iglesia, esa organización bimilenaria y que empezó a tener poder gracias al emperador romano, Constantino, y que lo fue aumentado exponencialmente desde entonces gracias  su firme alianza con los poderosos a través de los siglos, nunca hay crisis; da igual que gobiernen los nacionales, que no son nacionales, porque no defienden a todos los de la nación, sino a los de su clase, la de los poderosos, como que gobiernen los socialistas, que tampoco  defienden a la que dicen es su clase, como debiera desprenderse del pomposo nombre, toda vez que no han puesto coto a esta injusticia en 22 años de gobierno, sino todo lo contrario. 

Gane quien gane, sea en las circunstancias que sea, la Iglesia siempre sabe sacar provecho del momento. Lo han hecho tratando de poner palos en la ruedas del progreso a través de la historia; e incluso cuando parecía que le iban mal dadas, se han alzado como mártires para sacar rendimiento de ello;  aunque en esas circunstancias adversas haya habido muchos más mártires en el lado contrario que en el propio; porque con una sabia tergiversación  histórica, todo quedaba arreglado.

Ahora estamos en una situación en la que, debido a la enorme estafa  financiera, y la connivencia de los gobiernos con los estafadores, están, no sólo recortando derechos sociales impunemente, sino que los recortes a lo conquistado durante décadas de lucha por mejores condiciones de bienestar, están en boca de todo político con poder y sin escrúpulos, que naturalmente no afectan sustancialmente a sus sueldos y prebendas. Tampoco a la Iglesia que sale  indemne, y hasta favorecida del saqueo social. 

Mientras todo cacique político, sea a nivel de toda España o de las taifas, donde  hacen y deshacen a su capricho, esgrime las tijeras contra lo más esencial para el normal desarrollo de las personas, sea enseñanza o sanidad u otras ayudas sociales necesarias sin el menor escrúpulo,  la Iglesia es intocable. Una Iglesia que debiera financiarse por sus propios medios, por sus adeptos, y pagar impuestos como todo el mundo debiera hacer, en función de sus ingresos y patrimonio.

Pues bien resulta que la franquicia del Vaticano en España no sólo no será afectada por subida de impuestos de los que incomprensiblemente está exenta, sino que saldrá favorecida por los mismos, toda vez que el dinero que  le entrega el Estado–el dinero de todos, seamos católico o no, no se olvide–, se verá incrementado por ser referencia  el IRPF la cantidad a entregarle; y al haber aumentado esa cuantía, los ingresos de la Iglesia también aumentarán. Sin ninguna duda la Iglesia tendrá crisis de vocaciones, pero no económica. Podrán gritar: ¡Viva la virgen! y ¡viva la crisis!

U. Plaza

viernes, 30 de diciembre de 2011

EMPEZAR DE CERO, CREAR OTRO PARTIDO DIFERENTE



Seguramente  Rodríguez Zapatero pasará a la historia como uno de los más grandes fraudes a la esperanza democratizadora de los españoles tras la transación de la dictadura a la partitocracia, a la que llaman transición. Cuando dio aquel paso de retirar las tropas de Iraq, pensamos ingenuamente que aquello era una apuesta por marcar distancias con el anterior gobierno, y que iba a dignificar la política del PSOE tras el desastre González. Después vimos que todo obedecía a su incapacidad por entender nada que no fuera obedecer a los que le mandaban hacer las políticas que interesan a la derecha, a eso que llaman eufemísticamente "mercados", pero que tienen nombre y apellidos muy resonantes tras la Gran Estafa Financiera.

Zapatero, como antes lo hiciera González, se marcha dejando tras de sí un desastre por el que ni las leyes ni nadie le pedirá responsabilidades. Sólo la Historia. Él, sin lugar a dudas tendrá el futuro resuelto; no así los ciudadanos víctimas de sus políticas serviles. 

También deja un panorama desastroso en su partido, en el que andan a la greña las diversas facciones o familias, no porque ahora hayan caído en la cuenta de que el techo se les ha venido encima porque han olvidado los principios, no del partido creado ex novo poco antes de la muerte del dictador, o los principios que tuvo el PSOE antaño antes del invento de Suresnes, del que pocos mamaron nada, o los que lo habían hecho fueron marginados. El problema no se lo plantean en clave ideológica, en   "qué hemos hecho mal para que millones de ciudadanos que antes nos votaban, no nos hayan votado". 

No, el planteamiento es mucho más sencillo. Lo que ahora agita las aguas del PSOE, nada tiene que ver con la orientación que ha seguido el partido–su dirección–, sino una lucha por el poder. Porque éste reparte prebendas y se han quedado sin ellas. Y ha sido de tal calibre el cabreo ciudadano, de sus votantes, que en su soberbia no lo quisieron ver cuando todo el mundo lo tenían claro. Nadie en el partido dijo nada ante las ocurrencias y malabarismos del  jefe, aunque el abismo estaba a la vista. Estuvieron a tiempo de pedirle cuentas a Zapatero, a su gobierno, pero nadie levantó la voz contra las agresiones que estaban asestando, de forma hasta chulesca–"me cueste lo que me cueste", dijo cuando trajo los deberes impuestos por los dueños de Europa–a los más débiles, sin que pasara por sus cabezas que la solución estaba más en recaudar en las grandes fortunas, en lugar de expoliar a los más pobres aplicando las políticas recetadas por la derecha.  El obediente alumno fue obedecido a su vez sin rechistar por la dirección del PSOE. Porque la sumisión y obediencia al jefe que estaba asegurando el status de cada uno pudo más que la vista en el futuro; y sobre todo en la razón de ser de un partido que se sigue llamando socialista, y que para millones de ciudadanos los sigue siendo: transformar la sociedad para hacerla más justa.

Toda la parafernalia que ahora están montando con los enfrentamientos entre diversos sectores, con comunicados entrecruzados que nadie sabe dónde está cada cual, sólo es debido a que han perdido el poder, las prebendas; no porque piensen en un cambio de rumbo ideológico. Si hipotéticamente recuperaran el poder en poco tiempo, que les permitiera seguir como hasta ahora, de inmediato se acabarían los reproches y todos loarían al jefe; y una vez más, la tan ahora necesidad de "hacer mucho PSOE" quedaría ad calendas grecas hasta la próxima derrota y pérdida de empleos, y volver a empezar.

El PSOE necesita más que nunca, no renovarse, que para eso ya es muy tarde tras su liquidación ideológica  desarrollada, primero por González, y rematada por Zapatero. Y lo necesita el país, por ser muchos los ciudadanos progresistas que así lo entienden. Pero renovarse en este caso significa liquidar todo lo nocivo que hay en él, que si los antiguos socialistas levantarán la cabeza, serían incapaces de reconocer a su partido en esta amalgama de intereses más cercanos a la derecha clásica que a un partido con semejantes siglas.

Es necesario la disolución de lo que es hoy el PSOE y crear uno totalmente diferente, con ideología clara, sin caciques y sin que sea posible la presencia en él de personajes de  derechas que todos conocemos; que no sea la herramienta para eternizar cargos, sino para transformar la sociedad en sentido positivo, republicano, y que rompa con sus amores con el neoliberalismo, al que viene sirviendo la socialdemocracia, sobre todo en los últimos años de hundimiento del capitalismo, en lugar de aprovechar  dicho hundimiento para avanzar en sentido social, no para apuntalarlo. 

Nada de eso se plantearán los que ahora están a la greña. Harán un Congreso del que saldrán los mismos que han llevado al desastre al partido y al país. Y muy posiblemente al final acaben pactado para que todo cambie, pero que todo siga igual. En el Congreso de febrero, ninguno de los que han tenido algo de poder en el partido durante  más de tres décadas debiera estar más arriba que de militante de base y sin cargo alguno, sea de partido o institucional. Y de algunos de ellos la dirección saliente debiera huir como de la peste, si de lo que se trata es de ganar credibilidad socialista. Y sobre todo, es fundamental una autocrítica muy profunda de las actuaciones del partido y sus dirigentes en todos los ámbitos. Hay que empezar de cero y crear otro partido socialista, que lo sea.

U. Plaza 


viernes, 23 de diciembre de 2011

El VOTO DE CiU A RAJOY

Ha sorprendido  que el voto de la coalición ultraderechista catalana, CiU, haya sido negativo en la investidura de Rajoy para presidente del gobierno de España. Máxime si tenemos en cuenta que en estos momentos no está la derecha catalana precisamente para tirar cohetes, ya que dependen sus recortes, privatizaciones y otros negocios, del apoyo del Partido Popular, tanto en la Generalitat como en Ayuntamiento de Barcelona. Lo más lógico, según todos los analistas, hubiera sido, para ser  coherentes con la  costumbre y  maestría en el chalaneo para lograr réditos, la abstención; si es que no querían votarle al PP directamente, para no hacer visibles todos los pactos inconfesables entre ambos partidos de la derecha, que sin duda molesta al electorado convergente más despistado. 

Porque las cosas han dado un giro en sus previsiones, y ahora es PP catalán el que está en disposición de devolverle sus gestos teatrales, con  notaría de por medio,  de cara a la galería de parte también de ese electorado, que ingenuamente sigue creyendo que vota a un partido que defiende Cataluña, y no a uno que defiende los intereses  de la derecha pura y dura, como muy bien estamos padeciendo los catalanes, por sus políticas de estruje al ciudadano más pobre y de saqueo del patrimonio público, con el que sin duda el PP coincide con CiU por razón de clase.

Pero es muy posible que CiU ya haya hecho sus cálculos. Y que, por el contrario  estén muy bien adornados con más de los mismo, en otro intento de reeditar de alguna manera una nueva versión del Pacto del Tinell de mentirijilla,   algo más restringido, con el PSC del nacionalista Navarro, que ya se ha apresurado a ofrecer su apoyo al gobierno ultra de los recortes, de Artur Mas– aunque también dice que está en desacuerdo con los mismos, lo que no cuadra muy bien con el ofrecimiento–, con el apoyo también de ERC, que tras haber perdido el poder que tenía, parece que están loquitos porque se les considere, por lo que no harían ascos a un pacto con los que sin duda tienen más en común de lo que los separa, como ya están demostrando desde que la nueva ejecutiva se hizo cargo de los cascotes que quedaron tras las elecciones catalanas. A pesar de lo cual, siguen yendo en dirección contraria.

Aunque en esta nueva versión sean menos los participantes, quedando fuera los iniciativos, tampoco se descarta que a última hora en un arrebato de celos patrióticos, éstos acaben sumándose también a un frente, no de clase, como sería lo lógico de seguir afirmando que representa a la izquierda, sino de patrioterismo, tan habitual en los partidos catalanes, que nos han dejado sin referencias verdaderamente de la izquierda, dignos de tal nombre. 

Pero es muy posible también que lo que intente CiU sea una puesta en escena de los partidos nacionalistas, que en su mayoría cierran filas con ellos, para advertirle al PP de que tiene otra alternativa; y que lo mejor es que sean ellos, los del PP,  los que le den sus apoyos, para no necesitar a los otros del pacto, a cambio de que la federación catalana ultra, acepte apoyar lo que decida el PP en Madrid, ya que no puede condicionarla con el chantaje, como es su costumbre. 

Estas puedes ser alguna de las razones por la que la derecha catalana de CiU, más extrema que nunca, haya decidido votar en contra de Rajoy, como un mensaje a sus camaradas de identidad, diciéndoles  que el PP no es su opción, salvo que se vean obligados a ello por el rechazo del resto de los partidos catalanes. Y que en realidad esté jugando para justificar lo que al final pasará: su decidida apuesta por los más cercanos, es decir la derecha;  aunque sea por las mismas razones que tiene el lobo al rechazar las uvas: no las alcanza y por lo tanto, están verdes. No puede imponer nada, así mejor ser pragmáticos acercándose al PP, pero en contra de su voluntad, que quede claro, será el mensaje que los medios del pesebre difundirán. Y eso puede convencer a una parte del electorado; al ser por necesidad, no porque ellos tengan nada que ver con el PP, al que rechazarían en otras circunstancias. Porque el chantaje clásico de CiU, es ahora imposible. Más bien todo lo contrario.

U. Plaza

martes, 20 de diciembre de 2011

EL TONGO



Todo cuanto ha sucedido en la puesta en escena de la elección de Mariano Rajoy como presidente el gobierno, ha sido muy previsible. Tan previsible y sin  la más mínima garra. El debate ha transcurrido con toda la carga de aburrimiento que tiene el saber el resultado de la película que ya hemos visto otras veces; porque tanto indios como soldados de caballería, en realidad están en el mismo bando, una vez acabado el rodaje.

Me ha llamado la atención, a parte de otras consideraciones y detalles sobre algunos diputados nuevos en la Cámara, que ha aumentado el pluralismo, el hecho de que por primera vez en mucho tiempo los partidos-chantaje de la derecha periférica–CiU, PNV y CC, y en cierto modo también ERC–, no puedan condicionar las decisiones  del gobierno en provecho de sus castas particulares.

Pero lo que realmente me me ha llamado la atención es el descaro con el que se ha puesto en escena el tongo entre Alfredo Pérez Rubalcaba y el candidato a la presidencia del gobierno, Rajoy.  Ni siquiera han guardado las forma teatrales en el sentido de que, siendo ambos partidos de la misma astilla, del mismo árbol político, porque  defienden los mismos objetivos e intereses de la derecha más salvaje–ahí está la política de Zapatero de los  últimos años–, a Rubalcaba no se le haya ocurrido otro discurso que el de rendir sus armas al Cid ganador, sin siquiera intentar combatir, mas que fuera para intentar recuperar su maltrecho electorado.  

Aquello era como asistir a uno de esos tongos, combates de boxeo amañados en el que el aspirante está seguro de su triunfo, y el otro, para el que lo importante es cubrir el expediente, sin otros ánimos u objetivos.  Y sobre todo eso que cínicamente llaman los políticos, las formas, que no es más que la culminación del engaño, el tongo al ciudadano que se pregunta anonadado, de qué ha servido su voto. 

Todo estaba previsto; porque ya Rubalcaba  había anunciado eso tan usado de, haremos una oposición responsable; lo que es para ponerse a temblar, porque significa que se podrán de acuerdo para hacer cualquier manejo contra el ciudadano, tal como lo vienen haciendo apoyándose mutuamente, como hemos visto con el cambio de la Constitución, si los mercados, es decir, los que nos han llevado a esta catástrofe, se lo piden, aunque eso signifique dejar sin coberturas sociales a los ciudadanos, porque "hay que rescatar a las entidades financieras". Y eso es antes que la salud ciudadana, antes que la enseñanza pública, antes que atender a las personas mayores. Y además, en ese río revuelto de reparto de dinero público para los culpables del desastre, habrá negocio para algunos, con las privatizaciones. 

Mal empieza la travesía del desierto del PSOE, si los militantes no toman conciencia de que, para ese viaje pocas alforjas son menester. 

U. Plaza