sábado, 11 de junio de 2011

LAS IMÁGENES, INTERNER Y LOS TRAMPOSOS DEL PODER


Que la derecha española es maestra en manipular la Historia es algo que todo el mudo sabe; los mismos que cuando cometieron sus crímenes se vanagloriaron de ello, pasado un tiempo trataron de ocultarlos, los negaron y siguen negándolo, e incluso se los atribuyen a las víctimas de sus atropellos con la revisión de los hechos, para lo que cuentan con numerosos servidores desinformativos. 

Es lo que hacen los dinosaurios de la desprestigiada Academia de la Historia que, al no haber llegado la democracia a dicha  institución, y seguir infectada  de franquistas, este colectivo en sus reuniones, suponemos que recordando a su sanguinario militar golpista, su caudillo, las inician con un rezo. Pero en el mundo moderno esa tarea de volver a asesinar a los asesinados, falseando los hechos, es más difícil, aunque no imposible, por contar con todos los medios de manipulación para ello, para que queden impunes. Pero qué duda cabe de que de no ser por los medios de difusión como internet que han dado cuenta de algunpa artículos hagiográficos, sólo se hubieran enterado, unos pocos.


El golpe de Estado del 23-F fue televisado en directo,  lo que impide que nieguen los hechos, ya que todos pudimos ver la chulería de un grupo de guardias civiles ocupando el Congreso de los Diputados. Las imágenes son tan evidentes que han quedado en nuestra memoria, y se pueden difundir muy fácilmente. A pesar de lo cual intentan, una y otra vez quitarle importancia, justificarlo cuando no negarlo, e incluso revisarlo para dejar en buena situación a los bandidos que lo intentaron, y sobre todo, los que estaban detrás. No entramos en las muchas versiones que se le ha querido dar, toda vez que, dígase lo que se diga, el golpe está claro que lo dieron, pero la verdad, la trama que lo protagonizó, sigue sin revelarse de verdad, aunque todos lo intuimos; muchos implicados, quedaron a salvo. Pero nos quedan la imágenes para que, por lo menos se pueda certificar que hubo un golpe de los   que añoraban la dictadura y sus tramas del poder, que no son todos militares, ni de lejos. Los golpes de Estado los protagonizan  militares, pero los dan los civiles, el mundo del dinero, y sus consejeros espirituales. También el de Franco fue posible por la ayuda de esos poderes entre otros, que hoy han alcanzado tan desproporcionado poder, que en sí, el "golpe" se puede considerar a nivel universal.

Algo parecido sobre las imágenes, aunque salvemos las distancias, pasa con los atropellos ocurridos en la Plaza Cataluña de Barcelona,  de la mano del ultraderechista Felip Puig, que por la cantidad abrumadora de imágenes difundidas no le es fácil ocultarlo, a pesar de lo cual, como es propio de la derecha manipuladora, lo intenta con toda inmoralidad, tomándonos por tontos a los ciudadanos catalanes que pagamos su sueldo. Y busca como suelen hacer los tramposos, culpar a las víctimas que sufrieron  su irracional ataque, que nos recuerda a la dictadura por sus métodos. Si no estuvieran ahí las imágenes que lo explican claramente todo sin necesidad de intermediarios, a estas alturas, el  reaccionario gobierno de CiU, el que está ya expoliando la Sanidad Pública a los más débiles mientras le baja los impuestos a los poderosos, para que la privada hagan negocio; y sobre todo el responsable de las agresiones, Felip Puig, estaría negando, no sólo que hubiera habido tales agresiones a pacíficos ciudadanos como se empecina,  en su desproporcionada y aventurera decisión de matón de barrio, para, al parecer alimentar sus frustraciones –que sigue negando– sino que ni tan siquiera aceptaría que los Mossos d´Esquadra  hubieran aparecido por la emblemática plaza. Por eso en este caso son tan importantes las imágenes. Si Puig tuviera una filmación, sólo una imagen en la que apareciera un sólo gesto de agresión ciudadana a sus policías, que no quepa duda que la explotaría, y con la ayuda de los medios del pesebre, intentaría "tapar" las miles de fotos y filmaciones que dicen lo contrario. Pero el mundo de internet, y a pesar de que ya traman los poderosos la censura, como han hecho siempre los dictadores, es de una diversidad tan evidente, que sus mentiras pronto son desenmascaradas. 


U. Plaza

viernes, 3 de junio de 2011

LAS PARCAS Y FELIP PUIG

El "amo" de la Plaza Cataluña



Es curioso el caprichoso desenlace que las Parcas (moiras) nos tienen reservado a cada uno de nosotros, en coordinación perfecta con la diosa Clío. Para la mayoría de los mortales se circunscribe a nuestro pequeño entorno de unos pocos conocidos, transcurrido un tiempo prudencial desaparecemos sin dejar vestigio alguno de nuestra presencia. 
Las hilanderas. Parcas (Moiras)


Otros, para bien o para mal, siempre serán recordados. La diosa Clío se encargará de ello a través de sus sentencias recordatorias, manteniendo eternamente vivo al personaje en la Historia.

Fraga, por ejemplo, es recordado por dos circunstancias, entre otras muchas, que seguro  tiene un saco lleno, mientras sirvió a su caudillo golpista; será recordado por ser hacedor de una Ley de Prensa, que pasaba de la censura aplastante, que rayaba la demencia, a otra más perversa si cabe, que obligaba a los autores, a todo bicho viviente, a ser ellos sus propios censores, lo que se llamó "autocensura". Naturalmente  el entonces ministro de la dictadura, tenía sus mecanismos disuasorios que aconsejaban el camino a seguir, como el TOP  (Tribunal de Orden Público); y como este Tribunal era parte integrante de la dictadura, de aquellas medidas, la cárcel para los que se atrevieran a desafiar el buen criterio de don Manuel. El otro motivo por el que será recordado Fraga, el que en definitiva marcó la memoria de los ciudadanos, fue aquel grito de guerra contra los que reclamaban libertad y democracia y luchaban contra su dictadura: de "La calle es mía". 

A Felip Puig,  personaje anodino, con cara de pocos amigos,  permanentemente cabreado hasta en una boda  gitana, las Parcas le tenían reservado el paso por este mundo, el mayor de los anonimatos, por carecer de interés su vida para ellas,  más allá del de cualquier insignificante mortal, que tenían la vista puesta en otros personajes mucho más interesante que tan vacío personaje. 


Pero hete aquí, que por una de aquella cosas que al parecer no siempre las hilanderas controlan del todo, por meterse por medio la diosa de la Historia, Clío, el señor Puig sí estará señalado por la diosa. Y pasará a ser recordado por ella, por la Historia, como el mayor  represor habido en Cataluña en estos momentos, de forma innecesaria, contra sus ciudadanos. Por fin, por una de esas cosas de discusión, y quizá desacuerdo entre inmortales, los ciudadanos hartos ya de estar hartos de salvajes banqueros y políticos depredadores, decidieron salir a la calle a protestar, reclamar democracia, y de paso dar un oportunidad a nuestro hombre,  al malcarado Felip el amargao, para merecer unas letras en el libro de la diosa Clío. A partir de ahora, haga lo que haga Felip Puig, salvo que empeore lo ya hecho, cosa posible conociendo la catadura moral del personaje, será recordado para siempre, para la Eternidad, que no es poco, como el que dio la orden que provocó los desordenes y apaleamientos en la Plaza Cataluña a centenares de ciudadanos en el ejercicio de sus derechos; y además por no tener la capacidad mental de reconocer su error, y persistir en él. Eso será lo que quedará, ese será su epitafio. 

Las Parcas se habrán hecho un lío y tendrán que recomponer su inicial deseo. O quizá no, y ya lo tenían  previsto, que las inmortales hilanderas son muy suyas. Pero seguro que cuando  Morta (Átropos) decida cortar el hilo negro, no le quedará para entregarle a Clío más que els fets de la Plaza Cataluña. Y  se lo habrá ganado por decisión propia. Y una vida sin renombre, destinada al olvido –a lo que es normal en la mayoría de nosotros–, pasará a la historia, triste, pero historia al fin.  !!Sí, las Parcas son caprichosa!!



U. Plaza

jueves, 2 de junio de 2011

"LO LLAMAN DEMOCRACIA Y NO LO ES, NO LO ES"

Uno de los gritos de los ciudadanos que estos días, indignados, han lanzado al viento, es: "le dicen democracia y no lo es, no lo es". Y la evidencia de que esos ciudadanos tiene razón, es que pocos minutos después de las agresiones a las pacíficas personas de la Plaza  Cataluña, el señor Felip Puig, no fue detenido –y sigue sin serlo–, y conducido ante un juez para que respondiera de sus acciones ante la justicia, sin esperar siquiera a que su jefe, Artur Mas, lo decidiera. Ha sucedido todo lo contrario: contra toda lógica democrática, Mas ha apoyado el atropello y el apaleamiento de su hombre del garrote a los concetrados. 

Los que ya somos mayores recordamos las "heroicidades" de Martín Villa y Fraga Iribarne repartiendo leña–hasta con muertos de por medio– , contra los que reclamaban democracia. El segundo hasta se permitía expropiarnos del derecho de estar en la calle, proclamando que la calle era suya, "la calle es mía" decía el ministro de la dictadura. Ninguno de ellos, obviamente, fue detenido y conducido ante el juez para que respondiera de sus actos, pero es que aquello era una dictadura. 

El señor Puig ha hecho lo mismo que los ministros franquistas: agredir a los ciudadanos que reclaman democracia. Si el señor Puig sigue en su cargo, si nadie lo ha llevado ante un juez, detenido por agredir a los ciudadanos que exigen también, como entonces, democracia, ¡como hace más de tres décadas! ¿alguien puede considerar seriamente que esto es una democracia? Pues seguimos igual: "lo llaman democracia, y no lo es, no lo es". El señor Puig, sigue sin ser detenido, y siendo un peligro para los ciudadanos. Por ahora, impunemente, como entonces. Pero es que los que esgrimen el garrote, dicen que estamos en democracia. Y claro, la aplican como sabe el señor Puig, con el garrote, como siempre. Eso sí, los palos recibidos, si son por policía nacionalista, "la nostra", duelen menos. ¡Donde va a parar! Por cierto que que los de Martín Villa y Fraga, también eran nacionalistas. De otro tipo, pero con el garrote igual de efectivo. Es lo que pasa, al final coinciden en los palos, porque coinciden en los interese. ¿Y cuáles son? expoliar al ciudadano,  sea la sanidad sea cualquier cosa pública susceptible de ser negocio. 

U. Plaza


miércoles, 1 de junio de 2011

LA INCULTURA DEMOCRÁTICA DE LOS POLÍTICOS, ES VIOLENCIA

Que  necesitamos un aprendizaje de Cultura Democrática, es algo que cualquier observador por poco despierto que sea, no negará. Que todo cuanto nos proyectan los políticos está impregnado de autoritarismo e engreimiento, creyéndose que los ciudadanos estamos a su servicio y no al revés, tampoco se puede negar. Pero como nos han estado negando la más mínima opción democracia, por elemental que esta sea, nos resulta extraño hablar de ello con plena claridad. Sobre todo porque un régimen partitocrático de una aristocracia del enchufe, el chalaneo y de la apropiación indebida, como si de democracia se tratara, oscurece más visión real de las cosas. 

Es por eso que el ciudadano medio se encuentra confundido ante lo que empiezan a comprender que lo que consideraba, porque así se lo decían los beneficiarios como democracia, no sólo no lo es, sino que es un timo  mayúsculo, para el disfrute de unos cuantos, que con toda clase de triquiñuelas, mintiendo al unísono,  han ido forjando. En esto, todos son cómplices, porque se ha llegado a hacer política por parte de la "oposición",con tanto guante blanco, que en realidad todo se semeja a un puro teatro.

Todo el mundo es capaz de comprender eso que tan pomposamente nos dicen, y se escribe en las Constituciones de muchos países–diríamos que hasta en las dictaduras– de que "el poder emana del pueblo". Es obligado ponerlo, pero que todos los constitucionalistas saben, lo sabe todo el mundo que podría perfectamente quitarse, visto el nulo caso que se le hace. Porque, ¡ojo! , dice "emana", no que lo ejerce. Para eso ya están los que se las inventan para que tan bellas palabras dejen de inmediato de tener sentido. 

El ejercicio de la democracia es condición indispensable para tener democracia, y no es un trabalenguas. No la regala nadie, todo lo contrario, los que mandan tratan de escabullírsela, incluso llamando democracia lo que no lo es, como es el caso de España hoy.  Y, si bien se puede delegar algunas funciones, no se puede delegar la democracia misma. Y las abusivas prácticas antidemocráticas, haciéndonoslas pasar por  tales, han hecho que al ciudadano se le cree un estado de duda y de dependencia sobre cuestiones que debiera tener claras. Naturalmente los poderes públicos, los que mandan, no están interesados en que la democracia real sea un hecho, perderían sus privilegios.

Se podrían poner muchos ejemplos, que no caben en este artículo. Pero  sí alguno que sea suficientemente gráfico para que lo entendamos.  Cuando el ciudadano tiene que lidiar con la Administración,  tiene la impresión de que ha de hacer un esfuerzo para ser entendido y atendido. Y una negativa es un castillo kafkiano difícil se superar. Y llega a creer que los derechos, en realidad siempre están de parte del que manda. Y no es así. Y el que manda tiene el garrote amenazante y disuasorio, pero no el derecho.

Imaginemos que estamos trabajando en una empresa de la que depende nuestro sueldo, nuestra vidas, y el bienestar de nuestras familias. Imaginemos que, por algo que no nos gusta de la organización del trabajo por el patrón, en un momento dado, cogemos las herramientas y con ellas  decidimos amenazarlo;  y si no acepta nuestros puntos de vista productivo, decidimos darle una paliza. Una paliza al que nos paga el sueldo por nuestro trabajo. Lo machacamos y pretendemos que de inmediato todo siga igual, sin que nadie tome medidas por semejante acción violenta, e incluso justificamos nuestro ataque, con cualquier  razón y negamos haberlo hecho, a pesar de las evidencias de los múltiples vídeos y fotografías que alguien tomó durante la agresión. 

Es lo que ha hecho el ultra Felip Puig. Este empleado nuestro se ha creído con derecho a darle una paliza a su patrón, que son los ciudadanos, el que le paga el sueldo–con la diferencia escandalosa a su favor de que en el caso anterior el sueldo no lo decide el trabajador–, porque Puig decide lo que gana, por abusivo que sea, sin que el patrón–el pueblo– pueda decir ni pío. La caja está a su disposición, y lo que es inmoral, lo solucionan con una ley, que lo hace legal. 


Es una práctica absolutamente antidemocrática. Porque a nadie se le ocurriría pensar, que una vez cometido el atropello, el agresor,  el empleado que ha utilizado las herramientas que el patrón ha puesto en sus manos para ejercer su labor, el trabajador seguiría en su puesto, amenazando  y asegurando, contra evidencias,  que lo hecho, bien hecho está. Y con la posibilidad de seguir agrediendo. Puig, contra todo sentido moral, sigue justificando las agresiones a los ciudadanos, los que pagan sus herramientas, sin siquiera hacerle pensar que su conducta sea aberrante, al querer justificar las agresiones.

Es una práctica absolutamente antidemocrática, que los políticos  ultras como Felip Puig en su soberbia ideológica se creen tener derecho a atacar a su patrón  y, además, creer que tiene razón; ni se para a pensar si se han equivocado. Y es más, todo el coro de políticos lo justifican, y a lo sumo "lo lamentan", de cara a la galería, sin hacer nada efectivo, porque son conscientes de que los palos de Puig contra los ciudadanos, los beneficia. Porque en definitiva todos son de la misma casta. 

El ciudadano debe ser consciente, en su ejercicio democrático, de que el sujeto de derechos, es él. Y que el que se ha saltado las normas democráticas–no las inventadas por los políticos para su uso y provecho de casta– es el agresor. Ser consiente de esto, es fundamental para  el ciudadano, para ir conquistando la democracia secuestrada por los poderes, sean estos de los Bancos, sean de sus servidores los políticos, por los desvaríos autoritarios de la extrema derecha, como el señor Puig. No se puede seguir tolerando que utilice las herramientas que le hemos prestado para su labor, la de defender a los ciudadanos, para que las utilice para apalear al ciudadano mismo, su patrón. Y si lo hace, ha de ser destituido y que asuma sus responsabilidades, políticas y judiciales. La toma de conciencia de las personas, de que las cosas no son como nos las quieren imponer los represores, nuestros empleados, es el primer paso para la conquista de los derechos arrebatados de mil formas.  La no tolerancia de actitudes autoritarias como las provocadas en Plaza de Cataluña por el señor Puig, o cualquier otro personaje, que utilice nuestras herramientas para satisfacer sus instintos ultras, no debe tolerarse. Ni la mera existencia de un personaje como él, debe aceptarse. Es nocivo y peligroso para la convivencia. Aceptar que Puig tenga derecho a agredirnos, es renunciar a la democracia y a nuestra condición de ciudadanos.


U. Plaza


martes, 31 de mayo de 2011

PATRIMONIZACIÓN POR LOS POLÍTICOS DEL PODER Y LA FUNCIÓN

El concepto patrimonialista que tienen los políticos del ejercicio del poder, lo dice todo del escaso, por no decir nulo en muchos casos, sentido democrático que, en teoría, debería guiar sus actuaciones.  El que por el hecho de que un político haya sido elegido, incluso de forma plenamente democrática, que como sabemos en España  no se da por una ley electoral antidemocrática, y por ende, también patrimonialista;  pero incluso en ese todavía lejano deseo democrático no alcanzado,  los políticos, tienden a creerse dueños y señores de todo, a poder decidirlo todo como si estuvieran repartiéndose una presa ganada, y que nadie le puede discutir.

Lo vemos cada día, muchas veces en forma de decretos, enmarañados de mil formas sin que en  ningún momento se les pase por la cabeza, que aquello que deciden, por afectar a muchos ciudadanos, debe ser claramente explicado, y si procede, porque el ciudadano no lo considere aceptable, sea retirado. y si no está de acuerdo, dimitir, verbo desconocido entre semejante piara. Están tan henchidos de soberbia, que hasta se sienten molestos si alguien les discute, considerando que se ha invadido sus dominios.

Eso suponiendo que el político, mal que bien, con más o menos trampas, siempre existentes cuando se habla de esta fauna convertida en casta depredadora; pero, ¿qué decir cuando lo que hace es una política contra los ciudadanos, incumpliendo todo su programa, por el que fue elegido, que es lo que habitualmente hacen? La lógica democrática es que el ciudadano pudiera intervenir, expulsarlo del lugar que ocupa por usurpador y mentiroso, y llevado ante los tribunales por embaucador y farsante,  en definitiva, porque ha tratado de engañar al pueblo, este lo ha creído y lo ha votado.

Es evidente que nuestros políticos no son demócratas ni de lejos, porque carecen de una cultura democrática. Porque la política se ha convertido, no en una función de servicio a la comunidad, sino en un modus vivendi,  si es posible de por vida. Y se aferran al cargo utilizando todas las armas que tienen en sus manos, que son muchas. Y tanto se aferran al poder, que incluso mentalmente se autoconvencen de que son ellos los dueños, no el pueblo de lo que controlan. El pueblo es sólo un accidente necesario para vestir el muñeco democrático que les permite seguir en la poltrona. Por eso, cada equis tiempo le hacen una fiesta paripé, para determinar que, efectivamente, tal como ellos ya han decidido, porque son los mandan y están seguros de que debe ser así, renovarles el contrato indefinido que, naturalmente no podremos revocar, porque al no haber democracia, no existen los mecanismos que lo permitan, por muy calamitosa que sea su actuación.

Ese defecto psicológico de la patrimonización del poder, lo tienen tan impregnado en sus cerebros mercantiles y unicelulares–la única célula activa es la de mandar y sacar provecho del cargo mientras dure–, antidemocráticos, que ni les pasa por la cabeza pensar que deba ser de otra manera. Que pueda haber democracia de verdad donde los ciudadanos, teóricos soberanos, puedan decidir, y no ellos a su antojo y provecho. Es más, si alguna vez en una pesadilla se les aparece tan  nociva idea, la considerarán como algo impropio de sus ausentes éticas, y por lo tanto la mayor enemiga a desechar.

Todos oímos que los políticos dicen que "han de gobernar", guste o no al ciudadano. Y se quedan tan panchos por la ocurrencia, sin percatase de la aberración antidemocrática y dictatorial de la que han sido capaces pronunciar. Y, cuando un energúmeno al que se le ha confiado la defensa de los ciudadanos, hace todo lo contrario para lo que fue elegido, sin ningún pudor, declara, mostrando su verdadera cara de dictador, "que el monopolio de la violencia" la tiene él.  Y la tiene, precisamente porque ejerce ese monopolio de forma antidemocrática. Porque los ciudadanos les cedemos, no les regalamos, la función para que fogue sus vísceras reaccionarias  y violentas, sino para que lo utilicen en defensa de los ciudadanos. Y cuando defiende sus actuaciones antidemocráticas, y mucha veces verdaderamente represivas, que repugnan a todo demócrata, se reafirman en su derecho de reprimir al pueblo, siendo ellos los que deciden lo que es correcto y lo que no lo es. La vara de medir la establecen a capricho, si es o no conveniente la represión, en función de si les interesa en ese momento para los negocios que mueven.

Es lo que estos días estamos viendo y oyendo; cómo el jefe, y el subjefe, chulescos privatizadores, también de la violencia a su favor, los que mandaron a apalear a los ciudadanos de la Plaza de Cataluña,  que se permiten insultar a los apaleados, a los mismos que le pagan  sus sueldo escandalosos e inmorales, sobre todo por la situación por la que pasan mucha gente, tomándonos por idiotas. Porque todos hemos visto por activa y por pasiva lo que pasó, y sin el menor pudor, siguen justificando las agresiones a los ciudadanos. Si estos políticos, en lugar de ser dictadores fueran demócratas, serían incapaces de semejante aberración reaccionaria, ni de pensamiento. Si en lugar de creerse dueños y señores de lo que le ha sido cedido  para la protección del ciudadano, no para utilizarlo contra ellos, fueran demócratas, habrían actuado con el sentido de saberse simplemente servidores del pueblo. Y hablarías sin la chulería del sheriff matón, como lo han hecho.

Pero, como en realidad son autócratas, no tienen educación democrática, llevan los asuntos como a su antojo, con chulería y soberbia, sin pararse a pensar que ellos son empleados, no los amos como se creen.  En una democracia sería impensable que los ciudadanos tuviéramos que seguir soportando a un personaje como el ultraderechista Felip Puig, cuya actuación violenta todos desgraciadamente recordaremos de por vida. Y trascenderá al futuro. Como sus homónimos Martín Villa, y Fraga Iribarne, cuando aseguraba que la calle era suya. Y los ciudadanos nos jugábamos el pellejo, como ahora con Puig, para decir que la calle es de todos. Pero en una democracia, Puig  no hubiera llegado al cargo de Conseller. O, de inmediato habría sido cesado, repudiado por los ciudadanos, y posiblemente se le reclamarían responsabilidades ante los tribunales. Eso sería en un país con gobierno democrático. Pero es que este país, precisamente donde no hay demócratas es en los gobiernos. 

Estos días en las asambleas, todos estamos aprendiendo democracia. Pero son los ciudadanos de avanzada mente los interesados en aplicarse, los políticos, son incapaces de comprenderlo, porque no les interesa. Saben que con un poco de democracia, solo un poco, no sería lo mismo. Lo de la Plaza de Cataluña, hubiera sido sólo un sueño de Puig y sus gente, en una noche de akelarre.

U. Plaza

lunes, 30 de mayo de 2011

HIPOTÉTICA CARTA DEL HIJO DE UN MOSSO DE LOS DE PLAZA CATALUÑA, A SU PADRE

"Querido papá: hoy,  en lugar de hablar personalmente contigo, lo hago desde un rincón de mi cuarto, avergonzado.  Cuando esta mañana he ido a la escuela, mis amigos, mis compañeros, me han mirado con cierta tristeza al saber que soy el hijo de uno de los policías que el pasado viernes estuvieron apaleando a pacíficos ciudadanos en la Plaza de Cataluña.  La clase, y hasta el recreo, la hemos dedicado a ver los vídeos en los que se ve todo muy claro. No me lo podía creer. No me podía creer que  mi padre, al que adoro, fuera capaz de semejante atrocidad.  Tú siempre me habías dicho que tu trabajo era perseguir a los malos, a los delincuentes, en definitiva, defender a las personas horadas contra aquellos que alteran la convivencia. Y yo siempre te había creído. Porque consideraba que así era. Hoy, sin dejar de quererte, porque eres mi padre, ya no estoy tan seguro de que sea así. Es más, estoy más seguro de que no lo es.

Porque, aun con mi todavía corta edad y no comprender muchas de las cosas,  sí he aprendido algo terrible: que mi padre me ha mentido. Que mi padre no es el buen hombre que yo había creído que era. Que lo de "luchar contra los malos" es muy discutible,  peor, mentira. Porque, ¿quiénes son los malos, papá?  ¿Los son esas personas que estaban pacíficamente en la Plaza? Me he informado y todos mis amigos y el profesor, hemos hecho una clase que me ha servido mucho más que todas las que he venido recibiendo hasta ahora: una clase de civismo y de ciudadanía. 

En ella, en esta clase,  hemos aprendido cosas que tú nunca me dijiste y debieras haberme dicho: que tú obedecías órdenes aunque fueran inmorales,  porque los que las daban no eran precisamente los buenos. Porque he sabido, querido papá y te  escribo esto con lágrimas en los ojos, decepcionado y compungido,  porque hubiera deseado que el mundo se hundiera antes que tener que reconocer que tú, mi padre, habías sido capaz de apalear a pacíficos ciudadanos, como a los padres de mis amigos que estaban en la Plaza, algunos de los cuales están heridos, y de gravedad. Porque unos malos, los que te han dado la orden de apalear, y tú, cobardemente, no has sabido rechazar, con el lógico argumento de que no eran alteradores del orden ni delincuentes, sino pacíficos ciudadanos que protestan, así lo han decidido. Y te han enviado a ti a defender sus riquezas, dando palos. Sí, papá, personas que protestan como tú debieras protestar, si como le dijiste a mamá, también te han bajado el sueldo, mientras que los sueldos de los que te han mandado a apalear a tus semejantes, son de escándalo, según dicen mis amigos y tú le comentas de vez en cuando, visiblemente enfadado, a mamá.

Pero es que además, querido papá, me entero de que has estado defendiendo con tus palizas a esos pacíficos ciudadanos, el que yo  no pueda tener una Sanidad Pública ni una Enseñanza decente como hasta ahora, porque los que ya considero, sin ninguna duda los verdaderos malos, tus jefes, quieren privatizarla y hacer negocios con ellas. Y yo, y millones de chavales como yo, que dependemos de unos sueldos míseros, según tus palabras dichas a mamá, tendremos una sanidad y una escuela escuálidas y elementales, y sólo los ricos, los malos, los que te han mandado apalear a pacíficos ciudadanos, repito, podrán tenerla como es debido, y que además se las pagarán los ciudadanos apaleados. Porque eso es lo que he aprendido esta mañana de vergüenza en la escuela, que las personas que estaban allí protestando, no eran delincuentes, sino ciudadanos que no quieren que yo, y sus hijos, dejemos de tener acceso a una sanidad pública de calidad y una enseñanza moderna que nos trasforme en ciudadanos capaces de pensar y convivir, y no en meros borregos obedientes de tus jefes, como para mi vergüenza has hecho tú.

Y tú, querido papá, has ido a defender todo los contrario apaleando a quienes luchan para que tus jefes, repito, para mí los verdaderos malos desde ahora, dejen de hacer negocios con la enseñanza y con la sanidad. Perdona mi insistencia, pero es que yo también estoy desde ahora indignado a pesar de mi corta edad. Porque soy un niño, pero aspiro a ser un ciudadano con dignidad, esa que tus jefes, los malos,  los mercaderes, nos quieren arrebatar. Y tú colaboras para que así sea.

Sigues siendo mi padre y siempre lo serás, y te sigo queriendo y siempre te querré, porque es eso lo que deseo. Pero algo se ha roto entre nosotros. Algo que sólo se aliviaría si pidieras disculpas y denunciaras a tus jefes como verdaderos culpables. Sí, eso mismo que tú exiges cuando yo o mi hermana hacemos alguna cosa que está mal y que nos recriminas. Y que además, nos aseguras, que honra y satisface más al que las pide que al que las recibe.

En la clase, querido papá, se ha dicho que si obedeces órdenes no puedes echarte atrás, que has de cumplir. Y no es cierto porque hemos sabido que las órdenes injustas, antidemocráticas, no se deben obedecer, si no se quiere renunciar al derecho ciudadano. Y tú has obedecido una orden muy injusta, la del malo. Además,  el profesor, magnífico profesor como sabes, es posible que no venga más a clase dentro de poco tiempo, porque los que te mandan a ti que apalees a la gente pacífica, lo van a despedir. Dicen que lo camuflan con palabras como "ajuste", u otras parecidas que no comprendo muy bien.  


Hemos aprendido muchas cosas, entre otras que no hay democracia, que sólo es un nombre hermoso que es utilizado por  los poderosos, repito, como tus jefes, para sus negocios. Y también que la soberanía, o "la autoridad",  en teoría, porque como no hay democracia, no es verdad, está en manos del pueblo. Y que éste la cede a unos ciudadanos para que la utilicen en defenderlos, no en atacarlos como has hecho tú por orden de "los malos".  Hemos aprendido que es una autoridad delegada, porque cada ciudadanos ha de tener una tarea determinada. Igual que cuando nos ponemos enfermos, delegamos la autoridad al médico para que pueda revisar nuestro cuerpo, para que cure nuestro mal.  Como hacemos con el resto de nuestros conciudadanos. Delegamos en el carpintero, el mecánico, una autoridad para que nos haga la mesa o repare nuestro coche, sin que esa autoridad sobrepase los límites de su función. Tampoco tú podías sobrepasar esos límites que están, a mi parecer, según hemos aprendido en clase,   justo en perseguir el delito y no a las víctimas de tus jefes, lo malos.

He tenido suerte de que el profesor haya sido capaz de ordenar y dirigir la clase, eliminando todo resabio contra mí, por saber todos que yo era hijo tuyo, de lo que me sentía orgulloso, hasta hoy. La visión de los   vídeos donde se ve apalear a la gente pacífica,  les ha cambiado el "chip" a mis amigos sobre "el orgullo de ser hijo de un policía". Y, lo siento, papá, a mí también. No volveré a mostrar ante los demás mi condición de hijo tuyo como poli, porque siento vergüenza de tu comportamiento el pasado viernes para defender los negocios de tus jefes, los malos. Eso sí, siempre te querré. Y perdona que, en lugar de decirte todo esto en casa, te lo haya escrito. Me hubiera sido imposible, de hecho me es imposible por ahora, mirar tu cara y besarla, como antes.  Me parecería que estaba hablando con un defensor de "los malos", y eso me confunde y trastorna. 
Tu hijo que te quiere. 
Pablo".

U. Plaza

EL MOVIMIENTO ASOCIATIVO, FUNDAMENTAL PARA LA DEMOCRACIA

El movimiento asociativo creado en los últimos años del franquismo, jugó un papel muy importante en la lucha contra la dictadura, logrando, incluso en aquellas  condiciones adversas conquistas muy importantes, sobre todo en el movimiento vecinal obligando a los jerarcas franquistas de los ayuntamientos a mejorar las condiciones de los barrios, en particular de las periferias, abandonados hasta en lo más elemental. 

La llegada del PSOE al gobierno en 1982, con Felipe González como presidente del gobierno,  partido casi inexistente en la lucha durante la dictadura. Como se comprobó de inmediato, una de las tareas que se impuso fue el desmantelamiento del movimiento asociativo. Para tal fin los nuevos jerarcas del poder utilizaron métodos muy sutiles, obviamente,  que los utilizados por la dictadura, que lo hubiera deseado, pero más letales al fin para los intereses de los ciudadanos.  El mero hecho de que se fuera introduciendo la idea entre muchas asociaciones, fuertes y combativas  hasta ese momento, de que la subida al gobierno de los socialista–de la izquierda, "de los nuestros", se decía–hacía innecesarias las asociaciones como órganos de lucha reivindicativa, para convertirse en meras coordinadoras de los deseos de los vecinos, que trasladarían sin demasiado ruido a los alcaldes, y que estos, como máximos representantes, solucionarían los problemas.

Pero esa visión política, perfectamente programada por los nuevos jerarcas, para que tuviera el éxito planificado por sus estrategas, en cuya cúpula, naturalmente estaba Felipe González y la dirección del PSOE, y en Cataluña el nuevo invento creado de la nada socialista por la burguesía nacionalista catalana, el PSC, todavía con el señuelo del subtítulo PSC-psoe,  había que vestirlo y besarlo, como al santo, por la peana. Empezaron ofreciéndoles algún carguito o puesto en las listas municipales a algunos de los dirigentes vecinales, con el señuelo de que estando ellos en los ayuntamientos, se colocaban en el centro de las decisiones, y que desde allí podían incidir mucho más en cambiar las cosas. ¡Y vaya si cambiaron! Algunos, los menos, honestamente lo creyeron, hasta quedar defraudados y abandonaron. Otros se deslumbraron con las alfombras, y sobre todo con las nuevas amistades, y posibilidades que se les ofrecía ante su vista. Posibilidades personales, claro. Se sintieron con poder. Muchos de los que antes se desgañitaban en alzar la voz reivindicando, se convirtieron  en realidad en el dique que impedía que las reivindicaciones prosperaran, por la razón que fuera, o a lo sumo soltaban algunas migajas insignificantes.   Le encontraron el gusto al coche oficial, a no tener que ir al tajo, y de disponer de un sueldo que jamás hubieran soñado. Estas prácticas desilusionaron a los vecinos en sus asociaciones, y salvo unas cuantas muy conscientes, que se mantuvieron como verdaderos numantinos,  la mayoría, aunque nominalmente seguía existiendo, eran más parecidas a una coordinadora de festejos que otra cosa, que el alcalde procuraba engrasar, para que así siguiran.

Se hizo de forma imperceptible al rpincipio, después descaradamente. El reciente y reluciente poder, que ya había empezado a cambiar la pana por el Armani,  las chaquetas de cuero de los mítines, por los fracs  de los actos oficiales, en los que se sentían henchidos como pavos reales invitados a la fiesta del rey de la selva–los banqueros–.  Y lo de compañero se había dejado para cuando se organizaba un acto de partido para que los nuevos amos del tinglado, en perfecta armonía con los anteriores de la dictadura,  recibieran  el aplauso enfervorecido, entusiasta, que aun los ensoberbecía más.  Y, como dijera el jefe,  para "morir de éxito".  Y desde luego lo tuvieron; tanto fue así que a pesar de que se empeñaron en ir liquidando conquistas sociales de muchos años, como el Estatuto del trabajador de Suárez, muy favorable a los trabajadores, una y otra vez ganaban las elecciones, porque "eran de los nuestros". Y claro, los "nuestros" fueron desmantelando todo aquello que previamente molestaba al poder, con el consentimiento ciudadano por su acrítica parálisis social  reivindicativa.  

La ingenuidad de creerse que por el hecho de que estuviera en el gobierno un partido que se llamaba socialista, que repito estuvo ausente en la lucha contra el franquismo, salvo honrosas excepciones individuales,  iba a solucionar los problemas sin que los ciudadanos lo exigieran,  era fruto de la falta de cultura política que anidaba en la sociedad, cuya parálisis mental se potenciaba desde  las instituciones. Y el populismo demagógico joseantoniano del jefe de filas, reducía la participación social a sus deseos de no ser  molestados y que a le gente  les bastara con ir cada cuatro años a echar el voto, para que ellos, sin la intervención ciudadana, hicieran lo que se les antojara, ¡y vaya si lo hicieron!  Y lograron, no sólo liquidar el asociacionismo vecinal, sino que domesticaron a los sindicatos llamados mayoritarios, convirtiendo a sus cúpulas en meros beneficiarios del sistema, que "protestaban", de vez en cuando, más para justificar su existencia, y como dique de contención, para que no pudiera haber alternativa. 

Por esta dura historia impuesta, y por puro sentido común por la larguísima y amarga experiencia, es fundamental,  que el Movimiento Democracia Real, Ya,  o  Movimiento 15-M, o Ágora o como al final acabemos llamándole, siga en la brecha, organizando a los ciudadanos, piensen como piensen, sin que haya líderes susceptibles o proclives al chalaneo. El señuelo de que desde las instituciones dentro de un partido de los que existen hoy,  con sus vicios tan arraigados, se puedan cambiar las cosas, ya no puede colar. Y sobre todo la conciencia que poco a poco debe ir calando entre la ciudadanía, de que haya quien haya en el gobierno, sobre todo mientras no se democraticen de verdad las instituciones, pero incluso siendo así;  y más si están "los nuestros", porque el poder tiende al autoritarismo, y como sabemos, los llamados "nuestros" pueden ser tan corruptos como "los otros", hay que mantener a las asociaciones como entes reivindicativos y de lucha.  Y abortar cualquier intento por parte del poder de integrarlo en su pesebre, a golpes de talonario, que como sabemos pagamos nosotros. Y que la Asamblea sea el único órgano de decisión, sin que ningún portavoz tenga otra autoridad que esa, la de llevar la voz de la Asamblea. De lo contrario volveríamos a perder una gran oportunidad, quizá para generaciones, como ya ha costado, desde aquella traición de la transición del reparto, en regenerar la ética perdida y los comportamientos de los políticos, convertidos en casta aparte muy bien remunerada, sin relación con los problemas ciudadanos, a los que les preocupa más contentar a los poderes fácticos–la Banca y la Iglesia, entre otros– que a los que en teoría  representan, los ciudadanos.

U. Plaza