martes, 31 de mayo de 2011

PATRIMONIZACIÓN POR LOS POLÍTICOS DEL PODER Y LA FUNCIÓN

El concepto patrimonialista que tienen los políticos del ejercicio del poder, lo dice todo del escaso, por no decir nulo en muchos casos, sentido democrático que, en teoría, debería guiar sus actuaciones.  El que por el hecho de que un político haya sido elegido, incluso de forma plenamente democrática, que como sabemos en España  no se da por una ley electoral antidemocrática, y por ende, también patrimonialista;  pero incluso en ese todavía lejano deseo democrático no alcanzado,  los políticos, tienden a creerse dueños y señores de todo, a poder decidirlo todo como si estuvieran repartiéndose una presa ganada, y que nadie le puede discutir.

Lo vemos cada día, muchas veces en forma de decretos, enmarañados de mil formas sin que en  ningún momento se les pase por la cabeza, que aquello que deciden, por afectar a muchos ciudadanos, debe ser claramente explicado, y si procede, porque el ciudadano no lo considere aceptable, sea retirado. y si no está de acuerdo, dimitir, verbo desconocido entre semejante piara. Están tan henchidos de soberbia, que hasta se sienten molestos si alguien les discute, considerando que se ha invadido sus dominios.

Eso suponiendo que el político, mal que bien, con más o menos trampas, siempre existentes cuando se habla de esta fauna convertida en casta depredadora; pero, ¿qué decir cuando lo que hace es una política contra los ciudadanos, incumpliendo todo su programa, por el que fue elegido, que es lo que habitualmente hacen? La lógica democrática es que el ciudadano pudiera intervenir, expulsarlo del lugar que ocupa por usurpador y mentiroso, y llevado ante los tribunales por embaucador y farsante,  en definitiva, porque ha tratado de engañar al pueblo, este lo ha creído y lo ha votado.

Es evidente que nuestros políticos no son demócratas ni de lejos, porque carecen de una cultura democrática. Porque la política se ha convertido, no en una función de servicio a la comunidad, sino en un modus vivendi,  si es posible de por vida. Y se aferran al cargo utilizando todas las armas que tienen en sus manos, que son muchas. Y tanto se aferran al poder, que incluso mentalmente se autoconvencen de que son ellos los dueños, no el pueblo de lo que controlan. El pueblo es sólo un accidente necesario para vestir el muñeco democrático que les permite seguir en la poltrona. Por eso, cada equis tiempo le hacen una fiesta paripé, para determinar que, efectivamente, tal como ellos ya han decidido, porque son los mandan y están seguros de que debe ser así, renovarles el contrato indefinido que, naturalmente no podremos revocar, porque al no haber democracia, no existen los mecanismos que lo permitan, por muy calamitosa que sea su actuación.

Ese defecto psicológico de la patrimonización del poder, lo tienen tan impregnado en sus cerebros mercantiles y unicelulares–la única célula activa es la de mandar y sacar provecho del cargo mientras dure–, antidemocráticos, que ni les pasa por la cabeza pensar que deba ser de otra manera. Que pueda haber democracia de verdad donde los ciudadanos, teóricos soberanos, puedan decidir, y no ellos a su antojo y provecho. Es más, si alguna vez en una pesadilla se les aparece tan  nociva idea, la considerarán como algo impropio de sus ausentes éticas, y por lo tanto la mayor enemiga a desechar.

Todos oímos que los políticos dicen que "han de gobernar", guste o no al ciudadano. Y se quedan tan panchos por la ocurrencia, sin percatase de la aberración antidemocrática y dictatorial de la que han sido capaces pronunciar. Y, cuando un energúmeno al que se le ha confiado la defensa de los ciudadanos, hace todo lo contrario para lo que fue elegido, sin ningún pudor, declara, mostrando su verdadera cara de dictador, "que el monopolio de la violencia" la tiene él.  Y la tiene, precisamente porque ejerce ese monopolio de forma antidemocrática. Porque los ciudadanos les cedemos, no les regalamos, la función para que fogue sus vísceras reaccionarias  y violentas, sino para que lo utilicen en defensa de los ciudadanos. Y cuando defiende sus actuaciones antidemocráticas, y mucha veces verdaderamente represivas, que repugnan a todo demócrata, se reafirman en su derecho de reprimir al pueblo, siendo ellos los que deciden lo que es correcto y lo que no lo es. La vara de medir la establecen a capricho, si es o no conveniente la represión, en función de si les interesa en ese momento para los negocios que mueven.

Es lo que estos días estamos viendo y oyendo; cómo el jefe, y el subjefe, chulescos privatizadores, también de la violencia a su favor, los que mandaron a apalear a los ciudadanos de la Plaza de Cataluña,  que se permiten insultar a los apaleados, a los mismos que le pagan  sus sueldo escandalosos e inmorales, sobre todo por la situación por la que pasan mucha gente, tomándonos por idiotas. Porque todos hemos visto por activa y por pasiva lo que pasó, y sin el menor pudor, siguen justificando las agresiones a los ciudadanos. Si estos políticos, en lugar de ser dictadores fueran demócratas, serían incapaces de semejante aberración reaccionaria, ni de pensamiento. Si en lugar de creerse dueños y señores de lo que le ha sido cedido  para la protección del ciudadano, no para utilizarlo contra ellos, fueran demócratas, habrían actuado con el sentido de saberse simplemente servidores del pueblo. Y hablarías sin la chulería del sheriff matón, como lo han hecho.

Pero, como en realidad son autócratas, no tienen educación democrática, llevan los asuntos como a su antojo, con chulería y soberbia, sin pararse a pensar que ellos son empleados, no los amos como se creen.  En una democracia sería impensable que los ciudadanos tuviéramos que seguir soportando a un personaje como el ultraderechista Felip Puig, cuya actuación violenta todos desgraciadamente recordaremos de por vida. Y trascenderá al futuro. Como sus homónimos Martín Villa, y Fraga Iribarne, cuando aseguraba que la calle era suya. Y los ciudadanos nos jugábamos el pellejo, como ahora con Puig, para decir que la calle es de todos. Pero en una democracia, Puig  no hubiera llegado al cargo de Conseller. O, de inmediato habría sido cesado, repudiado por los ciudadanos, y posiblemente se le reclamarían responsabilidades ante los tribunales. Eso sería en un país con gobierno democrático. Pero es que este país, precisamente donde no hay demócratas es en los gobiernos. 

Estos días en las asambleas, todos estamos aprendiendo democracia. Pero son los ciudadanos de avanzada mente los interesados en aplicarse, los políticos, son incapaces de comprenderlo, porque no les interesa. Saben que con un poco de democracia, solo un poco, no sería lo mismo. Lo de la Plaza de Cataluña, hubiera sido sólo un sueño de Puig y sus gente, en una noche de akelarre.

U. Plaza

lunes, 30 de mayo de 2011

HIPOTÉTICA CARTA DEL HIJO DE UN MOSSO DE LOS DE PLAZA CATALUÑA, A SU PADRE

"Querido papá: hoy,  en lugar de hablar personalmente contigo, lo hago desde un rincón de mi cuarto, avergonzado.  Cuando esta mañana he ido a la escuela, mis amigos, mis compañeros, me han mirado con cierta tristeza al saber que soy el hijo de uno de los policías que el pasado viernes estuvieron apaleando a pacíficos ciudadanos en la Plaza de Cataluña.  La clase, y hasta el recreo, la hemos dedicado a ver los vídeos en los que se ve todo muy claro. No me lo podía creer. No me podía creer que  mi padre, al que adoro, fuera capaz de semejante atrocidad.  Tú siempre me habías dicho que tu trabajo era perseguir a los malos, a los delincuentes, en definitiva, defender a las personas horadas contra aquellos que alteran la convivencia. Y yo siempre te había creído. Porque consideraba que así era. Hoy, sin dejar de quererte, porque eres mi padre, ya no estoy tan seguro de que sea así. Es más, estoy más seguro de que no lo es.

Porque, aun con mi todavía corta edad y no comprender muchas de las cosas,  sí he aprendido algo terrible: que mi padre me ha mentido. Que mi padre no es el buen hombre que yo había creído que era. Que lo de "luchar contra los malos" es muy discutible,  peor, mentira. Porque, ¿quiénes son los malos, papá?  ¿Los son esas personas que estaban pacíficamente en la Plaza? Me he informado y todos mis amigos y el profesor, hemos hecho una clase que me ha servido mucho más que todas las que he venido recibiendo hasta ahora: una clase de civismo y de ciudadanía. 

En ella, en esta clase,  hemos aprendido cosas que tú nunca me dijiste y debieras haberme dicho: que tú obedecías órdenes aunque fueran inmorales,  porque los que las daban no eran precisamente los buenos. Porque he sabido, querido papá y te  escribo esto con lágrimas en los ojos, decepcionado y compungido,  porque hubiera deseado que el mundo se hundiera antes que tener que reconocer que tú, mi padre, habías sido capaz de apalear a pacíficos ciudadanos, como a los padres de mis amigos que estaban en la Plaza, algunos de los cuales están heridos, y de gravedad. Porque unos malos, los que te han dado la orden de apalear, y tú, cobardemente, no has sabido rechazar, con el lógico argumento de que no eran alteradores del orden ni delincuentes, sino pacíficos ciudadanos que protestan, así lo han decidido. Y te han enviado a ti a defender sus riquezas, dando palos. Sí, papá, personas que protestan como tú debieras protestar, si como le dijiste a mamá, también te han bajado el sueldo, mientras que los sueldos de los que te han mandado a apalear a tus semejantes, son de escándalo, según dicen mis amigos y tú le comentas de vez en cuando, visiblemente enfadado, a mamá.

Pero es que además, querido papá, me entero de que has estado defendiendo con tus palizas a esos pacíficos ciudadanos, el que yo  no pueda tener una Sanidad Pública ni una Enseñanza decente como hasta ahora, porque los que ya considero, sin ninguna duda los verdaderos malos, tus jefes, quieren privatizarla y hacer negocios con ellas. Y yo, y millones de chavales como yo, que dependemos de unos sueldos míseros, según tus palabras dichas a mamá, tendremos una sanidad y una escuela escuálidas y elementales, y sólo los ricos, los malos, los que te han mandado apalear a pacíficos ciudadanos, repito, podrán tenerla como es debido, y que además se las pagarán los ciudadanos apaleados. Porque eso es lo que he aprendido esta mañana de vergüenza en la escuela, que las personas que estaban allí protestando, no eran delincuentes, sino ciudadanos que no quieren que yo, y sus hijos, dejemos de tener acceso a una sanidad pública de calidad y una enseñanza moderna que nos trasforme en ciudadanos capaces de pensar y convivir, y no en meros borregos obedientes de tus jefes, como para mi vergüenza has hecho tú.

Y tú, querido papá, has ido a defender todo los contrario apaleando a quienes luchan para que tus jefes, repito, para mí los verdaderos malos desde ahora, dejen de hacer negocios con la enseñanza y con la sanidad. Perdona mi insistencia, pero es que yo también estoy desde ahora indignado a pesar de mi corta edad. Porque soy un niño, pero aspiro a ser un ciudadano con dignidad, esa que tus jefes, los malos,  los mercaderes, nos quieren arrebatar. Y tú colaboras para que así sea.

Sigues siendo mi padre y siempre lo serás, y te sigo queriendo y siempre te querré, porque es eso lo que deseo. Pero algo se ha roto entre nosotros. Algo que sólo se aliviaría si pidieras disculpas y denunciaras a tus jefes como verdaderos culpables. Sí, eso mismo que tú exiges cuando yo o mi hermana hacemos alguna cosa que está mal y que nos recriminas. Y que además, nos aseguras, que honra y satisface más al que las pide que al que las recibe.

En la clase, querido papá, se ha dicho que si obedeces órdenes no puedes echarte atrás, que has de cumplir. Y no es cierto porque hemos sabido que las órdenes injustas, antidemocráticas, no se deben obedecer, si no se quiere renunciar al derecho ciudadano. Y tú has obedecido una orden muy injusta, la del malo. Además,  el profesor, magnífico profesor como sabes, es posible que no venga más a clase dentro de poco tiempo, porque los que te mandan a ti que apalees a la gente pacífica, lo van a despedir. Dicen que lo camuflan con palabras como "ajuste", u otras parecidas que no comprendo muy bien.  


Hemos aprendido muchas cosas, entre otras que no hay democracia, que sólo es un nombre hermoso que es utilizado por  los poderosos, repito, como tus jefes, para sus negocios. Y también que la soberanía, o "la autoridad",  en teoría, porque como no hay democracia, no es verdad, está en manos del pueblo. Y que éste la cede a unos ciudadanos para que la utilicen en defenderlos, no en atacarlos como has hecho tú por orden de "los malos".  Hemos aprendido que es una autoridad delegada, porque cada ciudadanos ha de tener una tarea determinada. Igual que cuando nos ponemos enfermos, delegamos la autoridad al médico para que pueda revisar nuestro cuerpo, para que cure nuestro mal.  Como hacemos con el resto de nuestros conciudadanos. Delegamos en el carpintero, el mecánico, una autoridad para que nos haga la mesa o repare nuestro coche, sin que esa autoridad sobrepase los límites de su función. Tampoco tú podías sobrepasar esos límites que están, a mi parecer, según hemos aprendido en clase,   justo en perseguir el delito y no a las víctimas de tus jefes, lo malos.

He tenido suerte de que el profesor haya sido capaz de ordenar y dirigir la clase, eliminando todo resabio contra mí, por saber todos que yo era hijo tuyo, de lo que me sentía orgulloso, hasta hoy. La visión de los   vídeos donde se ve apalear a la gente pacífica,  les ha cambiado el "chip" a mis amigos sobre "el orgullo de ser hijo de un policía". Y, lo siento, papá, a mí también. No volveré a mostrar ante los demás mi condición de hijo tuyo como poli, porque siento vergüenza de tu comportamiento el pasado viernes para defender los negocios de tus jefes, los malos. Eso sí, siempre te querré. Y perdona que, en lugar de decirte todo esto en casa, te lo haya escrito. Me hubiera sido imposible, de hecho me es imposible por ahora, mirar tu cara y besarla, como antes.  Me parecería que estaba hablando con un defensor de "los malos", y eso me confunde y trastorna. 
Tu hijo que te quiere. 
Pablo".

U. Plaza

EL MOVIMIENTO ASOCIATIVO, FUNDAMENTAL PARA LA DEMOCRACIA

El movimiento asociativo creado en los últimos años del franquismo, jugó un papel muy importante en la lucha contra la dictadura, logrando, incluso en aquellas  condiciones adversas conquistas muy importantes, sobre todo en el movimiento vecinal obligando a los jerarcas franquistas de los ayuntamientos a mejorar las condiciones de los barrios, en particular de las periferias, abandonados hasta en lo más elemental. 

La llegada del PSOE al gobierno en 1982, con Felipe González como presidente del gobierno,  partido casi inexistente en la lucha durante la dictadura. Como se comprobó de inmediato, una de las tareas que se impuso fue el desmantelamiento del movimiento asociativo. Para tal fin los nuevos jerarcas del poder utilizaron métodos muy sutiles, obviamente,  que los utilizados por la dictadura, que lo hubiera deseado, pero más letales al fin para los intereses de los ciudadanos.  El mero hecho de que se fuera introduciendo la idea entre muchas asociaciones, fuertes y combativas  hasta ese momento, de que la subida al gobierno de los socialista–de la izquierda, "de los nuestros", se decía–hacía innecesarias las asociaciones como órganos de lucha reivindicativa, para convertirse en meras coordinadoras de los deseos de los vecinos, que trasladarían sin demasiado ruido a los alcaldes, y que estos, como máximos representantes, solucionarían los problemas.

Pero esa visión política, perfectamente programada por los nuevos jerarcas, para que tuviera el éxito planificado por sus estrategas, en cuya cúpula, naturalmente estaba Felipe González y la dirección del PSOE, y en Cataluña el nuevo invento creado de la nada socialista por la burguesía nacionalista catalana, el PSC, todavía con el señuelo del subtítulo PSC-psoe,  había que vestirlo y besarlo, como al santo, por la peana. Empezaron ofreciéndoles algún carguito o puesto en las listas municipales a algunos de los dirigentes vecinales, con el señuelo de que estando ellos en los ayuntamientos, se colocaban en el centro de las decisiones, y que desde allí podían incidir mucho más en cambiar las cosas. ¡Y vaya si cambiaron! Algunos, los menos, honestamente lo creyeron, hasta quedar defraudados y abandonaron. Otros se deslumbraron con las alfombras, y sobre todo con las nuevas amistades, y posibilidades que se les ofrecía ante su vista. Posibilidades personales, claro. Se sintieron con poder. Muchos de los que antes se desgañitaban en alzar la voz reivindicando, se convirtieron  en realidad en el dique que impedía que las reivindicaciones prosperaran, por la razón que fuera, o a lo sumo soltaban algunas migajas insignificantes.   Le encontraron el gusto al coche oficial, a no tener que ir al tajo, y de disponer de un sueldo que jamás hubieran soñado. Estas prácticas desilusionaron a los vecinos en sus asociaciones, y salvo unas cuantas muy conscientes, que se mantuvieron como verdaderos numantinos,  la mayoría, aunque nominalmente seguía existiendo, eran más parecidas a una coordinadora de festejos que otra cosa, que el alcalde procuraba engrasar, para que así siguiran.

Se hizo de forma imperceptible al rpincipio, después descaradamente. El reciente y reluciente poder, que ya había empezado a cambiar la pana por el Armani,  las chaquetas de cuero de los mítines, por los fracs  de los actos oficiales, en los que se sentían henchidos como pavos reales invitados a la fiesta del rey de la selva–los banqueros–.  Y lo de compañero se había dejado para cuando se organizaba un acto de partido para que los nuevos amos del tinglado, en perfecta armonía con los anteriores de la dictadura,  recibieran  el aplauso enfervorecido, entusiasta, que aun los ensoberbecía más.  Y, como dijera el jefe,  para "morir de éxito".  Y desde luego lo tuvieron; tanto fue así que a pesar de que se empeñaron en ir liquidando conquistas sociales de muchos años, como el Estatuto del trabajador de Suárez, muy favorable a los trabajadores, una y otra vez ganaban las elecciones, porque "eran de los nuestros". Y claro, los "nuestros" fueron desmantelando todo aquello que previamente molestaba al poder, con el consentimiento ciudadano por su acrítica parálisis social  reivindicativa.  

La ingenuidad de creerse que por el hecho de que estuviera en el gobierno un partido que se llamaba socialista, que repito estuvo ausente en la lucha contra el franquismo, salvo honrosas excepciones individuales,  iba a solucionar los problemas sin que los ciudadanos lo exigieran,  era fruto de la falta de cultura política que anidaba en la sociedad, cuya parálisis mental se potenciaba desde  las instituciones. Y el populismo demagógico joseantoniano del jefe de filas, reducía la participación social a sus deseos de no ser  molestados y que a le gente  les bastara con ir cada cuatro años a echar el voto, para que ellos, sin la intervención ciudadana, hicieran lo que se les antojara, ¡y vaya si lo hicieron!  Y lograron, no sólo liquidar el asociacionismo vecinal, sino que domesticaron a los sindicatos llamados mayoritarios, convirtiendo a sus cúpulas en meros beneficiarios del sistema, que "protestaban", de vez en cuando, más para justificar su existencia, y como dique de contención, para que no pudiera haber alternativa. 

Por esta dura historia impuesta, y por puro sentido común por la larguísima y amarga experiencia, es fundamental,  que el Movimiento Democracia Real, Ya,  o  Movimiento 15-M, o Ágora o como al final acabemos llamándole, siga en la brecha, organizando a los ciudadanos, piensen como piensen, sin que haya líderes susceptibles o proclives al chalaneo. El señuelo de que desde las instituciones dentro de un partido de los que existen hoy,  con sus vicios tan arraigados, se puedan cambiar las cosas, ya no puede colar. Y sobre todo la conciencia que poco a poco debe ir calando entre la ciudadanía, de que haya quien haya en el gobierno, sobre todo mientras no se democraticen de verdad las instituciones, pero incluso siendo así;  y más si están "los nuestros", porque el poder tiende al autoritarismo, y como sabemos, los llamados "nuestros" pueden ser tan corruptos como "los otros", hay que mantener a las asociaciones como entes reivindicativos y de lucha.  Y abortar cualquier intento por parte del poder de integrarlo en su pesebre, a golpes de talonario, que como sabemos pagamos nosotros. Y que la Asamblea sea el único órgano de decisión, sin que ningún portavoz tenga otra autoridad que esa, la de llevar la voz de la Asamblea. De lo contrario volveríamos a perder una gran oportunidad, quizá para generaciones, como ya ha costado, desde aquella traición de la transición del reparto, en regenerar la ética perdida y los comportamientos de los políticos, convertidos en casta aparte muy bien remunerada, sin relación con los problemas ciudadanos, a los que les preocupa más contentar a los poderes fácticos–la Banca y la Iglesia, entre otros– que a los que en teoría  representan, los ciudadanos.

U. Plaza



domingo, 29 de mayo de 2011

LA FALTA DE ÉTICA DE LOS POLÍTICOS, EN UN SISTEMA CACIQUIL, MANTIENE A FELIP PUIG, EN EL CARGO

Indefensos Mossos d´Esquadra  acorralados y agredidos por un peligroso activista. Felip Puig, debe sentirse orgulloso de la entrega de sus hombres a la causa de restablecer el orden.


La brutal agresión que el Govern, de la Generalitat, de la ya evidente  ultraderecha catalana, defendida por la prensa ultra como la Sin Razón y hasta por el antiguo terrorista, Pío Moa,  hoy defensor del  dictador Franco–, ya sin la careta democrática con la que han venido engañando al ciudadano,  careta de la que la ha despojado Artur Mas y el hombre de la porra, el ultraderechista Felip Puig,  es una acción a la desesperada porque el movimiento democrático y pacífico 15-M, es un obstáculo muy serio para sus objetivos ya puestos en marcha, de ir despojando, poco a poco hasta ahora, aceleradamente a partir de estos momentos, de los servicios públicos para privatizarlos y entregárselos al negocio privado. 

Pero la bisoñez y nerviosismo de la casta política parasitaria  y reaccionaria que constituye la derecha ultra de CiU, les ha empujado a caer en uno de los errores más catastróficos que podían cometer para sus intereses como casta depredadora. Han precipitado los acontecimientos; la intervención innecesaria, porque ni en Plaza Cataluña ni en Lérida  había motivos para ello, la han convertido en una agresión al ciudadano que se ha transformado en violenta por culpa de las órdenes dadas por el señor Puig,  con una violencia que nos recuerda las mayores agresiones de la dictadura en situaciones similares, y que, en buena lógica, si estuviéramos en una democracia por débil que esta fuera, habría dimitido, o en su defecto habría sido cesado. Pero ya sabemos que aquí no dimite nadie, porque para eso hay que tener un mínimo de ética, y semejante cosa, entre los políticos es muy escasa;  y los superiores, poniéndose al mismo nivel de ignominia,  siempre avalan los desvaríos. Ha sucedido todo lo contrario de lo que habría que esperar: el president lo ha apoyado sin fisuras, haciéndose cómplice de las agresiones a los ciudadanos, pasando a ser él directamente el máximo responsable, dando muchos más argumentos a la ciudadanía que trata de conquistar la democracia secuestrada por la casta política entorpecedora y sus amos los banqueros, para seguir adelante.

A estas alturas, el resto de los partidos políticos y sindicatos, en lugar de quedarse en meras declaraciones entre colegas, de cara a la galería, debieran estar montando el poyo políticos contra esta antidemocrática actuación de la ultraderecha  de CiU. Utilizando el poder que tienen, no sólo para exigir de boquilla  la dimisión del agresor o agresores a ciudadanos pacíficos que ejercían su derecho a protestar, sino que debieran estar moviendo a los servicios jurídicos para que los responsable, principalmente el señor Puig, pero también el señor Mas y los mandos policiales responsables, fueran llevados ante los tribunales por el ejercicio del poder,  que  la ciudadanía le otorga para su defensa, no para que la agreda,  y en este caso de forma desproporcionada –y en este caso innecesaria–, y se depuren las responsabilidades que correspondan. 

La suave crítica que han hecho  los partidos, así mismos llamados de izquierdas, no pasa de ser un acto de mera hipocresía si no se plasma en hechos.  Tanto los partidos como los llamados sindicatos mayoritarios hace tiempo que están fuera del mundo real. Y prefieren los barcos que les otorgan sus prebendas a la honra que pudiera despojarlos de ella, lo que demuestra que SON parte del tinglado en el que están instalados cómodamente, por cuyo motivo de han movilizado sus víctimas, los ciudadanos. Toda acción que no vaya en la dirección de una exigencia firme al Govern ultra de Mas, de la corrección  del desaguisado de Puig exigiéndole que pida disculpas asumiendo sus responsabilidades, carece de credibilidad. Máximo cuando lo que este gobierno ultra tiene en sus manos es un programa agresivo contra todo lo público, en favor del negocio privado, para ir despojándonos a todos, como se ha visto ayer en Barcelona y Lérida, hasta de la condición de ciudadanos, permitiéndose agredirlos, cuando se manifestaban pacíficamente. Si esos partidos auto denominados de izquierda no levantan el culo y se ponen en en marcha junto al río democrático que ha empezado a fluir, quedará en evidencia, una ves más  su inutilidad. 

El mantenimiento  en su cargo de un persona como Puig, que avergonzaría al cualquier demócrata siquiera por rozarse con el, es fruto también de la falta de  la cultura democrática que en este país nunca hemos podido alcanzar, por el chalaneo en que vive la casta política, cuyas críticas  o debates sólo son un ejercicio de cinismo de cara a la galería,  para mantener su adormecida clientela para que el tinglado siga fluyendo beneficios. Y esta actitud es la misma que utilizan ante la aplastante corrupción que nos ha invadido y de la que todos pasan, con  meras críticas puntuales cuando aparece el escándalo,  para cubrir el expediente, del que se olvidan de inmediato, porque  ninguno de ellos está libre de ser el siguiente. 

U. Plaza

sábado, 28 de mayo de 2011

LA REPÚBLICA DE LAS ASAMBLEAS, ÚNICOS ESPACIOS DEMOCRÁTICOS

En España, y seguro que no somos los únicos, hemos llegado a tal nivel de degradación de los políticos y banqueros fundamentalmente, pero también  de otros muchos estamentos de la sociedad contaminados por ellos, que inflados como pavos reales en su soberbia, son incapaces de salir del caparazón que sus privilegios les proporciona. Es tal el nivel de desafecto de la ciudadanía hacia ellos, que como todo el mundo sabe, son considerados uno de los problemas de este país, en lugar de instrumentos para ninguna solución. 

Y tanto es así, que en el aspecto moral, hasta reivindicaciones que eran defendidas por los antiguos liberales de finales del siglo XVIII y siglo XIX,  pueden ser consideradas hasta revolucionarias. La ética de los antiguos liberales hoy no existe. La burguesía que explotaba a los proletarios despiadadamente, creaba riqueza y patrimonio cultural, que nos ha sido legado a las generaciones posteriores. 

La burguesía de hoy es incapaz de crear nada que tenga futuro y solidez, más allá de la especulación, del capital financiero especulativo. El empresario creativo y laboriosos  ha dejado paso a la ambición desmesurada de ganancias fáciles sin esfuerzo propio. Y la política, esa dedicación que debiera ser temporal, no profesional, y de ayuda a la res-Pública, que hiciera que una vez cumplido su tiempo, el político genero volviera a su trabajo habitual,  se ha convertido en una carrera de escalada social, como único objetivo en la vida, dándose el caso de que hoy hay un montón de políticos que jamás han trabajador por un salario. En realidad no han trabajador nunca en algo provechoso para la sociedad. Y lo que es peor, no piensan hacerlo nunca si pueden permanecer en el cargo, cosa que a nivel de diputados y senadores–esa Cámara de cementerio de elefantes inútil, pero igualmente cara–ya se han encargado de solucionarlo blindándose sus propias pensiones y regalías, con sólo dos legislaturas. Pero pasa también a nivel de múltiples ayuntamientos, parlamentos de las taifas o diputaciones, que mientras han ostentado el cargo, se han labrado la posibilidad de seguir medrando sin volver al tajo natural, por la vía de "devolución de favores".

Así que, considerar esta sociedad, ni tan siquiera mínimamente democrática, es puro disparate. La democracia brilla por su ausencia–sin mencionar, siquiera de pasada, la caciquil y antidemocrática ley electoral, más cercana a la censitaria del siglo XIX –, en todos los niveles de la sociedad, lo que durante muchos años nos ha llevado a un individualismo suicida, alentado por los beneficiarios del sistema, en su lucha por la permanencia de sus privilegios, trabajando por una sociedad amorfa y manipulable a su gusto. 

Hoy, una vez puesto en marcha el mayor movimiento de lucha por la democracia, aún siendo incipiente, se respira en la República de las Asambleas el mayor nivel de democracia que jamás se ha podido vivir en este país nunca, por lo menos desde la muerte del dictador golpista. Lo que se está construyendo es muy importante para todos. Porque se están creando ciudadanos, el mayor título y honor que  podrá y deberá recibir una persona de SU sociedad.  Y lo recibirán todos y cada uno de los habitantes de  la República de Democracia Real, Ya por el hecho de ser un ser humano, y se adquierá por el nacimiento, o por la aceptación de nuestras leyes democráticas republicanas. Otros títulos se podrán adquirir, además del grande, del de ciudadano. Y se pueden adquirir por el esfuerzo del estudio, del trabajo o del comportamiento cívico y solidario. Son los de ingeniero, médico, artista carpintero, albañil, agricultor, electricista, etc., o simplemente siendo buena persona con sus conciudadanos, pero ninguno podrá estar por encima del principal, el de Ciudadano.

El título de rey, príncipe y la ristra se asimilados, los damos por finiquitados, porque si bien, como el de ciudadano se adquiere por el nacimiento, no son democráticos y tampoco alcanzan a todos. Y, sobre todo, la Historia los barrió, aunque en estos momentos persista por decisión del dictador, y de esa casta política sobrepasada que se reparte el pastel.

U. Plaza 







jueves, 26 de mayo de 2011

INMORALIDAD INFINITA, DE LA CASTA DIRIGENTE

Es lo que cabe pensar  ya de una clase dirigente que si bien nunca tuvo reparos para enriquecerse de cualquier forma, algunas veces aparentó cierta ética, y aunque seguía robando, trataba de disimularlo por parecerle que era mejor que no se supiera, por considerarlo inmoral. Ahora ya se le ha caído  la careta y todos los complejos, y lo hacen de forma descarada, e incluso con el recochineo que caracteriza su inmoralidad de buitres depredadores del patrimonio público. 

Telefónica, una empresa que siempre funcionó muy bien, que tenía beneficios cuando otras tenían pérdidas, en lugar de mantenerla en manos públicas como hubiera aconsejado el sentido común ciudadano, pero no el de los políticos, cuyo  sentido es particular, y por lo tanto no tiene nada de común, fue privatizada–léase regalada–una parte primero por el socialista Felipe González, y lo remató Aznar. Que dígase lo que se diga, ambos tienen el mismo sentido público de las cosas, y por lo tanto, ninguno ni remotamente socialdemócrata, aunque este último respire más por la extrema derecha, y el otro diga ser de izquierdas. Lo cierto es que sus objetivos son los mismos: liquidar las empresas públicas y que sea el depredador mercado quien se quede con todo, aunque sea a costa del hambre de millones de personas, arrojadas a la miseria, a la liquidación del ser humano como tal, liquidando su dignidad.

Pero es que en el caso de Telefónica, a parte de lo dicho de que es rentable, el escándalo y la golfería es de juzgado de guardia, si   la justicia funcionara en el sentido etimológico de la palabra, y tratara de ser Iusta.  Porque no se trata de pidamos  que los accionistas  pierdan dinero; todo lo contrario. Es que al unísono que declaran que se repartirá cerca de 500 millones de euros  ENTRE LOS ALTOS DIRECTIVOS, quieren despedir a más de 800 trabajadores.  Y lo hacen con la impunidad y la cobertura que le dan sus amigos los políticos, sin que en ningún momento ninguno de estos grandes accionistas, ni sus cómplices servidores le preocupe lo más mínimo la suerte de los trabajadores. Y además, lo harán con una parte del dinero público. 


Vista semejante golfería de algunos de los salvajes dirigentes empresariales, que cuentan con patente de corso que les proporcionan los políticos–no hay peor crimen que el que se puede hacer a golpe de decreto–  para hacer los que les da la gana, si de lo que se trata es  hacer cada día más pobres a los pobres;  qué duda cabe que la lucha democrática y ética que han emprendido los ciudadanos de DEMOCRACIA, REAL, YA,  Está más  justificada que nunca. Porque si esos mayoritariamente jóvenes no lo hicieran, se lamentarían. Porque ya no se trata de que vayan a vivir en el futuro con mayores o menores estrecheces, es que simplemente están abocados a la esclavitud. Y no es una frase demagógica. Basta echar la vista atrás en uno o dos años, y veremos clan claridad lo mucho que se ha deteriorado el nivel de vida y las libertades democráticas de los ciudadanos, al tiempo que las grandes fortunas siguen amasando dinero y poder. Y cada día dan una vuelta de tuerca más. Nos quitarán la Sanidad, como quiere hacer Convergencia, pero que todos están en ello,  que tan bien funciona gracias a los profesionales, a pesar de que todo sea mejorable, para privatizarla. Si los jóvenes y los que ya no lo  somos no nos  organizamos, como por fin se ha decidido hacer; si en lugar de tomar la calle de forma colectiva,  democrática y pacíficamente,  cada uno se dedica a lo suyo, con ese individualismo que nos han impregnado como el mejor de los valores, poco a poco, cuando queramos reaccionar, ya será demasiado tarde. Y nos lamentaremos de no haber hecho nada, sobre todo aquellos que todavía van tirando por estar trabajando, aunque sea  en régimen de semiesclavitud, que no otra cosa son esos contratos basura que tanto gusta a los esclavistas modernos, de no habernos solidarizado con los que son echados a la calle por los banqueros; de no echarle una mano a los sanitarios o los enseñantes que se quedan en paro, para que la Sanidad sea privatizada, y no nos demos cuenta de que los que nos quedamos sin Sanidad, somos todos.  Hoy más que nunca es necesario recordar el poema, que tendremos que seguir recordando  durante mucho tiempo, porque las injusticias son mucha y diversas, de:  

Martin Niemöller


Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.


U. Plaza


miércoles, 25 de mayo de 2011

LA MALA COMUNICACIÓN

Es ya un clásico. Cuando un partido pierde las elecciones, en lugar de adoptar una decisión política de autocrítica absoluta, que es lo que en buena lógica debería, lo único que se les ocurre  decir a sus dirigentes es: "no hemos sabido explicar con suficiente claridad nuestro programa y lo mucho que hemos hecho en los últimos cuatro años". Y ahí se queda todo. Esa es la única ocurrencia. Es lo que dijo el presidente del gobierno la noche electoral del domingo, tras la debacle que había sufrido su partido, que no habían sabido comunicar bien con los españoles.  Pero eso es falso, absolutamente falso, porque el gobierno ha comunicado muy bien lo que hacía y lo que iba hacer, lo que acabó haciendo y lo que sin duda seguirá haciendo, pese a todo. Y lo hizo con mano de hierro y de la única forma que sabe hacerlo un gobierno que abandona a su electorado, y se pasa al enemigo social: con el BOE.  

El gobierno y el partido socialista, han comunicado a la perfección todos sus actos con una claridad diáfana y absoluta.  Nos dejaron muy claro que le bajaban los sueldos a los trabajadores  funcionarios, congelaban las pensiones,  y liquidaban gran parte del patrimonio público en favor de la empresa privad;  le daban dinero de forma descarada a los causante de la crisis, en lugar de crear una Banca Pública, y  sin siquiera exigirles que concedieran créditos a las pequeñas y medianas empresas para que resistieran;  se negaron a incrementar impuestos a las grandes fortunas, mientras agredían a los  más desfavorecidos, sin que en ningún momento tomarán la decisión de cambiarle el nombre al partido, por engañoso, y adaptándolo a sus nuevo y descarado viraje político. 

Sí, sin ninguna duda  han sabido comunicar lo que hacían. Otra cosa es que, lo que deseaban, era que todas las agresiones y favores a los poderosos que el gobierno y el partido socialista asestaban a la ciudadanía, a las clases más pobres,  lo quisieron pasar como "inevitable", y hasta bueno para ella, por el hecho de que las llevara a cabo un partido  con el nombre de socialista, que nunca ha sido de izquierdas tras la muestre del dictador, desde que le hicieron el encargo al antiguo falangista Felipe González, de liquidar a la izquierda, por cuyo trabajo la derecha de verdad, la que manda,  en el mundo, la del dinero, nunca le agradecerá bastante. 

Pretender que tras una derrota que hace historia, todo se circunscriba a una falta de comunicación con la sociedad, no sólo es burdo e inconsistente, sino que es un insulto a millones de ciudadanos que están padeciendo esa "falta de comunicación".  Y lo grave, es que, como ocurre casi siempre, en lugar de aprender de los hechos, éstos obscurecen sus soberbias mentes. Porque en lugar de tragar quina y enmendarse, todo indica, como ha insinuado José Blanco, que darán un paso más hacia la derecha.  Y, ciertamente, sería de agradecer semejante claridad, pero sin trampas: quitando de las históricas siglas, como mínimo, el nombre de socialista, y por supuesto el de obrero; y teniendo en cuenta la opinión expresada por Zapatero, sobre "lo dudoso de España", pues quizá también ésta. Eso, o recuperar el partido histórico, con todo lo que haya que actualizar. Pero no somos tan optimistas. Irán hacia lo más fácil: persistir en el error, barajar y dar cartas y mantenerse a la espera de que las cosas sean más propicias para ellos y que el desastre que se avecina con el PP, haga olvidar a la gente  que ellos hicieron lo mismo, y volver a ganar cuando sea, otras elecciones, para seguir con las mismas políticas neoliberales y agresivas contra lo público. Y seguir viviendo. Porque, digan lo que digan–y nos gustaría estar equivocado–remarán hacia la derecha, con algún que otro guiño a la izquierda mientras tengan dificultades.  

En lugar de eso, podrían hacer otra cosa: en el año de legislatura que queda, si es que queda, que está por ver, debieran coger algunas de las propuestas del único foco democrático existente de verdad hoy en España, Democracia Real, Ya, y hacerlas realidad, como por ejemplo, para empezar, cambiar la antidemocrática Ley Electoral, evitar que los bancos esclavicen a los ciudadanos de por vida además de quitarle sus viviendas, y recortar los escandalosos privilegios de los políticos, eliminando el blindaje de sus sueldos y pensiones al máximo con sólo dos legislaturas, mientas a los trabajadores les exigen los cuarenta,años de cotización, que jamás podrán cumplir los jóvenes; mostrando la voluntad de que algo de ética conduzca la política en España. Pero eso no está en las agendas de sus amos, los financieros, y por lo tanto, no desobedecerán a sus amos, que, como se decía en El Padrino: "nuestros hombres nos son fieles, porque los pagamos muy bien". Y no cabe duda que los políticos están demasiado bien pagados. Y no estarán por la labor ética de modificar nada que moleste a sus señores.

U. Plaza