La Unión Europea despertó una gran ilusión entre los pueblos de Europa que veían en la misma una base de unidad y solidaridad, y el mayor espacio de libertad y progreso de los pueblos, que durante muchos años anduvieron enfrentados, provocando los mayores conflictos; horrorosas guerras que los intereses del capitalismo y el nacionalismo de los países, provocaron, con decenas de millones de muertos.
Se decían, y así nos los vendieron, que con lo que al final se llamaría Unión Europea, la solidaridad era segura e inevitable. Que seríamos ciudadanos europeos todos iguales. Que los ciudadanos, protegidos por la capa global y jurídica de Europa, nos llevaría a homogeneizar todo el territorio reduciendo desigualdades entre los países del norte y sur.
Luego vimos que lo que de verdad adquiría naturaleza eran los intereses de los países más poderosos, que desarrollaban sus políticas europeas, más en función de sus intereses nacionales y de clase, que los del conjunto de los habitantes del Continente, como siempre ha hecho el capitalismo.
Luego vimos que lo que de verdad adquiría naturaleza eran los intereses de los países más poderosos, que desarrollaban sus políticas europeas, más en función de sus intereses nacionales y de clase, que los del conjunto de los habitantes del Continente, como siempre ha hecho el capitalismo.
Algunos analistas lo percibieron desde el primer momento. Pues quedaba de manifiesto que las intenciones de los poderosos no eran la de una UE de todos los europeos, sino la de dos o más niveles, siempre con ventaja paras los mismos. Se pudo ver sobre todo con el tratado de Maastricht con la exigencia del control del déficit.
Se creó el Banco de Alemania, controlado por este país, al que llamaron eufemísticamente Banco Central Europeo, que controla la UE, que decide sobre todo lo que corresponde a la economía, imponiendo sus criterios a los países más débiles, impidiendo que otros con dificultades puedan controlar su situación devaluando la moneda; y algo realmente escandaloso: se les presta el dinero a los buitres de los bancos privados, a muy bajo interés, para que éstos se lo presten a los Estados a intereses más altos, con lo que con el dinero que es de los ciudadanos, los bancos hagan sus negocios.
Es decir los Estados quedaban maniatados, y potenciando el negocio privado de la banca, es decir de los capitalistas, como siempre, los insolidarios de siempre, los que provocan miseria, como hemos visto con la Gran Estafa, con la colaboración de los gobiernos. La UE se manifiesta como un instrumento de los grandes capitalistas, pero a lo grande, con los gobiernos a su servicio, como hemos visto en España en el Septenio Negro de Mariano Rajoy, pero al que le puso la alfombra Zapatero, sin olvidar la agresión que Artur Mas con sus recortes, que trataría de tapar con sus aventuras irresponsables.
La UE tras la Gran Estafa financiera, de lo que sólo es una más de las cíclicas crisis del capitalismo, se ha quedado desnuda ante millones de europeos que ahora se han dado cuentan de que las intenciones de los escandalosamente bien pagados dirigentes de la UE, que constantemente imponen a los gobiernos políticas de austeridad que rozan, cuando no traspasan, la criminalidad por sus consecuencias sociales, nada tiene que ver con los propósitos vendidos durante años.
La UE, con sus políticas, que no son ni más ni menos que las que la derecha ha impuesto siempre a sus pueblos, va perdiendo poco a poco entre los ciudadanos, el consenso que en general recababa. Hoy son discutidas entre amplias capas de la población que sufren sus consecuencia. Contribuyendo las mismas a que sectores de extrema derecha, el nacionalismo, el fascismo en definitiva, se nutra del descontento de millones de ciudadanos, que cada vez ven a la UE y a sus burócratas, como el problema más que la solución.
Lo estamos viendo con el auge de los partidos fascistas, nacionalistas o fascistoides por toda la Europa, con el reclamo del impresentable presidente de los Estados Unidos, Trump, el que está dispuesto a asesinar emigrantes ordenando disparar a sus soldados contra indefensos ciudadanos desesperados.
Partidos de extrema derecha que utilizan, como siempre hicieron, a los pobres, a los emigrantes huidos de las guerras provocadas por las mismas políticas de expolio, en los países en conflicto, para enfrentarlos con los trabajadores y las clases populares; con discursos de miedo, xenófobos, simples, y fácil de asimilar por gentes desesperadas, para desviar la atención de los verdaderos culpables: el gran capital y sus lacayos de los gobiernos. Culpan a los que son aún más pobres, de todas sus desgracias, no a los verdaderos responsables.
Ha sido la política del capitalismo desde siempre, que cuando no puede gobernar con la democracia, acude a su "fase superior", el fascismo, como explica la Historia. Ha sucedido siempre, inventándose enemigos exteriores o interiores.
Algunos de esos burócratas o gobiernos hacen caso omiso y no atienden las protestas ciudadanas, confiándolo todo a decisiones represivas. Y afirman que el fenómenos del auge de la extrema derecha es temporal, controlable, que no irá a más.
Recordemos como acabó la política de mirar para otro lado, de apaciguamiento del fascismo de otros tiempos. Cuando se alimenta la bestia, crece. Y la Unión Europea con sus decisiones, la está alimentando, la han hecho crecer y sacado a pasear. Después será muy difícil devolverla a su reducto, como se sabe por amarga experiencia en el Continente Europeo.
Ubaldo
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